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La Constitución Política de la República de Guatemala: una respetable señora de 39 años (II)

Pese a sus dudas y sorpresas, él ya es desde hace 6 meses el Presidente de la República; República a la que le achaca tantos vicios, pero por lo que hemos visto hasta hoy, no hace mucho por hacerla funcionar.

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Rodrigo Fernández Ordóñez |
07 de junio, 2024

Tras las pretendidas dilaciones del general Ríos Montt, el ejército decidió internamente continuar apegados al plan de retorno a la democracia. En razón de ello, el 8 de agosto de 1983, tras una tensa reunión de oficiales superiores del ejército en la Guardia de Honor, el general Oscar Humberto Mejía Víctores le comunicó al presidente que quedaba relevado del cargo. El término de “relevo” nos explica que no se trató de un golpe de Estado como el sucedido el año anterior, sino de la decisión del mando superior de retirar al general Ríos Montt del ejercicio de la presidencia temporal, toda vez que había incumplido con el compromiso de continuar con el plan de retorno a la democracia.

Con el general Mejía Víctores como nuevo Jefe de Estado, pues él mismo rehusó llamarse Presidente, iniciaron los preparativos para devolver el poder a los civiles. Bajo su dirección, se diseñó una hoja de ruta que permitiera de forma ordenada el retorno al poder de los civiles. Los encargados del diseño del modelo fueron el ingeniero Amílcar Burgos y el coronel Chavarría, quien había dirigido los trabajos de reconstrucción en el altiplano occidental tras el terremoto de 1976. Se relevó al funcionariado militar que había ido ocupando puestos claves dentro del gobierno y fue sustituido por una nueva generación de tecnócratas civiles; se crearon comisiones mixtas (militares-civiles) para discutir leyes marco que permitieran la democracia funcional en Guatemala y, finalmente, se convocó a una Asamblea Nacional Constituyente.

Esta Asamblea sancionó un texto constitucional nuevo el 30 de mayo de 1985, que permitió el retorno a la democracia, simbolizado por la toma de posesión de la presidencia por el abogado Marco Vinicio Cerezo Arévalo el 14 de enero de 1986, tras triunfar en las elecciones generales de 1985. Bajo este nuevo marco constitucional, conciliador y moderno, las guerrillas continuaron su guerra, descalificando a la naciente democracia. Sin embargo, tras su derrota militar en el primer lustro de la década de 1980, estos grupos ya eran, en palabras del Ministro de la Defensa de Cerezo, “más una molestia que una amenaza” y el sistema democrático pudo consolidarse.

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Por ello, mal hace el presidente de la República actual al presentarse ante la Asamblea General de la ONU para hablar mal del país, insistiendo aún en el manido discurso del golpe de Estado y las supuestas conspiraciones, recordándonos sospechosamente al discurso de su padre en los años 40, denunciando las 38 conspiraciones que suprimió durante su presidencia.

Desde entonces, nuestra Constitución ha pasado por todo tipo de momentos históricos, unos felices, como la firma de los Acuerdos para una Paz Firme y Duradera; tristes otros, como el Serranazo o la caída de la cleptocracia del Partido Patriota en el 2015; o la pretendida crisis constitucional, que no llegó a más que al capricho de unos cuantos que creían poder sabotear el curso de la democracia, haciendo aspavientos ante la inminente toma de posesión del presidente Bernardo Arévalo. Pese a todos estos momentos, de suma tensión algunos, no cabe duda, la Constitución Política de la República de Guatemala ha imperado gracias a buenos guatemaltecos que han sabido asumir su papel histórico en el momento preciso para garantizar el correcto fluir de la democracia.

Por ello, mal hace el presidente de la República actual al presentarse ante la Asamblea General de la ONU para hablar mal del país, insistiendo aún en el manido discurso del golpe de Estado y las supuestas conspiraciones, recordándonos sospechosamente al discurso de su padre en los años 40, denunciando las 38 conspiraciones que suprimió durante su presidencia. Sospechoso discurso al que parece aferrarse, pues ya están cerca de cumplirse los 6 meses de haberle sido impuesta la banda presidencial sin mayores incidentes (salvo un retraso de 8 horas y muchos rumores, pero nada concreto); porque pese a sus dudas y sorpresas, él ya es desde hace 6 meses el Presidente de la República; República a la que le achaca tantos vicios, pero por lo que hemos visto hasta hoy, no hace mucho por hacerla funcionar.

