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Dueñez Empresaria. Cómo se conforma nuestro legado

El legado no es estático. Las familias empresarias que lo entienden lo transmiten con esmero… y lo enriquecen.

.
Carlos Dumois |
17 de junio, 2025

Estamos en Hermosillo con un grupo de empresarios en un evento que titulamos “Enfrentando el Reto de la Sucesión de la Empresa Familiar”. Hicimos una alianza entre Deloitte, Seale & Associates y CEDEM para apoyar a la Fundación Piel con Vida.

Los temas han sido de gran interés para la audiencia y su participación copiosa. Pronto llegamos al tema de qué es el legado familiar y cómo se conforma.

Entendemos el legado como el paquete patrimonial que en cada familia empresaria buscamos transferirle a nuestros sucesores para que le den continuidad a un proyecto de generación de riqueza con una filosofía propia. Este legado es un constructo integral conformado por diferentes componentes que a continuación describo.

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Legado histórico. Los antecedentes del fundador y sus antepasados, el conocimiento del árbol genealógico, las anécdotas más simpáticas y significativas, los detalles de cómo se conocieron nuestros padres y abuelos y cómo iniciaron el negocio y sus primeros años, los grandes logros y reconocimientos forman todos parte de la novela de la familia.

Todas esas historias conforman y producen una conexión que unifica a la familia, generan orgullo e inspiración y proporcionan testimonio e identidad. Saber que venimos del mismo río nos relaciona y propicia la transmisión de tradiciones y rituales que le dan sentido a la membresía familiar.

Legado espiritual. Este ingrediente de nuestro patrimonio está sustentado en valores y creencias que la familia hereda, respeta y vive. Son las convicciones que acatamos y que conforman el alma de nuestra empresa. A lo largo de los años, estos preceptos se enriquecen con nuevos principios que los líderes de cada generación añaden a los originales que han heredado. El estilo de Dueñez de cada familia tiene mucho que ver con el legado espiritual.

Legado emocional. Suele manifestarse en las familias una personalidad propia, una forma de ser característica que les distingue, y que es fruto de los rasgos heredados y adquiridos desde la infancia y a través de la vida.

El legado común es lo que distingue a las empresas familiares de las demás.

Se trata de cómo reaccionamos, interior y exteriormente, a estímulos e interacciones que recibimos. Las actitudes y estados de ánimo, y la capacidad de gestionar nuestras reacciones naturales y sentimientos, son parte esencial de este segmento del legado.

Hay familias muy expresivas y sensibles y otras muy frías y reservadas. En algunas familias se aprende desde pequeños a expresar las emociones y en otras a reprimirlas. Al crecer, podemos adquirir mayor capacidad de asumir, controlar y expresar nuestra emotividad de maneras más maduras. Este bagaje emocional refleja cómo nos vemos a nosotros mismos, cómo nos comportamos con los demás y cómo gestionamos nuestras vidas.

Legado social. El capital relacional, la reputación y el trato a los demás son parte fundamental del legado social. Las relaciones con socios, aliados, colaboradores, clientes y proveedores siguen el tono que la familia establece. La capacidad de networking con contactos estratégicos y el manejo de la responsabilidad social también son aquí importantes.

Hay familias que cuidan mucho a las personas, otras que son desconsideradas con ellas. Si dejamos la imagen de abusivos, de gandallas, de personas en quienes no se puede confiar, de conflictivos, de injustos, pues ese es nuestro legado. Igual si cuidamos a las personas en nuestras relaciones, pues se notará visiblemente en nuestro entorno.

Legado económico. Este se compone de los negocios y activos productivos sobre los que la familia empresaria ejerce la Dueñez. Como legado, esta parte del patrimonio trae consigo, o no, la consigna de multiplicar su valor en cada generación a un ritmo elegido y buscado.

Legado material. Se integra de los bienes que son propiedad de la familia: casas, terrenos, obras de arte, artículos simbólicos, que se transmiten también de generación en generación.

Cada familia decide cómo quiere conservar y enriquecer su legado. Hacerlo consciente y responsablemente genera conexión, identidad, inspiración y criterios de acción. El legado común es lo que distingue a las empresas familiares de las demás.

