En una carta de Joseph de Maistre, del 15 de agosto de 1811, se encuentra una célebre sentencia: cada nación tiene el gobierno que se merece. ¿Es acaso verdad esto? La duda persiste, pero lo que es innegable es nuestra aparente obsesión con tener al líder correcto en el poder. Pero es que tiene sentido. Una buena cabeza asegura la sobrevivencia del resto del cuerpo. No obstante, esto nos ha llevado a buscar señales en el más allá que ayuden a garantizar la excelencia del líder que se elige. ¿Podrías negar que un emperador es bueno si el Cielo parece estar de su lado?
Entre unicornios…
En los jardines del palacio imperial, los sirvientes corrían de un lado a otro. Esto era normal en aquel lejano sitio de China, pues el emperador amarillo estaba trabajando cada instante de su día. Los sirvientes y miembros de la corte casi volaban para llevar a cabo todas las ideas del soberano. Y, a pesar de ver cómo algunas se materializaban, varios dudaban sobre la excelencia del monarca.
Un día, un sirviente se detuvo cerca de un árbol, olvidando por completo su tarea. Luego, poco a poco, otros más siguieron su ejemplo. Al notar el silencio, un noble se acercó al jardín para ver qué estaba sucediendo. ¿Cómo podían descansar si había tanto trabajo por hacer? Sin embargo, al dar unos cuantos pasos más, no tuvo más remedio que imitarlos.
En el centro del jardín se encontraba un qilin. Su cuerno resplandecía tanto como las escamas de su cuerpo. A pesar de su forma de ciervo, su cola de buey se movía con calma. Su crin, bigotes y barba parecían flotar mientras sus ojos buscaban a alguien en el público. Pasaron unos minutos hasta que finalmente su mirada se detuvo.
Parece que quedamos a merced de la realidad y de líderes que no deberían serlo. Pero, si realmente cada nación tiene el gobierno que merece, ¿por qué no intentar ser una merecedora de algo mejor?
Los espectadores volvieron sus rostros para descubrir a quién miraba fijamente aquella criatura. Y, para alegría de sus fieles y para sorpresa de sus detractores, el qilin observaba al emperador Huangdi. Entonces, la criatura dio unos pasos más en su dirección. Cuando aquel extraño unicornio estuvo frente al emperador amarillo, le hizo una reverencia. Luego, como si todo se hubiese tratado de un sueño, cabalgó hacia las nubes.
Así se escribió el mandato del Cielo. El reinado de Huangdi había sido declarado como una época dorada. Y es que no estaban equivocados. Se dice que el emperador amarillo fue el que inició la cultura china, creó el calendario lunar, hizo las casas de madera e incluso esbozó las primeras formas de escritura. Durante cien años, todo fue prosperidad. Lamentablemente, el qilin solo aparecería de nuevo tres siglos más tarde para el nacimiento del emperador Yao y muchos más años después durante el embarazo de la madre de Confucio.
Y quimeras
La presencia del qilin es una señal de que hay un buen líder en el poder o que pronto nacerá un sabio. Sin embargo, como se ve, no es algo que sucede siempre, sino que es algo extraño y casi único en la vida. Así que parece que quedamos a merced de la realidad y de líderes que no deberían serlo. Pero, si realmente cada nación tiene el gobierno que merece, ¿por qué no intentar ser una merecedora de algo mejor? En Las ciudades invisibles, Italo Calvino plantea que nosotros ya habitamos el infierno; no obstante, hay dos maneras de no sufrir por este hecho. La primera forma de sobrellevarlo es sencilla, pues es aceptarlo y «volverse parte de él hasta el punto de no verlo más». La otra es más complicada y peligrosa: «buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio». Así, pues, queda en nosotros reconocer aquello que no es infierno para crear el jardín en donde pueda aparecer el qilin y el líder correcto.
El líder que cada pueblo merece
En una carta de Joseph de Maistre, del 15 de agosto de 1811, se encuentra una célebre sentencia: cada nación tiene el gobierno que se merece. ¿Es acaso verdad esto? La duda persiste, pero lo que es innegable es nuestra aparente obsesión con tener al líder correcto en el poder. Pero es que tiene sentido. Una buena cabeza asegura la sobrevivencia del resto del cuerpo. No obstante, esto nos ha llevado a buscar señales en el más allá que ayuden a garantizar la excelencia del líder que se elige. ¿Podrías negar que un emperador es bueno si el Cielo parece estar de su lado?
Entre unicornios…
En los jardines del palacio imperial, los sirvientes corrían de un lado a otro. Esto era normal en aquel lejano sitio de China, pues el emperador amarillo estaba trabajando cada instante de su día. Los sirvientes y miembros de la corte casi volaban para llevar a cabo todas las ideas del soberano. Y, a pesar de ver cómo algunas se materializaban, varios dudaban sobre la excelencia del monarca.
Un día, un sirviente se detuvo cerca de un árbol, olvidando por completo su tarea. Luego, poco a poco, otros más siguieron su ejemplo. Al notar el silencio, un noble se acercó al jardín para ver qué estaba sucediendo. ¿Cómo podían descansar si había tanto trabajo por hacer? Sin embargo, al dar unos cuantos pasos más, no tuvo más remedio que imitarlos.
En el centro del jardín se encontraba un qilin. Su cuerno resplandecía tanto como las escamas de su cuerpo. A pesar de su forma de ciervo, su cola de buey se movía con calma. Su crin, bigotes y barba parecían flotar mientras sus ojos buscaban a alguien en el público. Pasaron unos minutos hasta que finalmente su mirada se detuvo.
Parece que quedamos a merced de la realidad y de líderes que no deberían serlo. Pero, si realmente cada nación tiene el gobierno que merece, ¿por qué no intentar ser una merecedora de algo mejor?
Los espectadores volvieron sus rostros para descubrir a quién miraba fijamente aquella criatura. Y, para alegría de sus fieles y para sorpresa de sus detractores, el qilin observaba al emperador Huangdi. Entonces, la criatura dio unos pasos más en su dirección. Cuando aquel extraño unicornio estuvo frente al emperador amarillo, le hizo una reverencia. Luego, como si todo se hubiese tratado de un sueño, cabalgó hacia las nubes.
Así se escribió el mandato del Cielo. El reinado de Huangdi había sido declarado como una época dorada. Y es que no estaban equivocados. Se dice que el emperador amarillo fue el que inició la cultura china, creó el calendario lunar, hizo las casas de madera e incluso esbozó las primeras formas de escritura. Durante cien años, todo fue prosperidad. Lamentablemente, el qilin solo aparecería de nuevo tres siglos más tarde para el nacimiento del emperador Yao y muchos más años después durante el embarazo de la madre de Confucio.
Y quimeras
La presencia del qilin es una señal de que hay un buen líder en el poder o que pronto nacerá un sabio. Sin embargo, como se ve, no es algo que sucede siempre, sino que es algo extraño y casi único en la vida. Así que parece que quedamos a merced de la realidad y de líderes que no deberían serlo. Pero, si realmente cada nación tiene el gobierno que merece, ¿por qué no intentar ser una merecedora de algo mejor? En Las ciudades invisibles, Italo Calvino plantea que nosotros ya habitamos el infierno; no obstante, hay dos maneras de no sufrir por este hecho. La primera forma de sobrellevarlo es sencilla, pues es aceptarlo y «volverse parte de él hasta el punto de no verlo más». La otra es más complicada y peligrosa: «buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio». Así, pues, queda en nosotros reconocer aquello que no es infierno para crear el jardín en donde pueda aparecer el qilin y el líder correcto.