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Dato mata relato 

.
Marimaite Rayo |
19 de junio, 2025

Las protestas en contra de la política migratoria de Trump, particularmente por las acciones del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), ya se han expandido en diferentes puntos del país. Asimismo, desde que el presidente decidió, unilateralmente, desplegar a los militares y marines, como fuerza de apoyo, estas demostraciones han incrementado su intensidad, al extremo de fomentar enfrentamientos con las fuerzas de seguridad. Un escenario como este era previsible, tomando en cuenta que la promesa sobre el control férreo de las fronteras constituyó el vehículo electoral que garantizó el regreso de Trump a la Presidencia. No obstante, el desgaste que esta política ha supuesto, tanto a lo interno de la administración, como de la figura del presidente, era un riesgo incalculable. 

Ahora bien, aunque este es un tema que puede despertar pasiones, lo cual conduce a pensar de manera irracional, en momentos de crisis, como el que está atravesando Estados Unidos y el resto del continente americano, es mejor recurrir a los datos, los cuales, idealmente, no mienten. Este es el caso de la política migratoria, dado que los informes del Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) difieren significativamente de lo que se observa en las calles y en las pancartas de protesta. Consecuentemente, más que un problema institucional, la situación presenta un escenario ideal para entender el papel de la percepción y los elementos visuales en la política, particularmente en un entorno político en donde el gobierno se presenta como uno más de la farándula popular. 

En el vacío de las palabras 

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A diferencia de épocas anteriores, en la actualidad, particularmente a partir del surgimiento de la era digital, gran parte de la acción política se puede explicar mediante la teoría del encuadre. De acuerdo con esta teoría, los actores con poder extraen trozos de la realidad, a fin de construir una narrativa que no solo sea conveniente para quien pretende ser el protagonista de la historia, sino que también para manipularla y así justificar sus acciones. Como consecuencia, los espectadores y, en este caso, los electores, nunca podrán conocer la verdad de los hechos, sino que únicamente parte de ellos, los cuales variarán dependiendo de las fuentes que se consulten. 

No cabe duda de que la percepción sobre las acciones de Trump es negativa, sin embargo, los hechos pintan una realidad diferente, lo cual es un riesgo derivado de un enfoque que únicamente toma en cuenta la forma y no el fondo.

En el caso de Trump, desde la campaña electoral, se ha observado una tendencia hacia la securitización del problema migratorio, ya que él lo ha planteado como una situación de emergencia nacional y, como tal, uno que debe ser abordado mediante medidas extraordinarias. De esta manera, aferrado a esta narrativa, Trump y su círculo más cercano, han impulsado y justificado extralimitaciones en las acciones ejecutivas. Ante esta situación, la población ha respondido con el movimiento “No kings”, el cual rechaza la existencia de un Ejecutivo fuerte e irrespetuoso de los controles institucionales, recordando la lucha de los colonos contra la existencia de un monarca absoluto en tierra americana. Sin embargo, más que un reflejo de la realidad, este movimiento se construye sobre una narrativa compuesta de hechos a medias. 

Tomando en cuenta la parcialidad de estos discursos, es necesario apelar a los datos y los hechos reales. Por un lado, con base en los registros del DHS, la administración de Trump se encuentra lejos de ser la Presidencia con mayor cantidad de deportaciones, ya que las cifras reportadas entre 2024 y 2025 apenas alcanzan los números extraordinarios del 2021, 2022 y 2023, los cuales superan el millón, durante la Presidencia de Biden. Por otro lado, aunque los protestantes manifiesten su descontento por el poco respeto de Trump hacia el andamiaje institucional, la realidad es que, los propios controles y balances republicanos entre las ramas de gobierno, son las que han mantenido la estabilidad en el país. Esto se debe a que, aunque mediáticamente parezca que Trump se está excediendo en su poder, las órdenes judiciales han frenado estas pasiones. 

Así pues, esto demuestra cómo, más que una crisis político-institucional, en realidad se trata una crisis de relaciones públicas. No cabe duda de que la percepción sobre las acciones de Trump es negativa, sin embargo, los hechos pintan una realidad diferente, lo cual es un riesgo derivado de un enfoque que únicamente toma en cuenta la forma y no el fondo. Consecuentemente, la única alternativa para la desescalada de la tensión social es el abandono de las trincheras de la narrativa y la organización encaminada hacia la búsqueda de la verdad y el esclarecimiento de los hechos.

