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Guatemala en la tormenta de la nueva geopolítica global

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Melanie Müllers |
11 de junio, 2025

Mientras el mundo gira en torno a los conflictos de Ucrania, Gaza o de China, pocos se detienen a ver cómo países como Guatemala, aparentemente alejados de las grandes guerras, están siendo arrastrados a la nueva competencia de superpotencias. Hoy, Guatemala ya no está al margen: está en el tablero.

Durante años, América Latina disfrutó de una relativa estabilidad. Tras la Guerra Fría, muchos países de la región, incluyendo Guatemala, consolidaron democracias, abrieron sus mercados y creyeron que la gran política de bloques había quedado atrás. Pero eso cambió.

Hoy, las tensiones entre Estados Unidos, China y Rusia han reactivado la geopolítica a nivel planetario. Y América Latina —como lo advierte el informe internacional “América Latina en la Nueva Geopolítica Global” (2024)— está de vuelta en el centro de la disputa.

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Guatemala se encuentra exactamente donde convergen varios de estos intereses. Por un lado, sigue siendo un socio natural de Estados Unidos, especialmente en temas de seguridad, migración y crimen organizado. Washington considera a Guatemala parte clave de su retaguardia hemisférica e intensificó los programas de cooperación para frenar el narcotráfico, controlar los flujos migratorios y combatir las redes criminales transnacionales. El avance de los cárteles mexicanos, cuya presencia vemos en el territorio guatemalteco, preocupa a los estrategas de seguridad norteamericanos y plantea nuevos desafíos para nuestras instituciones de seguridad y justicia.

Por otro lado, aparece China. Aunque Guatemala mantiene relaciones diplomáticas con Taiwán, Beijing no ha dejado de ejercer presión económica y diplomática para aumentar su influencia. China extendió su presencia en la región a través de préstamos, inversiones en infraestructura, telecomunicaciones y tecnología. Cada puerto, carretera o megaproyecto que financia en América Latina responde, en última instancia, a un cálculo estratégico mayor. Aunque hasta ahora Guatemala ha resistido el cambio de reconocimiento diplomático, las tentaciones económicas no desaparecen.

Rusia, por su parte, aunque con menor presencia directa, también juega sus cartas en el hemisferio, apoyándose en aliados como Nicaragua, Venezuela y Cuba, con quienes mantiene alianzas de conveniencia para desafiar la influencia estadounidense en la región.

La nueva geopolítica no es una película lejana. Está ocurriendo ahora y Guatemala está dentro de la trama. Quedarse al margen es un lujo que no podemos darnos.

Lo que agrava el escenario es la profunda fragmentación política de América Latina. Mientras otras regiones, como Asia y Europa, logran negociar en bloque, América Latina sigue dividida, sin una estrategia común. El informe recuerda cómo, durante la pandemia del COVID-19, los países latinoamericanos perdieron una oportunidad histórica de negociar juntos la compra de vacunas, mostrando su fragilidad para actuar unidos.

En este contexto, Guatemala queda en una posición delicada. Sin los recursos militares o económicos de los grandes actores, su margen de maniobra depende de la habilidad política para navegar entre potencias que compiten por influencia. La pregunta central es: ¿Cómo proteger nuestros intereses nacionales sin quedar atrapados en la agenda de terceros?

La respuesta, según los analistas, está en construir una política exterior basada en alianzas inteligentes, diversificadas y pragmáticas. Esto implica fortalecer los vínculos con los socios históricos como Estados Unidos, pero también evaluar cuidadosamente las oportunidades que ofrecen nuevos actores como China, evitando caer en dependencias peligrosas.

Al mismo tiempo, Guatemala debe fortalecer su Estado de derecho y sus instituciones democráticas. En un mundo donde el crimen organizado transnacional ya no solo es un problema de seguridad interna, sino un actor geopolítico que mueve millones de dólares, corrompe autoridades y debilita gobiernos, el fortalecimiento institucional se convierte en un tema de seguridad nacional.

La nueva geopolítica no es una película lejana. Está ocurriendo ahora y Guatemala está dentro de la trama. Quedarse al margen es un lujo que no podemos darnos. La verdadera estrategia no será escoger un solo socio, sino aprender a jugar con inteligencia en medio de la competencia global.

