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Día del padre en medio de la crisis de masculinidad y paternidad

.
Hugo Cruz |
17 de junio, 2025

Según datos del INE, en Guatemala un 57 % de las mujeres que dan a luz son madres solteras. No se trata de reavivar una guerra de los sexos para determinar quién tiene más culpa. Se trata de comprender el vacío de educación en amor y afectividad que reina en nuestra sociedad. El ruido ideológico de ciertos feminismos no deja percibir la gravedad de esta realidad. El énfasis en la autosuficiencia de la mujer para criar a los hijos, si bien tiene la buena intención de valorar el esfuerzo de la mujer, resta importancia a las víctimas de esta situación que son los niños y niñas que crecen sin padre. Como afirma María Calvo en Paternidad Robada, asistimos al drama de unas generaciones huérfanas de padres vivos. 

La posibilidad de la fecundación in vitro, el mercado de los vientres de alquiler y la evidencia casuística de las madres que tienen “éxito” al sacar adelante a los hijos sin la presencia de un padre, son realidades que han contribuido desde hace décadas a oscurecer si no es que borrar la importancia del padre. 

Ser padre ahora es un acto de rebeldía que no se escapa a la cultura de la sospecha o de la cancelación. Por los sesgos ideológicos de diversa índole, el padre es automáticamente sospechoso de machismo, de autoritarismo, de discriminación a la mujer y de agresividad. Y esto mismo confunde a los hombres jóvenes que aún no tienen hijos hasta el punto de cuestionarse si su vocación a la paternidad será un daño al medioambiente o, incluso, si la masculinidad es un error de la evolución. Así de profunda es la crisis que atravesamos.

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Pero la evidencia científica se abre paso en medio del ruido ideológico. Sin menospreciar la capacidad física, mental y emocional de las madres solteras, la pediatra Meg Meeker se ha dedicado a recolectar evidencia científica que avala la importancia de la presencia del padre. Los niños y niñas que tienen un padre estable e involucrado: poseen mayores niveles de autocontrol, seguridad y sociabilidad; tienen menos posibilidades de adoptar conductas de riesgo en la adolescencia; tienen menos posibilidades de sufrir problemas psicológicos o de comportamiento, y sacan mejores notas escolares. Meeker también afirma que haber tenido un mal padre puede ser, precisamente, la mayor motivación para cambiar la historia. 

Es necesario ejercer como padres, lo cual implica fuertes dosis de presencia, compromiso y responsabilidad. Pero lo que no podemos hacer es dudar de la importancia del padre en la mente y en el corazón de cada hijo y de cada hija. 

En el libro Engaged Fatherhood for Men, Families and Gender Equality, los autores se dan a la tarea de reunir estudios científicos que confirman que el padre es importante en cada etapa de la vida de los hijos. En el período prenatal, la presencia del padre está asociada con el mayor peso del feto y el aumento de visitas al ginecólogo, cosa de no poca importancia para disminuir la mortalidad materno-infantil; en el período perinatal, la presencia del padre está correlacionada con menor número de visitas al pediatra por emergencias; en la infancia, está relacionada con un mejor desarrollo del lenguaje y mejor psicomotricidad; en la niñez, con mejor rendimiento escolar, y en la adolescencia con menor probabilidad de alcoholismo y embarazo adolescente. 

Suena a magia o a fantasía, pero es la realidad. Se llama paternidad y es una estrategia de desarrollo humano que se ha vivido con éxito durante siglos, hasta que las olas ideológicas la han puesto en entredicho.

Lejos de la inferioridad masculina que los feminismos extremos han sugerido, de acuerdo con psicoanalistas como Osvaldo Poli, el estilo masculino de educar tiene importantes efectos positivos en la maduración de la personalidad de hijas e hijos. 

Pero, como dice el aforismo, tener un hijo no nos hace padres, de la misma manera que tener un piano no nos hace pianistas. Es necesario ejercer como padres, lo cual implica fuertes dosis de presencia, compromiso y responsabilidad. Pero lo que no podemos hacer es dudar de la importancia del padre en la mente y en el corazón de cada hijo y de cada hija. 

Feliz día del padre o, mejor dicho, feliz día del hombre rebelde que quiere demostrar al mundo que ser un buen padre es posible y que es un aporte sustancial para toda la sociedad.

