Día del abogado
Ojalá saquemos del imaginario a la justicia como una mujer que tiene tapados los ojos, y cuya principal función es sostener la balanza.
La semana pasada se celebró el día del abogado, una profesión cuya razón de ser es la de colaborado con la justicia, formarse en la teoría y en la práctica de las leyes y del Derecho. La denominación “abogado” viene de la persona que aboga por los intereses de los demás, entendiéndose abogar como interceder, procurar los derechos y obligaciones de las personas que lo contratan.
En la realidad nacional, muchas veces se piensa en el abogado más como un colaborador de las injusticias, como un cómplice de los pillos, que un defensor de intereses legítimos. Se habla tristemente de que el interés de muchas personas al ingresar a las facultades de derecho es obtener un título “fácil”, cuya formación no incluya o tenga el mínimo de exigencia posible de matemáticas.
Así que, realmente el día del abogado, creo yo, no es un día para celebrar a todos los graduados de las facultades de Derecho o de Ciencias Jurídicas y Sociales, sino es para celebrar a quienes estudiaron y se graduaron con la convicción de ayudar y servir a la justicia, de colaborar con los proyectos e intereses de las personas, en la justa dimensión de lo legal y de lo legítimo. Hemos de celebrar a quien aboga por el respeto a los derechos, pero también por el correcto cumplimiento de las obligaciones; quien aconseja y señala los derechos y los deberes que en la balanza deben pesar igual.
Ojalá saquemos del imaginario a la justicia como una mujer que tiene tapados los ojos, y cuya principal función es sostener la balanza, pues la justicia requiere más que una mirada ciega; la justicia requiere una mirada acuciosa que asegure que nadie manipule la balanza.
Ojalá saquemos del imaginario a la justicia como una mujer que tiene tapados los ojos, y cuya principal función es sostener la balanza, pues la justicia requiere más que una mirada ciega; la justicia requiere una mirada acuciosa que asegure que nadie manipule la balanza. En la justicia no cabe la ceguera por quien no ve, no puede ser cuentadante y total responsable del resultado de lo que se juzga.
Ahora que las Salas de la Corte de Apelaciones y la Corte Suprema de Justicia serán renovadas se les debe exigir el compromiso de quien juzga; compromiso con la justicia; y recordarles que el puesto es para servir y no para servirse; que se debe desarrollar con responsabilidad, y, sino, que se les deberá castigar.
Ojalá, estimado lector, que podamos nosotros reflexionar sobre el proceso de elección de cortes, no por lo que es o vaya a ser, sino por lo que necesitamos mejorar hasta alcanzar el ideal que debemos determinar; queremos que sea un día el Organismo Judicial.
Día del abogado
Ojalá saquemos del imaginario a la justicia como una mujer que tiene tapados los ojos, y cuya principal función es sostener la balanza.
La semana pasada se celebró el día del abogado, una profesión cuya razón de ser es la de colaborado con la justicia, formarse en la teoría y en la práctica de las leyes y del Derecho. La denominación “abogado” viene de la persona que aboga por los intereses de los demás, entendiéndose abogar como interceder, procurar los derechos y obligaciones de las personas que lo contratan.
En la realidad nacional, muchas veces se piensa en el abogado más como un colaborador de las injusticias, como un cómplice de los pillos, que un defensor de intereses legítimos. Se habla tristemente de que el interés de muchas personas al ingresar a las facultades de derecho es obtener un título “fácil”, cuya formación no incluya o tenga el mínimo de exigencia posible de matemáticas.
Así que, realmente el día del abogado, creo yo, no es un día para celebrar a todos los graduados de las facultades de Derecho o de Ciencias Jurídicas y Sociales, sino es para celebrar a quienes estudiaron y se graduaron con la convicción de ayudar y servir a la justicia, de colaborar con los proyectos e intereses de las personas, en la justa dimensión de lo legal y de lo legítimo. Hemos de celebrar a quien aboga por el respeto a los derechos, pero también por el correcto cumplimiento de las obligaciones; quien aconseja y señala los derechos y los deberes que en la balanza deben pesar igual.
Ojalá saquemos del imaginario a la justicia como una mujer que tiene tapados los ojos, y cuya principal función es sostener la balanza, pues la justicia requiere más que una mirada ciega; la justicia requiere una mirada acuciosa que asegure que nadie manipule la balanza.
Ojalá saquemos del imaginario a la justicia como una mujer que tiene tapados los ojos, y cuya principal función es sostener la balanza, pues la justicia requiere más que una mirada ciega; la justicia requiere una mirada acuciosa que asegure que nadie manipule la balanza. En la justicia no cabe la ceguera por quien no ve, no puede ser cuentadante y total responsable del resultado de lo que se juzga.
Ahora que las Salas de la Corte de Apelaciones y la Corte Suprema de Justicia serán renovadas se les debe exigir el compromiso de quien juzga; compromiso con la justicia; y recordarles que el puesto es para servir y no para servirse; que se debe desarrollar con responsabilidad, y, sino, que se les deberá castigar.
Ojalá, estimado lector, que podamos nosotros reflexionar sobre el proceso de elección de cortes, no por lo que es o vaya a ser, sino por lo que necesitamos mejorar hasta alcanzar el ideal que debemos determinar; queremos que sea un día el Organismo Judicial.