A pesar de que la X Legislatura únicamente lleva un año en gestión, como es común en los políticos, la mayoría de ellos ya está pensando en su reelección. Esto se debe a que, debido a que el objetivo último de todos los políticos es la búsqueda de rentas, ellos deben encontrar la manera en la que puedan alargar este proceso. Así pues, debido a la naturaleza del ciclo político, especialmente si es de cuatro años, el primer año es de ajuste, el segundo es de cabildeo, el tercero es de acaparamiento de recursos y el cuatro es el anticipo de la campaña. Como consecuencia, este comportamiento afecta de sobremanera los intereses de los políticos y desincentiva la revisión e inversión profunda en la institucionalidad y estabilidad política del país.
Esta situación quedó confirmada con las acciones tomadas por algunas agrupaciones políticas y diputados. Por un lado, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) confirmó la inscripción de un nuevo partido político, Nuevos Tiempos (NT), el cual está vinculado a la diputada Shirley Rivera y el exalcalde de Villanueva, Javier Gramajo. Por otro lado, la disputa por la dirección en el partido VOS provocó la expulsión de Orlando Blanco, Jairo Flores y José Chic. Estas divisiones a lo interno de los partidos políticos no se pueden interpretar de otra forma que como un precedente de la subsecuente fractura a lo interno del hemiciclo parlamentario, de cara a las siguientes elecciones. Esta situación no solo afectará el reparto de poder, sino que también tendrá influencia en la trayectoria de las negociaciones y los acuerdos políticos.
Una ventana de oportunidad
Con el paso del tiempo, las fracturas a lo interno del Congreso y las agrupaciones políticas son cada vez más evidentes. Pese a que en términos de política esto pueda significar inestabilidad, desde el punto de vista de los legisladores esta situación representa una ventana de oportunidad para reagruparse y atraer nuevos apoyos, a fin de consolidar “una nueva propuesta política”.
Queda más que claro que el oficialismo no cuenta con la capacidad suficiente para actuar como un actor conciliador en medio de las disputas y fracturas internas.
Ahora bien, desde el punto de vista de los ciudadanos, este comportamiento se traduce en la inhabilidad para poder construir una agenda legislativa consolidada y, por ende, el avance de una agenda país. Por lo tanto, todas las iniciativas y propuestas legislativas se quedan en meras intenciones de interés personal.
Esta situación es aún más perjudicial para Guatemala debido a la falta de liderazgo del partido oficialista. Tomando como referencia la estrategia de Semilla en el primer año de gobierno, es evidente que esta agrupación goza más de un liderazgo coyuntural, ya que únicamente tiene éxito cuando tiene recursos con los que negociar. Consecuentemente, queda más que claro que el oficialismo no cuenta con la capacidad suficiente para actuar como un actor conciliador en medio de las disputas y fracturas internas.
Así pues, como los horizontes temporales de los políticos son tan cortos, menos de cuatro años, esto los conduce a querer acaparar la mayor cantidad de rentas en el menor tiempo posible. Sin embargo, debido a la tendencia cíclica de la actividad política, los legisladores son los menos afectados. Quienes realmente deben sufrir las consecuencias de esta disputa son los ciudadanos, quienes carecen de respuestas concretas y soluciones viables a sus necesidades.
Con un pie dentro y otro fuera de la X Legislatura
A pesar de que la X Legislatura únicamente lleva un año en gestión, como es común en los políticos, la mayoría de ellos ya está pensando en su reelección. Esto se debe a que, debido a que el objetivo último de todos los políticos es la búsqueda de rentas, ellos deben encontrar la manera en la que puedan alargar este proceso. Así pues, debido a la naturaleza del ciclo político, especialmente si es de cuatro años, el primer año es de ajuste, el segundo es de cabildeo, el tercero es de acaparamiento de recursos y el cuatro es el anticipo de la campaña. Como consecuencia, este comportamiento afecta de sobremanera los intereses de los políticos y desincentiva la revisión e inversión profunda en la institucionalidad y estabilidad política del país.
Esta situación quedó confirmada con las acciones tomadas por algunas agrupaciones políticas y diputados. Por un lado, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) confirmó la inscripción de un nuevo partido político, Nuevos Tiempos (NT), el cual está vinculado a la diputada Shirley Rivera y el exalcalde de Villanueva, Javier Gramajo. Por otro lado, la disputa por la dirección en el partido VOS provocó la expulsión de Orlando Blanco, Jairo Flores y José Chic. Estas divisiones a lo interno de los partidos políticos no se pueden interpretar de otra forma que como un precedente de la subsecuente fractura a lo interno del hemiciclo parlamentario, de cara a las siguientes elecciones. Esta situación no solo afectará el reparto de poder, sino que también tendrá influencia en la trayectoria de las negociaciones y los acuerdos políticos.
Una ventana de oportunidad
Con el paso del tiempo, las fracturas a lo interno del Congreso y las agrupaciones políticas son cada vez más evidentes. Pese a que en términos de política esto pueda significar inestabilidad, desde el punto de vista de los legisladores esta situación representa una ventana de oportunidad para reagruparse y atraer nuevos apoyos, a fin de consolidar “una nueva propuesta política”.
Queda más que claro que el oficialismo no cuenta con la capacidad suficiente para actuar como un actor conciliador en medio de las disputas y fracturas internas.
Ahora bien, desde el punto de vista de los ciudadanos, este comportamiento se traduce en la inhabilidad para poder construir una agenda legislativa consolidada y, por ende, el avance de una agenda país. Por lo tanto, todas las iniciativas y propuestas legislativas se quedan en meras intenciones de interés personal.
Esta situación es aún más perjudicial para Guatemala debido a la falta de liderazgo del partido oficialista. Tomando como referencia la estrategia de Semilla en el primer año de gobierno, es evidente que esta agrupación goza más de un liderazgo coyuntural, ya que únicamente tiene éxito cuando tiene recursos con los que negociar. Consecuentemente, queda más que claro que el oficialismo no cuenta con la capacidad suficiente para actuar como un actor conciliador en medio de las disputas y fracturas internas.
Así pues, como los horizontes temporales de los políticos son tan cortos, menos de cuatro años, esto los conduce a querer acaparar la mayor cantidad de rentas en el menor tiempo posible. Sin embargo, debido a la tendencia cíclica de la actividad política, los legisladores son los menos afectados. Quienes realmente deben sufrir las consecuencias de esta disputa son los ciudadanos, quienes carecen de respuestas concretas y soluciones viables a sus necesidades.