Día del padre en medio de la crisis de masculinidad y paternidad

Hugo Cruz |
17 de junio, 2025
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Según datos del INE, en Guatemala un 57 % de las mujeres que dan a luz son madres solteras. No se trata de reavivar una guerra de los sexos para determinar quién tiene más culpa. Se trata de comprender el vacío de educación en amor y afectividad que reina en nuestra sociedad. El ruido ideológico de ciertos feminismos no deja percibir la gravedad de esta realidad. El énfasis en la autosuficiencia de la mujer para criar a los hijos, si bien tiene la buena intención de valorar el esfuerzo de la mujer, resta importancia a las víctimas de esta situación que son los niños y niñas que crecen sin padre. Como afirma María Calvo en Paternidad Robada, asistimos al drama de unas generaciones huérfanas de padres vivos. 

La posibilidad de la fecundación in vitro, el mercado de los vientres de alquiler y la evidencia casuística de las madres que tienen “éxito” al sacar adelante a los hijos sin la presencia de un padre, son realidades que han contribuido desde hace décadas a oscurecer si no es que borrar la importancia del padre. 

Ser padre ahora es un acto de rebeldía que no se escapa a la cultura de la sospecha o de la cancelación. Por los sesgos ideológicos de diversa índole, el padre es automáticamente sospechoso de machismo, de autoritarismo, de discriminación a la mujer y de agresividad. Y esto mismo confunde a los hombres jóvenes que aún no tienen hijos hasta el punto de cuestionarse si su vocación a la paternidad será un daño al medioambiente o, incluso, si la masculinidad es un error de la evolución. Así de profunda es la crisis que atravesamos.

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Pero la evidencia científica se abre paso en medio del ruido ideológico. Sin menospreciar la capacidad física, mental y emocional de las madres solteras, la pediatra Meg Meeker se ha dedicado a recolectar evidencia científica que avala la importancia de la presencia del padre. Los niños y niñas que tienen un padre estable e involucrado: poseen mayores niveles de autocontrol, seguridad y sociabilidad; tienen menos posibilidades de adoptar conductas de riesgo en la adolescencia; tienen menos posibilidades de sufrir problemas psicológicos o de comportamiento, y sacan mejores notas escolares. Meeker también afirma que haber tenido un mal padre puede ser, precisamente, la mayor motivación para cambiar la historia. 

Es necesario ejercer como padres, lo cual implica fuertes dosis de presencia, compromiso y responsabilidad. Pero lo que no podemos hacer es dudar de la importancia del padre en la mente y en el corazón de cada hijo y de cada hija. 

En el libro Engaged Fatherhood for Men, Families and Gender Equality, los autores se dan a la tarea de reunir estudios científicos que confirman que el padre es importante en cada etapa de la vida de los hijos. En el período prenatal, la presencia del padre está asociada con el mayor peso del feto y el aumento de visitas al ginecólogo, cosa de no poca importancia para disminuir la mortalidad materno-infantil; en el período perinatal, la presencia del padre está correlacionada con menor número de visitas al pediatra por emergencias; en la infancia, está relacionada con un mejor desarrollo del lenguaje y mejor psicomotricidad; en la niñez, con mejor rendimiento escolar, y en la adolescencia con menor probabilidad de alcoholismo y embarazo adolescente. 

Suena a magia o a fantasía, pero es la realidad. Se llama paternidad y es una estrategia de desarrollo humano que se ha vivido con éxito durante siglos, hasta que las olas ideológicas la han puesto en entredicho.

Lejos de la inferioridad masculina que los feminismos extremos han sugerido, de acuerdo con psicoanalistas como Osvaldo Poli, el estilo masculino de educar tiene importantes efectos positivos en la maduración de la personalidad de hijas e hijos. 

Pero, como dice el aforismo, tener un hijo no nos hace padres, de la misma manera que tener un piano no nos hace pianistas. Es necesario ejercer como padres, lo cual implica fuertes dosis de presencia, compromiso y responsabilidad. Pero lo que no podemos hacer es dudar de la importancia del padre en la mente y en el corazón de cada hijo y de cada hija. 

Feliz día del padre o, mejor dicho, feliz día del hombre rebelde que quiere demostrar al mundo que ser un buen padre es posible y que es un aporte sustancial para toda la sociedad.

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