El ama de casa lo sabe: Cochino fiado, buen invierno y mal verano.
Al final, al gastar más de lo que tenemos solo nos asegura un verano largo, seco y difícil.
En muchos hogares, es la dueña de casa quien lleva las riendas de la economía familiar. Es ella quien organiza y distribuye el presupuesto para que todo funcione, desde las comidas hasta las cuentas por pagar. Incluso hoy en día, muchas mujeres asumen esta responsabilidad después de una larga jornada laboral, demostrando una habilidad casi mágica para hacer que el dinero alcance hasta fin de mes.
Las amas de casa saben bien que no se debe gastar más de lo que se tiene. La administración del dinero en el hogar es una tarea titánica. Recuerdo a mi madre, jubilada, que con minuciosidad e inteligencia estiraba cada centavo para darnos la mejor educación posible. En la carnicería, por ejemplo, compraba retazos de jamón. Con habilidad, los preparaba de tal manera que parecían un banquete, y lo mejor es que gastaba menos.
Hoy, en mi hogar, mi esposa es quien maneja el presupuesto, y lo hace con igual sabiduría. Ella sabe que gastar más de lo que entra solo lleva una cosa: deuda. Y las deudas, como sabemos, pueden convertirse en un infierno. Si se financia una compra con un préstamo, el costo se multiplica. Por ejemplo, una hipoteca al 9% anual puede significar pagar dos veces el valor de una casa en 8 años, o tres veces si el préstamo se extiende a 13 años. Es así como funciona el interés compuesto: lo que parece accesible al principio puede volverse una carga muy pesada. Es decir, uno termina más pobre. El que compró la casa al contado, pudo comprar dos casas por lo mismo que pagó con los intereses en esos 8 años. La alternativa es ahorrar.
Lo mismo ocurre con los gobiernos. La buena administración pública siempre se ha distinguido por no gastar más de lo que se tiene. Desde el gobierno de Álvaro Arzú, Guatemala ha mantenido una estabilidad macroeconómica envidiable, con un férreo control de la inflación. Hoy, Guatemala es el país menos endeudado de América Latina en relación con su PIB, un logro que pocos conocen, y muchos otros han olvidado.
El presupuesto se incrementó hasta Q. 130 mil millones. Esto significa que el déficit será de alrededor del 3% del PIB, un nivel que no habíamos visto en más de una década. Esta brecha se cubrirá con deuda, lo que inevitablemente traerá consigo inflación, el impuesto más injusto de todos, que afecta desproporcionadamente a los más pobres.
Pero no siempre fue así. En los años 70 y 80, Guatemala sufrió una inflación descontrolada, exacerbada por gobiernos que gastaban más de lo que ingresaban. Desde 1973, con Carlos Arana hasta los años de Romeo Lucas y Kjell Laugerud, la inflación superó el 10 % anualmente. En esa época el quetzal estaba a la par del dólar, pero las devaluaciones a partir de Vinicio Cerezo fueron constantes, llegando a su punto más alto en 2009 con Álvaro Colom, cuando el quetzal superó la barrera de los Q. 8 por dólar. Desde entonces, la moneda se ha mantenido relativamente estable, gracias a una disciplina fiscal que solo se vio alterada en 2009 y 2010, durante el gobierno de la UNE, con déficits del 3.12% y 3.28% del PIB, respectivamente.
Con la aprobación de la extensión del presupuesto esta semana por el Congreso de la República, el presupuesto se incrementó hasta Q. 130 mil millones. Esto significa que el déficit será de alrededor del 3% del PIB, un nivel que no habíamos visto en más de una década. Esta brecha se cubrirá con deuda, lo que inevitablemente traerá consigo inflación, el impuesto más injusto de todos, que afecta desproporcionadamente a los más pobres. Y esto es solo para este primero de cuatro años de gobierno.
Es aquí donde la sabiduría del ama de casa podría habernos salvado. Ella, con su instinto de supervivencia, habría encontrado la manera de ajustar los gastos sin endeudarse, recordándonos el viejo refrán: “Cochino fiado, buen invierno y mal verano”. Porque, al final, al gastar más de lo que tenemos solo nos asegura un verano largo, seco y difícil.
