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Dos excepciones para el aumento al salario mínimo

.
Lisardo Bolaños |
18 de diciembre, 2024

Un aumento generalizado del 10 % del salario mínimo, como ha sugerido el Ministerio de Trabajo, sería una mala política económica. Aquí, propongo al menos dos excepciones a dicha propuesta.

Primero, el Gobierno debe crear un salario mínimo específico para MIPES, micro y pequeñas empresas. Dicho monto debe aplicarse para empresas con un máximo de 80 trabajadores. Dicho salario debiera ser el mismo que el salario mínimo actual y no cambiar por una década, imitando las políticas laborales europeas después de la Segunda Guerra Mundial.

Hay dos razones para crear un salario mínimo específico para MIPES cuyo valor sea igual al del 2024:

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  1. Las micro y pequeñas empresas tienen muchos problemas para pagar el salario mínimo. La Tabla 1 nos muestra cómo, en términos de quetzales del 2016, las microempresas pagan a sus empleados, al mes, hasta Q.1,296 menos que una empresa grande; y, las empresas pequeñas pagan hasta Q.465 menos que una empresa grande. Subir el salario mínimo, solo incrementaría los problemas de la precariedad del empleo al hacer más difícil la formalidad laboral para las empresas micro y pequeñas.

Tabla 1. Trabajadores del Sector Privado No-Agrícola a Tiempo Completo
Salario Promedio por Tamaño de Empresa (2002-2016)

En Quetzales del año 2016

Año

Salario Promedio Microempresa

(1-10)

Salario Promedio Pequeña Empresa (11-80)

Salario Promedio Mediana Empresa (81-200)

Salario Promedio Gran Empresa (>200)

2004

2,452

3,200

3,466

3,397

2010

2,201

2,938

3,058

3,320

2011

1,958

2,950

3,143

3,290

2012

2,045

3,123

3,290

3,179

2013

2,043

3,013

3,164

3,203

2014

2,014

2,961

3,444

3,426

2015

2,116

2,989

3,175

3,214

2016

1,992

2,937

3,069

3,288

 

Fuente: Bolaños y Rivera (2017) con información de INE (varios años) y BANGUAT (varios años).

Nota: salario mínimo en quetzales del 2016, no son quetzales nominales.

Nota: empleados del sector privado filtrados siguiendo las siguientes reglas: salario entre percentil 2 y 99 de cada encuesta; horas trabajadas entre 40 y 133; ocupación: empleado privado; edad entre 18 y 60 años. 

  1. Guatemala sufre lo que se ha llamado la falta de empresas medianas (missing middle) y la falta de empresas grandes (missing large), como suele suceder a muchas naciones en desarrollo (Hsieh and Olken 2014). Esto se puede apreciar en la Tabla 2, donde la proporción de empresas con 10 trabajadores o menos es del 99 % de los encuestados, mientras que en República Dominicana es un 96.8 %, en México un 93.1 %, en Holanda es un 88.3 % y en Estados Unidos es un 82.1 %. La información proviene de encuestas empresariales y sirve para ilustrar un punto importante: un país como Guatemala, si quiere crecer, necesita apostar por una mayor cantidad de empresas de mayor escala. Un país como Panamá, por ejemplo, reconociendo las limitaciones estadísticas del ejercicio, sugiere tener 30 veces más empresas de más de 100 trabajadores a las que tiene Guatemala. Para lograrlo, Guatemala no puede imponer cargas regulatorias costosas que pueden someter a las micro y pequeñas empresas a mantenerse en la informalidad y no crecer más.

Un aumento del 10 % en el salario mínimo generalizado puede parecer un paso hacia la justicia económica, pero sin abordar los desafíos estructurales subyacentes, corre el riesgo de convertirse en un gesto bien intencionado, pero simbólico y contraproducente.

