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Carreteras sin chapuces

Si queremos dejar de chapucear la red vial y limitarnos a atender emergencias es necesario apostar por la planificación basada en evidencia para optimizar el presupuesto.

.
Jorge Benavides |
18 de junio, 2024

Durante algunos años tuve la oportunidad de acceder a los datos sobre la evaluación de la Red Vial en Guatemala, la cual se hacía a través del Índice de Condición del Pavimento (PCI). La última vez que recuerdo hubo datos públicos fue en 2016 y el PCI se situaba en 50.43 puntos, lo que implica que la red vial se encontraba en la fase de deterioro acelerado (en 2012, el valor del PCI era 76.76 puntos, siendo 75 puntos el punto de referencia para detectar deterioro).

¿Qué nos dice esta información? La continua medición de la calidad de la red vial permite identificar el momento adecuado cuando debe hacerse una intervención, ya que si no se invierte en mantenimiento preventivo, el costo de mantenimiento mayor puede multiplicarse por siete y el costo de reconstrucción puede ser hasta 30 veces el monto que se debió invertir originalmente en prevención.

¿Cómo estamos hoy? Lastimosamente, la decisión de los últimos dos gobiernos fue dejar de hacer esta medición, o al menos de hacer públicos los resultados en caso de que se midieran. Aunado a esto, la información disponible sobre inversión en tramos nuevos, crecimiento del parque vehicular, incremento de la carga, afectación por desastres naturales y escaso presupuesto en mantenimiento, nos guía a concluir que no estamos mejor que en 2016, y probablemente estemos peor.

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De referencia, en 2023 la empresa Gisystems presentó algunos datos sobre el estado de la Red Vial, indicando que para un total aproximado de 11,000 kilómetros que tiene el programa de Conservación Vial (COVIAL) bajo su responsabilidad, 50.1% de los kilómetros está en las categorías de bueno a excelente; 32.27% en condición regular; 15.06% en condición mala, y 2.57% en condición muy mala y colapsada. Visto de otra forma, 7,711 kilómetros necesitan una inversión en mantenimiento, divididos en: 2,320 kilómetros mantenimiento preventivo; 2,560 kilómetros mantenimiento menor; 1,877 kilómetros mantenimiento mayor, y 953 kilómetros necesitan rehabilitación y/o reconstrucción. El monto aproximado para cubrir estos rubros se estima en Q. 8,623.4 millones, más de 4 veces el presupuesto actual de COVIAL.

Si queremos dejar de chapucear la red vial y limitarnos a atender emergencias es necesario apostar por la planificación basada en evidencia para optimizar el presupuesto. El modelo cambiará sólo cuando se tomen las decisiones trascendentales en la dirección correcta.

¿Se puede hacer algo diferente? La respuesta rápida es sí, pero implica tomar decisiones contundentes por parte de las autoridades. En 2022 se invirtió por parte del Plan “Guatemala No Se Detiene” en adquirir el software y la capacitación para el uso de la herramienta HDM-4 (Highway Development and Manager System, en su versión 4), habiendo participado más de 40 personas provenientes del gobierno central, municipalidades, academia, colegios profesionales, sector privado y sociedad civil. Con la participación de expertos internacionales se dieron las capacitaciones y se adquirieron las licencias y el equipo, se calibró la herramienta y se instaló el sistema en el Ministerio de Comunicaciones.

Esta herramienta permite, como ya lo hace en muchos países, analizar la situación de la red vial teniendo de referencia parámetros como materiales de construcción y su deterioro estimado, parque vehicular, carga movilizada, precipitación pluvial, proyección de uso por urbanización, afectación por desastres naturales y variables conexas. Con esta información, el sistema prioriza periódicamente los tramos que necesitan algún tipo de intervención y el costo de realizarlo, con el fin de evitar desastres y costos mayores. Asimismo, ante un presupuesto limitado, ayuda a priorizar las intervenciones con mayor urgencia y que son clave para mantener funcionando los circuitos logísticos primarios del país.

¿Qué deben hacer las autoridades? Desde el año pasado se encuentra en los escritorios del Ministerio de Comunicaciones el Acuerdo Ministerial que crea la unidad responsable de utilizar esta herramienta, obligando que la planificación del mantenimiento se haga con base en datos y no partiendo de ocurrencias. Si queremos dejar de chapucear la red vial y limitarnos a atender emergencias es necesario apostar por la planificación basada en evidencia para optimizar el presupuesto. El modelo cambiará sólo cuando se tomen las decisiones trascendentales en la dirección correcta.