Guatemala en la tormenta de la nueva geopolítica global

Melanie Müllers |
11 de junio, 2025
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Mientras el mundo gira en torno a los conflictos de Ucrania, Gaza o de China, pocos se detienen a ver cómo países como Guatemala, aparentemente alejados de las grandes guerras, están siendo arrastrados a la nueva competencia de superpotencias. Hoy, Guatemala ya no está al margen: está en el tablero.

Durante años, América Latina disfrutó de una relativa estabilidad. Tras la Guerra Fría, muchos países de la región, incluyendo Guatemala, consolidaron democracias, abrieron sus mercados y creyeron que la gran política de bloques había quedado atrás. Pero eso cambió.

Hoy, las tensiones entre Estados Unidos, China y Rusia han reactivado la geopolítica a nivel planetario. Y América Latina —como lo advierte el informe internacional “América Latina en la Nueva Geopolítica Global” (2024)— está de vuelta en el centro de la disputa.

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Guatemala se encuentra exactamente donde convergen varios de estos intereses. Por un lado, sigue siendo un socio natural de Estados Unidos, especialmente en temas de seguridad, migración y crimen organizado. Washington considera a Guatemala parte clave de su retaguardia hemisférica e intensificó los programas de cooperación para frenar el narcotráfico, controlar los flujos migratorios y combatir las redes criminales transnacionales. El avance de los cárteles mexicanos, cuya presencia vemos en el territorio guatemalteco, preocupa a los estrategas de seguridad norteamericanos y plantea nuevos desafíos para nuestras instituciones de seguridad y justicia.

Por otro lado, aparece China. Aunque Guatemala mantiene relaciones diplomáticas con Taiwán, Beijing no ha dejado de ejercer presión económica y diplomática para aumentar su influencia. China extendió su presencia en la región a través de préstamos, inversiones en infraestructura, telecomunicaciones y tecnología. Cada puerto, carretera o megaproyecto que financia en América Latina responde, en última instancia, a un cálculo estratégico mayor. Aunque hasta ahora Guatemala ha resistido el cambio de reconocimiento diplomático, las tentaciones económicas no desaparecen.

Rusia, por su parte, aunque con menor presencia directa, también juega sus cartas en el hemisferio, apoyándose en aliados como Nicaragua, Venezuela y Cuba, con quienes mantiene alianzas de conveniencia para desafiar la influencia estadounidense en la región.

La nueva geopolítica no es una película lejana. Está ocurriendo ahora y Guatemala está dentro de la trama. Quedarse al margen es un lujo que no podemos darnos.

Lo que agrava el escenario es la profunda fragmentación política de América Latina. Mientras otras regiones, como Asia y Europa, logran negociar en bloque, América Latina sigue dividida, sin una estrategia común. El informe recuerda cómo, durante la pandemia del COVID-19, los países latinoamericanos perdieron una oportunidad histórica de negociar juntos la compra de vacunas, mostrando su fragilidad para actuar unidos.

En este contexto, Guatemala queda en una posición delicada. Sin los recursos militares o económicos de los grandes actores, su margen de maniobra depende de la habilidad política para navegar entre potencias que compiten por influencia. La pregunta central es: ¿Cómo proteger nuestros intereses nacionales sin quedar atrapados en la agenda de terceros?

La respuesta, según los analistas, está en construir una política exterior basada en alianzas inteligentes, diversificadas y pragmáticas. Esto implica fortalecer los vínculos con los socios históricos como Estados Unidos, pero también evaluar cuidadosamente las oportunidades que ofrecen nuevos actores como China, evitando caer en dependencias peligrosas.

Al mismo tiempo, Guatemala debe fortalecer su Estado de derecho y sus instituciones democráticas. En un mundo donde el crimen organizado transnacional ya no solo es un problema de seguridad interna, sino un actor geopolítico que mueve millones de dólares, corrompe autoridades y debilita gobiernos, el fortalecimiento institucional se convierte en un tema de seguridad nacional.

La nueva geopolítica no es una película lejana. Está ocurriendo ahora y Guatemala está dentro de la trama. Quedarse al margen es un lujo que no podemos darnos. La verdadera estrategia no será escoger un solo socio, sino aprender a jugar con inteligencia en medio de la competencia global.

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