Tabla 2. Distribución del tamaño de empresas en la región CA-RD-MEX

(Año más reciente al 2000)

País  

0 trabajadores – auto empleado

1 a 10 trabajadores

11 a 100 trabajadores

101 a 250 trabajadores

251 a 1,000 trabajadores

1,001+

Costa Rica 

59.5%

39.3%

1.2%

-

-

-

Dominican Republic 

51.4%

45.4%

1.8%

0.2%

-

1.2%

El Salvador 

54.5%

44.7%

0.8%

-

-

-

Guatemala 

56.3%

42.7%

1.0%

0.04%

-

-

Honduras 

-

-

-

-

-

-

Mexico 

17.8%

75.3%

6.9%

-

-

-

Nicaragua 

-

-

-

-

-

-

Panama 

14.3%

78.6%

5.9%

1.2%

-

-

Holanda

45.4%

42.9%

10.9%

0.2%

0.2%

0.4%

Corea del Sur

23.7%

70.9%

4.9%

-

0.5%

-

Alemania

26.6%

52.7%

15.1%

2.6%

1.5%

1.4%

Estados Unidos

25.1%

57.0%

15.5%

0.9%

0.6%

0.8%

 

Fuente: Bolaños (2023) con información del Global Entrepreneurship Monitor (varios años).

Nota: No hay información disponible para Honduras y Nicaragua. El dato más reciente para República Dominicana es de 2009, para El Salvador es de 2016 y para Costa Rica es de 2014.

Segundo, el Gobierno debe mantener el salario mínimo actual para el sector exportador, que incluye las empresas en los regímenes de los Decretos 22-73, 29-89, 65-89 y sus reformas. Dicho salario debiera ser el mismo que el salario mínimo actual y no cambiar por una década, imitando las políticas laborales europeas después de la Segunda Guerra Mundial.

Hay dos razones para que el salario mínimo específico para el sector exportador se mantenga igual por una década:

  1. Los aumentos de salarios mínimos generalizados, incluyendo al sector exportador, de los últimos veinticinco años, llevaron a que los sectores intensivos en empleo crecieran, no en Guatemala, sino en Honduras y Nicaragua. Mientras Guatemala crecía en sectores como los textiles, que es un sector intensivo en maquinaria y energía eléctrica, el empleo masivo se generó en Honduras y Nicaragua, donde, vía los sectores de vestuario y autopartes, creaban decenas de miles de empleos. Por eso, entre otras razones, Honduras lleva exportando autopartes desde el 2006, mientras que Guatemala inició en el 2023 (ver más aquí). Y, fue porque Honduras empezó a subir su salario mínimo de manera acelerada que Guatemala empezó a volverse interesante nuevamente.
  2. El sector exportador guatemalteco tiene menor capacidad para trasladar el aumento del salario mínimo al consumidor final. Por lo tanto, cada aumento en el costo elimina la posibilidad de exportar, pues el cliente internacional fácilmente puede voltear a ver a otro país con una estructura de costos más atractiva.  Este es un problema, pues para un país pequeño, como Guatemala, la única posibilidad para crear 7 millones de empleos formales es la exportación. Por algo, incluso países más grandes, como Corea del Sur, Japón y Alemania, debieron recurrir a la exportación para crecer. Si matamos la posibilidad de exportar, matamos la posibilidad de crear empleos de calidad.

Lo que Guatemala realmente necesita es un enfoque integral para abordar los bajos salarios y la desigualdad económica. El gobierno debería complementar los aumentos salariales con políticas que apoyen el crecimiento de la productividad, reduzcan la informalidad y fomenten un entorno favorable para el crecimiento de las pequeñas empresas. Medidas como la formación técnica, incentivos fiscales dirigidos a la formalización y la inversión en infraestructura pueden crear las condiciones necesarias para una mejora económica sostenible.

Un aumento del 10 % en el salario mínimo generalizado puede parecer un paso hacia la justicia económica, pero sin abordar los desafíos estructurales subyacentes, corre el riesgo de convertirse en un gesto bien intencionado, pero simbólico y contraproducente.