PhD. José Ramiro Bolaños
El ama de casa lo sabe: Cochino fiado, buen invierno y mal verano.
Al final, al gastar más de lo que tenemos solo nos asegura un verano largo, seco y difícil.
En muchos hogares, es la dueña de casa quien lleva las riendas de la economía familiar. Es ella quien organiza y distribuye el presupuesto para que todo funcione, desde las comidas hasta las cuentas por pagar. Incluso hoy en día, muchas mujeres asumen esta responsabilidad después de una larga jornada laboral, demostrando una habilidad casi mágica para hacer que el dinero alcance hasta fin de mes.
Las amas de casa saben bien que no se debe gastar más de lo que se tiene. La administración del dinero en el hogar es una tarea titánica. Recuerdo a mi madre, jubilada, que con minuciosidad e inteligencia estiraba cada centavo para darnos la mejor educación posible. En la carnicería, por ejemplo, compraba retazos de jamón. Con habilidad, los preparaba de tal manera que parecían un banquete, y lo mejor es que gastaba menos.
Hoy, en mi hogar, mi esposa es quien maneja el presupuesto, y lo hace con igual sabiduría. Ella sabe que gastar más de lo que entra solo lleva una cosa: deuda. Y las deudas, como sabemos, pueden convertirse en un infierno. Si se financia una compra con un préstamo, el costo se multiplica. Por ejemplo, una hipoteca al 9% anual puede significar pagar dos veces el valor de una casa en 8 años, o tres veces si el préstamo se extiende a 13 años. Es así como funciona el interés compuesto: lo que parece accesible al principio puede volverse una carga muy pesada. Es decir, uno termina más pobre. El que compró la casa al contado, pudo comprar dos casas por lo mismo que pagó con los intereses en esos 8 años. La alternativa es ahorrar.
Lo mismo ocurre con los gobiernos. La buena administración pública siempre se ha distinguido por no gastar más de lo que se tiene. Desde el gobierno de Álvaro Arzú, Guatemala ha mantenido una estabilidad macroeconómica envidiable, con un férreo control de la inflación. Hoy, Guatemala es el país menos endeudado de América Latina en relación con su PIB, un logro que pocos conocen, y muchos otros han olvidado.
El presupuesto se incrementó hasta Q. 130 mil millones. Esto significa que el déficit será de alrededor del 3% del PIB, un nivel que no habíamos visto en más de una década. Esta brecha se cubrirá con deuda, lo que inevitablemente traerá consigo inflación, el impuesto más injusto de todos, que afecta desproporcionadamente a los más pobres.
Pero no siempre fue así. En los años 70 y 80, Guatemala sufrió una inflación descontrolada, exacerbada por gobiernos que gastaban más de lo que ingresaban. Desde 1973, con Carlos Arana hasta los años de Romeo Lucas y Kjell Laugerud, la inflación superó el 10 % anualmente. En esa época el quetzal estaba a la par del dólar, pero las devaluaciones a partir de Vinicio Cerezo fueron constantes, llegando a su punto más alto en 2009 con Álvaro Colom, cuando el quetzal superó la barrera de los Q. 8 por dólar. Desde entonces, la moneda se ha mantenido relativamente estable, gracias a una disciplina fiscal que solo se vio alterada en 2009 y 2010, durante el gobierno de la UNE, con déficits del 3.12% y 3.28% del PIB, respectivamente.
Con la aprobación de la extensión del presupuesto esta semana por el Congreso de la República, el presupuesto se incrementó hasta Q. 130 mil millones. Esto significa que el déficit será de alrededor del 3% del PIB, un nivel que no habíamos visto en más de una década. Esta brecha se cubrirá con deuda, lo que inevitablemente traerá consigo inflación, el impuesto más injusto de todos, que afecta desproporcionadamente a los más pobres. Y esto es solo para este primero de cuatro años de gobierno.
Es aquí donde la sabiduría del ama de casa podría habernos salvado. Ella, con su instinto de supervivencia, habría encontrado la manera de ajustar los gastos sin endeudarse, recordándonos el viejo refrán: “Cochino fiado, buen invierno y mal verano”. Porque, al final, al gastar más de lo que tenemos solo nos asegura un verano largo, seco y difícil.
PhD. José Ramiro Bolaños