En diciembre de 1976 le preguntaron a Ayn Rand que si era apropiado para un ateo celebrar la Navidad.
«Sí, por supuesto» dijo ella. «Un feriado nacional, en este país, no puede tener un significado exclusivamente religioso».
Para Rand, el sentido secular de la Navidad —la buena voluntad hacia los demás— trasciende los dogmas religiosos y no pertenece solo al cristianismo.
Esta época es ideal para recordar a los amigos y procurar agradarles, además de compartir con la familia y quienes queremos. Existen tres clases de amistad: una basada en la virtud, otra en el placer y la última en la utilidad. La amistad virtuosa surge entre personas íntegras que se reflejan mutuamente como espejos psicológicos; comparten valores y visiones del mundo. Así como la persona virtuosa se aprecia a sí misma, también valora al otro por reconocerse en él o ella, disfrutando su compañía genuinamente. Esta forma de amistad consiste en una elección mutua entre individuos realmente buenos y agradables, apreciados justamente por esas cualidades. No se busca al amigo por sus profesiones u otras razones externas, sino por quien es en esencia. Este vínculo es el más sólido porque ambos no sólo son intrínsecamente bondadosos, sino que también aportan bien al otro. Así, esta amistad responde a la virtud y se alimenta del placer que nace de ella.
La amistad basada en el placer se caracteriza por la elección mutua de los amigos debido al disfrute que se proporcionan entre sí, como ocurre cuando ambos comparten intereses musicales o uno es músico y el otro aficionado a la música. Esta relación se fundamenta en la existencia de cualidades positivas que permiten la afinidad y la armonía entre las partes involucradas. Además, pueden derivarse beneficios y utilidades recíprocas, aunque no de manera absoluta, sino en función de los objetivos e intereses particulares de cada individuo.
La amistad basada en la utilidad se establece generalmente entre elementos opuestos, ya que lo opuesto resulta valioso para aquello que es diferente a sí mismo. Por ejemplo, el vendedor requiere de un comprador y viceversa; el empleado necesita de un empleador, así como el empleador del empleado; y tanto la mujer como el varón se complementan mutuamente desde esta perspectiva. Lo opuesto genera placer y resulta deseable en tanto representa un medio para alcanzar un fin, no por ser un fin en sí mismo. Sin embargo, la amistad entre opuestos también guarda relación con el bien, dado que ambos buscan los beneficios derivados del intercambio. Cabe señalar que dicha amistad es de carácter accidental, pues los opuestos no se desean intrínsecamente, sino que anhelan aquello que se obtiene mediante el intercambio. En consecuencia, las relaciones amistosas entre opuestos pueden considerarse accidentales y fundamentadas en la búsqueda del bien.
Esta época promueve la benevolencia, incluso hacia desconocidos. La benevolencia es solo el inicio de la amistad; todo amigo es benevolente, pero no todo benevolente es amigo. La concordia, basada en acuerdos sobre normas de convivencia, puede transformar la benevolencia en amistad. Cuando se comparten elecciones sobre cómo convivir y respetar la vida, la libertad y la propiedad, surge una amistad cívica o política.
El aspecto encantador de la Navidad, dijo Rand, es el hecho de que expresa buena voluntad entre los hombres de una manera alegre, contenta y liberal. Uno dice «feliz Navidad» y no «llora y arrepiéntete». Y esta buena voluntad se expresa en forma material, terrenal, dando regalos a los amigos y seres queridos, o mandándoles mensajes de cariño y buenos deseos.
El mejor aspecto de la Navidad, indicó Rand, es el hecho de que se ha comercializado. La compra de regalos es buena para los negocios y buena para la economía del país, pero lo más importante es que estimula el ingenio y la creatividad para producir bienes que tienen un solo propósito: darle a los hombres placer y felicidad. Y la decoración de las calles, de edificios públicos, de tiendas, almacenes y centros comerciales, con brillantes luces de colores y árboles de Navidad, le da a la ciudad una espectacular imagen visual que sólo la “ambición comercial” puede pagar. Y no digamos del ambiente musical que inunda estos días con villancicos y canciones de la época. Y los espectáculos: musicales como “El cuento de Navidad”, ballets como “El Cascanueces” de Tchaikovsky, teatro como «Cómo el Grinch robó la Navidad», luces artificiales Campero, el árbol de Navidad Gallo y música en la plaza, y películas como “Sólo en casa”, además de los estrenos navideños. Y Maping Fantástico de la Municipalidad. Y las risas y ojos de asombro de los niños en los bazares navideños. Y la comida: los tamales, el ponche, el eggnog, las nueces, los pasteles, los chocolates, las galletas etc. Y también los convivios, donde los amigos se reúnen para celebrar con alegría la vida. Y el beso bajo el muérdago. Y las reuniones con aquellos que están distantes. Y la vivencia en este mes de un espectáculo de vistosidad, de exuberante regocijo, colorido y alegría.
Así que sí, desde luego es apropiado para todos, aún para aquellos que no son cristianos, celebrar la Navidad y contagiarse de esta actitud de alegría por la vida y buena voluntad hacia sus semejantes.
En este 2025 les deseo muy felices fiestas y un fuerte abrazo para todos ustedes.