Dueñez Empresaria. Cómo se conforma nuestro legado

El legado no es estático. Las familias empresarias que lo entienden lo transmiten con esmero… y lo enriquecen.

Carlos Dumois |
17 de junio, 2025
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Estamos en Hermosillo con un grupo de empresarios en un evento que titulamos “Enfrentando el Reto de la Sucesión de la Empresa Familiar”. Hicimos una alianza entre Deloitte, Seale & Associates y CEDEM para apoyar a la Fundación Piel con Vida.

Los temas han sido de gran interés para la audiencia y su participación copiosa. Pronto llegamos al tema de qué es el legado familiar y cómo se conforma.

Entendemos el legado como el paquete patrimonial que en cada familia empresaria buscamos transferirle a nuestros sucesores para que le den continuidad a un proyecto de generación de riqueza con una filosofía propia. Este legado es un constructo integral conformado por diferentes componentes que a continuación describo.

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Legado histórico. Los antecedentes del fundador y sus antepasados, el conocimiento del árbol genealógico, las anécdotas más simpáticas y significativas, los detalles de cómo se conocieron nuestros padres y abuelos y cómo iniciaron el negocio y sus primeros años, los grandes logros y reconocimientos forman todos parte de la novela de la familia.

Todas esas historias conforman y producen una conexión que unifica a la familia, generan orgullo e inspiración y proporcionan testimonio e identidad. Saber que venimos del mismo río nos relaciona y propicia la transmisión de tradiciones y rituales que le dan sentido a la membresía familiar.

Legado espiritual. Este ingrediente de nuestro patrimonio está sustentado en valores y creencias que la familia hereda, respeta y vive. Son las convicciones que acatamos y que conforman el alma de nuestra empresa. A lo largo de los años, estos preceptos se enriquecen con nuevos principios que los líderes de cada generación añaden a los originales que han heredado. El estilo de Dueñez de cada familia tiene mucho que ver con el legado espiritual.

Legado emocional. Suele manifestarse en las familias una personalidad propia, una forma de ser característica que les distingue, y que es fruto de los rasgos heredados y adquiridos desde la infancia y a través de la vida.

El legado común es lo que distingue a las empresas familiares de las demás.

Se trata de cómo reaccionamos, interior y exteriormente, a estímulos e interacciones que recibimos. Las actitudes y estados de ánimo, y la capacidad de gestionar nuestras reacciones naturales y sentimientos, son parte esencial de este segmento del legado.

Hay familias muy expresivas y sensibles y otras muy frías y reservadas. En algunas familias se aprende desde pequeños a expresar las emociones y en otras a reprimirlas. Al crecer, podemos adquirir mayor capacidad de asumir, controlar y expresar nuestra emotividad de maneras más maduras. Este bagaje emocional refleja cómo nos vemos a nosotros mismos, cómo nos comportamos con los demás y cómo gestionamos nuestras vidas.

Legado social. El capital relacional, la reputación y el trato a los demás son parte fundamental del legado social. Las relaciones con socios, aliados, colaboradores, clientes y proveedores siguen el tono que la familia establece. La capacidad de networking con contactos estratégicos y el manejo de la responsabilidad social también son aquí importantes.

Hay familias que cuidan mucho a las personas, otras que son desconsideradas con ellas. Si dejamos la imagen de abusivos, de gandallas, de personas en quienes no se puede confiar, de conflictivos, de injustos, pues ese es nuestro legado. Igual si cuidamos a las personas en nuestras relaciones, pues se notará visiblemente en nuestro entorno.

Legado económico. Este se compone de los negocios y activos productivos sobre los que la familia empresaria ejerce la Dueñez. Como legado, esta parte del patrimonio trae consigo, o no, la consigna de multiplicar su valor en cada generación a un ritmo elegido y buscado.

Legado material. Se integra de los bienes que son propiedad de la familia: casas, terrenos, obras de arte, artículos simbólicos, que se transmiten también de generación en generación.

Cada familia decide cómo quiere conservar y enriquecer su legado. Hacerlo consciente y responsablemente genera conexión, identidad, inspiración y criterios de acción. El legado común es lo que distingue a las empresas familiares de las demás.

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