En la entrega pasada hablamos de las recomendaciones en distinto formato disponibles para entender la naturaleza del régimen teocrático iraní, que nos pueden ayudar también a comprender por qué un régimen de esa naturaleza totalitaria e intolerante no puede acceder libremente a un arsenal nuclear propio. Sin embargo, tal vez convenga ampliar la lente e integrar al régimen iraní en un mapa mucho más amplio para que podamos los lectores ir obteniendo una imagen más completa de lo que ha sucedido en los meses pasados y aventurarnos a interpretar un futuro que aún se nos presenta nebuloso e incierto a simple vista.
Para tener la fotografía completa de lo que implicó el ataque conjunto a Irán por parte de Israel-Estados Unidos, contamos con un sesudo artículo que publicó el prestigioso periodista Thomas L. Friedman en las páginas de The New York Times en la última semana de junio. El suplemento en español que publica Prensa Libre del extracto semanal del diario, lo incluyó en su edición del domingo 29 de junio. Antes de adentrarnos en el artículo, es necesario acreditar a Friedman, quien ha sido corresponsal en el Oriente Medio por más de tres décadas, y que ha compartido su conocimiento y experiencias acumuladas con sus lectores en varios libros, todos altamente recomendados: “From Beirut to Jerusalem: One Man’s Middle Eastern Odyssey”, “Longitudes and Attitudes: the World in the Age of Terrorism”, “The Lexus and the Olive Three: Understanding Globalization” y “The world is flat: A Brief History of the Twenty-First Century”. Todos libros altamente recomendados para empezar a comprender este mundo turbulento que nació el 11 de septiembre de 2001.
El artículo en mención de Friedman es un apretado recorrido por los últimos meses en los que va atando y relacionando hechos aparentemente inconexos sucedidos en dispares escenarios del mundo, como Siria, Libia, Sudán, Yemen, Gaza y Ucrania. Este mapa tiene un hilo de conducción común: Irán y sus aliados, en su mayoría, fuerzas irregulares sumamente violentas que tienen por misión desestabilizar los territorios para mantener ocupados a los Estados Occidentales. Así, el mapa geográfico puede mutar a un mapa de actores: Hezbollah; Hamás; los Hutíes; los separatistas musulmanes de Xinjiang; la Hermandad Musulmana; organizaciones que reciben fondos y asistencia militar directamente de la teocracia iraní, tanto de la oficial Guardia Revolucionaria o de la opaca Quds Force, especie de fantasma que coordina las acciones en la región, que van desde los brutales secuestros de ciudadanos israelíes, violaciones incluidas el 7 de octubre de 2023 a los secuestros de los barcos que se aventuran a pasar por las costas del Cuerno de África.
No sorprende entonces que los piratas hutíes o somalíes cuenten con sofisticados medios para tomar el control de los barcos que reclaman, que van desde lanchas rápidas con poderosos motores fuera de borda hasta helicópteros para irrumpir de forma sorpresiva directamente sobre las cubiertas de los buques. La ciudad subterránea construida por Hamás debajo de la ciudad de Gaza es otro buen ejemplo de la colaboración del régimen iraní con las siniestras organizaciones terroristas, que adrede y para lograr el mayor impacto propagandístico colocó los cuarteles principales de Hamás debajo de escuelas y hospitales.
La técnica de utilizar a los civiles como escudos humanos ha terminado en la debacle humanitaria que ocurre al día de hoy en la Franja de Gaza, cuyo saldo mortal suma los 60,000 muertos durante la campaña de liberación de los rehenes israelíes y los 40 muertos diarios por inanición ante el cerco de hierro que impuso Israel sobre el territorio. No obstante el altísimo costo en vidas humanas que ha provocado la operación terrorista de Hamás del 7 de octubre, estos se niegan a liberar a los rehenes que aún sobreviven.
Esta obcecación del diezmado liderazgo de Hamás no nos debería de extrañar tanto, pues si el lector recuerda, en 1979 el régimen iraní secuestró por años al personal de la Embajada de los Estados Unidos en Teherán, sometiendo a toda la población de su país a sanciones económicas por un capricho de su líder religioso, el fanático y errático Ayatolá Jomeini que creía castigar a los Estados Unidos con el secuestro masivo, en tanto castigaba a la economía iraní y arrinconaba a su propia población. Este tipo de tácticas desvelan un entramado complejo que permite seguir el dinero desde Teherán hasta estos devastados territorios. La lectura de Friedman es altamente estimulante y aleccionadora para todo aquel que desee comprender, aunque sea de forma somera, el actual escenario internacional. Un ejercicio útil al que invito a los lectores es contrastar las opiniones y hechos de Friedman con las de Robert Fisk, periodista e intelectual de izquierda al que hemos recomendado en entregas anteriores, para someter todos los hechos a un doble ejercicio crítico.
