Claudia Sheinbaum: un poder tutelado
Es momento que Sheinbaum muestre sus verdaderos colores y señalice el rumbo que tomará su gobierno.
México tiene presidente. Tras un año electoral cargado de incertidumbre, polarización y violencia política, además de unos meses de transición que pusieron en duda la estabilidad política del país, el país finalmente llegó a la transición de poder. Contraria a la corriente anti-incumbente en el que se ve inmersa la región latinoamericana, los mexicanos votaron por la continuidad de Morena por un sexenio más.
Ahora bien, el panorama institucional es muy diferente al que mantuvo a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en el gobierno, dado que la presencia del partido oficialista no solo ha incrementado a nivel geográfico, sino que también en fuerza política. Esto se debe a que Morena ya cuenta con la mayoría de facto en ambas cámaras legislativas y, posiblemente después de la primera elección popular de jueces, también cuente con el apoyo del judicial. De esta manera, el panorama institucional será favorable para el avance de cualquier reforma que apetezca al ejecutivo.
Ahora bien, ¿quién es Claudia Sheinbaum? Realmente, poco se sabe de esta figura, ya que a lo largo de los últimos años se ha mantenido en la sombra de AMLO. Es más, hasta el momento se desconoce qué porción del nuevo gobierno fue impuesto por el exmandatario y cuál fue impulsado por iniciativa propia. Esta situación genera incertidumbre, particularmente por dos vías. Por un lado, así como se podría esperar un copia-pega del gobierno anterior, dados los tintes ideológicos que ha mostrado la presidente, también existe la posibilidad de que la administración tome un giro orientado hacia el radicalismo. Por otro lado, pese a que AMLO anunció su retiro de la política partidista, la estrategia que implementará Sheinbaum para distanciarse de esa línea política todavía está por conocerse.
Entre el pragmatismo y el obradorismo
En términos generales, Claudia Sheinbaum es una científica de profesión, lo cual ha incidido significativamente en la manera en la que entiende el ejercicio del poder, como se demostró durante su período como alcaldesa en la Ciudad de México. Dada su trayectoria en la academia, su enfoque de gobierno siempre ha sido más pragmático, racional y apegado a los datos. Por ende, independientemente de la cercanía con el exmandatario, se podría esperar que su agenda política esté marcada por una ideología de izquierda más parecida a la del libro de texto y menos apegada al obradorismo. Es decir, la presidente, en vez de montarse en el carro del nuevo socialismo latinoamericano, podría favorecer medidas más tecnocráticas y previsibles.
El reto es inmenso y la decisión de superar al “maestro” aún más. Por lo tanto, es momento que Sheinbaum muestre sus verdaderos colores y señalice el rumbo que tomará su gobierno.
Los próximos meses serán decisivos dentro de la política mexicana, dado que Sheinbaum deberá decidir entre revelarse ante su tutor y predecesor en la Presidencia, a fin de avanzar su propio programa político, o agachar la cabeza y permitir que AMLO tutele su poder, apostando por seis años más de lo mismo. En el primer escenario, Sheinbaum se vería obligada a temperar su discurso político a fin de ganar poder de negociación, acercándose al centrismo del espectro político. En este caso, la presidente tendría que ceder puestos clave dentro de la administración para mostrar un parteaguas entre su gobierno y el de su predecesor. En el escenario contrario, las políticas obradoristas, marcadas por tendencias populistas y medidas favorables a agrupaciones como los obreros y los sindicatos, profundizarían entre las capas sociales.
Los tres pilares del poder morenista
En este sentido, los tres pilares que serán determinantes para la Presidencia de Sheinbaum lo constituyen el sector eléctrico, la educación y la seguridad. Esto se debe a que, de tomar un rumbo diferente, estos tres ámbitos de poder podrían make or break el proyecto político de Morena.
En primer lugar, la hostilidad del gobierno de AMLO hacia las empresas privadas, particularmente en el sector eléctrico, se ha traducido en apagones masivos a lo largo del país. Como consecuencia de esto, la política energética de Estado ha mostrado debilidades significativas en su gestión. No obstante, pese a que la nacionalización de la producción energética es uno de los bastiones del discurso político, tanto de AMLO, como de Sheinbaum, el pasado académico, específicamente en el ámbito eléctrico, podría incidir positivamente. Es decir, si la administración promete gobernar con los datos y la ciencia de su lado, una liberalización del sector eléctrico podría estar en el horizonte cercano de México.
Otros dos frentes que serán determinantes en la gestión son la educación y la salud. En la educación, la entrega gratuita de libros de textos ha sido la política insignia de los gobiernos mexicanos, no obstante, los datos indican que el avance educativo se ha estancado debido a la centralización en la dirección del currículum nacional. Adicionalmente, durante este último sexenio el sector sanitario observó un deterioro significativo debido al abandono y la priorización de políticas más de tono ideológico, dejando de lado la provisión de calidad de los servicios básicos. Ahora bien, tomando en cuenta el panorama institucional y la fuerza política con la que cuenta el partido oficial, es el momento que el Ejecutivo se plantee la posibilidad de introducir reformas sistemáticas en ambos sectores, dejando de lado la agenda política y priorizando los resultados y la eficiencia.
El reto es inmenso y la decisión de superar al “maestro” aún más. Por lo tanto, es momento que Sheinbaum muestre sus verdaderos colores y señalice el rumbo que tomará su gobierno.
