Muchas veces se considera que la culpa y la responsabilidad van de la mano, que la una no se puede dar sin que la otra exista, pero ello es errado. Esto lo traigo a su atención, estimado lector, porque los últimos meses me han dejado la impresión que algunos piensan que los funcionarios electos o no tienen culpa ni responsabilidad o tienen siempre culpa y responsabilidad. En la administración pública siempre existe la responsabilidad, pero no siempre la culpa. Hablaré del Presidente de la República, pues es un ejemplo más extremo, donde esta idea se puede ver con mayor claridad.
La culpa es una imputación, un señalamiento con una connotación negativa que hacemos a alguien en relación con un hecho que se advierte malo o negativo. La responsabilidad también puede ser una cualidad de ser responsable sobre algún hecho, es decir, que una persona debe responder sobre un hecho pero ese hecho no siempre debe tener una connotación negativa.
En el caso del Presidente, particularmente de este presidente Arévalo, bien podemos afirmar que él no tiene la culpa de la mayoría de las circunstancias que afectan al país. Por ejemplo, no fue bajo su administración que se construyeron muchas de las carreteras que hoy se encuentran dañadas, así como tampoco es su culpa la penosa situación en que se encuentra el sistema penitenciario, solo por mencionar algunas.
No obstante, si es su responsabilidad atender todas y cada una de las necesidades que tiene el Estado, pues es su obligación responder a la realidad nacional y trabajar en beneficio de todas las personas. Sí es obligación del Presidente ver que se reparen adecuadamente las carreteras o que se repare y sanee el sistema penitenciario nacional.
Todas las personas tenemos, sin duda, responsabilidades que debemos advertir y atender de la mejor manera posible. Aún los niños deben tener la responsabilidad de esmerarse en sus estudios. Los adolescentes igual y no digamos lo adultos, en relación con aprender y trabajar cumpliendo todas las obligaciones propias de su oficio o profesión.
Aprender siempre es una responsabilidad, dar respuesta a la vida, en las buenas y en las malas, es un responsabilidad moral, pues se nos ha dado siempre más de lo que nos hemos ganado. En el caso del Presidente, se le ha confiado el país de todos, aún que no todos le hayan votado. Se le han proporcionado medios que no se tuvo que ganar, que vienen dados con el puesto, y lo que más se le pide es que con ellos responda a las necesidades del país y nunca solo a las de aquellos que le votaron o que le simpatizan.
Todo lo anterior, como decía al principio, lo señalo del Presidente, pero en realidad aplica a todos. Todos tenemos una responsabilidad con nosotros, pero también con quienes nos rodean e incluso con aquellos que son tan lejanos que ni conocemos, pero que forman parte de nuestro país y de nuestro mundo. En el caso del Presidente no es justo ponerle culpa donde no la tiene, pues se le estaría quitando a quien sí se le debería de estar culpando e incluso condenando, pero tampoco podemos exonerarlo de la responsabilidad que sí le es propia.
Estimado lector, advirtamos que es nuestra responsabilidad mejorar y ayudar a mejorar, pues aunque no sea nuestra culpa muchísimo de lo malo que pasa en este mundo, sí debemos darle respuesta y hacernos responsables de los cambios positivos que podemos lograr.
Culpa vs. responsabilidad
Muchas veces se considera que la culpa y la responsabilidad van de la mano, que la una no se puede dar sin que la otra exista, pero ello es errado. Esto lo traigo a su atención, estimado lector, porque los últimos meses me han dejado la impresión que algunos piensan que los funcionarios electos o no tienen culpa ni responsabilidad o tienen siempre culpa y responsabilidad. En la administración pública siempre existe la responsabilidad, pero no siempre la culpa. Hablaré del Presidente de la República, pues es un ejemplo más extremo, donde esta idea se puede ver con mayor claridad.
La culpa es una imputación, un señalamiento con una connotación negativa que hacemos a alguien en relación con un hecho que se advierte malo o negativo. La responsabilidad también puede ser una cualidad de ser responsable sobre algún hecho, es decir, que una persona debe responder sobre un hecho pero ese hecho no siempre debe tener una connotación negativa.
En el caso del Presidente, particularmente de este presidente Arévalo, bien podemos afirmar que él no tiene la culpa de la mayoría de las circunstancias que afectan al país. Por ejemplo, no fue bajo su administración que se construyeron muchas de las carreteras que hoy se encuentran dañadas, así como tampoco es su culpa la penosa situación en que se encuentra el sistema penitenciario, solo por mencionar algunas.
No obstante, si es su responsabilidad atender todas y cada una de las necesidades que tiene el Estado, pues es su obligación responder a la realidad nacional y trabajar en beneficio de todas las personas. Sí es obligación del Presidente ver que se reparen adecuadamente las carreteras o que se repare y sanee el sistema penitenciario nacional.
Todas las personas tenemos, sin duda, responsabilidades que debemos advertir y atender de la mejor manera posible. Aún los niños deben tener la responsabilidad de esmerarse en sus estudios. Los adolescentes igual y no digamos lo adultos, en relación con aprender y trabajar cumpliendo todas las obligaciones propias de su oficio o profesión.
Aprender siempre es una responsabilidad, dar respuesta a la vida, en las buenas y en las malas, es un responsabilidad moral, pues se nos ha dado siempre más de lo que nos hemos ganado. En el caso del Presidente, se le ha confiado el país de todos, aún que no todos le hayan votado. Se le han proporcionado medios que no se tuvo que ganar, que vienen dados con el puesto, y lo que más se le pide es que con ellos responda a las necesidades del país y nunca solo a las de aquellos que le votaron o que le simpatizan.
Todo lo anterior, como decía al principio, lo señalo del Presidente, pero en realidad aplica a todos. Todos tenemos una responsabilidad con nosotros, pero también con quienes nos rodean e incluso con aquellos que son tan lejanos que ni conocemos, pero que forman parte de nuestro país y de nuestro mundo. En el caso del Presidente no es justo ponerle culpa donde no la tiene, pues se le estaría quitando a quien sí se le debería de estar culpando e incluso condenando, pero tampoco podemos exonerarlo de la responsabilidad que sí le es propia.
Estimado lector, advirtamos que es nuestra responsabilidad mejorar y ayudar a mejorar, pues aunque no sea nuestra culpa muchísimo de lo malo que pasa en este mundo, sí debemos darle respuesta y hacernos responsables de los cambios positivos que podemos lograr.