«(…) La inactividad en resolver problemas de inaplazable condición ha sido también otra causa de desilusión. Pues si quienes estaban obligados a hacer esa obra no la han hecho, lo que se impone es un cambio de personas. Pero si este cambio llega, el doctor Arévalo debe buscar gente experimentada para ya no andar en tanteos dilatorios y en ensayos suicidas. Obra, obra inmediata y no promesas a muchos años plazo, es lo que urge realizar. Y ahora es el momento, porque el tiempo pasa y las indecisiones continúan, no extrañe al doctor Arévalo que se presente una crisis política de tales proporciones, que no habrá poder humano que pueda frenarla y resolverla. Los pueblos siempre quieren novedades, y esas novedades son la obra material visible: antes que planes de estudio necesita ver levantarse edificios para escuelas; antes que planes para hospitales modernos, necesita ver camas y jeringas para poner quinina; antes que “autovías” necesita pavimentos en aquellas donde las rutas viejas lo permiten, en fin, ver lo material, lo tangible y no las elucubraciones de gabinete que casi siempre terminan por desinflarse…»
Estimado lector, el fragmento que he transcrito en esta ocasión no fue escrito a propósito de la situación actual del gobierno de la república, sino que corresponde a la columna editorial de «La Hora», del 1 de mayo de 1946, escrito por el conocido periodista de entonces, Clemente Marroquín Rojas. Sin embargo, pese a la distancia de décadas se puede percibir que poco ha cambiado nuestra patria, que poco han cambiado nuestros políticos y que poco hemos cambiado nosotros los ciudadanos, que vemos con indiferencia el barco hundirse, el barco en el que han de vivir nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos.
En la actual situación hemos visto cómo durante el gobierno presente las cosas han ido desmejorando a pasos agigantados, producto de una inquietante inmovilidad. La violencia va en ascenso y se supone que nos debemos de quedar tranquilos. Antes, porque era nuestra mera percepción; y cuando dejó de ser percepción a balaceras en las calles y avenidas, debemos guardar la calma porque son meros “ajustes de cuentas de bandas criminales” y no nos atañen esos ataques, como si no sucedieran en las mismas calles y avenidas por las que transitamos los guatemaltecos que tratamos de vivir acorde con los valores positivos que nos inculcaron.
Si a los 18 meses de un gobierno que prometía ser la antítesis de todos los anteriores las cosas siguen exactamente igual que antes, significa que los funcionarios nuevos son iguales que los que hubo antes. Y si las cosas se están poniendo peor, saquemos nuestras tristes conclusiones.
Pese a que los números de la violencia se disparan, se siguen sucediendo asesinatos, incluso dentro de nuestras cárceles. No hay consecuencias, el encargado de nuestra seguridad, con aparente impasibilidad, rodeado de guardaespaldas y seguridad adicional, nos dice que no nos preocupemos.
Podríamos seguir repasando al resto de las carteras, de las que algunas tienen la suerte de que su trabajo ha sido tan poco transcendental que incluso hasta hemos olvidado que existen; pero otras carteras cuya responsabilidad son las vidas humanas, la inquietante inmovilidad ya pasa a ser sorprendente y apabullante. En declaraciones dadas ante prensa el miércoles por la noche, por ejemplo, el encargado de la Salud de los guatemaltecos informaba con toda la calma del que tiente todo el tiempo del mundo, que no sabe cuánto le cuesta al sistema público de salud atender a un guatemalteco, porque no cuenta con estadísticas adecuadas. Porque, según él, los gobiernos no han hecho nada al respecto… el ministro olvida que su gobierno empezó hace casi 18 meses y las excusas de echarle la culpa al gobierno anterior de todos los males ya suenan, por decir lo menos, ridículas y desfasadas.
Los guatemaltecos podemos entender que el sistema de salud, que la educación, que el sistema vial han vivido eternamente en crisis, pero si a los 18 meses de un gobierno que prometía ser la antítesis de todos los anteriores las cosas siguen exactamente igual que antes, significa que los funcionarios nuevos son igual que los que hubo antes. Y si las cosas se están poniendo peor, saquemos nuestras tristes conclusiones.
