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La primera semana

Carlos Díaz-Durán
30 de julio, 2020

El 5 de marzo, con la declaratoria del Estado Calamidad, se oficializó una crisis cuya magnitud no fue dimensionada por muchos de nosotros. Nadie, en ningún lugar del mundo, estaba listo para hacer frente a una pandemia como la que nos afecta. La pandemia y las medidas decretadas para contenerla frenaron al país. En el discurso público se generó una dicotomía entre la actividad económica y la vida: Esta dicotomía es absolutamente falaz.
En primer lugar, siguen sin haber datos concluyentes en cuanto a la efectividad del cierre de actividades para detener la propagación del virus. En segundo lugar Guatemala, según datos de UNICEF, tiene una tasa de mortalidad infantil del 3.4%, cuya principal causa es la desnutrición; desnutrición que se agravará grandemente por el cierre de actividades económicas.
Esta semana, desde el punto de vista de la actividad económica, se empieza a ver la luz al final del túnel. Inicia el proceso de reactivación y reconstrucción del país. Como muchos han dicho, no es que con las nuevas disposiciones presidenciales el virus mágicamente desaparezca y todo vuelve a ser como antes. El virus sigue presente y esparciéndose, una realidad con la que tenemos que aprender a vivir; debemos seguir tomando todas las precauciones que podamos y siendo responsables. Sin embargo, se ve la luz al final del túnel porque con la apertura de actividades económicas, se generan nuevas oportunidades.
La capacidad de las personas para adaptarse y sobreponerse a la adversidad es infinita. Estamos viendo como muchos negocios empiezan a toda marcha a retomar actividades respetando las normas y aún yendo más allá para proteger a sus colaboradores y clientes. El tiempo de encierro parcial y las adversidades, también han servido para ver el espíritu emprendedor de las personas. Con alimentos y otros productos artesanales, hemos visto como muchos han hecho de pasiones y así ficiones una fuente de ingresos para sobreponerse. Este espíritu emprendedor debe mantenerse. Definitivamente queda un largo camino para seguirnos reinventando y, mientras lo hacemos, debemos mantener esa energía.
Por otro lado, como consumidores, también tendremos un papel importante en la reactivación económica. En la medida de nuestras posibilidades, debemos “premiar” a los emprendedores que lo están haciendo bien consumiendo sus bienes y servicios. Muchos de estos emprendimientos podrán mantenerse en el mercado y continuarán siendo fuentes de ingresos y empleo que tanto necesitamos. De igual forma, apoyemos a los negocios que se han logrado mantener a flote en medio de la crisis y que empiezan a reactivarse.

La primera semana

Carlos Díaz-Durán
30 de julio, 2020

El 5 de marzo, con la declaratoria del Estado Calamidad, se oficializó una crisis cuya magnitud no fue dimensionada por muchos de nosotros. Nadie, en ningún lugar del mundo, estaba listo para hacer frente a una pandemia como la que nos afecta. La pandemia y las medidas decretadas para contenerla frenaron al país. En el discurso público se generó una dicotomía entre la actividad económica y la vida: Esta dicotomía es absolutamente falaz.
En primer lugar, siguen sin haber datos concluyentes en cuanto a la efectividad del cierre de actividades para detener la propagación del virus. En segundo lugar Guatemala, según datos de UNICEF, tiene una tasa de mortalidad infantil del 3.4%, cuya principal causa es la desnutrición; desnutrición que se agravará grandemente por el cierre de actividades económicas.
Esta semana, desde el punto de vista de la actividad económica, se empieza a ver la luz al final del túnel. Inicia el proceso de reactivación y reconstrucción del país. Como muchos han dicho, no es que con las nuevas disposiciones presidenciales el virus mágicamente desaparezca y todo vuelve a ser como antes. El virus sigue presente y esparciéndose, una realidad con la que tenemos que aprender a vivir; debemos seguir tomando todas las precauciones que podamos y siendo responsables. Sin embargo, se ve la luz al final del túnel porque con la apertura de actividades económicas, se generan nuevas oportunidades.
La capacidad de las personas para adaptarse y sobreponerse a la adversidad es infinita. Estamos viendo como muchos negocios empiezan a toda marcha a retomar actividades respetando las normas y aún yendo más allá para proteger a sus colaboradores y clientes. El tiempo de encierro parcial y las adversidades, también han servido para ver el espíritu emprendedor de las personas. Con alimentos y otros productos artesanales, hemos visto como muchos han hecho de pasiones y así ficiones una fuente de ingresos para sobreponerse. Este espíritu emprendedor debe mantenerse. Definitivamente queda un largo camino para seguirnos reinventando y, mientras lo hacemos, debemos mantener esa energía.
Por otro lado, como consumidores, también tendremos un papel importante en la reactivación económica. En la medida de nuestras posibilidades, debemos “premiar” a los emprendedores que lo están haciendo bien consumiendo sus bienes y servicios. Muchos de estos emprendimientos podrán mantenerse en el mercado y continuarán siendo fuentes de ingresos y empleo que tanto necesitamos. De igual forma, apoyemos a los negocios que se han logrado mantener a flote en medio de la crisis y que empiezan a reactivarse.

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