Atrévete a pensar por ti mismo
Vivió la vida de otros, pero nunca la suya propia. Nunca se atrevió a pensar sobre que quería realmente. ¿Te atreverás a pensar por ti mismo?
Kant y Rand consideran que uno debe regir su conducta guiado por la recta razón. Ambos coinciden en que el razonamiento independiente, el formarse un criterio por uno mismo, es de importancia esencial. Kant lo manifiesta en su famoso ensayo Qué es la Ilustración, en donde pone la sentencia sapere aude, atrévete a pensar por ti mismo y deja de depender de la guía de otro como si fueras un menor de edad:
“Ilustración significa el abandono por parte del hombre de un tutelaje cuyo responsable es él mismo. Este tutelaje significa la incapacidad para servirse de su entendimiento sin verse guiado por algún otro. Uno mismo es el culpable de dicho tutelaje cuando su causa no reside en la falta de entendimiento, sino en la falta de resolución y valor para servirse del suyo propio sin la guía del de algún otro. ¡Sapere aude! ¡Ten valor de usar tu propio entendimiento! Tal es el lema de la ilustración.”
Rand, por su parte, considera el razonamiento independiente como una virtud derivada de la racionalidad. Significa la aceptación de la responsabilidad de formar los propios juicios y de vivir según el trabajo de la propia mente, que es la virtud de la independencia; y que uno nunca debe sacrificar sus convicciones a las opiniones o deseos de los demás, que es la virtud de la integridad. El peor pecado según Rand es no atreverse a pensar por uno mismo y abandonarse ciegamente al tutelaje de otro.
Rand elabora este principio en su novela El Manantial. Establece una comparación a lo largo de la novela entre el hombre de pensamiento independiente, Howard Roark, y el de “segunda mano”, Peter Keating, cuyos juicios son réplicas de los de otros. Por medio de este recurso literario, contrastando a los dos personajes y la reacción de la sociedad ante ellos, define Rand el carácter personal de Roark, quien es la quintaesencia del espíritu noble, el hombre autosuficiente, con confianza en sí mismo, racional, el librepensador que vive su vida como la quiere.
El peor pecado según Rand es no atreverse a pensar por uno mismo y abandonarse ciegamente al tutelaje de otro.
Keating es un hombre muy hábil, con el potencial intelectual de llegar a ser un pintor excelente, de primera –su ambición original. Pero, como no se atreve a ser un pensador independiente, ve coartado el desarrollo de sus habilidades y, por tanto, de su potencial. El éxito en lo que uno realmente quiere y el desarrollo de las habilidades para alcanzarlo, requiere razonamiento independiente. El problema básico de Keating es que no puede seguir su propio criterio porque, de hecho, no tiene criterio. Rand lo muestra en varias escenas, como cuando Keating le pregunta a Roark si debiera ir a estudiar a París o aceptar el empleo que le ofrece Guy Francon:
“«Es sobre mi beca. El Premio de París que gané.»
«¿Sí?»
«Es por cuatro años. Pero por el otro lado, Guy Francon me ofreció empleo con él hace un tiempo. Hoy dijo que la oferta sigue en pie. Y no se cual opción tomar.»
Roark lo miró; los dedos de Roark se movían lentamente golpeando las gradas.
«Si quieres mi consejo, Peter,» dijo al fin, «ya cometiste un error. Al preguntarme. Al preguntarle a cualquiera. Nunca le preguntes a la gente. No sobre tu trabajo. ¿No sabes lo que quieres? ¿Cómo puedes soportarlo, el no saber?»”1
Al final, Peter Keating no tiene nada que mostrar de su vida, nada que realmente haya querido. Estudió no lo que él quería –pintura–, sino lo que su madre quiso, arquitectura. Se casó no con Catherine Halsey, la mujer que amaba, sino con Dominique Francon, a quien no amaba, porque Toohey quiere que lo haga. De hecho, Peter no ha tenido vida. Vivió la vida de otros, pero nunca la suya propia. Nunca se atrevió a pensar sobre que quería realmente.
¿Te atreverás a pensar por ti mismo?
