En la entrega anterior afirmé que todos deberían estudiar economía, ya que es esencial para la civilización y la existencia humana. Aristóteles nos dijo que el propósito de la sociedad es vivir una vida virtuosa que lleva a una vida plena y feliz. Rand añadió que los valores principales de la vida virtuosa son la Razón, el Propósito y la Autoestima, y que las virtudes necesarias para alcanzar estos valores son la racionalidad, la productividad y el orgullo bien entendido.
La racionalidad se basa en el reconocimiento y la aceptación de la razón como una fuente de conocimiento, un medio para juzgar los valores y una guía para la acción. Es una virtud fundamental del ser humano y origen de otras virtudes.
El propósito consiste en aplicar el principio de actuar conforme a lo que es necesario para la supervivencia del ser humano como tal, y su vida propia. La riqueza debe ser generada, siendo la productividad la virtud correspondiente del propósito. Esto implica reconocer que el trabajo productivo es el proceso mediante el cual el ser humano contribuye a su propia humanización.
La autoestima es la percepción de ser adecuado para la vida y sus demandas, confiando en la capacidad de pensar y enfrentar desafíos. Es estar seguro de que la razón permite el éxito y la felicidad, logrando los propios valores y disfrutando del esfuerzo. El orgullo bien entendido, según Rand, es reconocer que debemos crear valores de carácter para que nuestra vida valga la pena. Rand define el orgullo como “ambición moral”.
Citaré de la ética objetivista:
“El trabajo productivo es el fin central de la vida de un hombre racional, el valor central que integra y determina la jerarquía de todos sus demás valores. La razón es la fuente, la condición previa de su trabajo productivo: el orgullo es el resultado”.
Según Rand, el comercio es el principio ético fundamental en las relaciones humanas. Los comerciantes intercambian valor producido por valor producido libremente y sin coacción, beneficiándose mutuamente por su propio juicio. La libertad es esencial para ejercer ese juicio, actuar conforme a sus identificaciones, y ser virtuoso. La ciudad permite la existencia del hombre civilizado, refinado y ético, transformando al primate salvaje en humano. El saqueador, que sobrevive mayormente del robo, fue nombrado bárbaro por los antiguos griegos.
Mises afirma que la economía es esencial para la civilización y la existencia humana. Sin embargo, algunos bárbaros han saqueado a lo largo de la historia usando el gobierno como herramienta. Justifican sus acciones con ideologías engañosas, destruyendo la libertad y convirtiendo a los ciudadanos en serviles ovejas mientras se presentan como pastores.
La ciudad es una asociación de comerciantes y personas libres que cooperan mediante el intercambio de valor. Cada ciudadano puede actuar libremente, protegido por la ley y principios éticos fundamentales, con el objetivo de prosperar y vivir una vida placentera. La ciudad funciona como una asociación contractual bajo una República constitucional. Esta asociación sirve a los fines de sus ciudadanos.
Algunos grupos buscan cambiar la ciudad o la República, incluyendo su libre mercado, promoviendo la democracia y reemplazando el imperio de la ley con el dominio de la multitud, y el libre mercado con un mercado controlado. Aristóteles indicó que la democracia puede evolucionar hacia una oligarquía, donde gobierna una élite representada por un dictador o un rey, y se establece una economía totalmente controlada. Si estos grupos tienen éxito, los intereses individuales pueden subordinarse a los fines de la clase gobernante.
¿Qué herramienta conceptual puede usar el ciudadano para defenderse de los saqueadores? Conocimientos de economía. La economía no se basa en la historia, ya que esta está influenciada por la ideología. Como dijo Mises, la economía es pensamiento abstracto como la lógica y las matemáticas. Debemos conocer economía porque nuestra razón no es infalible y pensar correctamente es difícil. Estas tres disciplinas nos ayudan a evitar errores de razonamiento. La economía permite identificar falacias ideológicas disfrazadas de teorías económicas que buscan el saqueo. Destruye la idea de que las leyes económicas cambian a gran escala y confirma lo dicho por Adam Smith: “lo que es prudencia en una familia privada, no puede ser locura en un gran reino”.
Henry Hazlitt, en su libro Economía en una lección, explica que la economía estudia los efectos de las políticas pensando en el interés general a largo plazo, no solo en beneficios a corto plazo. Al ser una ciencia de rastrear consecuencias y establecer relaciones causales, la economía se parece a la lógica y las matemáticas, ya que reconoce implicaciones inevitables y no siempre obvias.
Por lo tanto, el conocimiento de la economía es esencial para la supervivencia de la civilización.
¿Cuál es, entonces, el lugar de la economía en la educación? Su lugar es fundamental. Al igual que el trivium, constituye el conocimiento básico y una herramienta indispensable para la comprensión y la acción prudente. La supervivencia del ser humano como tal depende de ello.
