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Gatos, sacos y otros trapos

Aunque el gato de Navidad pareciera solo ser un cuento más, como escribió Neil Gaiman, la ficción es una mentira que nos dice verdades.

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Alejandra Osorio |
12 de diciembre, 2024

En un regalo se esconden palabras que no se dicen. Al final de cuentas, estarían de más. El mero acto de dar es suficiente. No importa lo que se da: tiempo o prisas, presencia o ausencia, apoyo o abandono. En la acción se encierra todo. Y justamente estamos cerca del tiempo de dar. Después de todo, el solsticio de invierno está a un par de vueltas del Sol. Este trae tradiciones muy extrañas; pero hay algunas que se repiten en múltiples lugares del mundo, por ejemplo, dar regalos. Sin embargo, si esto es parte de tu tradición, estimado lector, te quiero pedir un favor. Este año regala una prenda de ropa, ya sea pantalón, listón o capuchón. Esta acción, aunque es pequeña, podría evitar un desastre. Porque, justo en esta época, el Jólaköttu está buscando quién será su próximo ratón.

Ropa para el frío

En las noches frías de Islandia, no queda más remedio que buscar un refugio. El fuego de la chimenea se vuelve el corazón del hogar, atrayendo a todos los que sufren. No obstante, las casas no siempre son seguras. Así que debes estar atento a lo que se acerca a las ventanas, porque puede que una noche un par de ojos te observen. No importa si es el campo o la ciudad, el Jólaköttu saldrá a cazar. Y que no te engañe el nombre que tiene, el gato de Navidad te haría temblar.

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Solo un hombre valiente podría ser capaz de verlo directamente a los ojos. Las garras de sus patas peludas son una terrible visión. Y no hay que olvidar los colmillos que a cualquiera podrían hacer temblar. Es que el gato de Navidad, o Yule, no es un gato cualquiera. No, claro que no. Al fin y al cabo, este ser es tres veces más alto que el hombre más alto que hayas visto. Además, no se alimenta de pequeñas criaturas; un ratón no podría llenar su estómago, pero una persona sí podría hacerlo.

La escritora Maya Angelou dijo que, entre otros beneficios, dar libera el alma de quien da. Así, esta historia es un recordatorio más de cómo exteriorizar el cariño a través de dar no solo libera nuestra alma, sino que protege la del que recibe.

A pesar de ello, no debes temer si las reglas llegas a conocer. El Jólaköttu es la mascota de los trece Yule Lads, unos troles que se dedican a hacer travesuras y a dar regalos. Y ellos se aseguraron de instruir bien a su gato. La gigante criatura no puede devorar a cualquier humano que se encuentre en el camino. ¡Eso es mala educación! No, ellos le enseñaron bien. El gato solo comerá a aquellos que no recibieron ropa nueva como regalo de Navidad.

Así que, cuando el gato sale a cazar, solo una cosa lo ahuyentará. Agradece el regalo y pronto comiénzalo a usar, sea pantalón, listón o capuchón. Cuando el gato se acerque a tu ventana, comenzará a olfatear y el aroma a ropa nueva lo habrá de alejar.

Ropa para el alma

Este cuento folclórico tiene una función práctica. El frío es un riesgo real para la gente de Islandia, así que es lógico que los padres les contaran esta historia a los niños mientras cosechaban las fibras necesarias para los hilos o cuando terminaban de tejer. Pero también esconde otra idea: la importancia de dar. El cuento no trata sobre comprar ropa, sino de darla y recibirla. Esta acción es una traducción física del cariño. Además, también demuestra que hay cierto gozo para el que da, pues protege a su ser querido. La escritora Maya Angelou dijo que, entre otros beneficios, dar libera el alma de quien da. Así, esta historia es un recordatorio más de cómo exteriorizar el cariño a través de dar no solo libera nuestra alma, sino que protege la del que recibe. Y, aunque el gato de Navidad pareciera solo ser un cuento más, como escribió Neil Gaiman, la ficción es una mentira que nos dice verdades. Entonces, no queda más que asegurarse que todos estén abrigados.