1Ayn Rand. The Fountainhead (Indianapolis, Bobbs-Merrill, 1976), 21
Atrévete a pensar por ti mismo
Vivió la vida de otros, pero nunca la suya propia. Nunca se atrevió a pensar sobre que quería realmente. ¿Te atreverás a pensar por ti mismo?
Kant y Rand consideran que uno debe regir su conducta guiado por la recta razón. Ambos coinciden en que el razonamiento independiente, el formarse un criterio por uno mismo, es de importancia esencial. Kant lo manifiesta en su famoso ensayo Qué es la Ilustración, en donde pone la sentencia sapere aude, atrévete a pensar por ti mismo y deja de depender de la guía de otro como si fueras un menor de edad:
“Ilustración significa el abandono por parte del hombre de un tutelaje cuyo responsable es él mismo. Este tutelaje significa la incapacidad para servirse de su entendimiento sin verse guiado por algún otro. Uno mismo es el culpable de dicho tutelaje cuando su causa no reside en la falta de entendimiento, sino en la falta de resolución y valor para servirse del suyo propio sin la guía del de algún otro. ¡Sapere aude! ¡Ten valor de usar tu propio entendimiento! Tal es el lema de la ilustración.”
Rand, por su parte, considera el razonamiento independiente como una virtud derivada de la racionalidad. Significa la aceptación de la responsabilidad de formar los propios juicios y de vivir según el trabajo de la propia mente, que es la virtud de la independencia; y que uno nunca debe sacrificar sus convicciones a las opiniones o deseos de los demás, que es la virtud de la integridad. El peor pecado según Rand es no atreverse a pensar por uno mismo y abandonarse ciegamente al tutelaje de otro.
Rand elabora este principio en su novela El Manantial. Establece una comparación a lo largo de la novela entre el hombre de pensamiento independiente, Howard Roark, y el de “segunda mano”, Peter Keating, cuyos juicios son réplicas de los de otros. Por medio de este recurso literario, contrastando a los dos personajes y la reacción de la sociedad ante ellos, define Rand el carácter personal de Roark, quien es la quintaesencia del espíritu noble, el hombre autosuficiente, con confianza en sí mismo, racional, el librepensador que vive su vida como la quiere.
El peor pecado según Rand es no atreverse a pensar por uno mismo y abandonarse ciegamente al tutelaje de otro.
Keating es un hombre muy hábil, con el potencial intelectual de llegar a ser un pintor excelente, de primera –su ambición original. Pero, como no se atreve a ser un pensador independiente, ve coartado el desarrollo de sus habilidades y, por tanto, de su potencial. El éxito en lo que uno realmente quiere y el desarrollo de las habilidades para alcanzarlo, requiere razonamiento independiente. El problema básico de Keating es que no puede seguir su propio criterio porque, de hecho, no tiene criterio. Rand lo muestra en varias escenas, como cuando Keating le pregunta a Roark si debiera ir a estudiar a París o aceptar el empleo que le ofrece Guy Francon:
“«Es sobre mi beca. El Premio de París que gané.»
«¿Sí?»
«Es por cuatro años. Pero por el otro lado, Guy Francon me ofreció empleo con él hace un tiempo. Hoy dijo que la oferta sigue en pie. Y no se cual opción tomar.»
Roark lo miró; los dedos de Roark se movían lentamente golpeando las gradas.
«Si quieres mi consejo, Peter,» dijo al fin, «ya cometiste un error. Al preguntarme. Al preguntarle a cualquiera. Nunca le preguntes a la gente. No sobre tu trabajo. ¿No sabes lo que quieres? ¿Cómo puedes soportarlo, el no saber?»”1
Al final, Peter Keating no tiene nada que mostrar de su vida, nada que realmente haya querido. Estudió no lo que él quería –pintura–, sino lo que su madre quiso, arquitectura. Se casó no con Catherine Halsey, la mujer que amaba, sino con Dominique Francon, a quien no amaba, porque Toohey quiere que lo haga. De hecho, Peter no ha tenido vida. Vivió la vida de otros, pero nunca la suya propia. Nunca se atrevió a pensar sobre que quería realmente.
¿Te atreverás a pensar por ti mismo?
1Ayn Rand. The Fountainhead (Indianapolis, Bobbs-Merrill, 1976), 21