China y Rusia están dando la lata. Por lo que concierne aquí en casa, corrió el rumor de que el régimen de Pekín había detenido el ingreso de exportaciones guatemaltecas de café y macadamias a la República Popular China. Los exportadores estaban preocupados y la Administración Arévalo informó que no existía medida alguna que detuviera el intercambio.
Una parte de mí lamenta que se hubieran perdido inversiones productivas por decisiones políticas, pero otra parte de mí piensa que si el rumor hubiera sido cierto nos hubiera dado una lección valiosa sobre hacer negocios con China o con cualquier régimen parecido. Si… ya sé que son las personas las que intercambian, y no los países, pero eso solo se aplica entre personas de países mayoritariamente libres. Cuando está involucrado un gobierno colectivista y totalitario, todo negocio está vinculado al régimen. En esas condiciones, el comercio es la continuación de la política por otros medios.
En esa dirección no fue raro que, en algunos ambientes, circulara la idea de que es necesario un acuerdo comercial entre Guatemala y China continental. Acuerdo que, por supuesto, solo se podría conseguir si los guatemaltecos abandonamos la amistad con Taiwán y tomamos la mano que nos ofrece el PCC.
¡Ojo!, que meterse con el régimen de Pekín no es cualquier cosa. En los últimos días, China ha estado haciendo ejercicios militares alrededor de Taiwán a modo de “castigo severo”. En aquel contexto, tras la noticia de que Japón apoyará a Taiwán en caso de una guerra, el embajador chino en Tokio advirtió que "El pueblo japonés será arrastrado a un infierno de fuego". Por su parte, el vocero del ministerio chino del Exterior amenazó con que “las fuerzas independentistas de Taiwán quedarán con las cabezas rotas y la sangre fluyendo después de chocar contra la gran hazaña china de lograr la reunificación completa”.
La guerra es una competencia para tomar decisiones rápidas y precisas
Pareciera que anda suelto Satanás, como dice la canción de Luis Eduardo Aute.
Mientras tanto, a medio camino entre Guatemala y China, el martes pasado en la noche, Rusia quitó las boyas de luz que marcan la frontera entre ese país y Estonia en el río Narva. Aparentemente, esto sucedió luego de que se reportara que Rusia intenta cambiar sus límites marinos con Estonia y Finlandia.
A Estonia le tengo cariño, porque cuando el ex primer ministro y reformador de ese país, Mart Laar, visitó Guatemala tuve la dicha de acompañarlos, a él y a su esposa a conocer Tikal.
En aquel estado de cosas, el comandante supremo de las fuerzas armadas de Suecia recién advirtió que Putin tiene sus ojos puestos en la isla sueca de Gotland, con el objetivo de controlar el mar Báltico.
Mi cuate @jlescriba recién recordó que “la guerra es una competencia para tomar decisiones rápidas y precisas”, de acuerdo con una observación de Carl von Clausewitz. No me preguntes cómo, pero “siento en los huesos” que don Diablo se ha escapado, como dice la canción de Miguel Bosé.
Si te interesan estos temas visita luisfi61.com/
¿Anda suelto Satanás?
Pareciera que anda suelto Satanás.
China y Rusia están dando la lata. Por lo que concierne aquí en casa, corrió el rumor de que el régimen de Pekín había detenido el ingreso de exportaciones guatemaltecas de café y macadamias a la República Popular China. Los exportadores estaban preocupados y la Administración Arévalo informó que no existía medida alguna que detuviera el intercambio.
Una parte de mí lamenta que se hubieran perdido inversiones productivas por decisiones políticas, pero otra parte de mí piensa que si el rumor hubiera sido cierto nos hubiera dado una lección valiosa sobre hacer negocios con China o con cualquier régimen parecido. Si… ya sé que son las personas las que intercambian, y no los países, pero eso solo se aplica entre personas de países mayoritariamente libres. Cuando está involucrado un gobierno colectivista y totalitario, todo negocio está vinculado al régimen. En esas condiciones, el comercio es la continuación de la política por otros medios.
En esa dirección no fue raro que, en algunos ambientes, circulara la idea de que es necesario un acuerdo comercial entre Guatemala y China continental. Acuerdo que, por supuesto, solo se podría conseguir si los guatemaltecos abandonamos la amistad con Taiwán y tomamos la mano que nos ofrece el PCC.
¡Ojo!, que meterse con el régimen de Pekín no es cualquier cosa. En los últimos días, China ha estado haciendo ejercicios militares alrededor de Taiwán a modo de “castigo severo”. En aquel contexto, tras la noticia de que Japón apoyará a Taiwán en caso de una guerra, el embajador chino en Tokio advirtió que "El pueblo japonés será arrastrado a un infierno de fuego". Por su parte, el vocero del ministerio chino del Exterior amenazó con que “las fuerzas independentistas de Taiwán quedarán con las cabezas rotas y la sangre fluyendo después de chocar contra la gran hazaña china de lograr la reunificación completa”.
La guerra es una competencia para tomar decisiones rápidas y precisas
Pareciera que anda suelto Satanás, como dice la canción de Luis Eduardo Aute.
Mientras tanto, a medio camino entre Guatemala y China, el martes pasado en la noche, Rusia quitó las boyas de luz que marcan la frontera entre ese país y Estonia en el río Narva. Aparentemente, esto sucedió luego de que se reportara que Rusia intenta cambiar sus límites marinos con Estonia y Finlandia.
A Estonia le tengo cariño, porque cuando el ex primer ministro y reformador de ese país, Mart Laar, visitó Guatemala tuve la dicha de acompañarlos, a él y a su esposa a conocer Tikal.
En aquel estado de cosas, el comandante supremo de las fuerzas armadas de Suecia recién advirtió que Putin tiene sus ojos puestos en la isla sueca de Gotland, con el objetivo de controlar el mar Báltico.
Mi cuate @jlescriba recién recordó que “la guerra es una competencia para tomar decisiones rápidas y precisas”, de acuerdo con una observación de Carl von Clausewitz. No me preguntes cómo, pero “siento en los huesos” que don Diablo se ha escapado, como dice la canción de Miguel Bosé.
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