La Constitución Política de la República de Guatemala: una respetable señora de 39 años (II)

Pese a sus dudas y sorpresas, él ya es desde hace 6 meses el Presidente de la República; República a la que le achaca tantos vicios, pero por lo que hemos visto hasta hoy, no hace mucho por hacerla funcionar.

Rodrigo Fernández Ordóñez |
07 de junio, 2024
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Tras las pretendidas dilaciones del general Ríos Montt, el ejército decidió internamente continuar apegados al plan de retorno a la democracia. En razón de ello, el 8 de agosto de 1983, tras una tensa reunión de oficiales superiores del ejército en la Guardia de Honor, el general Oscar Humberto Mejía Víctores le comunicó al presidente que quedaba relevado del cargo. El término de “relevo” nos explica que no se trató de un golpe de Estado como el sucedido el año anterior, sino de la decisión del mando superior de retirar al general Ríos Montt del ejercicio de la presidencia temporal, toda vez que había incumplido con el compromiso de continuar con el plan de retorno a la democracia.

Con el general Mejía Víctores como nuevo Jefe de Estado, pues él mismo rehusó llamarse Presidente, iniciaron los preparativos para devolver el poder a los civiles. Bajo su dirección, se diseñó una hoja de ruta que permitiera de forma ordenada el retorno al poder de los civiles. Los encargados del diseño del modelo fueron el ingeniero Amílcar Burgos y el coronel Chavarría, quien había dirigido los trabajos de reconstrucción en el altiplano occidental tras el terremoto de 1976. Se relevó al funcionariado militar que había ido ocupando puestos claves dentro del gobierno y fue sustituido por una nueva generación de tecnócratas civiles; se crearon comisiones mixtas (militares-civiles) para discutir leyes marco que permitieran la democracia funcional en Guatemala y, finalmente, se convocó a una Asamblea Nacional Constituyente.

Esta Asamblea sancionó un texto constitucional nuevo el 30 de mayo de 1985, que permitió el retorno a la democracia, simbolizado por la toma de posesión de la presidencia por el abogado Marco Vinicio Cerezo Arévalo el 14 de enero de 1986, tras triunfar en las elecciones generales de 1985. Bajo este nuevo marco constitucional, conciliador y moderno, las guerrillas continuaron su guerra, descalificando a la naciente democracia. Sin embargo, tras su derrota militar en el primer lustro de la década de 1980, estos grupos ya eran, en palabras del Ministro de la Defensa de Cerezo, “más una molestia que una amenaza” y el sistema democrático pudo consolidarse.

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Por ello, mal hace el presidente de la República actual al presentarse ante la Asamblea General de la ONU para hablar mal del país, insistiendo aún en el manido discurso del golpe de Estado y las supuestas conspiraciones, recordándonos sospechosamente al discurso de su padre en los años 40, denunciando las 38 conspiraciones que suprimió durante su presidencia.

Desde entonces, nuestra Constitución ha pasado por todo tipo de momentos históricos, unos felices, como la firma de los Acuerdos para una Paz Firme y Duradera; tristes otros, como el Serranazo o la caída de la cleptocracia del Partido Patriota en el 2015; o la pretendida crisis constitucional, que no llegó a más que al capricho de unos cuantos que creían poder sabotear el curso de la democracia, haciendo aspavientos ante la inminente toma de posesión del presidente Bernardo Arévalo. Pese a todos estos momentos, de suma tensión algunos, no cabe duda, la Constitución Política de la República de Guatemala ha imperado gracias a buenos guatemaltecos que han sabido asumir su papel histórico en el momento preciso para garantizar el correcto fluir de la democracia.

Por ello, mal hace el presidente de la República actual al presentarse ante la Asamblea General de la ONU para hablar mal del país, insistiendo aún en el manido discurso del golpe de Estado y las supuestas conspiraciones, recordándonos sospechosamente al discurso de su padre en los años 40, denunciando las 38 conspiraciones que suprimió durante su presidencia. Sospechoso discurso al que parece aferrarse, pues ya están cerca de cumplirse los 6 meses de haberle sido impuesta la banda presidencial sin mayores incidentes (salvo un retraso de 8 horas y muchos rumores, pero nada concreto); porque pese a sus dudas y sorpresas, él ya es desde hace 6 meses el Presidente de la República; República a la que le achaca tantos vicios, pero por lo que hemos visto hasta hoy, no hace mucho por hacerla funcionar.

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