Dos excepciones para el aumento al salario mínimo

Lisardo Bolaños |
18 de diciembre, 2024
.

Un aumento generalizado del 10 % del salario mínimo, como ha sugerido el Ministerio de Trabajo, sería una mala política económica. Aquí, propongo al menos dos excepciones a dicha propuesta.

Primero, el Gobierno debe crear un salario mínimo específico para MIPES, micro y pequeñas empresas. Dicho monto debe aplicarse para empresas con un máximo de 80 trabajadores. Dicho salario debiera ser el mismo que el salario mínimo actual y no cambiar por una década, imitando las políticas laborales europeas después de la Segunda Guerra Mundial.

Hay dos razones para crear un salario mínimo específico para MIPES cuyo valor sea igual al del 2024:

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  1. Las micro y pequeñas empresas tienen muchos problemas para pagar el salario mínimo. La Tabla 1 nos muestra cómo, en términos de quetzales del 2016, las microempresas pagan a sus empleados, al mes, hasta Q.1,296 menos que una empresa grande; y, las empresas pequeñas pagan hasta Q.465 menos que una empresa grande. Subir el salario mínimo, solo incrementaría los problemas de la precariedad del empleo al hacer más difícil la formalidad laboral para las empresas micro y pequeñas.

Tabla 1. Trabajadores del Sector Privado No-Agrícola a Tiempo Completo
Salario Promedio por Tamaño de Empresa (2002-2016)

En Quetzales del año 2016

Año

Salario Promedio Microempresa

(1-10)

Salario Promedio Pequeña Empresa (11-80)

Salario Promedio Mediana Empresa (81-200)

Salario Promedio Gran Empresa (>200)

2004

2,452

3,200

3,466

3,397

2010

2,201

2,938

3,058

3,320

2011

1,958

2,950

3,143

3,290

2012

2,045

3,123

3,290

3,179

2013

2,043

3,013

3,164

3,203

2014

2,014

2,961

3,444

3,426

2015

2,116

2,989

3,175

3,214

2016

1,992

2,937

3,069

3,288

 

Fuente: Bolaños y Rivera (2017) con información de INE (varios años) y BANGUAT (varios años).

Nota: salario mínimo en quetzales del 2016, no son quetzales nominales.

Nota: empleados del sector privado filtrados siguiendo las siguientes reglas: salario entre percentil 2 y 99 de cada encuesta; horas trabajadas entre 40 y 133; ocupación: empleado privado; edad entre 18 y 60 años. 

  1. Guatemala sufre lo que se ha llamado la falta de empresas medianas (missing middle) y la falta de empresas grandes (missing large), como suele suceder a muchas naciones en desarrollo (Hsieh and Olken 2014). Esto se puede apreciar en la Tabla 2, donde la proporción de empresas con 10 trabajadores o menos es del 99 % de los encuestados, mientras que en República Dominicana es un 96.8 %, en México un 93.1 %, en Holanda es un 88.3 % y en Estados Unidos es un 82.1 %. La información proviene de encuestas empresariales y sirve para ilustrar un punto importante: un país como Guatemala, si quiere crecer, necesita apostar por una mayor cantidad de empresas de mayor escala. Un país como Panamá, por ejemplo, reconociendo las limitaciones estadísticas del ejercicio, sugiere tener 30 veces más empresas de más de 100 trabajadores a las que tiene Guatemala. Para lograrlo, Guatemala no puede imponer cargas regulatorias costosas que pueden someter a las micro y pequeñas empresas a mantenerse en la informalidad y no crecer más.

Un aumento del 10 % en el salario mínimo generalizado puede parecer un paso hacia la justicia económica, pero sin abordar los desafíos estructurales subyacentes, corre el riesgo de convertirse en un gesto bien intencionado, pero simbólico y contraproducente.

