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Principios del maléfico presidente

Luis Enrique Pérez
30 de septiembre, 2020

http://www.opinionpi.com/detalle_articulo.php?id=1368

Es maléfico presidente aquel que no está dedicado a cumplir funciones propias de gobierno, como la de garantizar la libertad de los ciudadanos, y su vida y sus bienes, sino dedicado a beneficiarse él mismo, y a beneficiar a amigos, familiares, socios políticos y edecanes en campaña electoral. He aquí algunos principios del maléfico presidente.

Principio del supremo problemaEl problema no es corromperse o no corromperse, sino cómo ocultar la corrupción. Un maléfico presidente ni aun se plantea el dilema de corromperse o no corromperse, como si admitiera la piadosa posibilidad de no corromperse, sino que su finalidad primordial, o su motivo capital, o su pasión infernal, o su obsesión demencial, es corromperse. Es acumular la mayor riqueza ilícitamente permisible, extraída del aterrorizado tesoro público.

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Y para él, el mayor problema nacional es cómo ocultar la corrupción. Y emplea su poder para procurar que sus actos de corrupción tengan plena apariencia de honestidad; que, por eso mismo, no sean conocidos públicamente; y que si hay sospecha de que han sido cometidos, nadie pueda presentar pruebas, y él pueda exhibir inmaculada inocencia.

Un recurso para ocultar la corrupción es crear una comisión presidencial anticorrupción, que es comisión para la corrupción porque nunca investigará, denunciará y acusará a su corrupto creador.

Principio de la intervención beneficiosa. El presidente interviene en un problema, no para resolverlo, sino para beneficiarse de él. Aparentemente el maléfico presidente interviene para resolver un problema de la sociedad; pero realmente el propósito es expandir su poder sobre los ciudadanos, y crear oportunidades de corrupción o de trabajo para amigos, familiares o socios políticos.

Por ejemplo, el maléfico presidente que interviene presuntamente para resolver un problema de salud pública causado por una mortífera embestida viral, realmente interviene para aprovechar ilícitamente las oportunidades de corrupción que brinda el problema, y aprovechar también las oportunidades de incrementar, con deuda pública, y quizá con nuevos tributos, la cantidad de recursos aprovechables, ya que la corrupción exige un rico tesoro público.

Principio de la demanda ilimitadaNinguna cantidad de dinero es suficiente. El maléfico presidente que dispone de una determinada cantidad de dinero, demanda una cantidad adicional; y cuando dispone de ella, demanda una nueva cantidad adicional, y esa demanda de cantidad adicional prosigue infinitamente, ansiosa de nuevos tributos y de más deuda pública.

Por causa de esa demanda ilimitada de dinero, el ciudadano está expuesto al peligro de una mayor expropiación de su patrimonio privado mediante tributos. Empero, el maléfico presidente se expone al peligroso asedio de una furiosa rebelión tributaria moralmente justa y legalmente lícita.

Principio de la santificación de tributos y de deuda pública. El maléfico presidente inventa motivos para santificar el incremento de los tributos o de la deuda pública. Por ejemplo, el motivo es ayudar a los pobres. Y él debe intervenir para ayudarlos porque solo él puede ser el grandioso benefactor de ellos, aunque, con su intervención, ningún pobre se vuelva menos pobre, y algún rico se vuelva más rico. Nuevos burócratas han de bendecir la pobreza, porque les ha brindado una oportunidad de trabajo.

Principio de la metamorfosis institucional. Las instituciones gubernamentales tienden a adquirir una categoría superior. Por ejemplo, el maléfico presidente convierte una oficinilla dedicada al socorro de los pobres, en un instituto nacional de filantropía celestial, o en un viceministerio de misericordia general, o en un ministerio de piedad universal. Y enriquece las oportunidades de corromperse y de repartir ilícitos beneficios.

O convierte a una mera comisión presidencial en un “centro de gobierno”, del cual los ministerios son flotantes entes periféricos, y obedientes servidores y obligados cómplices de un vasto programa de corrupción que el maléfico presidente ejecuta mediante su gobierno central.

Principio de la confusión convenienteEl presidente es lo mismo que el Estado. El maléfico presidente intenta suscitar la apariencia de que él es el Estado mismo, es decir, es toda la comunidad política de ciudadanos. Entonces, su actuar es actuar del Estado.

