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Ante la adversidad, un baño de pureza 

Foto por Johan Ordóñez / AFP
Marimaite Rayo |
06 de marzo, 2025

Hacer gobierno no es una tarea fácil. Este ejercicio de poder implica altos costos, tanto a nivel personal, como en el ámbito laboral. Entre el abanico de carreras profesionales, la política se encuentra entre una de las áreas en donde los valores, la moral y la ética personal son puestas a prueba, dado que, así como genera enormes ganancias, también acarrea el mismo tamaño de responsabilidades. Estas condiciones son conocidas por todos, por lo que, una vez se entra en política, aunque el camino pueda estar lleno de piedras, el balance final de la gestión estará marcado por cómo se sobrelleven las consecuencias de las decisiones individuales. 

Todas estas condiciones son la letra pequeña de la que nadie habla cuando se asume una posición de liderazgo, ya que son las sombras y luces que ocultan la grandeza del ejercicio del poder. Sin embargo, como signo de madurez política, quien triunfe será quien sepa cómo sobrellevar, tanto lo positivo, como lo negativo de esta posición. Evidentemente, este no es el caso del partido cancelado, Movimiento Semilla, el cual, tomando en cuenta su récord en esta última legislatura, ha demostrado ser incapaz de llevar la batuta del oficialismo. 

Como tirar la piedra y esconder la mano

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Aunque estar en la posición del oficialismo dentro de un sistema de gobierno garantiza grandes oportunidades y recompensas, también implica grandes costos y responsabilidades. Por ello, no se vale mostrarse al público únicamente cuando las noticias son buenas, el verdadero liderazgo aparece cuando las adversidades surgen y se asumen de frente y sin tapujos. 

Semilla, indispuestos a asumir esta dualidad del poder, ha optado por jugar un juego ambivalente en el que, cuando el carro camina bien sí son oficialistas, pero cuando el camino se tuerce, se esconden en las bancas de la oposición, una posición en la que se sienten cómodos y conoces el manual de instrucciones. Esta actitud se ha evidenciado, especialmente, en los casos en donde sus decisiones en el hemiciclo repercuten de forma directa sobre su imagen pública. 

Hacer gobierno no es fácil; es un trabajo que pone a prueba hasta la última fibra de moralidad. Por lo tanto, si no se está dispuesto a asumir la crítica y las consecuencias, es mejor permanecer al margen.

El último caso que siguió este patrón de comportamiento fue su “inesperado” silencio ante el aumento salarial de los diputados del Congreso, lo cual, en otras palabras, fue un asalto injustificado a los bolsillos de los guatemaltecos. En palabras del presidente del Congreso, quien alguna vez se presentó como un aliado del oficialismo, “el que calla otorga” y Semilla, pese a caracterizarse por ser muy vocales en redes sociales y en el hemiciclo, calló y junto con esta decisión, también decepcionó y traicionó a un electorado que, confiado en que “las cosas serían diferentes”, le dio su confianza. En pocas palabras, tiraron la piedra y luego escondieron la mano. 

Así pues, conscientes de la falta de congruencia entre su narrativa y sus acciones, optaron por una conferencia de prensa y unas palabras en las calles frente a las puertas del Congreso para anunciar su intención de donar los centavitos extras que les sobrarían en el bolsillo. Sin embargo, el detalle que pasaron por alto es que, como tanto lo defendieron cuando estaban en la oposición, la ciudadanía no es ignorante y ejerce fiscalización. 

Por lo tanto, ya no hay margen para el “borrón y cuenta nueva”. Ante los ojos de su electorado y la ciudadanía completa, perdieron esta partida y, como tal, deben asumir los costos de sus acciones. 

Nuevamente, hacer gobierno no es fácil; es un trabajo que pone a prueba hasta la última fibra de moralidad. Por lo tanto, si no se está dispuesto a asumir la crítica y las consecuencias, es mejor permanecer al margen. Lo que vemos hoy en el Congreso, particularmente entre los miembros del oficialismo, es una doble moral, ya que, ante el público todos son benevolentes, mientras que en la sombra de su curul los intereses particulares se imponen.

