Cuando la fecha de mi cumpleaños está cerca, mi madre tiene la costumbre de preguntarme qué es lo que quiero. De pequeña, esta tarea era mucho más sencilla que en la actualidad: un libro en especial, un dinosaurio de peluche o incluso un vestido de margaritas. Sin embargo, esta labor parece irse complicando con el paso de los años, al punto en que objetos se vuelven ideas más abstractas, deseos que no siempre se pueden cumplir con dinero. Quizá es que, al crecer, se valoran más otras cosas de la vida o es que sabemos que no todo lo que queremos es lo que realmente necesitamos. Pero ¿qué harías tú si te ofrecen cumplir todo aquello que siempre has soñado?
Un deseo
Antes de que las historias fueran escritas y cuando los héroes caminaban por los campos de Irlanda, el rey de Úlster era un hombre llamado Fergus mac Léti. Como monarca, uno de sus deberes era supervisar las tierras, así que él estaba destinado a viajar por toda la región. Era tanto el trabajo que, al ver una playa hermosa, decidió recostarse sobre la arena, cerrar los ojos y descansar solo por un segundo.
Pero los espíritus solo necesitan de un segundo para hacer travesuras. Tres de ellos, tres pequeños leprechauns, decidieron jugarle una broma y arrastrarlo al agua. No obstante, al sentir la humedad sobre su piel, despertó y tomó a las pequeñas criaturas por las barbas. Los tres duendes intentaron de todo para liberarse, pero el rey solo aceptó regresarles su libertad si les concedían tres deseos. Por un segundo, Fergus mac Léti se detuvo a pensar y luego declaró que quería poder nadar bajo el agua en estanques, lagos y mares. Ante tal deseo, los leprechauns accedieron, pero le dijeron que su habilidad funcionaría en cualquier lugar, con la excepción del lago Rudraige.
Cuando las cosas son prohibidas, a veces se desean más. Así que Fergus mac Léti decidió ir al lago y probar su suerte. Todo parecía ir bien al principio, por lo que se relajó y comenzó a disfrutar de las frescas aguas. Pero bien se sabe que hay que tener cuidado de las aguas mansas. Y, cuando menos lo esperaba, se encontró a muirdris, un monstruo que se podía expandir y contraer a su antojo.
Quizá un personaje de un libro querido de mi niñez, Harry Potter y la piedra filosofal, lo dijo mejor: «No es bueno dejarse arrastrar por los sueños y olvidarse de vivir, recuérdalo».
Era tal el horror causado por la criatura que, según unas viejas historias, su cabeza quedó al revés. Esta no regresó a su lugar ni en una semana, ni en un mes, ni cuando el rey cayó muerto.
Y una consecuencia
¿Por qué Fergus fue a nadar en el lago que le habían prohibido? Podríamos reformular la pregunta y decir por qué vamos detrás de un sueño que parece perdido o un deseo que quizá no nos traiga buenas consecuencias. Los deseos y sueños son parte de nuestra naturaleza, sean como sean. Por ello, Próspero, un personaje de La tempestad de Shakespeare, dijo que «somos de la misma sustancia que los sueños, y nuestra breve vida culmina en un dormir». El problema con ellos viene a ser si les dejamos arrastrarnos al mar, como leprechauns, sin analizar los efectos de nuestros actos o si vivimos pensando en sueños y deseos que serán y no en la realidad. Quizá un personaje de un libro querido de mi niñez, Harry Potter y la piedra filosofal, lo dijo mejor: «No es bueno dejarse arrastrar por los sueños y olvidarse de vivir, recuérdalo». Se necesita de un balance entre sueños y vivir para poder existir. Así que, la próxima vez que te encuentres frente a un pastel de cumpleaños o un leprechaun y pidas un deseo, piénsalo bien.
Dime lo que deseas y te diré quién eres
Cuando la fecha de mi cumpleaños está cerca, mi madre tiene la costumbre de preguntarme qué es lo que quiero. De pequeña, esta tarea era mucho más sencilla que en la actualidad: un libro en especial, un dinosaurio de peluche o incluso un vestido de margaritas. Sin embargo, esta labor parece irse complicando con el paso de los años, al punto en que objetos se vuelven ideas más abstractas, deseos que no siempre se pueden cumplir con dinero. Quizá es que, al crecer, se valoran más otras cosas de la vida o es que sabemos que no todo lo que queremos es lo que realmente necesitamos. Pero ¿qué harías tú si te ofrecen cumplir todo aquello que siempre has soñado?
Un deseo
Antes de que las historias fueran escritas y cuando los héroes caminaban por los campos de Irlanda, el rey de Úlster era un hombre llamado Fergus mac Léti. Como monarca, uno de sus deberes era supervisar las tierras, así que él estaba destinado a viajar por toda la región. Era tanto el trabajo que, al ver una playa hermosa, decidió recostarse sobre la arena, cerrar los ojos y descansar solo por un segundo.
Pero los espíritus solo necesitan de un segundo para hacer travesuras. Tres de ellos, tres pequeños leprechauns, decidieron jugarle una broma y arrastrarlo al agua. No obstante, al sentir la humedad sobre su piel, despertó y tomó a las pequeñas criaturas por las barbas. Los tres duendes intentaron de todo para liberarse, pero el rey solo aceptó regresarles su libertad si les concedían tres deseos. Por un segundo, Fergus mac Léti se detuvo a pensar y luego declaró que quería poder nadar bajo el agua en estanques, lagos y mares. Ante tal deseo, los leprechauns accedieron, pero le dijeron que su habilidad funcionaría en cualquier lugar, con la excepción del lago Rudraige.
Cuando las cosas son prohibidas, a veces se desean más. Así que Fergus mac Léti decidió ir al lago y probar su suerte. Todo parecía ir bien al principio, por lo que se relajó y comenzó a disfrutar de las frescas aguas. Pero bien se sabe que hay que tener cuidado de las aguas mansas. Y, cuando menos lo esperaba, se encontró a muirdris, un monstruo que se podía expandir y contraer a su antojo.
Quizá un personaje de un libro querido de mi niñez, Harry Potter y la piedra filosofal, lo dijo mejor: «No es bueno dejarse arrastrar por los sueños y olvidarse de vivir, recuérdalo».
Era tal el horror causado por la criatura que, según unas viejas historias, su cabeza quedó al revés. Esta no regresó a su lugar ni en una semana, ni en un mes, ni cuando el rey cayó muerto.
Y una consecuencia
¿Por qué Fergus fue a nadar en el lago que le habían prohibido? Podríamos reformular la pregunta y decir por qué vamos detrás de un sueño que parece perdido o un deseo que quizá no nos traiga buenas consecuencias. Los deseos y sueños son parte de nuestra naturaleza, sean como sean. Por ello, Próspero, un personaje de La tempestad de Shakespeare, dijo que «somos de la misma sustancia que los sueños, y nuestra breve vida culmina en un dormir». El problema con ellos viene a ser si les dejamos arrastrarnos al mar, como leprechauns, sin analizar los efectos de nuestros actos o si vivimos pensando en sueños y deseos que serán y no en la realidad. Quizá un personaje de un libro querido de mi niñez, Harry Potter y la piedra filosofal, lo dijo mejor: «No es bueno dejarse arrastrar por los sueños y olvidarse de vivir, recuérdalo». Se necesita de un balance entre sueños y vivir para poder existir. Así que, la próxima vez que te encuentres frente a un pastel de cumpleaños o un leprechaun y pidas un deseo, piénsalo bien.