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En la sombra de la debilidad institucional 

.
Marimaite Rayo |
13 de noviembre, 2025

De acuerdo con la información de la Secretaría de Comunicación de la Presidencia, durante la primera quincena de noviembre, la misión de observación de la OEA llegará a Guatemala. Este evento marcará el inicio de un largo proceso que se extenderá hasta el próximo año, dado que esta misión tiene el mandato de velar por la democracia y resguardar el Estado de derecho en el país, durante los procesos de elección de funcionarios en el 2026. Ahora bien, aunque la presencia de observadores internacionales es fundamental para la legitimidad de los procesos, también es importante no adoptar una visión ingenua sobre su nivel de incidencia.

En primer lugar, es importante tomar en cuenta que la participación de esta misión es producto de una solicitud hecha por el presidente Arévalo, como parte de los esfuerzos para fortalecer los procesos de elección. Por ende, esto demuestra la baja confianza que existe a lo interno del gobierno sobre los propios procesos que este encabeza. Por otro lado, también no se debe perder de vista que, así como cualquier otra institución, esta misión actuará conforme a los intereses de los individuos que la componen. Consecuentemente, sería muy idealista pensar que estos actores ejercerán sus funciones con total neutralidad. Aunque la presencia de esta misión es importante, también se deben tomar las precauciones necesarias para evitar que este, en vez de ser un árbitro, únicamente acentúe las divisiones que ya existen en torno a las elecciones institucionales.

Mucho ruido y pocas nueces 

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No cabe duda de que, tanto en la sociedad, como a lo interno de las instituciones existe una profunda preocupación por los resultados de los diferentes procesos electorales que se llevarán a cabo en el 2026. Esto se debe a que, de torcerse los resultados, estas podrían generar un efecto dominó sobre el resto de las instituciones, lo que únicamente profundizaría la crisis en la que se encuentra el país.

Más allá de los procesos de elección, uno de los grandes problemas que ha alimentado esta crisis ha sido la personalización de la debilidad institucional. Esto se debe a que la mayoría de los señalamientos, en vez de hacerse contra la estructura institucional, se han hecho contra los individuos que forman parte de estas. Esto refleja que, más que una preocupación por el fortalecimiento del andamiaje institucional, en realidad la atención se ha concentrado en el revanchismo entre los diferentes bandos que están representados.

Esta ceguera ha generado un vacío dentro de los círculos de debate y decisión, ya que, en vez de generar nuevas propuestas, el debate se ha encerrado en la polarización. Así pues, en este vaivén, lo más peligroso no será la guerra, si no el ajuste de cuentas.

En la sombra de la debilidad institucional 

Marimaite Rayo |
13 de noviembre, 2025
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De acuerdo con la información de la Secretaría de Comunicación de la Presidencia, durante la primera quincena de noviembre, la misión de observación de la OEA llegará a Guatemala. Este evento marcará el inicio de un largo proceso que se extenderá hasta el próximo año, dado que esta misión tiene el mandato de velar por la democracia y resguardar el Estado de derecho en el país, durante los procesos de elección de funcionarios en el 2026. Ahora bien, aunque la presencia de observadores internacionales es fundamental para la legitimidad de los procesos, también es importante no adoptar una visión ingenua sobre su nivel de incidencia.

En primer lugar, es importante tomar en cuenta que la participación de esta misión es producto de una solicitud hecha por el presidente Arévalo, como parte de los esfuerzos para fortalecer los procesos de elección. Por ende, esto demuestra la baja confianza que existe a lo interno del gobierno sobre los propios procesos que este encabeza. Por otro lado, también no se debe perder de vista que, así como cualquier otra institución, esta misión actuará conforme a los intereses de los individuos que la componen. Consecuentemente, sería muy idealista pensar que estos actores ejercerán sus funciones con total neutralidad. Aunque la presencia de esta misión es importante, también se deben tomar las precauciones necesarias para evitar que este, en vez de ser un árbitro, únicamente acentúe las divisiones que ya existen en torno a las elecciones institucionales.

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No cabe duda de que, tanto en la sociedad, como a lo interno de las instituciones existe una profunda preocupación por los resultados de los diferentes procesos electorales que se llevarán a cabo en el 2026. Esto se debe a que, de torcerse los resultados, estas podrían generar un efecto dominó sobre el resto de las instituciones, lo que únicamente profundizaría la crisis en la que se encuentra el país.

Más allá de los procesos de elección, uno de los grandes problemas que ha alimentado esta crisis ha sido la personalización de la debilidad institucional. Esto se debe a que la mayoría de los señalamientos, en vez de hacerse contra la estructura institucional, se han hecho contra los individuos que forman parte de estas. Esto refleja que, más que una preocupación por el fortalecimiento del andamiaje institucional, en realidad la atención se ha concentrado en el revanchismo entre los diferentes bandos que están representados.

Esta ceguera ha generado un vacío dentro de los círculos de debate y decisión, ya que, en vez de generar nuevas propuestas, el debate se ha encerrado en la polarización. Así pues, en este vaivén, lo más peligroso no será la guerra, si no el ajuste de cuentas.

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