Dueñez Empresaria. Consejos emocionalmente inteligentes
Los consejos no son salones de la fama ni revistas de celebridades.
En un diálogo iniciado a través de LinkedIn, surgió la mención de un libro recién escrito por una prestigiada psicóloga de la escuela de negocios de la Universidad de New Hampshire. Ella es Vanessa Druskat, experta en equipos de trabajo efectivos, y su libro se titula justamente así: “The Emotionally Intelligent Team”.
El modelo de Vanessa se centra en tres normas válidas para todo grupo de trabajo. Yo las he tomado como criterios para el quehacer de conjunto en consejos de administración, comités de gestión y juntas directivas. Estas son las tres pautas de inteligencia emocional que conviene aplicar:
Ayudar a los demás miembros del equipo a ser exitosos. Esta experta, como todos los discípulos del gurú de Inteligencia Emocional, Daniel Goleman, dan prioridad al manejo efectivo de las relaciones con los demás.
Esto implica invertir tiempo y esfuerzo en la comprensión de qué es lo que hace a cada persona un miembro excepcional del consejo, y apoyar todo aquello que le facilite convertirse en un protagonista que aporta e inspira, que juega un papel relevante en el equipo, y que complementa al líder y a los demás con contribuciones valiosas.
Esta concepción, centrada en volcarse en el equipo por parte de todos los consejeros, propicia y refuerza el trabajo sinérgico entre todos. La idea es que cada uno se esfuerce por hacer que los demás se sientan bien porque encuentran en nuestro consejo una cancha de alto rendimiento, de enriquecimiento mutuo y de crecimiento personal.
Esta ayuda incluye conocer y comprender a cada miembro del grupo, demostrarles atención e interés y, cuando lo amerite, retroalimentarles sobre conductas disfuncionales.
Ayudar a los demás a ser exitosos va en contra de posturas egoístas y arrogantes, de pretensiones de brillo personal, e implica darle prioridad al equipo sobre nuestros intereses individuales.
Cultura de aprendizaje y exploración. La actitud de un consejo efectivo no va con el pensamiento de “ya llegamos al nivel esperado”, no. Buscamos fomentar una mentalidad de crecimiento y evolución, de búsqueda continua de espacios de mejora de insatisfacción permanente. Siempre habrá cancha para ser mejores.
Esta cultura habrá de convertirse en hábitos y prácticas que se aplican sistemáticamente: revisión periódica del desempeño, seguridad psicológica que facilite la libre expresión, edificación del optimismo en el porvenir, aprovechamiento entusiasta de oportunidades y solución proactiva de problemas.
Abordar positivamente los retos y dificultades de forma metódica propicia la creatividad y la innovación, y fortalece el sentido de pertenencia y de accountability en cualquier equipo.
Relación con terceros. Es claro que será de gran ayuda para el consejo y su presidente dedicar tiempo a comprender las preocupaciones y expectativas de otros stakeholders relacionados con su gestión: clientes, aliados, proveedores, accionistas, familiares, directivos y autoridades son grupos de interés a quienes debemos respetar y tomar en cuenta. Ellos aportan la base del contexto donde ocurren nuestras decisiones.
Dedicar tiempo a interactuar con esos grupos de interés demuestra seriedad y respeto, así como la oportunidad de construir relaciones estratégicas que ayudarán a estar mejor informados y a tomar mejores decisiones.
Está en nosotros construir una cultura colaborativa que detone en cada uno el deseo profundo de participar y asegurar buenos resultados. Los consejos no son salones de la fama ni revistas de celebridades. Son espacios de trabajo cuya eficacia depende en gran medida de la integración sinérgica de talentos complementarios.
Esto no es un matiz marginal de poca trascendencia. Los conocimientos y la racionalidad son elementos importantes entre los integrantes de un consejo eficaz, sin duda. Pero la inteligencia emocional y el verdadero sentido de equipo favorecen que un conjunto de personalidades normales se conviertan en una ventaja competitiva para la organización y hagan realmente la diferencia.