Carreteras sin chapuces

Si queremos dejar de chapucear la red vial y limitarnos a atender emergencias es necesario apostar por la planificación basada en evidencia para optimizar el presupuesto.

Jorge Benavides |
18 de junio, 2024
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Durante algunos años tuve la oportunidad de acceder a los datos sobre la evaluación de la Red Vial en Guatemala, la cual se hacía a través del Índice de Condición del Pavimento (PCI). La última vez que recuerdo hubo datos públicos fue en 2016 y el PCI se situaba en 50.43 puntos, lo que implica que la red vial se encontraba en la fase de deterioro acelerado (en 2012, el valor del PCI era 76.76 puntos, siendo 75 puntos el punto de referencia para detectar deterioro).

¿Qué nos dice esta información? La continua medición de la calidad de la red vial permite identificar el momento adecuado cuando debe hacerse una intervención, ya que si no se invierte en mantenimiento preventivo, el costo de mantenimiento mayor puede multiplicarse por siete y el costo de reconstrucción puede ser hasta 30 veces el monto que se debió invertir originalmente en prevención.

¿Cómo estamos hoy? Lastimosamente, la decisión de los últimos dos gobiernos fue dejar de hacer esta medición, o al menos de hacer públicos los resultados en caso de que se midieran. Aunado a esto, la información disponible sobre inversión en tramos nuevos, crecimiento del parque vehicular, incremento de la carga, afectación por desastres naturales y escaso presupuesto en mantenimiento, nos guía a concluir que no estamos mejor que en 2016, y probablemente estemos peor.

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De referencia, en 2023 la empresa Gisystems presentó algunos datos sobre el estado de la Red Vial, indicando que para un total aproximado de 11,000 kilómetros que tiene el programa de Conservación Vial (COVIAL) bajo su responsabilidad, 50.1% de los kilómetros está en las categorías de bueno a excelente; 32.27% en condición regular; 15.06% en condición mala, y 2.57% en condición muy mala y colapsada. Visto de otra forma, 7,711 kilómetros necesitan una inversión en mantenimiento, divididos en: 2,320 kilómetros mantenimiento preventivo; 2,560 kilómetros mantenimiento menor; 1,877 kilómetros mantenimiento mayor, y 953 kilómetros necesitan rehabilitación y/o reconstrucción. El monto aproximado para cubrir estos rubros se estima en Q. 8,623.4 millones, más de 4 veces el presupuesto actual de COVIAL.

Si queremos dejar de chapucear la red vial y limitarnos a atender emergencias es necesario apostar por la planificación basada en evidencia para optimizar el presupuesto. El modelo cambiará sólo cuando se tomen las decisiones trascendentales en la dirección correcta.

¿Se puede hacer algo diferente? La respuesta rápida es sí, pero implica tomar decisiones contundentes por parte de las autoridades. En 2022 se invirtió por parte del Plan “Guatemala No Se Detiene” en adquirir el software y la capacitación para el uso de la herramienta HDM-4 (Highway Development and Manager System, en su versión 4), habiendo participado más de 40 personas provenientes del gobierno central, municipalidades, academia, colegios profesionales, sector privado y sociedad civil. Con la participación de expertos internacionales se dieron las capacitaciones y se adquirieron las licencias y el equipo, se calibró la herramienta y se instaló el sistema en el Ministerio de Comunicaciones.

Esta herramienta permite, como ya lo hace en muchos países, analizar la situación de la red vial teniendo de referencia parámetros como materiales de construcción y su deterioro estimado, parque vehicular, carga movilizada, precipitación pluvial, proyección de uso por urbanización, afectación por desastres naturales y variables conexas. Con esta información, el sistema prioriza periódicamente los tramos que necesitan algún tipo de intervención y el costo de realizarlo, con el fin de evitar desastres y costos mayores. Asimismo, ante un presupuesto limitado, ayuda a priorizar las intervenciones con mayor urgencia y que son clave para mantener funcionando los circuitos logísticos primarios del país.

¿Qué deben hacer las autoridades? Desde el año pasado se encuentra en los escritorios del Ministerio de Comunicaciones el Acuerdo Ministerial que crea la unidad responsable de utilizar esta herramienta, obligando que la planificación del mantenimiento se haga con base en datos y no partiendo de ocurrencias. Si queremos dejar de chapucear la red vial y limitarnos a atender emergencias es necesario apostar por la planificación basada en evidencia para optimizar el presupuesto. El modelo cambiará sólo cuando se tomen las decisiones trascendentales en la dirección correcta.

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