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Al Estado también le toca una Nueva Normalidad

Redacción
04 de agosto, 2020

Yo no sé ustedes, pero yo cada vez que escucho a los gobiernos decir que los ciudadanos se deben acostumbrar a la nueva normalidad me deja un mal sabor de boca. Todos estamos conscientes que el mundo está cambiando y muchas personas estamos dispuestos a cambiar con él, pero pienso que este cambio debe venir de las propias personas y no impuesto de forma arbitraria por los gobiernos.

 Yo sé, confiar en que las personas de forma voluntaria se van a adherir a normas de higiene, distanciamiento social y demás suena descabellado y más aún con los niveles de acceso a educación que tenemos en nuestro país. Pero eso tampoco es culpa de las personas. Me niego a creer que como sociedad debemos ser castigados o reprimidos por la propia incapacidad del Estado de garantizar un mayor acceso a salud y educación. Cuando los gobiernos hablan de la nueva normalidad, fallan en voltearse a ver a sí mismos.

Los gobiernos deberían estar apoyando de forma que la nueva normalidad se asemeje lo más posible a la normalidad que teníamos antes y no a la normalidad que ellos quisieran ver en la sociedad. O más aún, ver más allá de la normalidad que teníamos y pensar en algo distinto, algo mejor. La pandemia también nos ha mostrado que el problema de nuestro Estado no es uno de recursos. Se han aprobado miles de millones de quetzales para atender la pandemia, pero la ejecución sigue siendo deficiente. 

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Razones habrá muchas, pero todas deben ser atendidas urgentemente. No olvidemos la popularidad que gozaba este gobierno cuando inició la pandemia y los problemas se atendían de forma rápida, muchas veces gracias a donaciones privadas, pero ahora que le tocó al gobierno ejecutar nos hemos quedado de brazos cruzados. 

No quisiera yo echarle la culpa al gobierno necesariamente. Como han podido ver hablo también de problemas del Estado. Existe un problema no solo administrativo sino también filosófico sobre cuál debería ser el rol del Estado y cómo debería cumplirlo. Los gobiernos son simplemente un reflejo de los problemas administrativos que tenemos desde hace décadas, además, nadie esta listo para una pandemia. O si podrían estarlo, pero este es un tema que amerita un análisis completamente diferente para otra ocasión. El punto es que lo que estamos viendo hoy es el reflejo del abandono que ha tenido nuestro Estado en muchos sentidos y desde hace mucho tiempo. 

Es cierto, es fácil hablar cuando uno no esta metido en el problema. Existen muchas personas que llegan no solo con buenas intenciones sino también con la capacidad para hacer bien las cosas, pero el aparato burocrático termina socavando cualquier intento de mejora. A esas personas hay que agradecerles su sacrificio, porque eso es, un sacrificio. 

No cualquiera se atreve a poner su nombre en los libros sin saber si la historia será una de éxito o fracaso. Sin embargo, esos funcionarios también deben ser abiertos a críticas y sugerencias. Muchas veces se les olvida que las decisiones que toman, sean buenas o malas, tendrán consecuencias sobre la sociedad, sobre un padre o madre de familia que quiere darle de comer a sus hijos. 

Así que cuando los gobiernos nos digan que tenemos que aprender a vivir en esta “nueva normalidad” no nos resignemos a una vida con restricciones y límites. Exijamos que los gobiernos nos garanticen un mejor acceso a la salud y educación. Exijamos que los gobiernos hagan buenos planes que respondan ante las necesidades y capacidades la sociedad. Exijamos que la economía pueda continuar operando con las medidas adecuadas y sin el cargo de conciencia de los fallecidos. Exijamos una nueva normalidad para el Estado también. 

Al Estado también le toca una Nueva Normalidad

Redacción
04 de agosto, 2020

Yo no sé ustedes, pero yo cada vez que escucho a los gobiernos decir que los ciudadanos se deben acostumbrar a la nueva normalidad me deja un mal sabor de boca. Todos estamos conscientes que el mundo está cambiando y muchas personas estamos dispuestos a cambiar con él, pero pienso que este cambio debe venir de las propias personas y no impuesto de forma arbitraria por los gobiernos.

 Yo sé, confiar en que las personas de forma voluntaria se van a adherir a normas de higiene, distanciamiento social y demás suena descabellado y más aún con los niveles de acceso a educación que tenemos en nuestro país. Pero eso tampoco es culpa de las personas. Me niego a creer que como sociedad debemos ser castigados o reprimidos por la propia incapacidad del Estado de garantizar un mayor acceso a salud y educación. Cuando los gobiernos hablan de la nueva normalidad, fallan en voltearse a ver a sí mismos.

Los gobiernos deberían estar apoyando de forma que la nueva normalidad se asemeje lo más posible a la normalidad que teníamos antes y no a la normalidad que ellos quisieran ver en la sociedad. O más aún, ver más allá de la normalidad que teníamos y pensar en algo distinto, algo mejor. La pandemia también nos ha mostrado que el problema de nuestro Estado no es uno de recursos. Se han aprobado miles de millones de quetzales para atender la pandemia, pero la ejecución sigue siendo deficiente. 

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Razones habrá muchas, pero todas deben ser atendidas urgentemente. No olvidemos la popularidad que gozaba este gobierno cuando inició la pandemia y los problemas se atendían de forma rápida, muchas veces gracias a donaciones privadas, pero ahora que le tocó al gobierno ejecutar nos hemos quedado de brazos cruzados. 

No quisiera yo echarle la culpa al gobierno necesariamente. Como han podido ver hablo también de problemas del Estado. Existe un problema no solo administrativo sino también filosófico sobre cuál debería ser el rol del Estado y cómo debería cumplirlo. Los gobiernos son simplemente un reflejo de los problemas administrativos que tenemos desde hace décadas, además, nadie esta listo para una pandemia. O si podrían estarlo, pero este es un tema que amerita un análisis completamente diferente para otra ocasión. El punto es que lo que estamos viendo hoy es el reflejo del abandono que ha tenido nuestro Estado en muchos sentidos y desde hace mucho tiempo. 

Es cierto, es fácil hablar cuando uno no esta metido en el problema. Existen muchas personas que llegan no solo con buenas intenciones sino también con la capacidad para hacer bien las cosas, pero el aparato burocrático termina socavando cualquier intento de mejora. A esas personas hay que agradecerles su sacrificio, porque eso es, un sacrificio. 

No cualquiera se atreve a poner su nombre en los libros sin saber si la historia será una de éxito o fracaso. Sin embargo, esos funcionarios también deben ser abiertos a críticas y sugerencias. Muchas veces se les olvida que las decisiones que toman, sean buenas o malas, tendrán consecuencias sobre la sociedad, sobre un padre o madre de familia que quiere darle de comer a sus hijos. 

Así que cuando los gobiernos nos digan que tenemos que aprender a vivir en esta “nueva normalidad” no nos resignemos a una vida con restricciones y límites. Exijamos que los gobiernos nos garanticen un mejor acceso a la salud y educación. Exijamos que los gobiernos hagan buenos planes que respondan ante las necesidades y capacidades la sociedad. Exijamos que la economía pueda continuar operando con las medidas adecuadas y sin el cargo de conciencia de los fallecidos. Exijamos una nueva normalidad para el Estado también. 

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