Dueñez Empresaria. Consejos emocionalmente inteligentes
Los consejos no son salones de la fama ni revistas de celebridades.
En un diálogo iniciado a través de LinkedIn, surgió la mención de un libro recién escrito por una prestigiada psicóloga de la escuela de negocios de la Universidad de New Hampshire. Ella es Vanessa Druskat, experta en equipos de trabajo efectivos, y su libro se titula justamente así: “The Emotionally Intelligent Team”.
El modelo de Vanessa se centra en tres normas válidas para todo grupo de trabajo. Yo las he tomado como criterios para el quehacer de conjunto en consejos de administración, comités de gestión y juntas directivas. Estas son las tres pautas de inteligencia emocional que conviene aplicar:
Ayudar a los demás miembros del equipo a ser exitosos. Esta experta, como todos los discípulos del gurú de Inteligencia Emocional, Daniel Goleman, dan prioridad al manejo efectivo de las relaciones con los demás.
Esto implica invertir tiempo y esfuerzo en la comprensión de qué es lo que hace a cada persona un miembro excepcional del consejo, y apoyar todo aquello que le facilite convertirse en un protagonista que aporta e inspira, que juega un papel relevante en el equipo, y que complementa al líder y a los demás con contribuciones valiosas.
Esta concepción, centrada en volcarse en el equipo por parte de todos los consejeros, propicia y refuerza el trabajo sinérgico entre todos. La idea es que cada uno se esfuerce por hacer que los demás se sientan bien porque encuentran en nuestro consejo una cancha de alto rendimiento, de enriquecimiento mutuo y de crecimiento personal.
Esta ayuda incluye conocer y comprender a cada miembro del grupo, demostrarles atención e interés y, cuando lo amerite, retroalimentarles sobre conductas disfuncionales.
Ayudar a los demás a ser exitosos va en contra de posturas egoístas y arrogantes, de pretensiones de brillo personal, e implica darle prioridad al equipo sobre nuestros intereses individuales.
Cultura de aprendizaje y exploración. La actitud de un consejo efectivo no va con el pensamiento de “ya llegamos al nivel esperado”, no. Buscamos fomentar una mentalidad de crecimiento y evolución, de búsqueda continua de espacios de mejora de insatisfacción permanente. Siempre habrá cancha para ser mejores.
Esta cultura habrá de convertirse en hábitos y prácticas que se aplican sistemáticamente: revisión periódica del desempeño, seguridad psicológica que facilite la libre expresión, edificación del optimismo en el porvenir, aprovechamiento entusiasta de oportunidades y solución proactiva de problemas.
Abordar positivamente los retos y dificultades de forma metódica propicia la creatividad y la innovación, y fortalece el sentido de pertenencia y de accountability en cualquier equipo.
Relación con terceros. Es claro que será de gran ayuda para el consejo y su presidente dedicar tiempo a comprender las preocupaciones y expectativas de otros stakeholders relacionados con su gestión: clientes, aliados, proveedores, accionistas, familiares, directivos y autoridades son grupos de interés a quienes debemos respetar y tomar en cuenta. Ellos aportan la base del contexto donde ocurren nuestras decisiones.
Dedicar tiempo a interactuar con esos grupos de interés demuestra seriedad y respeto, así como la oportunidad de construir relaciones estratégicas que ayudarán a estar mejor informados y a tomar mejores decisiones.
Está en nosotros construir una cultura colaborativa que detone en cada uno el deseo profundo de participar y asegurar buenos resultados. Los consejos no son salones de la fama ni revistas de celebridades. Son espacios de trabajo cuya eficacia depende en gran medida de la integración sinérgica de talentos complementarios.
Esto no es un matiz marginal de poca trascendencia. Los conocimientos y la racionalidad son elementos importantes entre los integrantes de un consejo eficaz, sin duda. Pero la inteligencia emocional y el verdadero sentido de equipo favorecen que un conjunto de personalidades normales se conviertan en una ventaja competitiva para la organización y hagan realmente la diferencia.