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El examen de los puertos que definirá la competitividad de Guatemala

.
Melanie Müllers |
27 de agosto, 2025

Guatemala se prepara para recibir, del 25 al 29 de agosto, a una misión de la Guardia Costera de Estados Unidos, con un objetivo claro: evaluar el sistema portuario nacional para verificar el cumplimiento de normas internacionales de seguridad, en especial aquellas vinculadas al Código Internacional para la Protección de Buques e Instalaciones Portuarias (PBIP). Este proceso no es un simple trámite técnico. Es, en realidad, un examen geopolítico y económico que pondrá a prueba la capacidad del país de insertarse en las cadenas de valor globales con estándares modernos y confiables.

Los puertos son la puerta de entrada y salida del comercio guatemalteco, responsables de mover más del 80 % de la carga que se intercambia con el mundo. Su eficiencia o deficiencia tiene un impacto directo en la competitividad del país. El hecho de que Estados Unidos despliegue a su Guardia Costera para auditar procesos, equipos y protocolos debe leerse como una señal de advertencia, pero también como una oportunidad.

El trasfondo es claro: si Guatemala no logra demostrar que sus puertos cumplen con los estándares de seguridad internacional, podría ser incluida en una lista de puertos inseguros. Las consecuencias serían graves. Los buques que zarpen desde nuestras costas enfrentarían inspecciones más exhaustivas al llegar a Estados Unidos, lo que se traduciría en mayores tiempos de espera, costos adicionales y pérdida de confianza por parte de las navieras y los exportadores. 

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Por ello, las instituciones responsables, la Comisión Portuaria Nacional, la Empresa Portuaria Quetzal y Santo Tomás de Castilla, el Ministerio de la Defensa como Autoridad Marítima Nacional, la Superintendencia de Administración Tributaria y la Policía Nacional Civil están llamadas a coordinarse como nunca antes. La conformación de un equipo de 40 auditores nacionales para evaluar 46 instalaciones portuarias refleja un esfuerzo de preparación, pero la pregunta de fondo es si estas medidas serán suficientes para sostener un estándar permanente o si se trata de una reacción coyuntural a la visita estadounidense.

No olvidemos que en junio pasado se firmó un memorando de entendimiento sobre seguridad de contenedores entre Guatemala y Estados Unidos, en el marco de la Iniciativa de Seguridad de Contenedores (CSI). Este acuerdo busca prevenir amenazas vinculadas al contrabando, la defraudación aduanera y el tránsito de mercancías ilícitas. En ese contexto, la evaluación de la Guardia Costera puede interpretarse como un seguimiento directo a los compromisos asumidos.

El verdadero desafío consiste en modernizar el sistema portuario guatemalteco de manera estructural. Esto implica inversión en tecnología de escaneo, digitalización de procesos, capacitación constante de los Oficiales de Protección de Instalaciones Portuarias (OPIP), y sobre todo, blindar a las terminales frente a la corrupción y la infiltración del crimen organizado. De nada servirá aprobar el examen de agosto si las debilidades estructurales permanecen.

El examen de la Guardia Costera debe servir como un termómetro. La tendencia global es clara: los países que no logran garantizar seguridad y eficiencia en sus puertos terminan rezagados en la atracción de inversiones y en la integración a cadenas de valor internacionales.

Panamá y Costa Rica avanzaron en estandarización de procesos portuarios y alianzas estratégicas con socios internacionales. Honduras tiene inversión en Puerto Cortés con apoyo de Estados Unidos para posicionarlo como un hub regional. ¿Dónde queda Guatemala en ese mapa? Si aspiramos a ser un país que aproveche al máximo el nearshoring y la relocalización de cadenas productivas, la respuesta debe ser contundente: nuestros puertos no pueden quedarse atrás.

Guatemala no puede seguir operando con puertos del siglo XX en un comercio del siglo XXI. La seguridad, la transparencia y la eficiencia portuaria no son lujos: son condiciones mínimas para competir.

