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¿Es usted el amo de su carácter?

¿Puede algo retratar mejor esta total insensatez? Es la total involución de la evolución. La regresión del hombre civilizado al animal bestia salvaje ¿Cómo reaccionará usted ante el llamado ‘woke’? ¿Permitirá usted que sus pasiones lo dominen o será el amo de su carácter?

.
Warren Orbaugh |
03 de junio, 2024

¿Es usted el amo de su carácter? ¿Es usted quien lo controla? O, ¿su carácter lo controla a usted?

¿Se ha hecho usted estas preguntas o no?

Según Aristóteles, cada animal posee un carácter (ethos) determinado, un repertorio característico de tendencias y apetitos que gobiernan su conducta. También el animal humano tiene su carácter, pero además tiene la capacidad de pensar, lo que le abre inéditas posibilidades de acción y que complica su vida con constantes problemas de deliberación y decisión.

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Cada organismo vivo tiene una o varias estructuras de células u órganos especializados que hacen posibles cierta función biológica y que hoy llamamos sistemas que le permiten sobrevivir y que Aristóteles llama ánima.

El ánima nutritiva se manifiesta en las acciones de reproducción y uso de los nutrientes, común a todo organismo vivo. El ánima sensitiva, común a todo animal, que no puede existir sin el ánima nutritiva, es una estructura que incluye órganos sensoriales. Cada órgano sensorial tiene un rango de potencialidad, y solo dentro de este rango es capaz de experimentar sensaciones. El ánima racional, que no puede existir sin las otras dos, es la capacidad analítica, la facultad de discriminar y organizar, de conceptualizar, de evaluar del pensamiento práctico.

Nos indica el estagirita que la parte apetitiva del ánima, sede de las tendencias y deseos se llama ếthos o «carácter». La parte pensante del ánima se llama diánoia o pensamiento. Cada una de estas dos partes tienen sus funciones que pueden ejecutarse bien o mal. Las virtudes correspondientes al carácter o ếthos son las virtudes éticas o morales, como valentía, templanza, liberalidad, magnanimidad, etc. Las virtudes correspondientes al pensamiento o diánoia son las virtudes dianoéticas o intelectuales, como la sabiduría, la productividad y la prudencia.

Hoy somos testigos de cómo la cultura ‘woke incita a los jóvenes a abandonar la dirección de su razón en favor de seguir sus sentimientos, inclinaciones, tendencias y pasiones. Los que abrazan dicha cultura exhiben conductas desenfrenadas, irrazonables, excitadas y violentas. Han dejado de ser buenos hombres. Son incapaces de razonar bien. Ya no pueden distinguir entre un hombre y una mujer, entre un niño y un adulto, entre cortesía e insolencia.

El bien de cada cosa consiste en su érgon, en su función propia. El bien del cuchillo es cortar, el del ojo es ver, el del ala es volar. La función propia del humano es razonar. El hombre bueno es un as razonador, ya sea en el sentido de que sus acciones están, por regla general, sólidamente basadas en un excelente razonamiento, y no en sus tendencias o pasiones. Son sus virtudes dianéticas las que rigen sus respuestas éticas a las situaciones que plantea su entorno para que su conducta sea virtuosa en lugar de viciosa, para que sea valiente en lugar de cobarde o loco insensato; templado en lugar de intemperante, glotón, incontinente, libertino o insensibilizado; sereno en lugar de excitado, apasionado, irascible o apático.

Hoy somos testigos de cómo la cultura ‘woke’ incita a los jóvenes a abandonar la dirección de su razón en favor de seguir sus sentimientos, inclinaciones, tendencias y pasiones. Los que abrazan dicha cultura exhiben conductas desenfrenadas, irrazonables, excitadas y violentas. Han dejado de ser buenos hombres. Son incapaces de razonar bien. Ya no pueden distinguir entre un hombre y una mujer, entre un niño y un adulto, entre cortesía e insolencia. Pretenden que la sociedad tolere todos sus desenfrenos y exhibiciones sexuales públicas, incluso la pedofilia. Sin embargo, ellos no toleran en lo más mínimo los valores conservadores de sus conciudadanos. Cuando protestan siempre favorecen a los grupos más bárbaros, salvajes y sanguinarios, porque estos pretenden destruir la civilización occidental que han aprendido a odiar. Así vemos a homosexuales marchando en favor de Hamas, quienes celebran la muerte, el sacrificio y que los degollarían; y en contra de Israel, un país que protege los derechos individuales de los hombres, que celebra la vida y la productividad.

¿Puede algo retratar mejor esta total insensatez? Es la total involución de la evolución. La regresión del hombre civilizado al animal bestia salvaje.

¿Cómo reaccionará usted ante el llamado ‘woke’? ¿Permitirá usted que sus pasiones lo dominen o será el amo de su carácter?

