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2024: El fiasco global de la izquierda progresista y los nuevos vientos de libertad para 2025

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Dr. Ramiro Bolaños |
30 de diciembre, 2024

Pocas personas anticiparon que 2024 marcaría un final tan agrio para los gobiernos progresistas en el mundo. En Europa, países como Francia, Alemania, España y Canadá enfrentan crisis políticas y económicas que impulsan un giro hacia la derecha libertaria. En otras regiones, partidos de izquierda han sufrido retrocesos significativos donde sus crisis internas han debilitado su influencia.

A nivel global, los partidos socialdemócratas solo gobiernan en seis países de la Unión Europea, y únicamente en tres lo hacen con socios de izquierda. En América Latina, la caída del kirchnerismo en Argentina y el cambio ideológico en Perú anticipan transformaciones, mientras las dificultades en México, Brasil, Chile y Colombia evidencian la inestabilidad progresista. Por su parte, los regímenes autoritarios de izquierda en Venezuela, Cuba y Nicaragua enfrentan un horizonte que anticipa un final abrupto. Finalmente, la arrasadora victoria de Donald Trump sobre Kamala Harris en Estados Unidos simboliza un hartazgo global hacia las políticas progresistas, cerrando el capítulo de una década marcada por la crisis ideológica de la izquierda.

Esta crisis del progresismo es resultado de su incapacidad para ofrecer soluciones nuevas frente a las realidades del siglo XXI. La cooptación partidista de movimientos sociales y las contradicciones en temas como derechos humanos han minado la confianza en el progresismo. Los partidos de centroizquierda se han distanciado de sectores importantes de su base electoral, especialmente en zonas desfavorecidas además de no haber superado el paradigma extractivista subordinándose a las políticas elitistas y anti libertarias.

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Por ejemplo, en Francia, la dimisión del primer ministro tras una moción de censura refleja la crisis de gobernabilidad que fortalece a Marine Le Pen como líder de derecha. En Alemania, el canciller socialista Scholz, tras perder el apoyo liberal, enfrenta elecciones anticipadas con un AfD de extrema derecha fortalecido que amplía su influencia en el panorama político.

En España, los escándalos de corrupción y las políticas económicas fallidas han erosionado la credibilidad del gobierno socialista de Pedro Sánchez. Con un voto de censura inminente, su administración parece estar al borde del colapso, abriendo la puerta a un cambio significativo.

En Canadá, la crisis económica ha transformado el «sueño canadiense» en una quimera inalcanzable para muchas familias. La pérdida del poder adquisitivo y las crecientes críticas al gobierno progresista de Justin Trudeau han fortalecido a las fuerzas conservadoras, que se preparan para liderar una transición.

En el Reino Unido, el gobierno laborista enfrenta críticas por su manejo de la libertad de expresión. Figuras como Elon Musk han cuestionado si el país actúa como un «estado policial» al detener a personas por publicaciones en redes sociales, debilitando la confianza pública en un momento de creciente escrutinio.

En México, el gobierno de izquierda liderado por Claudia Sheinbaum enfrenta presiones significativas desde Estados Unidos. El presidente electo, Donald Trump, ha anunciado su intención de designar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas, lo que podría justificar acciones unilaterales en territorio mexicano. Sheinbaum ha respondido que México no aceptará subordinación ni injerencia, enfatizando la soberanía nacional. Mientras tanto, los desafíos internos relacionados con la seguridad y el crimen organizado continúan agravándose.

Déficits fiscales extravagantes como proporción del PIB en Brasil (9.4%), México (5.9%) y Colombia (4.3%) reflejan la irresponsabilidad de sus gobiernos. En Europa, Francia enfrenta un déficit del 6.1% y una deuda insostenible, alimentando un desbalance entre demandas sociales y capacidad económica que amenaza con colapsar a la otrora potencia europea. Estos déficits erosionan la confianza en la izquierda como modelo viable para resolver los problemas estructurales de estas naciones.

En contraste, los gobiernos de derecha liberal están transformando las crisis en oportunidades. Argentina, bajo Javier Milei, logró reducir la inflación mensual del 25% al 2.7%, alcanzó un superávit fiscal y proyecta un crecimiento del 5% en 2025, gracias a un ajuste del gasto público y una economía desregulada. En Estados Unidos, durante la administración de Trump, el PIB creció hasta 2.9%, mientras el desempleo cayó al 4.1% con millones de nuevos empleos creados gracias a reformas fiscales y desregulación.

