Elegir entre el bien y el mal: Un reto lleno de complejidad
Es la persona, en su propio corazón y reflexión, quien puede determinar lo bueno y lo malo en sus acciones y pensamientos.
En un mundo donde todo es relativo, la virtud parece una diminuta luz en medio de las tinieblas. Al borde del colapso, con el riesgo de una guerra mundial, con focos de tensión en Medio Oriente, el Cáucaso, el Mar Báltico y el Mar del sur de China, y con una población cada vez más polarizada ideológicamente, las raíces del conflicto mundial del siglo XXI tienen su fuente en lo que llama el filósofo polaco Zygmunt Bauman «la cultura líquida».
Los políticos embusteros y los defensores de la modernidad han construido un modelo basado en el principio de los «derechos humanos», enfocándose en la forma y dejando de lado el contenido. Este principio se basa en registrar demandas insatisfechas y articular nuevas reclamaciones. Esta exigencia de derechos colectivos nos ha alejado de la búsqueda de la virtud individual. En este contexto de incertidumbre, la búsqueda de la virtud se vuelve más crucial que nunca. ¿Se anima usted a hacer un listado de por lo menos cinco líderes virtuosos del mundo hoy?
Es la persona, en su propio corazón y reflexión, quien puede determinar lo bueno y lo malo en sus acciones y pensamientos. Pero es difícil cuando una persona desea vivir fundamentada en el bien, mientras la sociedad busca cumplir con lo que está de moda o es políticamente correcto según las redes sociales o un colectivo indefinido.
He aquí la clave para transformar nuestra sociedad: la búsqueda permanente del bien. Las decisiones cotidianas de cada uno de nosotros tienen un impacto profundo en los demás. Las decisiones basadas en la virtud pueden darle sentido a nuestras vidas y llevar una mayor armonía social, buscando la felicidad individual en un entorno de tolerancia y respeto mutuo. En una sociedad que progresa el rol del maestro, del empresario, del político, del líder, del escritor, del publicista, del padre y de la madre, del hermano, del amigo es poner de moda la virtud.
Cicerón, el gran filósofo romano del deber, decía que la virtud es la base de todas las acciones buenas y que solo lo moralmente bueno puede considerarse realmente útil. Así pues, virtud, moralidad, ética, justicia, el bien y el mal son conceptos profundos que debemos estudiar para actuar de la forma más virtuosa.
La búsqueda de la virtud no es sencilla. Los conceptos populares no son necesariamente una guía clara de actuación. Por ejemplo, el lema de la Revolución francesa de «libertad, igualdad y fraternidad» es una contradicción conceptual. No existe libertad en la igualdad, pues para que exista igualdad, alguien debe establecer parámetros y restricciones limitando la libertad individual. Es la imposición del colectivo en disminución de la libertad del individuo.
Marco Aurelio decía que la salvación consiste en practicar la justicia con toda el alma y en decir la verdad. Pero, ¿Qué es la justicia? Según Sócrates, la justicia es la determinación de las reglas establecidas por el más fuerte. También decía que el bien está en realizar actos de justicia, veracidad, templanza y fortaleza. Aristóteles añadía la prudencia, considerando a las virtudes como excelencia de carácter que dan lugar a acciones justas. Las virtudes cristianas de San Agustín incluyen la caridad, la esperanza y la fe, mientras que las cuatro moradas divinas del Buddha son la benevolencia, compasión, alegría empática y ecuanimidad.
Cicerón, el gran filósofo romano del deber, decía que la virtud es la base de todas las acciones buenas y que solo lo moralmente bueno puede considerarse realmente útil. Así pues, virtud, moralidad, ética, justicia, el bien y el mal son conceptos profundos que debemos estudiar para actuar de la forma más virtuosa.
Este diálogo entre nosotros, querido lector, promete ser largo, como debe ser la búsqueda permanente del bien y la virtud. Te invito a emprender este camino de la virtud conmigo, construyendo juntos una sociedad más justa y feliz.
