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34 Municipios que hacen la diferencia

Ilustración por Angie Guerra / República
Jorge Benavides |
17 de diciembre, 2024

Aunque la competitividad es un concepto que el Foro Económico Mundial ha desarrollado y enriquecido desde 1979, he sido partícipe de un esfuerzo por replicar la aplicación de los doce pilares de la competitividad para medir comparativamente el desempeño de los municipios en Guatemala desde 2016.

En la versión 2024 del Índice de Competitividad Local (ICL), se evaluaron 340 municipios y las 10 ciudades intermedias incluidas en la Política Nacional de Competitividad. Uno de los grandes hallazgos es que solamente 34 municipios tienen una calificación por encima de los 60 puntos (de los cuales, 7 tienen una evaluación por encima de los 70 puntos), pero dado su nivel de competitividad, son capaces de producir en su territorio más del 50 % del PIB nacional.

Recientemente, SEGEPLAN actualizó después de 18 años los mapas de pobreza a nivel municipal, tratando de entender mejor la realidad diversa del país. No obstante, este tipo de ejercicios replican una retórica que sigue siendo insuficiente para Guatemala, ya que sigue poniendo la atención en las “causas” de la pobreza, siendo un fenómeno que no es causado, sino que es el resultado de hacer nada. Lo que sí tiene causas es el crecimiento y el desarrollo, y algunas de esas causas se reflejan en la medición de la competitividad.

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Si estos 34 municipios son capaces de producir más de 435 millardos de quetzales al año, un análisis de cómo lo lograron debiera captar la atención de los tomadores de decisión en el país. Con un PIB per cápita de USD 13 745 por año, la realidad de estos territorios es un poco más compleja y estructurada que la del municipio promedio en Guatemala.

En primer lugar, estos municipios comparten una institucionalidad sólida, con procesos de ordenamiento territorial bastante avanzados, una conflictividad prácticamente nula, gestión eficiente y transparente de los recursos disponibles, y seguridad controlada. Son municipios donde hay previsibilidad en la vida y en los negocios, sin sorpresas sobre las normas que están vigentes y que se aplican de forma uniforme a locales y foráneos.

La competencia en estos mercados se da por la certeza de las normas, no por la severidad ni la volatilidad de estas. No debería ser sorpresa, pero, por ser simples, muchas veces se olvidan los principios básicos de la competitividad, la productividad, el crecimiento sostenible y la mejora de los negocios.

En segundo lugar, la infraestructura existente brinda servicios de conectividad, logística y acceso a mercados, pero sin descuidar una calidad de vida en cuanto a servicios básicos de vivienda, electrificación, agua, saneamiento, y conectividad. No es que los municipios tengan resueltas sus necesidades de nueva y mejor infraestructura, pero se preocupan por gestionar sus activos para incrementar progresivamente las inversiones en el territorio.

En tercer lugar, estos territorios se han ocupado por tener políticas sostenibles en el tiempo en favor del desarrollo del capital humano, invirtiendo en la salud de la población en un inicio, pero también definiendo líneas claras de acción para garantizar que los aprendizajes derivados de la educación y de la capacitación sean aplicables a los retos productivos de un mundo globalizado y tecnificado.

Finalmente, los 34 municipios más competitivos de Guatemala tienen en común un mercado laboral dinámico y un mercado financiero amplio. Hay presencia de negocios y estos negocios son lícitos y formales, sujetos a la normativa vigente, pero sin llegar a restringir la capacidad de innovación. La competencia en estos mercados se da por la certeza de las normas, no por la severidad ni la volatilidad de estas.

No debería ser sorpresa, pero, por ser simples, muchas veces se olvidan los principios básicos de la competitividad, la productividad, el crecimiento sostenible y la mejora de los negocios. El objetivo de continuar midiendo el ICL todos los años es poder mostrar que las premisas son válidas y que los resultados tienen suficiente evidencia que los sustenta, no solo para replicar los éxitos, sino para detectar oportunamente los errores.

Una reflexión final: este tipo de ejercicios es posible realizarlos gracias a que existe una cultura de producción estadística en la mayoría de las oficinas de Gobierno, aunque lastimosamente hay excepciones. La exhortación que hago es a seguir produciendo datos oportunamente, en los niveles de desagregación que permitirán decisiones atinadas, y con la rigurosidad suficiente para poder realizar análisis con el grado de profundidad que necesita Guatemala.