La Comunidad de Madrid bajo el gobierno libertario de Isabel Ayuso ha consolidado su liderazgo económico en España, con un PIB 28% mayor al de Cataluña y captando el 70% de la inversión extranjera en el país. Esta diferencia significativa refleja la preferencia de los inversores por Madrid como eje de la libertad y la empresarialidad en España.

Australia, Nueva Zelanda e Irlanda son ejemplos destacados de cómo las políticas libertarias pueden transformar economías. En Australia, décadas de liberalización comercial, desregulación de mercados financieros y la privatización de empresas públicas han fortalecido su resiliencia económica, posicionándola como una de las más estables del mundo. Nueva Zelanda, pasó de ser una economía cerrada y dependiente de subsidios a una de las más abiertas de los países desarrollados, gracias a la eliminación de aranceles y subsidios, así como a una desregulación estratégica que impulsó su competitividad. Estas reformas no solo fortalecieron la competitividad económica, sino que mejoraron significativamente las oportunidades para las nuevas generaciones.

Irlanda, por su parte, se recuperó de la crisis financiera de los años ochenta a través de un enfoque en la inversión extranjera directa y un ajuste fiscal disciplinado, consolidándose como la economía de mayor crecimiento en Europa. Estos países demuestran que un enfoque libertario, adaptado a las particularidades de cada contexto, puede generar estabilidad, prosperidad y resiliencia económica.

En Guatemala, tras un gobierno que ha priorizado políticas progresistas, surge una pregunta ineludible: ¿quién recogerá la estafeta libertaria para liderar un proyecto de verdadera libertad económica y política? Cada esfuerzo cuenta, cada paso hacia la libertad es una victoria para todos nosotros y para nuestro país. Guatemala nunca ha tenido un gobierno libertario, pero el 2025 puede marcar el inicio de un cambio histórico. Que los aires de libertad y prosperidad finalmente soplen sobre nuestra tierra, impulsados por el trabajo incansable de su gente y el deseo de forjar una república libre y próspera. La libertad no depende solo del gobierno, sino de nuestra inquebrantable voluntad por alcanzar el futuro que anhelamos.

PhD. Ramiro Bolaños

2024: El fiasco global de la izquierda progresista y los nuevos vientos de libertad para 2025

Dr. Ramiro Bolaños |
30 de diciembre, 2024
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Pocas personas anticiparon que 2024 marcaría un final tan agrio para los gobiernos progresistas en el mundo. En Europa, países como Francia, Alemania, España y Canadá enfrentan crisis políticas y económicas que impulsan un giro hacia la derecha libertaria. En otras regiones, partidos de izquierda han sufrido retrocesos significativos donde sus crisis internas han debilitado su influencia.

A nivel global, los partidos socialdemócratas solo gobiernan en seis países de la Unión Europea, y únicamente en tres lo hacen con socios de izquierda. En América Latina, la caída del kirchnerismo en Argentina y el cambio ideológico en Perú anticipan transformaciones, mientras las dificultades en México, Brasil, Chile y Colombia evidencian la inestabilidad progresista. Por su parte, los regímenes autoritarios de izquierda en Venezuela, Cuba y Nicaragua enfrentan un horizonte que anticipa un final abrupto. Finalmente, la arrasadora victoria de Donald Trump sobre Kamala Harris en Estados Unidos simboliza un hartazgo global hacia las políticas progresistas, cerrando el capítulo de una década marcada por la crisis ideológica de la izquierda.

Esta crisis del progresismo es resultado de su incapacidad para ofrecer soluciones nuevas frente a las realidades del siglo XXI. La cooptación partidista de movimientos sociales y las contradicciones en temas como derechos humanos han minado la confianza en el progresismo. Los partidos de centroizquierda se han distanciado de sectores importantes de su base electoral, especialmente en zonas desfavorecidas además de no haber superado el paradigma extractivista subordinándose a las políticas elitistas y anti libertarias.

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Por ejemplo, en Francia, la dimisión del primer ministro tras una moción de censura refleja la crisis de gobernabilidad que fortalece a Marine Le Pen como líder de derecha. En Alemania, el canciller socialista Scholz, tras perder el apoyo liberal, enfrenta elecciones anticipadas con un AfD de extrema derecha fortalecido que amplía su influencia en el panorama político.

