En el panorama político actual, observamos que algunos gobiernos vecinos de Guatemala están adoptando políticas económicas que, aunque se presentan como defensoras del libre mercado, en realidad reflejan prácticas mercantilistas propias de siglos pasados. Esta tendencia se evidencia en la implementación de medidas proteccionistas y en la intervención estatal en la economía, lo que contrasta con los principios del libre mercado que promueven la no intromisión gubernamental y la libre competencia.
El mercantilismo, doctrina económica dominante entre los siglos XVI y XVIII, se caracterizaba por la creencia de que la riqueza de una nación dependía de la acumulación de metales preciosos y de mantener una balanza comercial favorable. Para lograrlo, los gobiernos imponían aranceles elevados a las importaciones, subvencionaban exportaciones y regulaban estrictamente la economía. Estas prácticas buscaban proteger las industrias nacionales y limitar la competencia extranjera.
En contraste, el libre mercado aboga por la mínima intervención estatal, permitiendo que la oferta y la demanda determinen los precios y la producción. Este enfoque promueve la eficiencia económica y la innovación, al tiempo que fomenta la competencia y la libertad individual en las decisiones económicas.
Un ejemplo contemporáneo de la reaparición de prácticas mercantilistas se observa en las políticas comerciales de Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump. Desde su segundo mandato iniciado en enero de 2025, Trump ha implementado aranceles significativos a productos importados de países como México, Canadá y China, justificando estas medidas como una forma de proteger a los ciudadanos estadounidenses de la migración ilegal y el tráfico de drogas.
Aunque las políticas mercantilistas pueden parecer una solución atractiva para proteger las economías nacionales, es fundamental evaluar sus implicaciones a largo plazo y considerar alternativas que promuevan la competencia, la innovación y la eficiencia económica.
Sin embargo, expertos advierten que estos aranceles podrían resultar en una mayor inflación y problemas en la cadena de suministros, afectando en última instancia a los consumidores estadounidenses.
Estas políticas proteccionistas, que buscan proteger las industrias nacionales mediante la imposición de barreras comerciales, reflejan una mentalidad mercantilista que prioriza la intervención estatal y el control gubernamental sobre el comercio. Aunque se presentan como medidas para fortalecer la economía nacional, en realidad limitan la competencia y distorsionan el mercado, alejándose de los principios del libre mercado.
Es importante reconocer que, aunque estas políticas pueden ofrecer beneficios a corto plazo para ciertas industrias nacionales, a largo plazo pueden generar ineficiencias económicas, reducir la competitividad y limitar las opciones para los consumidores. Además, pueden desencadenar represalias comerciales de otras naciones, como se ha visto en la respuesta de China a los aranceles impuestos por Estados Unidos, donde Pekín ha implementado contramedidas que incluyen gravámenes adicionales y restricciones a la exportación de recursos críticos.
En conclusión, aunque las políticas mercantilistas pueden parecer una solución atractiva para proteger las economías nacionales, es fundamental evaluar sus implicaciones a largo plazo y considerar alternativas que promuevan la competencia, la innovación y la eficiencia económica. El libre mercado, con su énfasis en la libertad económica y la mínima intervención estatal, ofrece un camino más sostenible hacia el crecimiento económico y el bienestar general.
Camilo Bello Wilches
El resurgimiento del mercantilismo en las políticas económicas contemporáneas
En el panorama político actual, observamos que algunos gobiernos vecinos de Guatemala están adoptando políticas económicas que, aunque se presentan como defensoras del libre mercado, en realidad reflejan prácticas mercantilistas propias de siglos pasados. Esta tendencia se evidencia en la implementación de medidas proteccionistas y en la intervención estatal en la economía, lo que contrasta con los principios del libre mercado que promueven la no intromisión gubernamental y la libre competencia.
El mercantilismo, doctrina económica dominante entre los siglos XVI y XVIII, se caracterizaba por la creencia de que la riqueza de una nación dependía de la acumulación de metales preciosos y de mantener una balanza comercial favorable. Para lograrlo, los gobiernos imponían aranceles elevados a las importaciones, subvencionaban exportaciones y regulaban estrictamente la economía. Estas prácticas buscaban proteger las industrias nacionales y limitar la competencia extranjera.
En contraste, el libre mercado aboga por la mínima intervención estatal, permitiendo que la oferta y la demanda determinen los precios y la producción. Este enfoque promueve la eficiencia económica y la innovación, al tiempo que fomenta la competencia y la libertad individual en las decisiones económicas.
Un ejemplo contemporáneo de la reaparición de prácticas mercantilistas se observa en las políticas comerciales de Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump. Desde su segundo mandato iniciado en enero de 2025, Trump ha implementado aranceles significativos a productos importados de países como México, Canadá y China, justificando estas medidas como una forma de proteger a los ciudadanos estadounidenses de la migración ilegal y el tráfico de drogas.
Aunque las políticas mercantilistas pueden parecer una solución atractiva para proteger las economías nacionales, es fundamental evaluar sus implicaciones a largo plazo y considerar alternativas que promuevan la competencia, la innovación y la eficiencia económica.
Sin embargo, expertos advierten que estos aranceles podrían resultar en una mayor inflación y problemas en la cadena de suministros, afectando en última instancia a los consumidores estadounidenses.
Estas políticas proteccionistas, que buscan proteger las industrias nacionales mediante la imposición de barreras comerciales, reflejan una mentalidad mercantilista que prioriza la intervención estatal y el control gubernamental sobre el comercio. Aunque se presentan como medidas para fortalecer la economía nacional, en realidad limitan la competencia y distorsionan el mercado, alejándose de los principios del libre mercado.
Es importante reconocer que, aunque estas políticas pueden ofrecer beneficios a corto plazo para ciertas industrias nacionales, a largo plazo pueden generar ineficiencias económicas, reducir la competitividad y limitar las opciones para los consumidores. Además, pueden desencadenar represalias comerciales de otras naciones, como se ha visto en la respuesta de China a los aranceles impuestos por Estados Unidos, donde Pekín ha implementado contramedidas que incluyen gravámenes adicionales y restricciones a la exportación de recursos críticos.
En conclusión, aunque las políticas mercantilistas pueden parecer una solución atractiva para proteger las economías nacionales, es fundamental evaluar sus implicaciones a largo plazo y considerar alternativas que promuevan la competencia, la innovación y la eficiencia económica. El libre mercado, con su énfasis en la libertad económica y la mínima intervención estatal, ofrece un camino más sostenible hacia el crecimiento económico y el bienestar general.
Camilo Bello Wilches