Ante la adversidad, un baño de pureza 

Marimaite Rayo |
06 de marzo, 2025
Foto por Johan Ordóñez / AFP

Hacer gobierno no es una tarea fácil. Este ejercicio de poder implica altos costos, tanto a nivel personal, como en el ámbito laboral. Entre el abanico de carreras profesionales, la política se encuentra entre una de las áreas en donde los valores, la moral y la ética personal son puestas a prueba, dado que, así como genera enormes ganancias, también acarrea el mismo tamaño de responsabilidades. Estas condiciones son conocidas por todos, por lo que, una vez se entra en política, aunque el camino pueda estar lleno de piedras, el balance final de la gestión estará marcado por cómo se sobrelleven las consecuencias de las decisiones individuales. 

Todas estas condiciones son la letra pequeña de la que nadie habla cuando se asume una posición de liderazgo, ya que son las sombras y luces que ocultan la grandeza del ejercicio del poder. Sin embargo, como signo de madurez política, quien triunfe será quien sepa cómo sobrellevar, tanto lo positivo, como lo negativo de esta posición. Evidentemente, este no es el caso del partido cancelado, Movimiento Semilla, el cual, tomando en cuenta su récord en esta última legislatura, ha demostrado ser incapaz de llevar la batuta del oficialismo. 

Como tirar la piedra y esconder la mano

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Aunque estar en la posición del oficialismo dentro de un sistema de gobierno garantiza grandes oportunidades y recompensas, también implica grandes costos y responsabilidades. Por ello, no se vale mostrarse al público únicamente cuando las noticias son buenas, el verdadero liderazgo aparece cuando las adversidades surgen y se asumen de frente y sin tapujos. 

Semilla, indispuestos a asumir esta dualidad del poder, ha optado por jugar un juego ambivalente en el que, cuando el carro camina bien sí son oficialistas, pero cuando el camino se tuerce, se esconden en las bancas de la oposición, una posición en la que se sienten cómodos y conoces el manual de instrucciones. Esta actitud se ha evidenciado, especialmente, en los casos en donde sus decisiones en el hemiciclo repercuten de forma directa sobre su imagen pública. 

Hacer gobierno no es fácil; es un trabajo que pone a prueba hasta la última fibra de moralidad. Por lo tanto, si no se está dispuesto a asumir la crítica y las consecuencias, es mejor permanecer al margen.

El último caso que siguió este patrón de comportamiento fue su “inesperado” silencio ante el aumento salarial de los diputados del Congreso, lo cual, en otras palabras, fue un asalto injustificado a los bolsillos de los guatemaltecos. En palabras del presidente del Congreso, quien alguna vez se presentó como un aliado del oficialismo, “el que calla otorga” y Semilla, pese a caracterizarse por ser muy vocales en redes sociales y en el hemiciclo, calló y junto con esta decisión, también decepcionó y traicionó a un electorado que, confiado en que “las cosas serían diferentes”, le dio su confianza. En pocas palabras, tiraron la piedra y luego escondieron la mano. 

Así pues, conscientes de la falta de congruencia entre su narrativa y sus acciones, optaron por una conferencia de prensa y unas palabras en las calles frente a las puertas del Congreso para anunciar su intención de donar los centavitos extras que les sobrarían en el bolsillo. Sin embargo, el detalle que pasaron por alto es que, como tanto lo defendieron cuando estaban en la oposición, la ciudadanía no es ignorante y ejerce fiscalización. 

Por lo tanto, ya no hay margen para el “borrón y cuenta nueva”. Ante los ojos de su electorado y la ciudadanía completa, perdieron esta partida y, como tal, deben asumir los costos de sus acciones. 

Nuevamente, hacer gobierno no es fácil; es un trabajo que pone a prueba hasta la última fibra de moralidad. Por lo tanto, si no se está dispuesto a asumir la crítica y las consecuencias, es mejor permanecer al margen. Lo que vemos hoy en el Congreso, particularmente entre los miembros del oficialismo, es una doble moral, ya que, ante el público todos son benevolentes, mientras que en la sombra de su curul los intereses particulares se imponen.

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