El lugar de la economía en la educación, segunda parte
En la entrega anterior afirmé que todos deberían estudiar economía, ya que es esencial para la civilización y la existencia humana. Aristóteles nos dijo que el propósito de la sociedad es vivir una vida virtuosa que lleva a una vida plena y feliz. Rand añadió que los valores principales de la vida virtuosa son la Razón, el Propósito y la Autoestima, y que las virtudes necesarias para alcanzar estos valores son la racionalidad, la productividad y el orgullo bien entendido.
La racionalidad se basa en el reconocimiento y la aceptación de la razón como una fuente de conocimiento, un medio para juzgar los valores y una guía para la acción. Es una virtud fundamental del ser humano y origen de otras virtudes.
El propósito consiste en aplicar el principio de actuar conforme a lo que es necesario para la supervivencia del ser humano como tal, y su vida propia. La riqueza debe ser generada, siendo la productividad la virtud correspondiente del propósito. Esto implica reconocer que el trabajo productivo es el proceso mediante el cual el ser humano contribuye a su propia humanización.
La autoestima es la percepción de ser adecuado para la vida y sus demandas, confiando en la capacidad de pensar y enfrentar desafíos. Es estar seguro de que la razón permite el éxito y la felicidad, logrando los propios valores y disfrutando del esfuerzo. El orgullo bien entendido, según Rand, es reconocer que debemos crear valores de carácter para que nuestra vida valga la pena. Rand define el orgullo como “ambición moral”.
Citaré de la ética objetivista:
“El trabajo productivo es el fin central de la vida de un hombre racional, el valor central que integra y determina la jerarquía de todos sus demás valores. La razón es la fuente, la condición previa de su trabajo productivo: el orgullo es el resultado”.
Según Rand, el comercio es el principio ético fundamental en las relaciones humanas. Los comerciantes intercambian valor producido por valor producido libremente y sin coacción, beneficiándose mutuamente por su propio juicio. La libertad es esencial para ejercer ese juicio, actuar conforme a sus identificaciones, y ser virtuoso. La ciudad permite la existencia del hombre civilizado, refinado y ético, transformando al primate salvaje en humano. El saqueador, que sobrevive mayormente del robo, fue nombrado bárbaro por los antiguos griegos.
Mises afirma que la economía es esencial para la civilización y la existencia humana. Sin embargo, algunos bárbaros han saqueado a lo largo de la historia usando el gobierno como herramienta. Justifican sus acciones con ideologías engañosas, destruyendo la libertad y convirtiendo a los ciudadanos en serviles ovejas mientras se presentan como pastores.
La ciudad es una asociación de comerciantes y personas libres que cooperan mediante el intercambio de valor. Cada ciudadano puede actuar libremente, protegido por la ley y principios éticos fundamentales, con el objetivo de prosperar y vivir una vida placentera. La ciudad funciona como una asociación contractual bajo una República constitucional. Esta asociación sirve a los fines de sus ciudadanos.
Algunos grupos buscan cambiar la ciudad o la República, incluyendo su libre mercado, promoviendo la democracia y reemplazando el imperio de la ley con el dominio de la multitud, y el libre mercado con un mercado controlado. Aristóteles indicó que la democracia puede evolucionar hacia una oligarquía, donde gobierna una élite representada por un dictador o un rey, y se establece una economía totalmente controlada. Si estos grupos tienen éxito, los intereses individuales pueden subordinarse a los fines de la clase gobernante.
¿Qué herramienta conceptual puede usar el ciudadano para defenderse de los saqueadores? Conocimientos de economía. La economía no se basa en la historia, ya que esta está influenciada por la ideología. Como dijo Mises, la economía es pensamiento abstracto como la lógica y las matemáticas. Debemos conocer economía porque nuestra razón no es infalible y pensar correctamente es difícil. Estas tres disciplinas nos ayudan a evitar errores de razonamiento. La economía permite identificar falacias ideológicas disfrazadas de teorías económicas que buscan el saqueo. Destruye la idea de que las leyes económicas cambian a gran escala y confirma lo dicho por Adam Smith: “lo que es prudencia en una familia privada, no puede ser locura en un gran reino”.
Henry Hazlitt, en su libro Economía en una lección, explica que la economía estudia los efectos de las políticas pensando en el interés general a largo plazo, no solo en beneficios a corto plazo. Al ser una ciencia de rastrear consecuencias y establecer relaciones causales, la economía se parece a la lógica y las matemáticas, ya que reconoce implicaciones inevitables y no siempre obvias.
Por lo tanto, el conocimiento de la economía es esencial para la supervivencia de la civilización.
¿Cuál es, entonces, el lugar de la economía en la educación? Su lugar es fundamental. Al igual que el trivium, constituye el conocimiento básico y una herramienta indispensable para la comprensión y la acción prudente. La supervivencia del ser humano como tal depende de ello.