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El poder de los intangibles en las corporaciones

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Melanie Müllers |
01 de octubre, 2025

En el mundo corporativo solemos medir el éxito en cifras: utilidades, márgenes de rentabilidad, porcentajes de crecimiento. Sin embargo, cada vez resulta más evidente que lo que define la permanencia y la fortaleza de una empresa no siempre se refleja en los estados financieros. Hay un capital silencioso, invisible a los ojos de muchos, pero determinante para la sostenibilidad a largo plazo: los intangibles. Y entre ellos destacan tres pilares que en Guatemala deben recibir más atención y cuidado: las relaciones corporativas, la comunicación interna y la ética.

En un país donde la confianza suele ser frágil y el gobierno no siempre ofrece la certeza jurídica necesaria, las relaciones corporativas se convierten en un recurso invaluable. Una alianza estratégica, una mesa de diálogo bien llevada o un acuerdo de cooperación pueden generar más valor que cualquier cláusula contractual. Las empresas que comprenden esto invierten en cultivar vínculos de largo plazo, basados en credibilidad, transparencia y reciprocidad.

En Guatemala, donde el sector privado ha tenido que navegar entre la volatilidad política, la lentitud burocrática y las tensiones sociales, la capacidad de tejer relaciones corporativas sólidas marca la diferencia entre crecer o estancarse. No se trata únicamente de relacionarse con otras empresas, sino también con cámaras empresariales, autoridades locales y centrales, sociedad civil y hasta con actores internacionales. 

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Otro intangible con un peso enorme es la comunicación dentro de la empresa. En muchos casos, se subestima el impacto que tiene una comunicación clara, honesta y coherente en los equipos. Guatemala es un país joven: más del 60 % de su población es menor de 30 años. Se trata de generaciones que exigen transparencia, que valoran la participación y que desean ser parte de una cultura organizacional auténtica.

Cuando los colaboradores sienten que hay comunicación abierta, que las decisiones se explican y que su voz es escuchada, se genera un sentido de pertenencia que ninguna campaña publicitaria puede comprar.

La verdadera riqueza de una organización no siempre se mide en quetzales o dólares, sino en la calidad de los vínculos que construye, en la coherencia de sus mensajes y en la rectitud de sus decisiones.

Lo contrario, la opacidad, el rumor de pasillo, la falta de canales efectivos erosiona la confianza y afecta directamente la productividad. En un contexto guatemalteco donde la rotación laboral es alta en sectores clave como comercio y servicios, invertir en comunicación interna no es un lujo, es un factor de competitividad.

De todos los intangibles, la ética es quizá el que más repercusión tiene en la reputación y la sostenibilidad de una empresa. La ética no se reduce a cumplir la ley, significa actuar con integridad, incluso cuando nadie está mirando y tomar decisiones que favorezcan al bien común.

El entorno guatemalteco plantea un reto particular: la institucionalidad débil, la desconfianza hacia las élites y la brecha social ponen a prueba diariamente la solidez de los intangibles en las organizaciones. Sin embargo, también abre una oportunidad. Justamente porque los tangibles, infraestructura, carreteras, logística, financiamiento enfrentan obstáculos, los intangibles se convierten en un terreno fértil para diferenciarse.

Un país que apuesta por relaciones corporativas éticas, por empresas que se comunican de manera transparente y por liderazgos que entienden el valor de la integridad, construye una base más sólida para atraer inversión y generar prosperidad. Lo intangible deja de ser un accesorio para convertirse en un activo central de competitividad.

Los balances financieros cuentan una parte de la historia. La otra, muchas veces más profunda y determinante, la narran los intangibles. Vale la pena recordar que la verdadera riqueza de una organización no siempre se mide en quetzales o dólares, sino en la calidad de los vínculos que construye, en la coherencia de sus mensajes y en la rectitud de sus decisiones. Lo intangible, al final, es lo que más pesa.

