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DIGNIDAD, 2da Parte

No debemos instrumentalizar o usar a las demás personas ni a nosotros mismos como objetos para alcanzar un fin. La razón que justifica esta prohibición es la autonomía de la persona.

Filósofo ilustrado alemán, Immanuel Kant
Warren Orbaugh |
19 de agosto, 2024

Como indiqué en mi entrega anterior, Immanuel Kant concibe la “dignidad” como el valor intrínseco, por encima de todo precio, de la persona por su capacidad para dar leyes universales de conducta con la condición de quedar sometida ella misma a esa legislación. El ser sujeto de principios morales racionales que lo liberan del gobierno de la causalidad física natural, haciéndose autónomo de manera que puede determinar sus acciones y fijarse sus fines lo convierte en un fin en sí mismo. La dignidad está, pues, condicionada a la moralidad.

EL RESPETO

Según Kant, este valor o dignidad debe respetarse, en sí mismo y en los demás. ¿Pero, qué significa respetar la dignidad de las personas? La respuesta la da Kant en su imperativo categórico del fin en sí mismo:

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Obra de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin y nunca solamente como un medio.

Y en la otra cara de la misma moneda, el principio de universalidad:

Obra según una máxima que contenga dentro de sí a la vez su propia validez universal para todo ser racional [Grundlegung zur Metaphysik der Sitten].

Porque el hombre, y en general cada ser racional, existe como un fin en sí mismo y no como medio para el uso arbitrario por esta o aquella voluntad. El ser racional se denomina persona porque su naturaleza racional ya lo establece como fin en sí mismo –es decir, como algo que no debe ser degradado a ser usado meramente como medio para los fines de otros– y consecuentemente impone un límite a todo trato arbitrario que se le dé.

En otras palabras, no debemos instrumentalizar o usar a las demás personas ni a nosotros mismos como objetos para alcanzar un fin. La razón que justifica esta prohibición es la autonomía de la persona. Como las personas, en su calidad de seres racionales autónomos, pueden establecer sus propios fines, existen ellas mismas como fines en sí mismas. Pero hay que notar que la prohibición no es usar a otros como medios sino solo meramente como medios.

LA PRAXIS

Alicia va a un restaurante y ordena al mesero Juan un róbalo al ajillo acompañado de espinaca y vino blanco. Él le sirve la comida y la bebida. Cuando ella termina, retira los platos, limpia la mesa y le trae la cuenta. Alicia le agradece, paga, se despide y se retira. Aunque Alicia trata al mesero Juan como medio para que le traiga la comida y bebida, no lo considera solamente como medio, sino también como fin en sí mismo. Se comporta decentemente, paga por el servicio y los bienes, y respeta la dignidad de Juan. De la misma manera trata Juan a Alicia como medio para ganar dinero. Al mismo tiempo la trata como fin en sí misma. Se comporta atentamente, profesionalmente y respeta su dignidad. Aquí no existe problema moral alguno.

No debemos instrumentalizar o usar a las demás personas ni a nosotros mismos como objetos para alcanzar un fin. La razón que justifica esta prohibición es la autonomía de la persona.

Ahora, se instrumentaliza a otro haciendo promesas falsas. Quien promete algo que no pretende cumplir busca usar al otro solamente como medio para sus propios fines. Porque la víctima de una promesa falsa no podría estar de acuerdo con la forma en que es tratada. Si Alicia, al terminar su comida dice al mesero Juan que olvidó su tarjeta de crédito en su auto y que irá a traerla rápidamente, pero en realidad no regresa sino que se va sin pagar, lo habrá usado sin su consentimiento. Igualmente, si Juan le asegura a Alicia que el pescado es fresco, sabiendo que ha estado por un par de semanas en el refrigerador, causándole un problema estomacal, la usa sin su anuencia. En ambos casos, para alcanzar sus respectivos fines, la otra persona habrá sido tratada como mero medio, de una manera que no podrían haber aprobado, para un fin que no comparte. Habrá sido instrumentalizada. Esto viola su dignidad. Su libertad de decisión habrá sido restringida impidiendo el ejercicio de su autonomía.