Tabla 2. Distribución del tamaño de empresas en la región CA-RD-MEX

(Año más reciente al 2000)

País  

0 trabajadores – auto empleado

1 a 10 trabajadores

11 a 100 trabajadores

101 a 250 trabajadores

251 a 1,000 trabajadores

1,001+

Costa Rica 

59.5%

39.3%

1.2%

-

-

-

Dominican Republic 

51.4%

45.4%

1.8%

0.2%

-

1.2%

El Salvador 

54.5%

44.7%

0.8%

-

-

-

Guatemala 

56.3%

42.7%

1.0%

0.04%

-

-

Honduras 

-

-

-

-

-

-

Mexico 

17.8%

75.3%

6.9%

-

-

-

Nicaragua 

-

-

-

-

-

-

Panama 

14.3%

78.6%

5.9%

1.2%

-

-

Holanda

45.4%

42.9%

10.9%

0.2%

0.2%

0.4%

Corea del Sur

23.7%

70.9%

4.9%

-

0.5%

-

Alemania

26.6%

52.7%

15.1%

2.6%

1.5%

1.4%

Estados Unidos

25.1%

57.0%

15.5%

0.9%

0.6%

0.8%

 

Fuente: Bolaños (2023) con información del Global Entrepreneurship Monitor (varios años).

Nota: No hay información disponible para Honduras y Nicaragua. El dato más reciente para República Dominicana es de 2009, para El Salvador es de 2016 y para Costa Rica es de 2014.

Segundo, el Gobierno debe mantener el salario mínimo actual para el sector exportador, que incluye las empresas en los regímenes de los Decretos 22-73, 29-89, 65-89 y sus reformas. Dicho salario debiera ser el mismo que el salario mínimo actual y no cambiar por una década, imitando las políticas laborales europeas después de la Segunda Guerra Mundial.

Hay dos razones para que el salario mínimo específico para el sector exportador se mantenga igual por una década:

  1. Los aumentos de salarios mínimos generalizados, incluyendo al sector exportador, de los últimos veinticinco años, llevaron a que los sectores intensivos en empleo crecieran, no en Guatemala, sino en Honduras y Nicaragua. Mientras Guatemala crecía en sectores como los textiles, que es un sector intensivo en maquinaria y energía eléctrica, el empleo masivo se generó en Honduras y Nicaragua, donde, vía los sectores de vestuario y autopartes, creaban decenas de miles de empleos. Por eso, entre otras razones, Honduras lleva exportando autopartes desde el 2006, mientras que Guatemala inició en el 2023 (ver más aquí). Y, fue porque Honduras empezó a subir su salario mínimo de manera acelerada que Guatemala empezó a volverse interesante nuevamente.
  2. El sector exportador guatemalteco tiene menor capacidad para trasladar el aumento del salario mínimo al consumidor final. Por lo tanto, cada aumento en el costo elimina la posibilidad de exportar, pues el cliente internacional fácilmente puede voltear a ver a otro país con una estructura de costos más atractiva.  Este es un problema, pues para un país pequeño, como Guatemala, la única posibilidad para crear 7 millones de empleos formales es la exportación. Por algo, incluso países más grandes, como Corea del Sur, Japón y Alemania, debieron recurrir a la exportación para crecer. Si matamos la posibilidad de exportar, matamos la posibilidad de crear empleos de calidad.

Lo que Guatemala realmente necesita es un enfoque integral para abordar los bajos salarios y la desigualdad económica. El gobierno debería complementar los aumentos salariales con políticas que apoyen el crecimiento de la productividad, reduzcan la informalidad y fomenten un entorno favorable para el crecimiento de las pequeñas empresas. Medidas como la formación técnica, incentivos fiscales dirigidos a la formalización y la inversión en infraestructura pueden crear las condiciones necesarias para una mejora económica sostenible.

Un aumento del 10 % en el salario mínimo generalizado puede parecer un paso hacia la justicia económica, pero sin abordar los desafíos estructurales subyacentes, corre el riesgo de convertirse en un gesto bien intencionado, pero simbólico y contraproducente.

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