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Del egoísmo o amor propio, 10ª Parte

.
Warren Orbaugh |
27 de mayo, 2024

Recordemos ahora los puntos esenciales de las disertaciones de los filósofos examinadas para llegar a una conclusión sobre el amor propio.

«[…] el hombre de bien debe ser egoísta, porque haciendo el bien, le resultará a la vez un gran provecho personal y servirá al mismo tiempo a los demás; y de otra, que el hombre malo no debe ser egoísta, porque solo conseguirá perjudicarse así y dañar al prójimo, y siguiendo sus malas pasiones.»

Aristóteles

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«[…] la prudencia es la fuente de todas las demás virtudes, enseñando que es imposible vivir placenteramente sin vivir prudentemente, honorable y justamente e imposible vivir prudentemente, honorable y justamente sin vivir placenteramente. Porque las virtudes son complementos naturales de la vida placentera, y la vida placentera es inseparable de ellas».

Epicuro

«[…] Una personalidad prudente, equitativa, diligente, resuelta y sobria augura prosperidad y satisfacción, tanto del individuo mismo como de todos los que están conectados con él. Una personalidad imprudente, insolente, perezosa, afeminada y voluptuosa presagia la ruina del individuo y la desgracia de todos los que tengan algo que ver con él

Adam Smith

«El amor a uno mismo es un principio de la naturaleza humana de repercusiones tan grandes, y el interés de cada individuo está, en general tan estrechamente conectado con el de la comunidad, que puede excusarse a aquellos filósofos que imaginaron que toda preocupación nuestra por la gente podría de hecho resolverse en una preocupación por nuestra propia felicidad y conservación

David Hume

«Yo sostengo lo siguiente: el hombre y en general todo ser racional existe como un fin en sí mismo, no simplemente como un medio para ser utilizado discrecionalmente por esta o aquella voluntad, sino que tanto en las acciones orientadas hacia sí mismo como en las dirigidas hacia otros seres racionales el hombre ha de ser considerado siempre al mismo tiempo como un fin

Immanuel Kant

«[…] un hombre genuinamente egoísta elige sus metas guiado por la razón – y debido a que los intereses de los hombres racionales no chocan, otros hombres a menudo pueden beneficiarse de sus acciones

Nathaniel Branden

«La ética Objetivista sostiene que el actor debe ser siempre el beneficiario de su acción y que el hombre debe actuar por su propio interés racional.»

Ayn Rand

«Lo que originariamente impulsó al hombre a acomodar su conducta a las exigencias de la vida en sociedad, a respetar los derechos y libertades de sus semejantes y a reemplazar la enemistad y el conflicto por la colaboración pacífica no fue el amor ni la caridad ni cualquier otro sentimiento de simpatía sino el propio egoísmo bien entendido.»

Ludwig von Mises

«Como intercambio de valores, el comercio beneficia a ambas partes, sirve a los intereses de ambas. Cada intercambio específico es una ilustración de la armonía general de intereses que hacen posible que los humanos adopten el principio del comercio como regla general para su relación con los demás. […] No hay armonía de intereses entre un comerciante y un ladrón, un depredador o cualquier otra persona que no desee vivir por medio del comercio. En este sentido, la benevolencia es una expresión del compromiso de uno con el principio del comercio. Cuando trato a los demás con benevolencia les transmito que no los veo como amenazas o presa, cuyo éxito debe darse a mis expensas, sino como aliados potenciales de los que busco oportunidades para beneficio mutuo.»

David Kelley

Podemos concluir que el principio natural fundamental que debe regir las acciones de todo organismo vivo es la ley de autopreservación, que requiere que la conducta del ser vivo lo beneficie a él, pues la vida es acción autogenerada y auto sustentante.  El humano, por ser racional, ha convertido esta ley natural en su versión conceptual que es la ley moral del egoísmo ético. Esta demanda que el actor busque lo que le es de provecho y evite lo que lo perjudica. Para descubrir qué es lo que en realidad lo beneficia o perjudica, el humano debe usar su razón, de ahí que su virtud esencial sea la racionalidad.

 Guiar su conducta por sus inclinaciones, emociones y pasiones, abandonando la guía de la razón, lo condena a no distinguir entre lo que lo beneficia y lo que lo daña y este comportamiento, lejos de ser egoísta es necio. El egoísmo bien entendido es el egoísmo racional o noble. Y el egoísta racional, al buscar el medio superior para mejor alcanzar sus propios fines, descubre que esta es la cooperación social por medio de la división del trabajo y el intercambio comercial. Y para que este comercio se de florecientemente, es de su interés cultivar la virtud de la benevolencia.

