El jaque a Occidente
Es importante que Occidente reevalúe sus prioridades, ya que, si no consigue recuperar su posición en el concierto de naciones, los resultados podrían conducir al desmoronamiento del orden como lo conocemos.
Mientras que los líderes de Occidente continúan en una lucha por ver quién llena el vacío de poder en el hemisferio, Xi Jinping y Vladimir Putin parecen estar más cercanos que nunca. Desde la salida de Angela Merkel, Occidente, especialmente Europa, ha sido incapaz de encontrar un liderazgo suficientemente fuerte para que ilumine el camino del resto de los países de la región. Consecuentemente, líderes que plantean una estructura internacional alternativa le han empezado a ganar la carrera.
No cabe duda de que el abrazo entre Xi Jinping y Putin, al finalizar su último encuentro en China, representa el jaque final a Occidente y el inicio de una nueva jugada en el tablero de las relaciones internacionales en la que, evidentemente, hay un jugador en ventaja.
Imperios en (re) construcción
Varios líderes occidentales esperaban que en la última gira del representante chino a Europa fuera posible convencerlo de cambiar su posición con respecto al señor Putin. Una lectura tan errónea como esta es consecuencia de que los estrategas continúen encerrados en una perspectiva occidentalista.
Tanto Xi Jinping, como Putin comparten el anhelo de reconstruir lo que alguna vez fue el imperio chino y el ruso. Esta intención se ha hecho evidente en los reclamos territoriales de ambos países, Taiwán por China y Ucrania (además de otros países exsoviéticos) por Rusia. Sin embargo, este solo es el primer movimiento de un juego de ajedrez mucho más extenso, el cual tiene como objetivo final modificar el orden internacional actual. La motivación principal es eliminar a Estados Unidos de la jugada para hacer espacio para los países que tradicionalmente han sido alienados de este concierto de naciones.
Es importante que Occidente reevalúe sus prioridades, ya que, si no consigue recuperar su posición en el concierto de naciones, los resultados podrían conducir al desmoronamiento del orden como lo conocemos.
Uno de los pilares más atractivos de este nuevo orden internacional es que está basado en una cooperación no condicionada. Es decir, a diferencia de la cooperación tradicional, la cual estaba marcada por condiciones a priori, como la existencia de regímenes democráticos, para ser parte “del club”, China y Rusia han atraído a países a sus esferas de influencia a países que por diferentes razones habían permanecido aislados. Por ende, los países no occidentales han mantenido una política de puertas abiertas para todo aquel que se quiera unir a esta cruzada contra Occidente.
Al margen de lo tradicional
Muchos estrategas occidentales esperaban ver las primeras grietas en la relación entre Xi Jinping y Putin, sin embargo, la visita oficial en suelo chino únicamente confirmó la cercanía entre estos dos líderes.
De acuerdo con varios reportes, el aislamiento por parte de Occidente, encabezado por Estados Unidos, particularmente desde el inicio de la guerra de Ucrania, únicamente ha servido como justificación para que países como China, Irán, Rusia y Corea del Norte, todos contrarios a los valores occidentales, profundicen en su cooperación, tanto militar, como económica. Esta situación les ha permitido desvincularse del orden tradicional para construir su propia hegemonía al margen del sistema norteamericano, cuya falta de liderazgo ha puesto a dudar hasta a sus aliados.
Es importante que Occidente reevalúe sus prioridades, ya que, si no consigue recuperar su posición en el concierto de naciones, los resultados podrían conducir al desmoronamiento del orden como lo conocemos.
El jaque a Occidente
Es importante que Occidente reevalúe sus prioridades, ya que, si no consigue recuperar su posición en el concierto de naciones, los resultados podrían conducir al desmoronamiento del orden como lo conocemos.
Mientras que los líderes de Occidente continúan en una lucha por ver quién llena el vacío de poder en el hemisferio, Xi Jinping y Vladimir Putin parecen estar más cercanos que nunca. Desde la salida de Angela Merkel, Occidente, especialmente Europa, ha sido incapaz de encontrar un liderazgo suficientemente fuerte para que ilumine el camino del resto de los países de la región. Consecuentemente, líderes que plantean una estructura internacional alternativa le han empezado a ganar la carrera.
No cabe duda de que el abrazo entre Xi Jinping y Putin, al finalizar su último encuentro en China, representa el jaque final a Occidente y el inicio de una nueva jugada en el tablero de las relaciones internacionales en la que, evidentemente, hay un jugador en ventaja.
Imperios en (re) construcción
Varios líderes occidentales esperaban que en la última gira del representante chino a Europa fuera posible convencerlo de cambiar su posición con respecto al señor Putin. Una lectura tan errónea como esta es consecuencia de que los estrategas continúen encerrados en una perspectiva occidentalista.
Tanto Xi Jinping, como Putin comparten el anhelo de reconstruir lo que alguna vez fue el imperio chino y el ruso. Esta intención se ha hecho evidente en los reclamos territoriales de ambos países, Taiwán por China y Ucrania (además de otros países exsoviéticos) por Rusia. Sin embargo, este solo es el primer movimiento de un juego de ajedrez mucho más extenso, el cual tiene como objetivo final modificar el orden internacional actual. La motivación principal es eliminar a Estados Unidos de la jugada para hacer espacio para los países que tradicionalmente han sido alienados de este concierto de naciones.
Es importante que Occidente reevalúe sus prioridades, ya que, si no consigue recuperar su posición en el concierto de naciones, los resultados podrían conducir al desmoronamiento del orden como lo conocemos.
Uno de los pilares más atractivos de este nuevo orden internacional es que está basado en una cooperación no condicionada. Es decir, a diferencia de la cooperación tradicional, la cual estaba marcada por condiciones a priori, como la existencia de regímenes democráticos, para ser parte “del club”, China y Rusia han atraído a países a sus esferas de influencia a países que por diferentes razones habían permanecido aislados. Por ende, los países no occidentales han mantenido una política de puertas abiertas para todo aquel que se quiera unir a esta cruzada contra Occidente.
Al margen de lo tradicional
Muchos estrategas occidentales esperaban ver las primeras grietas en la relación entre Xi Jinping y Putin, sin embargo, la visita oficial en suelo chino únicamente confirmó la cercanía entre estos dos líderes.
De acuerdo con varios reportes, el aislamiento por parte de Occidente, encabezado por Estados Unidos, particularmente desde el inicio de la guerra de Ucrania, únicamente ha servido como justificación para que países como China, Irán, Rusia y Corea del Norte, todos contrarios a los valores occidentales, profundicen en su cooperación, tanto militar, como económica. Esta situación les ha permitido desvincularse del orden tradicional para construir su propia hegemonía al margen del sistema norteamericano, cuya falta de liderazgo ha puesto a dudar hasta a sus aliados.
Es importante que Occidente reevalúe sus prioridades, ya que, si no consigue recuperar su posición en el concierto de naciones, los resultados podrían conducir al desmoronamiento del orden como lo conocemos.