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Marimaite Rayo |
19 de junio, 2025
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Las protestas en contra de la política migratoria de Trump, particularmente por las acciones del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), ya se han expandido en diferentes puntos del país. Asimismo, desde que el presidente decidió, unilateralmente, desplegar a los militares y marines, como fuerza de apoyo, estas demostraciones han incrementado su intensidad, al extremo de fomentar enfrentamientos con las fuerzas de seguridad. Un escenario como este era previsible, tomando en cuenta que la promesa sobre el control férreo de las fronteras constituyó el vehículo electoral que garantizó el regreso de Trump a la Presidencia. No obstante, el desgaste que esta política ha supuesto, tanto a lo interno de la administración, como de la figura del presidente, era un riesgo incalculable. 

Ahora bien, aunque este es un tema que puede despertar pasiones, lo cual conduce a pensar de manera irracional, en momentos de crisis, como el que está atravesando Estados Unidos y el resto del continente americano, es mejor recurrir a los datos, los cuales, idealmente, no mienten. Este es el caso de la política migratoria, dado que los informes del Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) difieren significativamente de lo que se observa en las calles y en las pancartas de protesta. Consecuentemente, más que un problema institucional, la situación presenta un escenario ideal para entender el papel de la percepción y los elementos visuales en la política, particularmente en un entorno político en donde el gobierno se presenta como uno más de la farándula popular. 

En el vacío de las palabras 

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A diferencia de épocas anteriores, en la actualidad, particularmente a partir del surgimiento de la era digital, gran parte de la acción política se puede explicar mediante la teoría del encuadre. De acuerdo con esta teoría, los actores con poder extraen trozos de la realidad, a fin de construir una narrativa que no solo sea conveniente para quien pretende ser el protagonista de la historia, sino que también para manipularla y así justificar sus acciones. Como consecuencia, los espectadores y, en este caso, los electores, nunca podrán conocer la verdad de los hechos, sino que únicamente parte de ellos, los cuales variarán dependiendo de las fuentes que se consulten. 

No cabe duda de que la percepción sobre las acciones de Trump es negativa, sin embargo, los hechos pintan una realidad diferente, lo cual es un riesgo derivado de un enfoque que únicamente toma en cuenta la forma y no el fondo.

En el caso de Trump, desde la campaña electoral, se ha observado una tendencia hacia la securitización del problema migratorio, ya que él lo ha planteado como una situación de emergencia nacional y, como tal, uno que debe ser abordado mediante medidas extraordinarias. De esta manera, aferrado a esta narrativa, Trump y su círculo más cercano, han impulsado y justificado extralimitaciones en las acciones ejecutivas. Ante esta situación, la población ha respondido con el movimiento “No kings”, el cual rechaza la existencia de un Ejecutivo fuerte e irrespetuoso de los controles institucionales, recordando la lucha de los colonos contra la existencia de un monarca absoluto en tierra americana. Sin embargo, más que un reflejo de la realidad, este movimiento se construye sobre una narrativa compuesta de hechos a medias. 

Tomando en cuenta la parcialidad de estos discursos, es necesario apelar a los datos y los hechos reales. Por un lado, con base en los registros del DHS, la administración de Trump se encuentra lejos de ser la Presidencia con mayor cantidad de deportaciones, ya que las cifras reportadas entre 2024 y 2025 apenas alcanzan los números extraordinarios del 2021, 2022 y 2023, los cuales superan el millón, durante la Presidencia de Biden. Por otro lado, aunque los protestantes manifiesten su descontento por el poco respeto de Trump hacia el andamiaje institucional, la realidad es que, los propios controles y balances republicanos entre las ramas de gobierno, son las que han mantenido la estabilidad en el país. Esto se debe a que, aunque mediáticamente parezca que Trump se está excediendo en su poder, las órdenes judiciales han frenado estas pasiones. 

Así pues, esto demuestra cómo, más que una crisis político-institucional, en realidad se trata una crisis de relaciones públicas. No cabe duda de que la percepción sobre las acciones de Trump es negativa, sin embargo, los hechos pintan una realidad diferente, lo cual es un riesgo derivado de un enfoque que únicamente toma en cuenta la forma y no el fondo. Consecuentemente, la única alternativa para la desescalada de la tensión social es el abandono de las trincheras de la narrativa y la organización encaminada hacia la búsqueda de la verdad y el esclarecimiento de los hechos.

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