El significado secular de la Navidad según Ayn Rand
En diciembre de 1976 le preguntaron a Ayn Rand que si era apropiado para un ateo celebrar la Navidad.
«Sí, por supuesto» dijo ella. «Un feriado nacional, en este país, no puede tener un significado exclusivamente religioso».
Para Rand, el sentido secular de la Navidad —la buena voluntad hacia los demás— trasciende los dogmas religiosos y no pertenece solo al cristianismo.
Esta época es ideal para recordar a los amigos y procurar agradarles, además de compartir con la familia y quienes queremos. Existen tres clases de amistad: una basada en la virtud, otra en el placer y la última en la utilidad. La amistad virtuosa surge entre personas íntegras que se reflejan mutuamente como espejos psicológicos; comparten valores y visiones del mundo. Así como la persona virtuosa se aprecia a sí misma, también valora al otro por reconocerse en él o ella, disfrutando su compañía genuinamente. Esta forma de amistad consiste en una elección mutua entre individuos realmente buenos y agradables, apreciados justamente por esas cualidades. No se busca al amigo por sus profesiones u otras razones externas, sino por quien es en esencia. Este vínculo es el más sólido porque ambos no sólo son intrínsecamente bondadosos, sino que también aportan bien al otro. Así, esta amistad responde a la virtud y se alimenta del placer que nace de ella.
La amistad basada en el placer se caracteriza por la elección mutua de los amigos debido al disfrute que se proporcionan entre sí, como ocurre cuando ambos comparten intereses musicales o uno es músico y el otro aficionado a la música. Esta relación se fundamenta en la existencia de cualidades positivas que permiten la afinidad y la armonía entre las partes involucradas. Además, pueden derivarse beneficios y utilidades recíprocas, aunque no de manera absoluta, sino en función de los objetivos e intereses particulares de cada individuo.
La amistad basada en la utilidad se establece generalmente entre elementos opuestos, ya que lo opuesto resulta valioso para aquello que es diferente a sí mismo. Por ejemplo, el vendedor requiere de un comprador y viceversa; el empleado necesita de un empleador, así como el empleador del empleado; y tanto la mujer como el varón se complementan mutuamente desde esta perspectiva. Lo opuesto genera placer y resulta deseable en tanto representa un medio para alcanzar un fin, no por ser un fin en sí mismo. Sin embargo, la amistad entre opuestos también guarda relación con el bien, dado que ambos buscan los beneficios derivados del intercambio. Cabe señalar que dicha amistad es de carácter accidental, pues los opuestos no se desean intrínsecamente, sino que anhelan aquello que se obtiene mediante el intercambio. En consecuencia, las relaciones amistosas entre opuestos pueden considerarse accidentales y fundamentadas en la búsqueda del bien.
Esta época promueve la benevolencia, incluso hacia desconocidos. La benevolencia es solo el inicio de la amistad; todo amigo es benevolente, pero no todo benevolente es amigo. La concordia, basada en acuerdos sobre normas de convivencia, puede transformar la benevolencia en amistad. Cuando se comparten elecciones sobre cómo convivir y respetar la vida, la libertad y la propiedad, surge una amistad cívica o política.
El aspecto encantador de la Navidad, dijo Rand, es el hecho de que expresa buena voluntad entre los hombres de una manera alegre, contenta y liberal. Uno dice «feliz Navidad» y no «llora y arrepiéntete». Y esta buena voluntad se expresa en forma material, terrenal, dando regalos a los amigos y seres queridos, o mandándoles mensajes de cariño y buenos deseos.
El mejor aspecto de la Navidad, indicó Rand, es el hecho de que se ha comercializado. La compra de regalos es buena para los negocios y buena para la economía del país, pero lo más importante es que estimula el ingenio y la creatividad para producir bienes que tienen un solo propósito: darle a los hombres placer y felicidad. Y la decoración de las calles, de edificios públicos, de tiendas, almacenes y centros comerciales, con brillantes luces de colores y árboles de Navidad, le da a la ciudad una espectacular imagen visual que sólo la “ambición comercial” puede pagar. Y no digamos del ambiente musical que inunda estos días con villancicos y canciones de la época. Y los espectáculos: musicales como “El cuento de Navidad”, ballets como “El Cascanueces” de Tchaikovsky, teatro como «Cómo el Grinch robó la Navidad», luces artificiales Campero, el árbol de Navidad Gallo y música en la plaza, y películas como “Sólo en casa”, además de los estrenos navideños. Y Maping Fantástico de la Municipalidad. Y las risas y ojos de asombro de los niños en los bazares navideños. Y la comida: los tamales, el ponche, el eggnog, las nueces, los pasteles, los chocolates, las galletas etc. Y también los convivios, donde los amigos se reúnen para celebrar con alegría la vida. Y el beso bajo el muérdago. Y las reuniones con aquellos que están distantes. Y la vivencia en este mes de un espectáculo de vistosidad, de exuberante regocijo, colorido y alegría.
Así que sí, desde luego es apropiado para todos, aún para aquellos que no son cristianos, celebrar la Navidad y contagiarse de esta actitud de alegría por la vida y buena voluntad hacia sus semejantes.
En este 2025 les deseo muy felices fiestas y un fuerte abrazo para todos ustedes.
EL TIPO DE CAMBIO DE HOY ES DE: