Política
Política
Empresa
Empresa
Opinión
Opinión
Inmobiliaria
Inmobiliaria
Agenda Empresarial
Agenda Empresarial
Videos
Videos

El cordón sanitario europeo, al límite

Foto por CHRISTIAN MANG / AFP
Marimaite Rayo |
30 de enero, 2025

Como bien es sabido, la II Guerra Mundial fue un punto de inflexión en la historia europea, a nivel cultural, social, económico y particularmente político. Esto se debe a que las fuerzas políticas que pusieron al continente, y después a todo el mundo, en un estado de guerra, habían llegado al poder por medio de procesos democráticos, lo cual no solo legitimaba sus acciones, sino que también sugería que existía un fallo en el sistema o en las preferencias de los individuos. Así pues, a manera de evitar que la historia se repitiera, surgieron una serie de medidas para evitar la ascensión de un nuevo poder totalitario. Las dos medidas más significativas fueron la creación de los fundamentos de lo que hoy conocemos como la Unión Europea y el pacto no escrito entre las fuerzas políticas de los diferentes países, en el que se comprometían a moderar todas sus propuestas electorales. 

Este cordón sanitario tenía como finalidad contener todo intento de radicalización política para que la estabilidad en el continente prevaleciera. No obstante, en su momento, ningún líder o político previó que la contradicción entre estas dos medidas sería lo que llevaría a este cordón al límite. La Europa de hoy está marcada por la polarización, la imposición y la crisis, por lo que, de no restituirse el balance de poder en el territorio, el continente estaría en las puertas de un nuevo evento transformador. 

Una Europa condenada

SUSCRÍBASE A NUESTRO NEWSLETTER

En los últimos años, la crisis del Estado de Bienestar, el incremento exponencial de las olas migratorias, la economía, que ya es de supervivencia, y los cambios en el tablero geopolítico han llevado al histórico cordón sanitario al límite. Consecuentemente, no debería de extrañar que, en respuesta a estas situaciones, cada vez sea más común observar en la propuesta electoral fuerzas políticas que comparten rasgos como el pragmatismo ideológico, la defensa de la soberanía y el nacionalismo, todo alejado del centro y la moderación. Asimismo, aunque diferentes en sus propuestas, la característica que los une a todos es el rechazo absoluto a la estructura de la Unión Europea. 

Es imperativo que el balance de fuerzas se restituya, que la UE vuelva a encontrar su posición no como un poder impositivo, sino como una plataforma de consensos y que el cordón sanitario prevalezca. De no conseguirse, Europa podría repetir la historia y miles más podrían pagar el costo de ella.

De acuerdo con la mayor parte de los líderes, la UE se ha convertido en una máquina burocrática que, irrespetuosa de la soberanía nacional y la cultura tradicional europea, busca imponer medidas homogeneizadoras y amenazantes para la libertad. Desde las sillas en Bruselas, los euroburócratas, sin ningún tipo de previsión de las consecuencias, poco a poco han ido transformando y regulando cada milímetro de la convivencia en el continente. Como consecuencia, los grupos que tradicionalmente habían sostenido la economía, la cultura y la sociedad, han quedado desplazados y han sido reemplazados por meros automatizadores de procesos. 

En otras palabras, lo que en su momento fue la solución, ahora se ha convertido en el problema. La UE se ha transformado en un poder totalitario y, en respuesta, ha surgido una nueva contrarrevolución que, por sus políticas poco convencionales, han sido tachados de ultras o extremistas. Sin embargo, no es más que la defensa de los valores tradicionales de Europa, sus fronteras y sus tradiciones.

Así, pues, es imperativo que el balance de fuerzas se restituya, que la UE vuelva a encontrar su posición no como un poder impositivo, sino como una plataforma de consensos y que el cordón sanitario prevalezca. De no conseguirse, Europa podría repetir la historia y miles más podrían pagar el costo de ella.

El cordón sanitario europeo, al límite

Marimaite Rayo |
30 de enero, 2025
Foto por CHRISTIAN MANG / AFP

Como bien es sabido, la II Guerra Mundial fue un punto de inflexión en la historia europea, a nivel cultural, social, económico y particularmente político. Esto se debe a que las fuerzas políticas que pusieron al continente, y después a todo el mundo, en un estado de guerra, habían llegado al poder por medio de procesos democráticos, lo cual no solo legitimaba sus acciones, sino que también sugería que existía un fallo en el sistema o en las preferencias de los individuos. Así pues, a manera de evitar que la historia se repitiera, surgieron una serie de medidas para evitar la ascensión de un nuevo poder totalitario. Las dos medidas más significativas fueron la creación de los fundamentos de lo que hoy conocemos como la Unión Europea y el pacto no escrito entre las fuerzas políticas de los diferentes países, en el que se comprometían a moderar todas sus propuestas electorales. 

Este cordón sanitario tenía como finalidad contener todo intento de radicalización política para que la estabilidad en el continente prevaleciera. No obstante, en su momento, ningún líder o político previó que la contradicción entre estas dos medidas sería lo que llevaría a este cordón al límite. La Europa de hoy está marcada por la polarización, la imposición y la crisis, por lo que, de no restituirse el balance de poder en el territorio, el continente estaría en las puertas de un nuevo evento transformador. 

Una Europa condenada

SUSCRÍBASE A NUESTRO NEWSLETTER

En los últimos años, la crisis del Estado de Bienestar, el incremento exponencial de las olas migratorias, la economía, que ya es de supervivencia, y los cambios en el tablero geopolítico han llevado al histórico cordón sanitario al límite. Consecuentemente, no debería de extrañar que, en respuesta a estas situaciones, cada vez sea más común observar en la propuesta electoral fuerzas políticas que comparten rasgos como el pragmatismo ideológico, la defensa de la soberanía y el nacionalismo, todo alejado del centro y la moderación. Asimismo, aunque diferentes en sus propuestas, la característica que los une a todos es el rechazo absoluto a la estructura de la Unión Europea. 

Es imperativo que el balance de fuerzas se restituya, que la UE vuelva a encontrar su posición no como un poder impositivo, sino como una plataforma de consensos y que el cordón sanitario prevalezca. De no conseguirse, Europa podría repetir la historia y miles más podrían pagar el costo de ella.

De acuerdo con la mayor parte de los líderes, la UE se ha convertido en una máquina burocrática que, irrespetuosa de la soberanía nacional y la cultura tradicional europea, busca imponer medidas homogeneizadoras y amenazantes para la libertad. Desde las sillas en Bruselas, los euroburócratas, sin ningún tipo de previsión de las consecuencias, poco a poco han ido transformando y regulando cada milímetro de la convivencia en el continente. Como consecuencia, los grupos que tradicionalmente habían sostenido la economía, la cultura y la sociedad, han quedado desplazados y han sido reemplazados por meros automatizadores de procesos. 

En otras palabras, lo que en su momento fue la solución, ahora se ha convertido en el problema. La UE se ha transformado en un poder totalitario y, en respuesta, ha surgido una nueva contrarrevolución que, por sus políticas poco convencionales, han sido tachados de ultras o extremistas. Sin embargo, no es más que la defensa de los valores tradicionales de Europa, sus fronteras y sus tradiciones.

Así, pues, es imperativo que el balance de fuerzas se restituya, que la UE vuelva a encontrar su posición no como un poder impositivo, sino como una plataforma de consensos y que el cordón sanitario prevalezca. De no conseguirse, Europa podría repetir la historia y miles más podrían pagar el costo de ella.

¿Quiere recibir notificaciones de alertas?