Elegir entre el bien y el mal: Un reto lleno de complejidad
Es la persona, en su propio corazón y reflexión, quien puede determinar lo bueno y lo malo en sus acciones y pensamientos.
En un mundo donde todo es relativo, la virtud parece una diminuta luz en medio de las tinieblas. Al borde del colapso, con el riesgo de una guerra mundial, con focos de tensión en Medio Oriente, el Cáucaso, el Mar Báltico y el Mar del sur de China, y con una población cada vez más polarizada ideológicamente, las raíces del conflicto mundial del siglo XXI tienen su fuente en lo que llama el filósofo polaco Zygmunt Bauman «la cultura líquida».
Los políticos embusteros y los defensores de la modernidad han construido un modelo basado en el principio de los «derechos humanos», enfocándose en la forma y dejando de lado el contenido. Este principio se basa en registrar demandas insatisfechas y articular nuevas reclamaciones. Esta exigencia de derechos colectivos nos ha alejado de la búsqueda de la virtud individual. En este contexto de incertidumbre, la búsqueda de la virtud se vuelve más crucial que nunca. ¿Se anima usted a hacer un listado de por lo menos cinco líderes virtuosos del mundo hoy?
Es la persona, en su propio corazón y reflexión, quien puede determinar lo bueno y lo malo en sus acciones y pensamientos. Pero es difícil cuando una persona desea vivir fundamentada en el bien, mientras la sociedad busca cumplir con lo que está de moda o es políticamente correcto según las redes sociales o un colectivo indefinido.
He aquí la clave para transformar nuestra sociedad: la búsqueda permanente del bien. Las decisiones cotidianas de cada uno de nosotros tienen un impacto profundo en los demás. Las decisiones basadas en la virtud pueden darle sentido a nuestras vidas y llevar una mayor armonía social, buscando la felicidad individual en un entorno de tolerancia y respeto mutuo. En una sociedad que progresa el rol del maestro, del empresario, del político, del líder, del escritor, del publicista, del padre y de la madre, del hermano, del amigo es poner de moda la virtud.
Cicerón, el gran filósofo romano del deber, decía que la virtud es la base de todas las acciones buenas y que solo lo moralmente bueno puede considerarse realmente útil. Así pues, virtud, moralidad, ética, justicia, el bien y el mal son conceptos profundos que debemos estudiar para actuar de la forma más virtuosa.
La búsqueda de la virtud no es sencilla. Los conceptos populares no son necesariamente una guía clara de actuación. Por ejemplo, el lema de la Revolución francesa de «libertad, igualdad y fraternidad» es una contradicción conceptual. No existe libertad en la igualdad, pues para que exista igualdad, alguien debe establecer parámetros y restricciones limitando la libertad individual. Es la imposición del colectivo en disminución de la libertad del individuo.
Marco Aurelio decía que la salvación consiste en practicar la justicia con toda el alma y en decir la verdad. Pero, ¿Qué es la justicia? Según Sócrates, la justicia es la determinación de las reglas establecidas por el más fuerte. También decía que el bien está en realizar actos de justicia, veracidad, templanza y fortaleza. Aristóteles añadía la prudencia, considerando a las virtudes como excelencia de carácter que dan lugar a acciones justas. Las virtudes cristianas de San Agustín incluyen la caridad, la esperanza y la fe, mientras que las cuatro moradas divinas del Buddha son la benevolencia, compasión, alegría empática y ecuanimidad.
Cicerón, el gran filósofo romano del deber, decía que la virtud es la base de todas las acciones buenas y que solo lo moralmente bueno puede considerarse realmente útil. Así pues, virtud, moralidad, ética, justicia, el bien y el mal son conceptos profundos que debemos estudiar para actuar de la forma más virtuosa.
Este diálogo entre nosotros, querido lector, promete ser largo, como debe ser la búsqueda permanente del bien y la virtud. Te invito a emprender este camino de la virtud conmigo, construyendo juntos una sociedad más justa y feliz.