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El premio mayor

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Carolina Castellanos |
11 de julio, 2025

Todos sabemos que el gobierno de Guatemala es demasiado grande. En el año 2,000 había 108,321 personas trabajando para el gobierno. En 2,010 eran 195,245 y en 2,020 eran 292,753, por la incorporación de los maestros de PRONADE. Estas cifras las encontré en Google; es posible que no sean tan exactas. 

Aún así, con las variantes que pueda haber, para un país tan pequeño, la burocracia es demasiado grande. Si más burócratas fuera lo que se requiere para tener mejores servicios, yo misma propondría incrementar la burocracia. Claro está, esto es muy lejano a la eficiencia. 

Los burócratas de turno tienen la creencia que han sido llamados a resolver todos los males y que, para lograrlo, se requiere de cientos de personas. La gran mayoría de burócratas parece que no conocen el significado de eficiencia. 

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Nosotros, quienes sí generamos productos y servicios, lo hacemos con eficiencia y eficacia. Muy por el contrario, la burocracia, mientras más crece, mayor es la inoperancia. 

A lo anterior debemos sumar al movimiento sindical que impide una sana competencia por trabajar mejor y servir a cabalidad a quienes les pagamos sus salarios. 

Cada nuevo gobierno llega cargado de personas a quienes “les deben” un empleo, pues fueron colaboradores durante la campaña electoral. Así las cosas, nunca alcanzará el dinero para pagar a tantos. Encontré un dato que dice que el porcentaje es del 38 % del total que se va en salarios. ¡Es demasiado! 

Son los burócratas quienes tienen el premio mayor, pues, con las excepciones que habrá, no se les puede remover de sus cargos, aun cuando la o las faltas son obvias, pues estar sindicalizados los protege. 

El resto de nosotros les pagamos sus salarios con nuestros impuestos. Adicionalmente, nos toca navegar en esas aguas comprometidas. Francisco Bermúdez Amado lo expresó muy bien en su artículo de opinión del 9 de julio: “improvisación, ineptitud y descaro”. 

¿Habrá alguna solución? Pienso que sí. Contratar por competencias, despedir por incapacidad o deshonestidad y permitir un movimiento sindical apegado a estas buenas prácticas. Habría mejor calidad de servicios, menos corrupción y un ambiente de servicio. 

Se vale soñar. Lo que no se vale es robar y corromper, dentro y fuera del aparato burocrático.

El premio mayor

Carolina Castellanos |
11 de julio, 2025
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Todos sabemos que el gobierno de Guatemala es demasiado grande. En el año 2,000 había 108,321 personas trabajando para el gobierno. En 2,010 eran 195,245 y en 2,020 eran 292,753, por la incorporación de los maestros de PRONADE. Estas cifras las encontré en Google; es posible que no sean tan exactas. 

Aún así, con las variantes que pueda haber, para un país tan pequeño, la burocracia es demasiado grande. Si más burócratas fuera lo que se requiere para tener mejores servicios, yo misma propondría incrementar la burocracia. Claro está, esto es muy lejano a la eficiencia. 

Los burócratas de turno tienen la creencia que han sido llamados a resolver todos los males y que, para lograrlo, se requiere de cientos de personas. La gran mayoría de burócratas parece que no conocen el significado de eficiencia. 

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A lo anterior debemos sumar al movimiento sindical que impide una sana competencia por trabajar mejor y servir a cabalidad a quienes les pagamos sus salarios. 

Cada nuevo gobierno llega cargado de personas a quienes “les deben” un empleo, pues fueron colaboradores durante la campaña electoral. Así las cosas, nunca alcanzará el dinero para pagar a tantos. Encontré un dato que dice que el porcentaje es del 38 % del total que se va en salarios. ¡Es demasiado! 

Son los burócratas quienes tienen el premio mayor, pues, con las excepciones que habrá, no se les puede remover de sus cargos, aun cuando la o las faltas son obvias, pues estar sindicalizados los protege. 

El resto de nosotros les pagamos sus salarios con nuestros impuestos. Adicionalmente, nos toca navegar en esas aguas comprometidas. Francisco Bermúdez Amado lo expresó muy bien en su artículo de opinión del 9 de julio: “improvisación, ineptitud y descaro”. 

¿Habrá alguna solución? Pienso que sí. Contratar por competencias, despedir por incapacidad o deshonestidad y permitir un movimiento sindical apegado a estas buenas prácticas. Habría mejor calidad de servicios, menos corrupción y un ambiente de servicio. 

Se vale soñar. Lo que no se vale es robar y corromper, dentro y fuera del aparato burocrático.

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