Continuará.

DIGNIDAD, 2da Parte

No debemos instrumentalizar o usar a las demás personas ni a nosotros mismos como objetos para alcanzar un fin. La razón que justifica esta prohibición es la autonomía de la persona.

Warren Orbaugh |
19 de agosto, 2024
Filósofo ilustrado alemán, Immanuel Kant

Como indiqué en mi entrega anterior, Immanuel Kant concibe la “dignidad” como el valor intrínseco, por encima de todo precio, de la persona por su capacidad para dar leyes universales de conducta con la condición de quedar sometida ella misma a esa legislación. El ser sujeto de principios morales racionales que lo liberan del gobierno de la causalidad física natural, haciéndose autónomo de manera que puede determinar sus acciones y fijarse sus fines lo convierte en un fin en sí mismo. La dignidad está, pues, condicionada a la moralidad.

EL RESPETO

Según Kant, este valor o dignidad debe respetarse, en sí mismo y en los demás. ¿Pero, qué significa respetar la dignidad de las personas? La respuesta la da Kant en su imperativo categórico del fin en sí mismo:

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Y en la otra cara de la misma moneda, el principio de universalidad:

Obra según una máxima que contenga dentro de sí a la vez su propia validez universal para todo ser racional [Grundlegung zur Metaphysik der Sitten].

Porque el hombre, y en general cada ser racional, existe como un fin en sí mismo y no como medio para el uso arbitrario por esta o aquella voluntad. El ser racional se denomina persona porque su naturaleza racional ya lo establece como fin en sí mismo –es decir, como algo que no debe ser degradado a ser usado meramente como medio para los fines de otros– y consecuentemente impone un límite a todo trato arbitrario que se le dé.

En otras palabras, no debemos instrumentalizar o usar a las demás personas ni a nosotros mismos como objetos para alcanzar un fin. La razón que justifica esta prohibición es la autonomía de la persona. Como las personas, en su calidad de seres racionales autónomos, pueden establecer sus propios fines, existen ellas mismas como fines en sí mismas. Pero hay que notar que la prohibición no es usar a otros como medios sino solo meramente como medios.

LA PRAXIS

Alicia va a un restaurante y ordena al mesero Juan un róbalo al ajillo acompañado de espinaca y vino blanco. Él le sirve la comida y la bebida. Cuando ella termina, retira los platos, limpia la mesa y le trae la cuenta. Alicia le agradece, paga, se despide y se retira. Aunque Alicia trata al mesero Juan como medio para que le traiga la comida y bebida, no lo considera solamente como medio, sino también como fin en sí mismo. Se comporta decentemente, paga por el servicio y los bienes, y respeta la dignidad de Juan. De la misma manera trata Juan a Alicia como medio para ganar dinero. Al mismo tiempo la trata como fin en sí misma. Se comporta atentamente, profesionalmente y respeta su dignidad. Aquí no existe problema moral alguno.

No debemos instrumentalizar o usar a las demás personas ni a nosotros mismos como objetos para alcanzar un fin. La razón que justifica esta prohibición es la autonomía de la persona.

Ahora, se instrumentaliza a otro haciendo promesas falsas. Quien promete algo que no pretende cumplir busca usar al otro solamente como medio para sus propios fines. Porque la víctima de una promesa falsa no podría estar de acuerdo con la forma en que es tratada. Si Alicia, al terminar su comida dice al mesero Juan que olvidó su tarjeta de crédito en su auto y que irá a traerla rápidamente, pero en realidad no regresa sino que se va sin pagar, lo habrá usado sin su consentimiento. Igualmente, si Juan le asegura a Alicia que el pescado es fresco, sabiendo que ha estado por un par de semanas en el refrigerador, causándole un problema estomacal, la usa sin su anuencia. En ambos casos, para alcanzar sus respectivos fines, la otra persona habrá sido tratada como mero medio, de una manera que no podrían haber aprobado, para un fin que no comparte. Habrá sido instrumentalizada. Esto viola su dignidad. Su libertad de decisión habrá sido restringida impidiendo el ejercicio de su autonomía.

Continuará.

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