Por ejemplo, un ministerio cuya función es brindar auxilio económico a aquellos payasos que, por su senectud y su decadente aptitud humorística, ya no divierten sino provocan llanto, es creación del Estado, es decir, de todos los ciudadanos. Nadie debe creer que es creación de un maléfico presidente cuyo propósito es beneficiarse ilícitamente él mismo, o pagar pasados favores políticos. Y no importa que los payasos mueran de melancolía, con la frustrada esperanza del prometido auxilio.

Principio de la incompetencia conveniente. Ningún funcionario próximo debe ser más competente que el presidente. El maléfico presidente tratará de evitar que haya un funcionario próximo que sea más competente que él, porque puede demostrar que es inepto, y avergonzarlo.

El funcionario próximo que sea más competente, y pretende conservar su estatus, tiene que despojarse de su dignidad y simular que es un inofensivo imbécil. Por ejemplo, un vicepresidente más competente que el presidente debe preferir la indignidad y mostrar que es privilegiado poseedor de una inofensiva imbecilidad.

Principio de la función sustituida. La institución gubernamental creada temporalmente para resolver un problema, persistirá con una nueva función. Por ejemplo, luego de una destructiva tormenta tropical, es creado un comité nacional reconstructivo, que debe disolverse cuando finalice la reconstrucción; pero ya finalizada, el comité persiste, con una nueva función que el maléfico presidente le confiere.

Por ejemplo, le confiere, al comité, la función de sepultar a los pobres que apresuran su muerte en los hospitales públicos; y le adjudica un nuevo nombre: Comité Nacional de Emergencia Funeraria. El comité persiste porque, por ejemplo, conserva una fuente de ilícito beneficio del maléfico presidente; o conserva un recurso para recompensar favores, o conserva oportunidades de trabajo para familiares, amigos o amantes.

Post scriptum. He aquí dos principios adicionales del maléfico presidente. Principio de la traición fiscalUn impuesto temporal debe ser creado con la oculta intención de que sea permanentePrincipio de la maldición financieraNo debe ser pagada la deuda pública ya adquirida, sino debe ser adquirida más deuda.

Principios del maléfico presidente

Luis Enrique Pérez
30 de septiembre, 2020

http://www.opinionpi.com/detalle_articulo.php?id=1368

Es maléfico presidente aquel que no está dedicado a cumplir funciones propias de gobierno, como la de garantizar la libertad de los ciudadanos, y su vida y sus bienes, sino dedicado a beneficiarse él mismo, y a beneficiar a amigos, familiares, socios políticos y edecanes en campaña electoral. He aquí algunos principios del maléfico presidente.

Principio del supremo problemaEl problema no es corromperse o no corromperse, sino cómo ocultar la corrupción. Un maléfico presidente ni aun se plantea el dilema de corromperse o no corromperse, como si admitiera la piadosa posibilidad de no corromperse, sino que su finalidad primordial, o su motivo capital, o su pasión infernal, o su obsesión demencial, es corromperse. Es acumular la mayor riqueza ilícitamente permisible, extraída del aterrorizado tesoro público.

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Y para él, el mayor problema nacional es cómo ocultar la corrupción. Y emplea su poder para procurar que sus actos de corrupción tengan plena apariencia de honestidad; que, por eso mismo, no sean conocidos públicamente; y que si hay sospecha de que han sido cometidos, nadie pueda presentar pruebas, y él pueda exhibir inmaculada inocencia.

Un recurso para ocultar la corrupción es crear una comisión presidencial anticorrupción, que es comisión para la corrupción porque nunca investigará, denunciará y acusará a su corrupto creador.

Principio de la intervención beneficiosa. El presidente interviene en un problema, no para resolverlo, sino para beneficiarse de él. Aparentemente el maléfico presidente interviene para resolver un problema de la sociedad; pero realmente el propósito es expandir su poder sobre los ciudadanos, y crear oportunidades de corrupción o de trabajo para amigos, familiares o socios políticos.

Por ejemplo, el maléfico presidente que interviene presuntamente para resolver un problema de salud pública causado por una mortífera embestida viral, realmente interviene para aprovechar ilícitamente las oportunidades de corrupción que brinda el problema, y aprovechar también las oportunidades de incrementar, con deuda pública, y quizá con nuevos tributos, la cantidad de recursos aprovechables, ya que la corrupción exige un rico tesoro público.

