El premio Nobel de María Corina Machado, pese a que sorprendió a muchos, debido a la falta de publicidad en torno a su candidatura, no debería extrañar si se toma en cuenta su trayectoria política. Además, como la misma Machado reconoció, este homenaje no solo representa una victoria individual, sino que también es un símbolo de esperanza para los ciudadanos venezolanos, quienes, pese a las adversidades, siguen luchando por su democracia y libertad.
El chavismo, primero encabezado por Hugo Chávez y ahora por Nicolás Maduro, lleva más de 20 años en el poder. Este régimen dictatorial, que ahora comparte vínculos con el crimen organizado y promueve abiertamente una represión política, ha llevado a uno de los países, que en algún momento fue la gran promesa latinoamericana, a la miseria. Esto lo ha conseguido tejiendo redes clientelares en todos los ejes de poder del Estado, expulsando a sus opositores políticos y reprimiendo cualquier tipo de disidencia entre sus filas. Ahora bien, la propia fragmentación y desconfianza que se ha generado entre los ciudadanos no habían permitido la formación de una oposición unida para hacer frente a estos tiranos, hasta María Corina Machado.
“No te puedes quejar de la política si no estás involucrada en ella” – Machado.
Paradójicamente, aunque Venezuela es uno de los países en donde existen menos libertades y garantías de derechos, al mismo tiempo, es en donde mayor optimismo democrático se percibe. Esto no siempre había sido así, dado que la imposición de un régimen de miedo y represión por parte del aparato chavista despojó a sus ciudadanos de toda esperanza y motivación por seguir defendiendo su autonomía y garantías fundamentales. Al mismo tiempo, esta imposición tergiversó el concepto de la democracia en la mente de los venezolanos, ya que conceptos como la representatividad y el pluralismo fueron reemplazados por eslóganes, beneficios y personalismo.
Esta dinámica tuvo un efecto directo sobre la incapacidad para formar una verdadera oposición, ya que el costo de participar en la arena política se tradujo en pactos con el régimen a fin de afianzar ciertos beneficios personales. Por esta razón, el movimiento liderado por María Corina Machado representa una oposición de verdad. Analizando la trayectoria de Machado, es posible notar que su carrera no parte de las ansias por alcanzar el poder, sino de vigilarlo y limitarlo. Esto se debe a que su participación política inició con la fundación de una organización de observación electoral, lo cual demuestra su intención de promover un cambio de “abajo para arriba”, no negociando con el poder. En otras palabras, el movimiento de Machado supone ser un regreso a las raíces del ejercicio democrático: una oposición construida sobre la participación, la observación y el monitoreo, alejada de la violencia y la persecución.
El premio Nobel, más que un reconocimiento individual, representa una victoria para la verdadera democracia, una que descansa más allá de las instituciones formales. La realidad es que, como lo refleja la lucha diaria de los venezolanos, la democracia es un sistema que se sostiene sobre el factor humano, cuya garantía es la protección de los derechos y libertades.
Este premio trasciende las batallas ideológicas y se asienta en el corazón de los valores occidentales. Es un recordatorio sobre cómo la libertad no es un comodín con el que se puede negociar, sino que es un pilar fundamental para la vida en sociedad.
Con la libertad, no se negocia
El premio Nobel de María Corina Machado, pese a que sorprendió a muchos, debido a la falta de publicidad en torno a su candidatura, no debería extrañar si se toma en cuenta su trayectoria política. Además, como la misma Machado reconoció, este homenaje no solo representa una victoria individual, sino que también es un símbolo de esperanza para los ciudadanos venezolanos, quienes, pese a las adversidades, siguen luchando por su democracia y libertad.
El chavismo, primero encabezado por Hugo Chávez y ahora por Nicolás Maduro, lleva más de 20 años en el poder. Este régimen dictatorial, que ahora comparte vínculos con el crimen organizado y promueve abiertamente una represión política, ha llevado a uno de los países, que en algún momento fue la gran promesa latinoamericana, a la miseria. Esto lo ha conseguido tejiendo redes clientelares en todos los ejes de poder del Estado, expulsando a sus opositores políticos y reprimiendo cualquier tipo de disidencia entre sus filas. Ahora bien, la propia fragmentación y desconfianza que se ha generado entre los ciudadanos no habían permitido la formación de una oposición unida para hacer frente a estos tiranos, hasta María Corina Machado.
“No te puedes quejar de la política si no estás involucrada en ella” – Machado.
Paradójicamente, aunque Venezuela es uno de los países en donde existen menos libertades y garantías de derechos, al mismo tiempo, es en donde mayor optimismo democrático se percibe. Esto no siempre había sido así, dado que la imposición de un régimen de miedo y represión por parte del aparato chavista despojó a sus ciudadanos de toda esperanza y motivación por seguir defendiendo su autonomía y garantías fundamentales. Al mismo tiempo, esta imposición tergiversó el concepto de la democracia en la mente de los venezolanos, ya que conceptos como la representatividad y el pluralismo fueron reemplazados por eslóganes, beneficios y personalismo.
Esta dinámica tuvo un efecto directo sobre la incapacidad para formar una verdadera oposición, ya que el costo de participar en la arena política se tradujo en pactos con el régimen a fin de afianzar ciertos beneficios personales. Por esta razón, el movimiento liderado por María Corina Machado representa una oposición de verdad. Analizando la trayectoria de Machado, es posible notar que su carrera no parte de las ansias por alcanzar el poder, sino de vigilarlo y limitarlo. Esto se debe a que su participación política inició con la fundación de una organización de observación electoral, lo cual demuestra su intención de promover un cambio de “abajo para arriba”, no negociando con el poder. En otras palabras, el movimiento de Machado supone ser un regreso a las raíces del ejercicio democrático: una oposición construida sobre la participación, la observación y el monitoreo, alejada de la violencia y la persecución.
El premio Nobel, más que un reconocimiento individual, representa una victoria para la verdadera democracia, una que descansa más allá de las instituciones formales. La realidad es que, como lo refleja la lucha diaria de los venezolanos, la democracia es un sistema que se sostiene sobre el factor humano, cuya garantía es la protección de los derechos y libertades.
Este premio trasciende las batallas ideológicas y se asienta en el corazón de los valores occidentales. Es un recordatorio sobre cómo la libertad no es un comodín con el que se puede negociar, sino que es un pilar fundamental para la vida en sociedad.