El poder de los intangibles en las corporaciones

Melanie Müllers |
01 de octubre, 2025
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En el mundo corporativo solemos medir el éxito en cifras: utilidades, márgenes de rentabilidad, porcentajes de crecimiento. Sin embargo, cada vez resulta más evidente que lo que define la permanencia y la fortaleza de una empresa no siempre se refleja en los estados financieros. Hay un capital silencioso, invisible a los ojos de muchos, pero determinante para la sostenibilidad a largo plazo: los intangibles. Y entre ellos destacan tres pilares que en Guatemala deben recibir más atención y cuidado: las relaciones corporativas, la comunicación interna y la ética.

En un país donde la confianza suele ser frágil y el gobierno no siempre ofrece la certeza jurídica necesaria, las relaciones corporativas se convierten en un recurso invaluable. Una alianza estratégica, una mesa de diálogo bien llevada o un acuerdo de cooperación pueden generar más valor que cualquier cláusula contractual. Las empresas que comprenden esto invierten en cultivar vínculos de largo plazo, basados en credibilidad, transparencia y reciprocidad.

En Guatemala, donde el sector privado ha tenido que navegar entre la volatilidad política, la lentitud burocrática y las tensiones sociales, la capacidad de tejer relaciones corporativas sólidas marca la diferencia entre crecer o estancarse. No se trata únicamente de relacionarse con otras empresas, sino también con cámaras empresariales, autoridades locales y centrales, sociedad civil y hasta con actores internacionales. 

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Otro intangible con un peso enorme es la comunicación dentro de la empresa. En muchos casos, se subestima el impacto que tiene una comunicación clara, honesta y coherente en los equipos. Guatemala es un país joven: más del 60 % de su población es menor de 30 años. Se trata de generaciones que exigen transparencia, que valoran la participación y que desean ser parte de una cultura organizacional auténtica.

Cuando los colaboradores sienten que hay comunicación abierta, que las decisiones se explican y que su voz es escuchada, se genera un sentido de pertenencia que ninguna campaña publicitaria puede comprar.

La verdadera riqueza de una organización no siempre se mide en quetzales o dólares, sino en la calidad de los vínculos que construye, en la coherencia de sus mensajes y en la rectitud de sus decisiones.

Lo contrario, la opacidad, el rumor de pasillo, la falta de canales efectivos erosiona la confianza y afecta directamente la productividad. En un contexto guatemalteco donde la rotación laboral es alta en sectores clave como comercio y servicios, invertir en comunicación interna no es un lujo, es un factor de competitividad.

De todos los intangibles, la ética es quizá el que más repercusión tiene en la reputación y la sostenibilidad de una empresa. La ética no se reduce a cumplir la ley, significa actuar con integridad, incluso cuando nadie está mirando y tomar decisiones que favorezcan al bien común.

El entorno guatemalteco plantea un reto particular: la institucionalidad débil, la desconfianza hacia las élites y la brecha social ponen a prueba diariamente la solidez de los intangibles en las organizaciones. Sin embargo, también abre una oportunidad. Justamente porque los tangibles, infraestructura, carreteras, logística, financiamiento enfrentan obstáculos, los intangibles se convierten en un terreno fértil para diferenciarse.

Un país que apuesta por relaciones corporativas éticas, por empresas que se comunican de manera transparente y por liderazgos que entienden el valor de la integridad, construye una base más sólida para atraer inversión y generar prosperidad. Lo intangible deja de ser un accesorio para convertirse en un activo central de competitividad.

Los balances financieros cuentan una parte de la historia. La otra, muchas veces más profunda y determinante, la narran los intangibles. Vale la pena recordar que la verdadera riqueza de una organización no siempre se mide en quetzales o dólares, sino en la calidad de los vínculos que construye, en la coherencia de sus mensajes y en la rectitud de sus decisiones. Lo intangible, al final, es lo que más pesa.

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