Claudia Sheinbaum: un poder tutelado
Es momento que Sheinbaum muestre sus verdaderos colores y señalice el rumbo que tomará su gobierno.
México tiene presidente. Tras un año electoral cargado de incertidumbre, polarización y violencia política, además de unos meses de transición que pusieron en duda la estabilidad política del país, el país finalmente llegó a la transición de poder. Contraria a la corriente anti-incumbente en el que se ve inmersa la región latinoamericana, los mexicanos votaron por la continuidad de Morena por un sexenio más.
Ahora bien, el panorama institucional es muy diferente al que mantuvo a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en el gobierno, dado que la presencia del partido oficialista no solo ha incrementado a nivel geográfico, sino que también en fuerza política. Esto se debe a que Morena ya cuenta con la mayoría de facto en ambas cámaras legislativas y, posiblemente después de la primera elección popular de jueces, también cuente con el apoyo del judicial. De esta manera, el panorama institucional será favorable para el avance de cualquier reforma que apetezca al ejecutivo.
Ahora bien, ¿quién es Claudia Sheinbaum? Realmente, poco se sabe de esta figura, ya que a lo largo de los últimos años se ha mantenido en la sombra de AMLO. Es más, hasta el momento se desconoce qué porción del nuevo gobierno fue impuesto por el exmandatario y cuál fue impulsado por iniciativa propia. Esta situación genera incertidumbre, particularmente por dos vías. Por un lado, así como se podría esperar un copia-pega del gobierno anterior, dados los tintes ideológicos que ha mostrado la presidente, también existe la posibilidad de que la administración tome un giro orientado hacia el radicalismo. Por otro lado, pese a que AMLO anunció su retiro de la política partidista, la estrategia que implementará Sheinbaum para distanciarse de esa línea política todavía está por conocerse.
Entre el pragmatismo y el obradorismo
En términos generales, Claudia Sheinbaum es una científica de profesión, lo cual ha incidido significativamente en la manera en la que entiende el ejercicio del poder, como se demostró durante su período como alcaldesa en la Ciudad de México. Dada su trayectoria en la academia, su enfoque de gobierno siempre ha sido más pragmático, racional y apegado a los datos. Por ende, independientemente de la cercanía con el exmandatario, se podría esperar que su agenda política esté marcada por una ideología de izquierda más parecida a la del libro de texto y menos apegada al obradorismo. Es decir, la presidente, en vez de montarse en el carro del nuevo socialismo latinoamericano, podría favorecer medidas más tecnocráticas y previsibles.
El reto es inmenso y la decisión de superar al “maestro” aún más. Por lo tanto, es momento que Sheinbaum muestre sus verdaderos colores y señalice el rumbo que tomará su gobierno.
Los próximos meses serán decisivos dentro de la política mexicana, dado que Sheinbaum deberá decidir entre revelarse ante su tutor y predecesor en la Presidencia, a fin de avanzar su propio programa político, o agachar la cabeza y permitir que AMLO tutele su poder, apostando por seis años más de lo mismo. En el primer escenario, Sheinbaum se vería obligada a temperar su discurso político a fin de ganar poder de negociación, acercándose al centrismo del espectro político. En este caso, la presidente tendría que ceder puestos clave dentro de la administración para mostrar un parteaguas entre su gobierno y el de su predecesor. En el escenario contrario, las políticas obradoristas, marcadas por tendencias populistas y medidas favorables a agrupaciones como los obreros y los sindicatos, profundizarían entre las capas sociales.
Los tres pilares del poder morenista
En este sentido, los tres pilares que serán determinantes para la Presidencia de Sheinbaum lo constituyen el sector eléctrico, la educación y la seguridad. Esto se debe a que, de tomar un rumbo diferente, estos tres ámbitos de poder podrían make or break el proyecto político de Morena.
En primer lugar, la hostilidad del gobierno de AMLO hacia las empresas privadas, particularmente en el sector eléctrico, se ha traducido en apagones masivos a lo largo del país. Como consecuencia de esto, la política energética de Estado ha mostrado debilidades significativas en su gestión. No obstante, pese a que la nacionalización de la producción energética es uno de los bastiones del discurso político, tanto de AMLO, como de Sheinbaum, el pasado académico, específicamente en el ámbito eléctrico, podría incidir positivamente. Es decir, si la administración promete gobernar con los datos y la ciencia de su lado, una liberalización del sector eléctrico podría estar en el horizonte cercano de México.
Otros dos frentes que serán determinantes en la gestión son la educación y la salud. En la educación, la entrega gratuita de libros de textos ha sido la política insignia de los gobiernos mexicanos, no obstante, los datos indican que el avance educativo se ha estancado debido a la centralización en la dirección del currículum nacional. Adicionalmente, durante este último sexenio el sector sanitario observó un deterioro significativo debido al abandono y la priorización de políticas más de tono ideológico, dejando de lado la provisión de calidad de los servicios básicos. Ahora bien, tomando en cuenta el panorama institucional y la fuerza política con la que cuenta el partido oficial, es el momento que el Ejecutivo se plantee la posibilidad de introducir reformas sistemáticas en ambos sectores, dejando de lado la agenda política y priorizando los resultados y la eficiencia.
El reto es inmenso y la decisión de superar al “maestro” aún más. Por lo tanto, es momento que Sheinbaum muestre sus verdaderos colores y señalice el rumbo que tomará su gobierno.