El examen de los puertos que definirá la competitividad de Guatemala

Melanie Müllers |
27 de agosto, 2025
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Guatemala se prepara para recibir, del 25 al 29 de agosto, a una misión de la Guardia Costera de Estados Unidos, con un objetivo claro: evaluar el sistema portuario nacional para verificar el cumplimiento de normas internacionales de seguridad, en especial aquellas vinculadas al Código Internacional para la Protección de Buques e Instalaciones Portuarias (PBIP). Este proceso no es un simple trámite técnico. Es, en realidad, un examen geopolítico y económico que pondrá a prueba la capacidad del país de insertarse en las cadenas de valor globales con estándares modernos y confiables.

Los puertos son la puerta de entrada y salida del comercio guatemalteco, responsables de mover más del 80 % de la carga que se intercambia con el mundo. Su eficiencia o deficiencia tiene un impacto directo en la competitividad del país. El hecho de que Estados Unidos despliegue a su Guardia Costera para auditar procesos, equipos y protocolos debe leerse como una señal de advertencia, pero también como una oportunidad.

El trasfondo es claro: si Guatemala no logra demostrar que sus puertos cumplen con los estándares de seguridad internacional, podría ser incluida en una lista de puertos inseguros. Las consecuencias serían graves. Los buques que zarpen desde nuestras costas enfrentarían inspecciones más exhaustivas al llegar a Estados Unidos, lo que se traduciría en mayores tiempos de espera, costos adicionales y pérdida de confianza por parte de las navieras y los exportadores. 

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Por ello, las instituciones responsables, la Comisión Portuaria Nacional, la Empresa Portuaria Quetzal y Santo Tomás de Castilla, el Ministerio de la Defensa como Autoridad Marítima Nacional, la Superintendencia de Administración Tributaria y la Policía Nacional Civil están llamadas a coordinarse como nunca antes. La conformación de un equipo de 40 auditores nacionales para evaluar 46 instalaciones portuarias refleja un esfuerzo de preparación, pero la pregunta de fondo es si estas medidas serán suficientes para sostener un estándar permanente o si se trata de una reacción coyuntural a la visita estadounidense.

No olvidemos que en junio pasado se firmó un memorando de entendimiento sobre seguridad de contenedores entre Guatemala y Estados Unidos, en el marco de la Iniciativa de Seguridad de Contenedores (CSI). Este acuerdo busca prevenir amenazas vinculadas al contrabando, la defraudación aduanera y el tránsito de mercancías ilícitas. En ese contexto, la evaluación de la Guardia Costera puede interpretarse como un seguimiento directo a los compromisos asumidos.

El verdadero desafío consiste en modernizar el sistema portuario guatemalteco de manera estructural. Esto implica inversión en tecnología de escaneo, digitalización de procesos, capacitación constante de los Oficiales de Protección de Instalaciones Portuarias (OPIP), y sobre todo, blindar a las terminales frente a la corrupción y la infiltración del crimen organizado. De nada servirá aprobar el examen de agosto si las debilidades estructurales permanecen.

El examen de la Guardia Costera debe servir como un termómetro. La tendencia global es clara: los países que no logran garantizar seguridad y eficiencia en sus puertos terminan rezagados en la atracción de inversiones y en la integración a cadenas de valor internacionales.

Panamá y Costa Rica avanzaron en estandarización de procesos portuarios y alianzas estratégicas con socios internacionales. Honduras tiene inversión en Puerto Cortés con apoyo de Estados Unidos para posicionarlo como un hub regional. ¿Dónde queda Guatemala en ese mapa? Si aspiramos a ser un país que aproveche al máximo el nearshoring y la relocalización de cadenas productivas, la respuesta debe ser contundente: nuestros puertos no pueden quedarse atrás.

Guatemala no puede seguir operando con puertos del siglo XX en un comercio del siglo XXI. La seguridad, la transparencia y la eficiencia portuaria no son lujos: son condiciones mínimas para competir.

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