34 Municipios que hacen la diferencia

Jorge Benavides |
17 de diciembre, 2024
Ilustración por Angie Guerra / República

Aunque la competitividad es un concepto que el Foro Económico Mundial ha desarrollado y enriquecido desde 1979, he sido partícipe de un esfuerzo por replicar la aplicación de los doce pilares de la competitividad para medir comparativamente el desempeño de los municipios en Guatemala desde 2016.

En la versión 2024 del Índice de Competitividad Local (ICL), se evaluaron 340 municipios y las 10 ciudades intermedias incluidas en la Política Nacional de Competitividad. Uno de los grandes hallazgos es que solamente 34 municipios tienen una calificación por encima de los 60 puntos (de los cuales, 7 tienen una evaluación por encima de los 70 puntos), pero dado su nivel de competitividad, son capaces de producir en su territorio más del 50 % del PIB nacional.

Recientemente, SEGEPLAN actualizó después de 18 años los mapas de pobreza a nivel municipal, tratando de entender mejor la realidad diversa del país. No obstante, este tipo de ejercicios replican una retórica que sigue siendo insuficiente para Guatemala, ya que sigue poniendo la atención en las “causas” de la pobreza, siendo un fenómeno que no es causado, sino que es el resultado de hacer nada. Lo que sí tiene causas es el crecimiento y el desarrollo, y algunas de esas causas se reflejan en la medición de la competitividad.

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Si estos 34 municipios son capaces de producir más de 435 millardos de quetzales al año, un análisis de cómo lo lograron debiera captar la atención de los tomadores de decisión en el país. Con un PIB per cápita de USD 13 745 por año, la realidad de estos territorios es un poco más compleja y estructurada que la del municipio promedio en Guatemala.

En primer lugar, estos municipios comparten una institucionalidad sólida, con procesos de ordenamiento territorial bastante avanzados, una conflictividad prácticamente nula, gestión eficiente y transparente de los recursos disponibles, y seguridad controlada. Son municipios donde hay previsibilidad en la vida y en los negocios, sin sorpresas sobre las normas que están vigentes y que se aplican de forma uniforme a locales y foráneos.

La competencia en estos mercados se da por la certeza de las normas, no por la severidad ni la volatilidad de estas. No debería ser sorpresa, pero, por ser simples, muchas veces se olvidan los principios básicos de la competitividad, la productividad, el crecimiento sostenible y la mejora de los negocios.

En segundo lugar, la infraestructura existente brinda servicios de conectividad, logística y acceso a mercados, pero sin descuidar una calidad de vida en cuanto a servicios básicos de vivienda, electrificación, agua, saneamiento, y conectividad. No es que los municipios tengan resueltas sus necesidades de nueva y mejor infraestructura, pero se preocupan por gestionar sus activos para incrementar progresivamente las inversiones en el territorio.

En tercer lugar, estos territorios se han ocupado por tener políticas sostenibles en el tiempo en favor del desarrollo del capital humano, invirtiendo en la salud de la población en un inicio, pero también definiendo líneas claras de acción para garantizar que los aprendizajes derivados de la educación y de la capacitación sean aplicables a los retos productivos de un mundo globalizado y tecnificado.

Finalmente, los 34 municipios más competitivos de Guatemala tienen en común un mercado laboral dinámico y un mercado financiero amplio. Hay presencia de negocios y estos negocios son lícitos y formales, sujetos a la normativa vigente, pero sin llegar a restringir la capacidad de innovación. La competencia en estos mercados se da por la certeza de las normas, no por la severidad ni la volatilidad de estas.

No debería ser sorpresa, pero, por ser simples, muchas veces se olvidan los principios básicos de la competitividad, la productividad, el crecimiento sostenible y la mejora de los negocios. El objetivo de continuar midiendo el ICL todos los años es poder mostrar que las premisas son válidas y que los resultados tienen suficiente evidencia que los sustenta, no solo para replicar los éxitos, sino para detectar oportunamente los errores.

Una reflexión final: este tipo de ejercicios es posible realizarlos gracias a que existe una cultura de producción estadística en la mayoría de las oficinas de Gobierno, aunque lastimosamente hay excepciones. La exhortación que hago es a seguir produciendo datos oportunamente, en los niveles de desagregación que permitirán decisiones atinadas, y con la rigurosidad suficiente para poder realizar análisis con el grado de profundidad que necesita Guatemala.

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