EL TIPO DE CAMBIO DE HOY ES DE: Un gran país, ubicado en el mundo en el mero centro del continente Americano. El Creador lo dotó de ríos, lagos, montañas y volcanes. También le dio diferentes climas y alturas que permiten cultivar casi cualquier cosa.
Su gente, excelente. Todos muy trabajadores. Hay de todo, desde agricultores expertos que siembran en sus pequeñas parcelas hasta las grandes extensiones en las que hay cultivo de caña de azúcar, café, palma africana, maíz y un sinfín de otros productos.
En las ciudades hay de todo. Se han ido desarrollando a lo largo los años, permitiendo generación de empleos, crecimiento y un mejor nivel de vida.
Sin embargo, en este mundo convulso, nunca han faltado los aprovechados. Sin embargo, estos no son ajenos al cambio de los tiempos. En el pasado se les reconocía con alguna facilidad. Los peores eran señalados y recibían el castigo social. En algunas ocasiones, también recibían el peso de la ley.
Ahora vivimos con los destructores nefastos de cuello blanco, negro, de colores y cualquier otra forma de distinguirse para lograr sus espurios objetivos. Encabezan la lista los de la “clase política”, con las pocas excepciones que hay. Estos buscan llegar al poder para “salir de pobres” a costa del detrimento del desarrollo económico y de la construcción de un estado de derecho.
Nos toca vivir también con quienes, amparados por las cláusulas de un “pacto colectivo”, han destruido el sistema educativo, dejando a cientos de miles de niños sumidos en la ignorancia y la pobreza.
No siendo suficiente, convivimos con quienes privilegian sus derechos sacrificando la valiosa salud de quienes no cuentan con recursos para pagar servicios privados y se tienen que conformar con una “pastilla” para paliar su dolencia.
Atrapados en la falta de oportunidades, hemos visto partir a demasiados chapines en búsqueda de un mejor futuro. Ahora son ellos quienes sostienen la economía de millones de guatemaltecos.
El actual presidente y sus secuaces (también con las excepciones), actúa en la línea del abuso y la destrucción. El gobierno es más de lo mismo, con el agravante del tinte rojo que imprime en muchas acciones y decisiones. La “comunidad internacional” imprime este color en sus “donaciones”. Nos convierte en sus títeres pues, como reza el viejo refrán, “el que paga la música, escoge la canción”.
Nosotros los ciudadanos tenemos el poder para cambiar esto. Debemos involucrarnos más pronunciándonos en todas las redes sociales. Recordémosle al gobernante y sus secuaces que los mandantes somos nosotros los ciudadanos que pagamos sus salarios y hasta “financiamos” sus abusos con nuestros impuestos.
Queremos vivir en paz. Nos toca defender nuestra vida, nuestra propiedad y nuestra libertad.
Un gran país, ubicado en el mundo en el mero centro del continente Americano. El Creador lo dotó de ríos, lagos, montañas y volcanes. También le dio diferentes climas y alturas que permiten cultivar casi cualquier cosa.
Su gente, excelente. Todos muy trabajadores. Hay de todo, desde agricultores expertos que siembran en sus pequeñas parcelas hasta las grandes extensiones en las que hay cultivo de caña de azúcar, café, palma africana, maíz y un sinfín de otros productos.
En las ciudades hay de todo. Se han ido desarrollando a lo largo los años, permitiendo generación de empleos, crecimiento y un mejor nivel de vida.
Sin embargo, en este mundo convulso, nunca han faltado los aprovechados. Sin embargo, estos no son ajenos al cambio de los tiempos. En el pasado se les reconocía con alguna facilidad. Los peores eran señalados y recibían el castigo social. En algunas ocasiones, también recibían el peso de la ley.
Ahora vivimos con los destructores nefastos de cuello blanco, negro, de colores y cualquier otra forma de distinguirse para lograr sus espurios objetivos. Encabezan la lista los de la “clase política”, con las pocas excepciones que hay. Estos buscan llegar al poder para “salir de pobres” a costa del detrimento del desarrollo económico y de la construcción de un estado de derecho.
Nos toca vivir también con quienes, amparados por las cláusulas de un “pacto colectivo”, han destruido el sistema educativo, dejando a cientos de miles de niños sumidos en la ignorancia y la pobreza.
No siendo suficiente, convivimos con quienes privilegian sus derechos sacrificando la valiosa salud de quienes no cuentan con recursos para pagar servicios privados y se tienen que conformar con una “pastilla” para paliar su dolencia.
Atrapados en la falta de oportunidades, hemos visto partir a demasiados chapines en búsqueda de un mejor futuro. Ahora son ellos quienes sostienen la economía de millones de guatemaltecos.
El actual presidente y sus secuaces (también con las excepciones), actúa en la línea del abuso y la destrucción. El gobierno es más de lo mismo, con el agravante del tinte rojo que imprime en muchas acciones y decisiones. La “comunidad internacional” imprime este color en sus “donaciones”. Nos convierte en sus títeres pues, como reza el viejo refrán, “el que paga la música, escoge la canción”.
Nosotros los ciudadanos tenemos el poder para cambiar esto. Debemos involucrarnos más pronunciándonos en todas las redes sociales. Recordémosle al gobernante y sus secuaces que los mandantes somos nosotros los ciudadanos que pagamos sus salarios y hasta “financiamos” sus abusos con nuestros impuestos.
Queremos vivir en paz. Nos toca defender nuestra vida, nuestra propiedad y nuestra libertad.