En España, los escándalos de corrupción y las políticas económicas fallidas han erosionado la credibilidad del gobierno socialista de Pedro Sánchez. Con un voto de censura inminente, su administración parece estar al borde del colapso, abriendo la puerta a un cambio significativo.

En Canadá, la crisis económica ha transformado el «sueño canadiense» en una quimera inalcanzable para muchas familias. La pérdida del poder adquisitivo y las crecientes críticas al gobierno progresista de Justin Trudeau han fortalecido a las fuerzas conservadoras, que se preparan para liderar una transición.

En el Reino Unido, el gobierno laborista enfrenta críticas por su manejo de la libertad de expresión. Figuras como Elon Musk han cuestionado si el país actúa como un «estado policial» al detener a personas por publicaciones en redes sociales, debilitando la confianza pública en un momento de creciente escrutinio.

En México, el gobierno de izquierda liderado por Claudia Sheinbaum enfrenta presiones significativas desde Estados Unidos. El presidente electo, Donald Trump, ha anunciado su intención de designar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas, lo que podría justificar acciones unilaterales en territorio mexicano. Sheinbaum ha respondido que México no aceptará subordinación ni injerencia, enfatizando la soberanía nacional. Mientras tanto, los desafíos internos relacionados con la seguridad y el crimen organizado continúan agravándose.

Déficits fiscales extravagantes como proporción del PIB en Brasil (9.4%), México (5.9%) y Colombia (4.3%) reflejan la irresponsabilidad de sus gobiernos. En Europa, Francia enfrenta un déficit del 6.1% y una deuda insostenible, alimentando un desbalance entre demandas sociales y capacidad económica que amenaza con colapsar a la otrora potencia europea. Estos déficits erosionan la confianza en la izquierda como modelo viable para resolver los problemas estructurales de estas naciones.

En contraste, los gobiernos de derecha liberal están transformando las crisis en oportunidades. Argentina, bajo Javier Milei, logró reducir la inflación mensual del 25% al 2.7%, alcanzó un superávit fiscal y proyecta un crecimiento del 5% en 2025, gracias a un ajuste del gasto público y una economía desregulada. En Estados Unidos, durante la administración de Trump, el PIB creció hasta 2.9%, mientras el desempleo cayó al 4.1% con millones de nuevos empleos creados gracias a reformas fiscales y desregulación.

La Comunidad de Madrid bajo el gobierno libertario de Isabel Ayuso ha consolidado su liderazgo económico en España, con un PIB 28% mayor al de Cataluña y captando el 70% de la inversión extranjera en el país. Esta diferencia significativa refleja la preferencia de los inversores por Madrid como eje de la libertad y la empresarialidad en España.

Australia, Nueva Zelanda e Irlanda son ejemplos destacados de cómo las políticas libertarias pueden transformar economías. En Australia, décadas de liberalización comercial, desregulación de mercados financieros y la privatización de empresas públicas han fortalecido su resiliencia económica, posicionándola como una de las más estables del mundo. Nueva Zelanda, pasó de ser una economía cerrada y dependiente de subsidios a una de las más abiertas de los países desarrollados, gracias a la eliminación de aranceles y subsidios, así como a una desregulación estratégica que impulsó su competitividad. Estas reformas no solo fortalecieron la competitividad económica, sino que mejoraron significativamente las oportunidades para las nuevas generaciones.

Irlanda, por su parte, se recuperó de la crisis financiera de los años ochenta a través de un enfoque en la inversión extranjera directa y un ajuste fiscal disciplinado, consolidándose como la economía de mayor crecimiento en Europa. Estos países demuestran que un enfoque libertario, adaptado a las particularidades de cada contexto, puede generar estabilidad, prosperidad y resiliencia económica.

En Guatemala, tras un gobierno que ha priorizado políticas progresistas, surge una pregunta ineludible: ¿quién recogerá la estafeta libertaria para liderar un proyecto de verdadera libertad económica y política? Cada esfuerzo cuenta, cada paso hacia la libertad es una victoria para todos nosotros y para nuestro país. Guatemala nunca ha tenido un gobierno libertario, pero el 2025 puede marcar el inicio de un cambio histórico. Que los aires de libertad y prosperidad finalmente soplen sobre nuestra tierra, impulsados por el trabajo incansable de su gente y el deseo de forjar una república libre y próspera. La libertad no depende solo del gobierno, sino de nuestra inquebrantable voluntad por alcanzar el futuro que anhelamos.

PhD. Ramiro Bolaños

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