 

¿Es usted el amo de su carácter?

¿Puede algo retratar mejor esta total insensatez? Es la total involución de la evolución. La regresión del hombre civilizado al animal bestia salvaje ¿Cómo reaccionará usted ante el llamado ‘woke’? ¿Permitirá usted que sus pasiones lo dominen o será el amo de su carácter?

Warren Orbaugh |
03 de junio, 2024
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¿Es usted el amo de su carácter? ¿Es usted quien lo controla? O, ¿su carácter lo controla a usted?

¿Se ha hecho usted estas preguntas o no?

Según Aristóteles, cada animal posee un carácter (ethos) determinado, un repertorio característico de tendencias y apetitos que gobiernan su conducta. También el animal humano tiene su carácter, pero además tiene la capacidad de pensar, lo que le abre inéditas posibilidades de acción y que complica su vida con constantes problemas de deliberación y decisión.

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Cada organismo vivo tiene una o varias estructuras de células u órganos especializados que hacen posibles cierta función biológica y que hoy llamamos sistemas que le permiten sobrevivir y que Aristóteles llama ánima.

El ánima nutritiva se manifiesta en las acciones de reproducción y uso de los nutrientes, común a todo organismo vivo. El ánima sensitiva, común a todo animal, que no puede existir sin el ánima nutritiva, es una estructura que incluye órganos sensoriales. Cada órgano sensorial tiene un rango de potencialidad, y solo dentro de este rango es capaz de experimentar sensaciones. El ánima racional, que no puede existir sin las otras dos, es la capacidad analítica, la facultad de discriminar y organizar, de conceptualizar, de evaluar del pensamiento práctico.

Nos indica el estagirita que la parte apetitiva del ánima, sede de las tendencias y deseos se llama ếthos o «carácter». La parte pensante del ánima se llama diánoia o pensamiento. Cada una de estas dos partes tienen sus funciones que pueden ejecutarse bien o mal. Las virtudes correspondientes al carácter o ếthos son las virtudes éticas o morales, como valentía, templanza, liberalidad, magnanimidad, etc. Las virtudes correspondientes al pensamiento o diánoia son las virtudes dianoéticas o intelectuales, como la sabiduría, la productividad y la prudencia.

Hoy somos testigos de cómo la cultura ‘woke incita a los jóvenes a abandonar la dirección de su razón en favor de seguir sus sentimientos, inclinaciones, tendencias y pasiones. Los que abrazan dicha cultura exhiben conductas desenfrenadas, irrazonables, excitadas y violentas. Han dejado de ser buenos hombres. Son incapaces de razonar bien. Ya no pueden distinguir entre un hombre y una mujer, entre un niño y un adulto, entre cortesía e insolencia.

El bien de cada cosa consiste en su érgon, en su función propia. El bien del cuchillo es cortar, el del ojo es ver, el del ala es volar. La función propia del humano es razonar. El hombre bueno es un as razonador, ya sea en el sentido de que sus acciones están, por regla general, sólidamente basadas en un excelente razonamiento, y no en sus tendencias o pasiones. Son sus virtudes dianéticas las que rigen sus respuestas éticas a las situaciones que plantea su entorno para que su conducta sea virtuosa en lugar de viciosa, para que sea valiente en lugar de cobarde o loco insensato; templado en lugar de intemperante, glotón, incontinente, libertino o insensibilizado; sereno en lugar de excitado, apasionado, irascible o apático.

Hoy somos testigos de cómo la cultura ‘woke’ incita a los jóvenes a abandonar la dirección de su razón en favor de seguir sus sentimientos, inclinaciones, tendencias y pasiones. Los que abrazan dicha cultura exhiben conductas desenfrenadas, irrazonables, excitadas y violentas. Han dejado de ser buenos hombres. Son incapaces de razonar bien. Ya no pueden distinguir entre un hombre y una mujer, entre un niño y un adulto, entre cortesía e insolencia. Pretenden que la sociedad tolere todos sus desenfrenos y exhibiciones sexuales públicas, incluso la pedofilia. Sin embargo, ellos no toleran en lo más mínimo los valores conservadores de sus conciudadanos. Cuando protestan siempre favorecen a los grupos más bárbaros, salvajes y sanguinarios, porque estos pretenden destruir la civilización occidental que han aprendido a odiar. Así vemos a homosexuales marchando en favor de Hamas, quienes celebran la muerte, el sacrificio y que los degollarían; y en contra de Israel, un país que protege los derechos individuales de los hombres, que celebra la vida y la productividad.

¿Puede algo retratar mejor esta total insensatez? Es la total involución de la evolución. La regresión del hombre civilizado al animal bestia salvaje.

¿Cómo reaccionará usted ante el llamado ‘woke’? ¿Permitirá usted que sus pasiones lo dominen o será el amo de su carácter?

 

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