Inquietante inmovilidad
«(…) La inactividad en resolver problemas de inaplazable condición ha sido también otra causa de desilusión. Pues si quienes estaban obligados a hacer esa obra no la han hecho, lo que se impone es un cambio de personas. Pero si este cambio llega, el doctor Arévalo debe buscar gente experimentada para ya no andar en tanteos dilatorios y en ensayos suicidas. Obra, obra inmediata y no promesas a muchos años plazo, es lo que urge realizar. Y ahora es el momento, porque el tiempo pasa y las indecisiones continúan, no extrañe al doctor Arévalo que se presente una crisis política de tales proporciones, que no habrá poder humano que pueda frenarla y resolverla. Los pueblos siempre quieren novedades, y esas novedades son la obra material visible: antes que planes de estudio necesita ver levantarse edificios para escuelas; antes que planes para hospitales modernos, necesita ver camas y jeringas para poner quinina; antes que “autovías” necesita pavimentos en aquellas donde las rutas viejas lo permiten, en fin, ver lo material, lo tangible y no las elucubraciones de gabinete que casi siempre terminan por desinflarse…»
Estimado lector, el fragmento que he transcrito en esta ocasión no fue escrito a propósito de la situación actual del gobierno de la república, sino que corresponde a la columna editorial de «La Hora», del 1 de mayo de 1946, escrito por el conocido periodista de entonces, Clemente Marroquín Rojas. Sin embargo, pese a la distancia de décadas se puede percibir que poco ha cambiado nuestra patria, que poco han cambiado nuestros políticos y que poco hemos cambiado nosotros los ciudadanos, que vemos con indiferencia el barco hundirse, el barco en el que han de vivir nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos.
En la actual situación hemos visto cómo durante el gobierno presente las cosas han ido desmejorando a pasos agigantados, producto de una inquietante inmovilidad. La violencia va en ascenso y se supone que nos debemos de quedar tranquilos. Antes, porque era nuestra mera percepción; y cuando dejó de ser percepción a balaceras en las calles y avenidas, debemos guardar la calma porque son meros “ajustes de cuentas de bandas criminales” y no nos atañen esos ataques, como si no sucedieran en las mismas calles y avenidas por las que transitamos los guatemaltecos que tratamos de vivir acorde con los valores positivos que nos inculcaron.
Si a los 18 meses de un gobierno que prometía ser la antítesis de todos los anteriores las cosas siguen exactamente igual que antes, significa que los funcionarios nuevos son iguales que los que hubo antes. Y si las cosas se están poniendo peor, saquemos nuestras tristes conclusiones.
Pese a que los números de la violencia se disparan, se siguen sucediendo asesinatos, incluso dentro de nuestras cárceles. No hay consecuencias, el encargado de nuestra seguridad, con aparente impasibilidad, rodeado de guardaespaldas y seguridad adicional, nos dice que no nos preocupemos.
Podríamos seguir repasando al resto de las carteras, de las que algunas tienen la suerte de que su trabajo ha sido tan poco transcendental que incluso hasta hemos olvidado que existen; pero otras carteras cuya responsabilidad son las vidas humanas, la inquietante inmovilidad ya pasa a ser sorprendente y apabullante. En declaraciones dadas ante prensa el miércoles por la noche, por ejemplo, el encargado de la Salud de los guatemaltecos informaba con toda la calma del que tiente todo el tiempo del mundo, que no sabe cuánto le cuesta al sistema público de salud atender a un guatemalteco, porque no cuenta con estadísticas adecuadas. Porque, según él, los gobiernos no han hecho nada al respecto… el ministro olvida que su gobierno empezó hace casi 18 meses y las excusas de echarle la culpa al gobierno anterior de todos los males ya suenan, por decir lo menos, ridículas y desfasadas.
Los guatemaltecos podemos entender que el sistema de salud, que la educación, que el sistema vial han vivido eternamente en crisis, pero si a los 18 meses de un gobierno que prometía ser la antítesis de todos los anteriores las cosas siguen exactamente igual que antes, significa que los funcionarios nuevos son igual que los que hubo antes. Y si las cosas se están poniendo peor, saquemos nuestras tristes conclusiones.