Instrucciones para entender el siglo XXI (III)
En la entrega pasada hablamos de las recomendaciones en distinto formato disponibles para entender la naturaleza del régimen teocrático iraní, que nos pueden ayudar también a comprender por qué un régimen de esa naturaleza totalitaria e intolerante no puede acceder libremente a un arsenal nuclear propio. Sin embargo, tal vez convenga ampliar la lente e integrar al régimen iraní en un mapa mucho más amplio para que podamos los lectores ir obteniendo una imagen más completa de lo que ha sucedido en los meses pasados y aventurarnos a interpretar un futuro que aún se nos presenta nebuloso e incierto a simple vista.
Para tener la fotografía completa de lo que implicó el ataque conjunto a Irán por parte de Israel-Estados Unidos, contamos con un sesudo artículo que publicó el prestigioso periodista Thomas L. Friedman en las páginas de The New York Times en la última semana de junio. El suplemento en español que publica Prensa Libre del extracto semanal del diario, lo incluyó en su edición del domingo 29 de junio. Antes de adentrarnos en el artículo, es necesario acreditar a Friedman, quien ha sido corresponsal en el Oriente Medio por más de tres décadas, y que ha compartido su conocimiento y experiencias acumuladas con sus lectores en varios libros, todos altamente recomendados: “From Beirut to Jerusalem: One Man’s Middle Eastern Odyssey”, “Longitudes and Attitudes: the World in the Age of Terrorism”, “The Lexus and the Olive Three: Understanding Globalization” y “The world is flat: A Brief History of the Twenty-First Century”. Todos libros altamente recomendados para empezar a comprender este mundo turbulento que nació el 11 de septiembre de 2001.
El artículo en mención de Friedman es un apretado recorrido por los últimos meses en los que va atando y relacionando hechos aparentemente inconexos sucedidos en dispares escenarios del mundo, como Siria, Libia, Sudán, Yemen, Gaza y Ucrania. Este mapa tiene un hilo de conducción común: Irán y sus aliados, en su mayoría, fuerzas irregulares sumamente violentas que tienen por misión desestabilizar los territorios para mantener ocupados a los Estados Occidentales. Así, el mapa geográfico puede mutar a un mapa de actores: Hezbollah; Hamás; los Hutíes; los separatistas musulmanes de Xinjiang; la Hermandad Musulmana; organizaciones que reciben fondos y asistencia militar directamente de la teocracia iraní, tanto de la oficial Guardia Revolucionaria o de la opaca Quds Force, especie de fantasma que coordina las acciones en la región, que van desde los brutales secuestros de ciudadanos israelíes, violaciones incluidas el 7 de octubre de 2023 a los secuestros de los barcos que se aventuran a pasar por las costas del Cuerno de África.
No sorprende entonces que los piratas hutíes o somalíes cuenten con sofisticados medios para tomar el control de los barcos que reclaman, que van desde lanchas rápidas con poderosos motores fuera de borda hasta helicópteros para irrumpir de forma sorpresiva directamente sobre las cubiertas de los buques. La ciudad subterránea construida por Hamás debajo de la ciudad de Gaza es otro buen ejemplo de la colaboración del régimen iraní con las siniestras organizaciones terroristas, que adrede y para lograr el mayor impacto propagandístico colocó los cuarteles principales de Hamás debajo de escuelas y hospitales.
La técnica de utilizar a los civiles como escudos humanos ha terminado en la debacle humanitaria que ocurre al día de hoy en la Franja de Gaza, cuyo saldo mortal suma los 60,000 muertos durante la campaña de liberación de los rehenes israelíes y los 40 muertos diarios por inanición ante el cerco de hierro que impuso Israel sobre el territorio. No obstante el altísimo costo en vidas humanas que ha provocado la operación terrorista de Hamás del 7 de octubre, estos se niegan a liberar a los rehenes que aún sobreviven.
Esta obcecación del diezmado liderazgo de Hamás no nos debería de extrañar tanto, pues si el lector recuerda, en 1979 el régimen iraní secuestró por años al personal de la Embajada de los Estados Unidos en Teherán, sometiendo a toda la población de su país a sanciones económicas por un capricho de su líder religioso, el fanático y errático Ayatolá Jomeini que creía castigar a los Estados Unidos con el secuestro masivo, en tanto castigaba a la economía iraní y arrinconaba a su propia población. Este tipo de tácticas desvelan un entramado complejo que permite seguir el dinero desde Teherán hasta estos devastados territorios. La lectura de Friedman es altamente estimulante y aleccionadora para todo aquel que desee comprender, aunque sea de forma somera, el actual escenario internacional. Un ejercicio útil al que invito a los lectores es contrastar las opiniones y hechos de Friedman con las de Robert Fisk, periodista e intelectual de izquierda al que hemos recomendado en entregas anteriores, para someter todos los hechos a un doble ejercicio crítico.