Estamos ante situaciones complejas mientras el abordaje de la salud en el país recae nuevamente y las escenas de hospitales saturados se repiten y ahora pareciera que con mayor fuerza que antes, mientras las vacunas prometidas siguen sin aparecer.
Y digo esto porque parece que ese martirio de la adquisición de vacunas, más bien se prolonga cada vez más, a pesar que el país ya pagó una importante suma superior a los Q600 millones por 8 millones de dosis, de las que apenas, hemos recibido 150 mil, como si de cuenta gotas se tratara algo tan delicado.
Otro factor que también hay que destacar, radica en lo poco que se ha hecho para fomentar un plan de vacunación, aunque aquí por supuesto creo que lo más urgente es que esas vacunas lleguen al país, porque no vemos que ocurra lo mismo que con otros países que seguido reciben cargamentos.
Después, es necesario hablar de que muchos ni siquiera tienen certeza de cuándo podrían ser vacunados, pues a pesar que se registraron siguen sin recibir cita o si bien ya recibieron la primera vacuna, están en ascuas esperando a que “ojalá” y alcancen a la segunda dosis.
En tanto, el virus no da tregua,pues muchos hemos perdido a familiares y amigos con esta tragedia que se vislumbra continuará al menos por un buen tiempo, y por supuesto que lejano se ve el día en el que no usemos mascarillas y distanciamiento social en Guatemala.
Sin lugar a dudas es complejo el abordaje del tema de la pandemia y todavía más para nosotros que como país tenemos muchas deficiencias pues todo esto viene a comprometer las condiciones de vida de todas y todos y por eso es que Guatemala tiene un reto enorme que debemos afrontar en el tema de salud.
La crisis del COVID-19 desnudó por completo nuestra capacidad de reacción y sobre todo después de más de un año de esta catástrofe, seguimos sufriendo las consecuencias y que de seguro las seguiremos sufriendo por más tiempo.
Urge que los responsables del país, se sienten y asuman su responsabilidad, porque la negociación de las vacunas les corresponde a ellos solamente y las vidas que se pierden son en definitiva su responsabilidad, porque para eso el pueblo deposita en ellos la confianza.
A la vez, es necesario que nosotros como ciudadanos tengamos la capacidad de exigir a nuestros administradores, para que las cosas se hagan bien y que se aborden estrategias en beneficio de todos y no sólo de un grupo.
Es inaceptable que a la fecha llevemos un porcentaje tan bajo de vacunación y que estemos a la espera de “a ver qué me cae del cielo”. A estas alturas, también es necesario que se deduzca responsabilidades y se emprendan las acciones ya sea administrativas o penales contra quienes están llevando al país a niveles tan graves de desatención.
Imposible concebir que la vacunación se tome a la ligera, cuando vemos el aumento desmedido de casos diarios, mientras existe un total relajamiento de la población que sin medidas sigue la vida como si no existiera una pandemia que afecta a todo el mundo.
Estamos ante situaciones complejas mientras el abordaje de la salud en el país recae nuevamente y las escenas de hospitales saturados se repiten y ahora pareciera que con mayor fuerza que antes, mientras las vacunas prometidas siguen sin aparecer.
Y digo esto porque parece que ese martirio de la adquisición de vacunas, más bien se prolonga cada vez más, a pesar que el país ya pagó una importante suma superior a los Q600 millones por 8 millones de dosis, de las que apenas, hemos recibido 150 mil, como si de cuenta gotas se tratara algo tan delicado.
Otro factor que también hay que destacar, radica en lo poco que se ha hecho para fomentar un plan de vacunación, aunque aquí por supuesto creo que lo más urgente es que esas vacunas lleguen al país, porque no vemos que ocurra lo mismo que con otros países que seguido reciben cargamentos.
Después, es necesario hablar de que muchos ni siquiera tienen certeza de cuándo podrían ser vacunados, pues a pesar que se registraron siguen sin recibir cita o si bien ya recibieron la primera vacuna, están en ascuas esperando a que “ojalá” y alcancen a la segunda dosis.
En tanto, el virus no da tregua,pues muchos hemos perdido a familiares y amigos con esta tragedia que se vislumbra continuará al menos por un buen tiempo, y por supuesto que lejano se ve el día en el que no usemos mascarillas y distanciamiento social en Guatemala.
Sin lugar a dudas es complejo el abordaje del tema de la pandemia y todavía más para nosotros que como país tenemos muchas deficiencias pues todo esto viene a comprometer las condiciones de vida de todas y todos y por eso es que Guatemala tiene un reto enorme que debemos afrontar en el tema de salud.
La crisis del COVID-19 desnudó por completo nuestra capacidad de reacción y sobre todo después de más de un año de esta catástrofe, seguimos sufriendo las consecuencias y que de seguro las seguiremos sufriendo por más tiempo.
Urge que los responsables del país, se sienten y asuman su responsabilidad, porque la negociación de las vacunas les corresponde a ellos solamente y las vidas que se pierden son en definitiva su responsabilidad, porque para eso el pueblo deposita en ellos la confianza.
A la vez, es necesario que nosotros como ciudadanos tengamos la capacidad de exigir a nuestros administradores, para que las cosas se hagan bien y que se aborden estrategias en beneficio de todos y no sólo de un grupo.
Es inaceptable que a la fecha llevemos un porcentaje tan bajo de vacunación y que estemos a la espera de “a ver qué me cae del cielo”. A estas alturas, también es necesario que se deduzca responsabilidades y se emprendan las acciones ya sea administrativas o penales contra quienes están llevando al país a niveles tan graves de desatención.
Imposible concebir que la vacunación se tome a la ligera, cuando vemos el aumento desmedido de casos diarios, mientras existe un total relajamiento de la población que sin medidas sigue la vida como si no existiera una pandemia que afecta a todo el mundo.