Gatos, sacos y otros trapos

Aunque el gato de Navidad pareciera solo ser un cuento más, como escribió Neil Gaiman, la ficción es una mentira que nos dice verdades.

Alejandra Osorio |
12 de diciembre, 2024
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En un regalo se esconden palabras que no se dicen. Al final de cuentas, estarían de más. El mero acto de dar es suficiente. No importa lo que se da: tiempo o prisas, presencia o ausencia, apoyo o abandono. En la acción se encierra todo. Y justamente estamos cerca del tiempo de dar. Después de todo, el solsticio de invierno está a un par de vueltas del Sol. Este trae tradiciones muy extrañas; pero hay algunas que se repiten en múltiples lugares del mundo, por ejemplo, dar regalos. Sin embargo, si esto es parte de tu tradición, estimado lector, te quiero pedir un favor. Este año regala una prenda de ropa, ya sea pantalón, listón o capuchón. Esta acción, aunque es pequeña, podría evitar un desastre. Porque, justo en esta época, el Jólaköttu está buscando quién será su próximo ratón.

Ropa para el frío

En las noches frías de Islandia, no queda más remedio que buscar un refugio. El fuego de la chimenea se vuelve el corazón del hogar, atrayendo a todos los que sufren. No obstante, las casas no siempre son seguras. Así que debes estar atento a lo que se acerca a las ventanas, porque puede que una noche un par de ojos te observen. No importa si es el campo o la ciudad, el Jólaköttu saldrá a cazar. Y que no te engañe el nombre que tiene, el gato de Navidad te haría temblar.

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Solo un hombre valiente podría ser capaz de verlo directamente a los ojos. Las garras de sus patas peludas son una terrible visión. Y no hay que olvidar los colmillos que a cualquiera podrían hacer temblar. Es que el gato de Navidad, o Yule, no es un gato cualquiera. No, claro que no. Al fin y al cabo, este ser es tres veces más alto que el hombre más alto que hayas visto. Además, no se alimenta de pequeñas criaturas; un ratón no podría llenar su estómago, pero una persona sí podría hacerlo.

La escritora Maya Angelou dijo que, entre otros beneficios, dar libera el alma de quien da. Así, esta historia es un recordatorio más de cómo exteriorizar el cariño a través de dar no solo libera nuestra alma, sino que protege la del que recibe.

A pesar de ello, no debes temer si las reglas llegas a conocer. El Jólaköttu es la mascota de los trece Yule Lads, unos troles que se dedican a hacer travesuras y a dar regalos. Y ellos se aseguraron de instruir bien a su gato. La gigante criatura no puede devorar a cualquier humano que se encuentre en el camino. ¡Eso es mala educación! No, ellos le enseñaron bien. El gato solo comerá a aquellos que no recibieron ropa nueva como regalo de Navidad.

Así que, cuando el gato sale a cazar, solo una cosa lo ahuyentará. Agradece el regalo y pronto comiénzalo a usar, sea pantalón, listón o capuchón. Cuando el gato se acerque a tu ventana, comenzará a olfatear y el aroma a ropa nueva lo habrá de alejar.

Ropa para el alma

Este cuento folclórico tiene una función práctica. El frío es un riesgo real para la gente de Islandia, así que es lógico que los padres les contaran esta historia a los niños mientras cosechaban las fibras necesarias para los hilos o cuando terminaban de tejer. Pero también esconde otra idea: la importancia de dar. El cuento no trata sobre comprar ropa, sino de darla y recibirla. Esta acción es una traducción física del cariño. Además, también demuestra que hay cierto gozo para el que da, pues protege a su ser querido. La escritora Maya Angelou dijo que, entre otros beneficios, dar libera el alma de quien da. Así, esta historia es un recordatorio más de cómo exteriorizar el cariño a través de dar no solo libera nuestra alma, sino que protege la del que recibe. Y, aunque el gato de Navidad pareciera solo ser un cuento más, como escribió Neil Gaiman, la ficción es una mentira que nos dice verdades. Entonces, no queda más que asegurarse que todos estén abrigados.

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