Contexto:
En la política, como en la religión, y casi todos los ámbitos de nuestra vida, y me atrevería a pensar en el mismo seno de las intimidades de la vida familiar, la concepción de nuestra existencia ha venido siendo dominada por una suerte de paradigma que tiende a vernos como actores de un espectáculo en todo el sentido de la palabra.
Asumiré como significado del concepto espectáculo el contenido en el DRAE: 1. m. Función o diversión pública celebrada en un teatro, en un circo o en cualquier otro edificio o lugar en que se congrega la gente para presenciarla.
Sin.: actuación, representación, función, exhibición, demostración, acto, gala, show, ceremonia, desfile, diversión.
La Civilización del Espectáculo un ensayo revelador
En un pequeño ensayo, Mario Vargas Llosa con su agudo sentido de análisis del mundo desde una perspectiva ilustrada por su larga experiencia y años de vida, nos deja ver algunos aspectos que ahora intento hilar para señalar la comprensión del efecto de esta idea en nuestras generaciones presentes y futuras.
“Esta cultura, a diferencia de lo que antes obedecía a este nombre, ha dejado de ser elitista, erudita y excluyente y se ha convertido en una genuina «cultura de masas»: En las antípodas de las vanguardias herméticas y elitistas, la cultura de masas quiere ofrecer novedades accesibles para el público más amplio posible y que distraigan a la mayor cantidad posible de consumidores. Su intención es divertir y dar placer, posibilitar una evasión fácil y accesible para todos, sin necesidad de formación alguna, sin referentes culturales concretos y eruditos.
Lo que inventan las industrias culturales no es más que una cultura transformada en artículos de «consumo de masas». Esta cultura de masas, según los autores, nace con el predominio de la imagen y el sonido sobre la palabra, es decir, con la pantalla. La industria del cine, sobre todo desde Hollywood, «mundializa» las películas llevándolas a todos los países y, en cada país, a todas las capas sociales, pues, como los discos y la televisión, las películas son accesibles a todos y no requieren para gozar de ellas una formación intelectual especializada de ningún tipo. Este proceso se ha acelerado con la revolución cibernética, la creación de las redes sociales y la universalización del Internet. No solo la información ha roto todas las barreras y se ha puesto al alcance de todo el mundo, prácticamente todos los dominios de la comunicación, del arte, de la política, del deporte, de la religión, etcétera, han experimentado los efectos reformadores de la pequeña pantalla”.
Algunos efectos en nuestra vida contemporánea:
En unas iglesias cristianas más que en otras, pero en una buena parte, los otrora cultos sagrados a Dios y/o al Señor Jesucristo y al Espíritu Santo se han convertido mínimo en actos motivacionales. En otros, actos propagandísticos para el o los lideres de organizaciones religiosas seducidos por la fama, el dinero y el poder que esta genera o bien en espectáculos musicales y de luces en el que sus escenarios son montajes de altos costos y un largo etc.
De forma similar, las otrora intervenciones de los lideres políticos en los parques y plazas comunitarias, en ambientes sobrios y hasta neutros, se fueron convirtiendo en montajes casi de artistas o grupos musicales con toda la sofisticación de montajes de teatro y centros acústicos montada por ingenieros especializados. Una vez más, espectáculos. Y qué decir de los discursos cuadrados a lo que las evaluaciones científicas, semióticas y motivacionales dictan para persuadir a las masas.
En pocas palabras, vivimos en medio de la banalidad, porque hemos convertido lo en otros tiempos era trascendente en formas y contenidos a cosas que carecen de sustancia, superficiales o resultan insignificante y, ojo, aun en el seno de nuestras mismas vidas familiares. Hemos vivido los problemas de tomas de decisiones como el voto electoral, basados en esta banalidad ¡Pienselo!
Contexto:
En la política, como en la religión, y casi todos los ámbitos de nuestra vida, y me atrevería a pensar en el mismo seno de las intimidades de la vida familiar, la concepción de nuestra existencia ha venido siendo dominada por una suerte de paradigma que tiende a vernos como actores de un espectáculo en todo el sentido de la palabra.
Asumiré como significado del concepto espectáculo el contenido en el DRAE: 1. m. Función o diversión pública celebrada en un teatro, en un circo o en cualquier otro edificio o lugar en que se congrega la gente para presenciarla.
Sin.: actuación, representación, función, exhibición, demostración, acto, gala, show, ceremonia, desfile, diversión.
La Civilización del Espectáculo un ensayo revelador
En un pequeño ensayo, Mario Vargas Llosa con su agudo sentido de análisis del mundo desde una perspectiva ilustrada por su larga experiencia y años de vida, nos deja ver algunos aspectos que ahora intento hilar para señalar la comprensión del efecto de esta idea en nuestras generaciones presentes y futuras.
“Esta cultura, a diferencia de lo que antes obedecía a este nombre, ha dejado de ser elitista, erudita y excluyente y se ha convertido en una genuina «cultura de masas»: En las antípodas de las vanguardias herméticas y elitistas, la cultura de masas quiere ofrecer novedades accesibles para el público más amplio posible y que distraigan a la mayor cantidad posible de consumidores. Su intención es divertir y dar placer, posibilitar una evasión fácil y accesible para todos, sin necesidad de formación alguna, sin referentes culturales concretos y eruditos.
Lo que inventan las industrias culturales no es más que una cultura transformada en artículos de «consumo de masas». Esta cultura de masas, según los autores, nace con el predominio de la imagen y el sonido sobre la palabra, es decir, con la pantalla. La industria del cine, sobre todo desde Hollywood, «mundializa» las películas llevándolas a todos los países y, en cada país, a todas las capas sociales, pues, como los discos y la televisión, las películas son accesibles a todos y no requieren para gozar de ellas una formación intelectual especializada de ningún tipo. Este proceso se ha acelerado con la revolución cibernética, la creación de las redes sociales y la universalización del Internet. No solo la información ha roto todas las barreras y se ha puesto al alcance de todo el mundo, prácticamente todos los dominios de la comunicación, del arte, de la política, del deporte, de la religión, etcétera, han experimentado los efectos reformadores de la pequeña pantalla”.
Algunos efectos en nuestra vida contemporánea:
En unas iglesias cristianas más que en otras, pero en una buena parte, los otrora cultos sagrados a Dios y/o al Señor Jesucristo y al Espíritu Santo se han convertido mínimo en actos motivacionales. En otros, actos propagandísticos para el o los lideres de organizaciones religiosas seducidos por la fama, el dinero y el poder que esta genera o bien en espectáculos musicales y de luces en el que sus escenarios son montajes de altos costos y un largo etc.
De forma similar, las otrora intervenciones de los lideres políticos en los parques y plazas comunitarias, en ambientes sobrios y hasta neutros, se fueron convirtiendo en montajes casi de artistas o grupos musicales con toda la sofisticación de montajes de teatro y centros acústicos montada por ingenieros especializados. Una vez más, espectáculos. Y qué decir de los discursos cuadrados a lo que las evaluaciones científicas, semióticas y motivacionales dictan para persuadir a las masas.
En pocas palabras, vivimos en medio de la banalidad, porque hemos convertido lo en otros tiempos era trascendente en formas y contenidos a cosas que carecen de sustancia, superficiales o resultan insignificante y, ojo, aun en el seno de nuestras mismas vidas familiares. Hemos vivido los problemas de tomas de decisiones como el voto electoral, basados en esta banalidad ¡Pienselo!