Del egoísmo o amor propio, 10ª Parte

Warren Orbaugh |
27 de mayo, 2024
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Recordemos ahora los puntos esenciales de las disertaciones de los filósofos examinadas para llegar a una conclusión sobre el amor propio.

«[…] el hombre de bien debe ser egoísta, porque haciendo el bien, le resultará a la vez un gran provecho personal y servirá al mismo tiempo a los demás; y de otra, que el hombre malo no debe ser egoísta, porque solo conseguirá perjudicarse así y dañar al prójimo, y siguiendo sus malas pasiones.»

Aristóteles

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«[…] la prudencia es la fuente de todas las demás virtudes, enseñando que es imposible vivir placenteramente sin vivir prudentemente, honorable y justamente e imposible vivir prudentemente, honorable y justamente sin vivir placenteramente. Porque las virtudes son complementos naturales de la vida placentera, y la vida placentera es inseparable de ellas».

Epicuro

«[…] Una personalidad prudente, equitativa, diligente, resuelta y sobria augura prosperidad y satisfacción, tanto del individuo mismo como de todos los que están conectados con él. Una personalidad imprudente, insolente, perezosa, afeminada y voluptuosa presagia la ruina del individuo y la desgracia de todos los que tengan algo que ver con él

Adam Smith

«El amor a uno mismo es un principio de la naturaleza humana de repercusiones tan grandes, y el interés de cada individuo está, en general tan estrechamente conectado con el de la comunidad, que puede excusarse a aquellos filósofos que imaginaron que toda preocupación nuestra por la gente podría de hecho resolverse en una preocupación por nuestra propia felicidad y conservación

David Hume

«Yo sostengo lo siguiente: el hombre y en general todo ser racional existe como un fin en sí mismo, no simplemente como un medio para ser utilizado discrecionalmente por esta o aquella voluntad, sino que tanto en las acciones orientadas hacia sí mismo como en las dirigidas hacia otros seres racionales el hombre ha de ser considerado siempre al mismo tiempo como un fin

Immanuel Kant

«[…] un hombre genuinamente egoísta elige sus metas guiado por la razón – y debido a que los intereses de los hombres racionales no chocan, otros hombres a menudo pueden beneficiarse de sus acciones

Nathaniel Branden

«La ética Objetivista sostiene que el actor debe ser siempre el beneficiario de su acción y que el hombre debe actuar por su propio interés racional.»

Ayn Rand

«Lo que originariamente impulsó al hombre a acomodar su conducta a las exigencias de la vida en sociedad, a respetar los derechos y libertades de sus semejantes y a reemplazar la enemistad y el conflicto por la colaboración pacífica no fue el amor ni la caridad ni cualquier otro sentimiento de simpatía sino el propio egoísmo bien entendido.»

Ludwig von Mises

«Como intercambio de valores, el comercio beneficia a ambas partes, sirve a los intereses de ambas. Cada intercambio específico es una ilustración de la armonía general de intereses que hacen posible que los humanos adopten el principio del comercio como regla general para su relación con los demás. […] No hay armonía de intereses entre un comerciante y un ladrón, un depredador o cualquier otra persona que no desee vivir por medio del comercio. En este sentido, la benevolencia es una expresión del compromiso de uno con el principio del comercio. Cuando trato a los demás con benevolencia les transmito que no los veo como amenazas o presa, cuyo éxito debe darse a mis expensas, sino como aliados potenciales de los que busco oportunidades para beneficio mutuo.»

David Kelley

Podemos concluir que el principio natural fundamental que debe regir las acciones de todo organismo vivo es la ley de autopreservación, que requiere que la conducta del ser vivo lo beneficie a él, pues la vida es acción autogenerada y auto sustentante.  El humano, por ser racional, ha convertido esta ley natural en su versión conceptual que es la ley moral del egoísmo ético. Esta demanda que el actor busque lo que le es de provecho y evite lo que lo perjudica. Para descubrir qué es lo que en realidad lo beneficia o perjudica, el humano debe usar su razón, de ahí que su virtud esencial sea la racionalidad.

 Guiar su conducta por sus inclinaciones, emociones y pasiones, abandonando la guía de la razón, lo condena a no distinguir entre lo que lo beneficia y lo que lo daña y este comportamiento, lejos de ser egoísta es necio. El egoísmo bien entendido es el egoísmo racional o noble. Y el egoísta racional, al buscar el medio superior para mejor alcanzar sus propios fines, descubre que esta es la cooperación social por medio de la división del trabajo y el intercambio comercial. Y para que este comercio se de florecientemente, es de su interés cultivar la virtud de la benevolencia.

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