Principio de la demanda ilimitadaNinguna cantidad de dinero es suficiente. El maléfico presidente que dispone de una determinada cantidad de dinero, demanda una cantidad adicional; y cuando dispone de ella, demanda una nueva cantidad adicional, y esa demanda de cantidad adicional prosigue infinitamente, ansiosa de nuevos tributos y de más deuda pública.

Por causa de esa demanda ilimitada de dinero, el ciudadano está expuesto al peligro de una mayor expropiación de su patrimonio privado mediante tributos. Empero, el maléfico presidente se expone al peligroso asedio de una furiosa rebelión tributaria moralmente justa y legalmente lícita.

Principio de la santificación de tributos y de deuda pública. El maléfico presidente inventa motivos para santificar el incremento de los tributos o de la deuda pública. Por ejemplo, el motivo es ayudar a los pobres. Y él debe intervenir para ayudarlos porque solo él puede ser el grandioso benefactor de ellos, aunque, con su intervención, ningún pobre se vuelva menos pobre, y algún rico se vuelva más rico. Nuevos burócratas han de bendecir la pobreza, porque les ha brindado una oportunidad de trabajo.

Principio de la metamorfosis institucional. Las instituciones gubernamentales tienden a adquirir una categoría superior. Por ejemplo, el maléfico presidente convierte una oficinilla dedicada al socorro de los pobres, en un instituto nacional de filantropía celestial, o en un viceministerio de misericordia general, o en un ministerio de piedad universal. Y enriquece las oportunidades de corromperse y de repartir ilícitos beneficios.

O convierte a una mera comisión presidencial en un “centro de gobierno”, del cual los ministerios son flotantes entes periféricos, y obedientes servidores y obligados cómplices de un vasto programa de corrupción que el maléfico presidente ejecuta mediante su gobierno central.

Principio de la confusión convenienteEl presidente es lo mismo que el Estado. El maléfico presidente intenta suscitar la apariencia de que él es el Estado mismo, es decir, es toda la comunidad política de ciudadanos. Entonces, su actuar es actuar del Estado.

Por ejemplo, un ministerio cuya función es brindar auxilio económico a aquellos payasos que, por su senectud y su decadente aptitud humorística, ya no divierten sino provocan llanto, es creación del Estado, es decir, de todos los ciudadanos. Nadie debe creer que es creación de un maléfico presidente cuyo propósito es beneficiarse ilícitamente él mismo, o pagar pasados favores políticos. Y no importa que los payasos mueran de melancolía, con la frustrada esperanza del prometido auxilio.

Principio de la incompetencia conveniente. Ningún funcionario próximo debe ser más competente que el presidente. El maléfico presidente tratará de evitar que haya un funcionario próximo que sea más competente que él, porque puede demostrar que es inepto, y avergonzarlo.

El funcionario próximo que sea más competente, y pretende conservar su estatus, tiene que despojarse de su dignidad y simular que es un inofensivo imbécil. Por ejemplo, un vicepresidente más competente que el presidente debe preferir la indignidad y mostrar que es privilegiado poseedor de una inofensiva imbecilidad.

Principio de la función sustituida. La institución gubernamental creada temporalmente para resolver un problema, persistirá con una nueva función. Por ejemplo, luego de una destructiva tormenta tropical, es creado un comité nacional reconstructivo, que debe disolverse cuando finalice la reconstrucción; pero ya finalizada, el comité persiste, con una nueva función que el maléfico presidente le confiere.

Por ejemplo, le confiere, al comité, la función de sepultar a los pobres que apresuran su muerte en los hospitales públicos; y le adjudica un nuevo nombre: Comité Nacional de Emergencia Funeraria. El comité persiste porque, por ejemplo, conserva una fuente de ilícito beneficio del maléfico presidente; o conserva un recurso para recompensar favores, o conserva oportunidades de trabajo para familiares, amigos o amantes.

Post scriptum. He aquí dos principios adicionales del maléfico presidente. Principio de la traición fiscalUn impuesto temporal debe ser creado con la oculta intención de que sea permanentePrincipio de la maldición financieraNo debe ser pagada la deuda pública ya adquirida, sino debe ser adquirida más deuda.

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