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El dinero crece en los árboles, ¿verdad?

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Rocío Mérida |
17 de enero, 2025

El 22 de diciembre de 2024, el presidente anunció el incremento al salario mínimo proyectado para 2025, aumentando un 10 % para actividades agrícolas y no agrícolas y 6 % para el sector de exportación y maquila. Aunque el salario mínimo aumenta con el paso de los años, la dimensión de la cifra anunciada por Arévalo resulta alarmante por la falta de preparación de Guatemala ante tal cambio. La realidad de esta ley puede resultar perjudicial para toda la población, incluyendo a aquellos segmentos que busca beneficiar.

En Guatemala, un alto porcentaje de la población empleada en sectores agrícolas e informales no cuenta con suficiente productividad para obtener el salario mínimo debido a la falta de capacitación e inversión en la educación pública de calidad en el país. Esto se traduce en falta de rentabilidad por pagar salarios muy altos en comparación con la productividad de la empresa o negocio. Asimismo, las pequeñas y medianas empresas en Guatemala forman parte esencial del motor económico nacional (80 % de los generadores de empleo). Algunos de los efectos inmediatos de este acuerdo gubernamental impactarán a las pymes con casos como: reducción de calidad en los productos y servicios por el aumento en costos operativos; quiebra y cierre de negocios por no ser rentables, y, principalmente, el despido de miles de personas.

El salario mínimo, contrario a la concepción actual del Movimiento Semilla, no es el mejor método para mejorar el poder adquisitivo de las personas ni para mejorar su calidad de vida. Existen factores estructurales que impiden que esto ocurra y a los que se les debe prestar atención para atacar el problema de raíz.

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Como el título de este artículo indica, considero importante resaltar que el dinero no crece en los árboles. El aumento en el salario mínimo agravará también uno de los principales problemas de la economía guatemalteca: la informalidad laboral. Más del 70 % de los trabajadores en Guatemala forman parte de este sector. Un salario más alto incentivará a las empresas a operar fuera de las regulaciones nacionales para evitar el incremento en costos, reconociendo que la mayoría de las personas permanecerán en el puesto por la necesidad de un ingreso estable.

El salario mínimo, contrario a la concepción actual del Movimiento Semilla, no es el mejor método para mejorar el poder adquisitivo de las personas ni para mejorar su calidad de vida. Existen factores estructurales que impiden que esto ocurra y a los que se les debe prestar atención para atacar el problema de raíz, siendo algunos: la falta de competencia en sectores clave; la falta de educación pública de calidad; la corrupción que afecta la provisión de servicios públicos básicos, y la mala calidad de la infraestructura pública. Es asegurado, entonces, que esta medida superficial tendrá consecuencias en la economía guatemalteca en los próximos años, por lo que se debe incentivar a la reevaluación y reestructuración de la ley previo a un potencial desastre.

El dinero crece en los árboles, ¿verdad?

Rocío Mérida |
17 de enero, 2025
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El 22 de diciembre de 2024, el presidente anunció el incremento al salario mínimo proyectado para 2025, aumentando un 10 % para actividades agrícolas y no agrícolas y 6 % para el sector de exportación y maquila. Aunque el salario mínimo aumenta con el paso de los años, la dimensión de la cifra anunciada por Arévalo resulta alarmante por la falta de preparación de Guatemala ante tal cambio. La realidad de esta ley puede resultar perjudicial para toda la población, incluyendo a aquellos segmentos que busca beneficiar.

En Guatemala, un alto porcentaje de la población empleada en sectores agrícolas e informales no cuenta con suficiente productividad para obtener el salario mínimo debido a la falta de capacitación e inversión en la educación pública de calidad en el país. Esto se traduce en falta de rentabilidad por pagar salarios muy altos en comparación con la productividad de la empresa o negocio. Asimismo, las pequeñas y medianas empresas en Guatemala forman parte esencial del motor económico nacional (80 % de los generadores de empleo). Algunos de los efectos inmediatos de este acuerdo gubernamental impactarán a las pymes con casos como: reducción de calidad en los productos y servicios por el aumento en costos operativos; quiebra y cierre de negocios por no ser rentables, y, principalmente, el despido de miles de personas.

El salario mínimo, contrario a la concepción actual del Movimiento Semilla, no es el mejor método para mejorar el poder adquisitivo de las personas ni para mejorar su calidad de vida. Existen factores estructurales que impiden que esto ocurra y a los que se les debe prestar atención para atacar el problema de raíz.

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Como el título de este artículo indica, considero importante resaltar que el dinero no crece en los árboles. El aumento en el salario mínimo agravará también uno de los principales problemas de la economía guatemalteca: la informalidad laboral. Más del 70 % de los trabajadores en Guatemala forman parte de este sector. Un salario más alto incentivará a las empresas a operar fuera de las regulaciones nacionales para evitar el incremento en costos, reconociendo que la mayoría de las personas permanecerán en el puesto por la necesidad de un ingreso estable.

El salario mínimo, contrario a la concepción actual del Movimiento Semilla, no es el mejor método para mejorar el poder adquisitivo de las personas ni para mejorar su calidad de vida. Existen factores estructurales que impiden que esto ocurra y a los que se les debe prestar atención para atacar el problema de raíz, siendo algunos: la falta de competencia en sectores clave; la falta de educación pública de calidad; la corrupción que afecta la provisión de servicios públicos básicos, y la mala calidad de la infraestructura pública. Es asegurado, entonces, que esta medida superficial tendrá consecuencias en la economía guatemalteca en los próximos años, por lo que se debe incentivar a la reevaluación y reestructuración de la ley previo a un potencial desastre.

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