Los comentarios en las redes sociales usualmente son una pequeña muestra del sentimiento generalizado que impera en el ambiente. Si bien no es un recuento estadístico, puedo decir con alguna certeza que los sentimientos mayoritariamente expresados, de una forma o de otra, son el miedo y la incertidumbre.
El miedo ha conducido a creer en las campañas negras que han circulado, antes y después de la primera vuelta electoral. Cualquier tema que surja en el ambiente es fuerte e insistentemente comentado, una y otra vez. Y, como hay opiniones tan diversas, la dificultad se acrecienta cuando tratamos de llegar a alguna conclusión o, por lo menos, de tener una opinión propia.
La incertidumbre respecto a qué sucederá ahora es gigante. Sabemos que viene la segunda vuelta electoral. También sabemos quiénes son los dos candidatos que aparecerán en la única papeleta que deberemos marcar. Pero, no sabemos si habrá muchas “anomalías”, como han querido llamar a este desorden y pésima organización por parte del peor conjunto de magistrados del Tribunal Supremo Electoral que hemos tenido. ¡Nefastos al extremo, descarados e ineptos!
Con este desolador panorama, ¿ahora qué? En mi opinión, tenemos que tomar la decisión firme y decidida de ir a votar en la segunda vuelta electoral el próximo 11 de agosto. No hay para dónde. El temor a que haya fraude es tan grande que ya hay muchas iniciativas circulando para que esto no suceda. Por ejemplo, ya se habla de aplicaciones en el teléfono para que los fiscales suban la foto de las actas al momento de firmarlas. Habrá mucha más vigilancia, de parte de todos nosotros, hacia los fiscales de mesa. Ya sabemos que debemos asegurar que la papeleta esté firmada y sellada por detrás. Estaremos mucho más atentos a cualquier detalle. Es este esfuerzo individual de cada uno de nosotros, el que evitará “anomalías”.
Una vez decididos a ir a votar, debemos convencer a otros que lo hagan. El abstencionismo es nuestro peor enemigo. El poder soberano recae en cada uno de los guatemaltecos. No ir a votar es ceder ese poder a alguien más para que decida por nosotros.
¿Ya decidió por quién votar? Tuvimos 19 candidatos para escoger. La mayoría de guatemaltecos votó por dos de ellos. También votamos por los diputados; ya no hay nada qué hacer al respecto. El Congreso a está conformado y nos tocará vivir con ellos. Ojalá hayan aprendido la lección y reformen la ley electoral de y de partidos políticos, LEPP. La que sirvió ahora fue un desastre.
Los alcaldes también han quedado definidos. La descentralización es una necesidad urgente. Ojalá lo tomen en serio en su plan de gobierno municipal así como brindar condiciones para que se establezcan empresas en sus municipios para que se genere empleo.
Lo que nos toca es decidir quién dirigirá el destino de Guatemala en los próximos cuatro años. Para mí, la decisión es clara. ¿Lo es para usted?
Los comentarios en las redes sociales usualmente son una pequeña muestra del sentimiento generalizado que impera en el ambiente. Si bien no es un recuento estadístico, puedo decir con alguna certeza que los sentimientos mayoritariamente expresados, de una forma o de otra, son el miedo y la incertidumbre.
El miedo ha conducido a creer en las campañas negras que han circulado, antes y después de la primera vuelta electoral. Cualquier tema que surja en el ambiente es fuerte e insistentemente comentado, una y otra vez. Y, como hay opiniones tan diversas, la dificultad se acrecienta cuando tratamos de llegar a alguna conclusión o, por lo menos, de tener una opinión propia.
La incertidumbre respecto a qué sucederá ahora es gigante. Sabemos que viene la segunda vuelta electoral. También sabemos quiénes son los dos candidatos que aparecerán en la única papeleta que deberemos marcar. Pero, no sabemos si habrá muchas “anomalías”, como han querido llamar a este desorden y pésima organización por parte del peor conjunto de magistrados del Tribunal Supremo Electoral que hemos tenido. ¡Nefastos al extremo, descarados e ineptos!
Con este desolador panorama, ¿ahora qué? En mi opinión, tenemos que tomar la decisión firme y decidida de ir a votar en la segunda vuelta electoral el próximo 11 de agosto. No hay para dónde. El temor a que haya fraude es tan grande que ya hay muchas iniciativas circulando para que esto no suceda. Por ejemplo, ya se habla de aplicaciones en el teléfono para que los fiscales suban la foto de las actas al momento de firmarlas. Habrá mucha más vigilancia, de parte de todos nosotros, hacia los fiscales de mesa. Ya sabemos que debemos asegurar que la papeleta esté firmada y sellada por detrás. Estaremos mucho más atentos a cualquier detalle. Es este esfuerzo individual de cada uno de nosotros, el que evitará “anomalías”.
Una vez decididos a ir a votar, debemos convencer a otros que lo hagan. El abstencionismo es nuestro peor enemigo. El poder soberano recae en cada uno de los guatemaltecos. No ir a votar es ceder ese poder a alguien más para que decida por nosotros.
¿Ya decidió por quién votar? Tuvimos 19 candidatos para escoger. La mayoría de guatemaltecos votó por dos de ellos. También votamos por los diputados; ya no hay nada qué hacer al respecto. El Congreso a está conformado y nos tocará vivir con ellos. Ojalá hayan aprendido la lección y reformen la ley electoral de y de partidos políticos, LEPP. La que sirvió ahora fue un desastre.
Los alcaldes también han quedado definidos. La descentralización es una necesidad urgente. Ojalá lo tomen en serio en su plan de gobierno municipal así como brindar condiciones para que se establezcan empresas en sus municipios para que se genere empleo.
Lo que nos toca es decidir quién dirigirá el destino de Guatemala en los próximos cuatro años. Para mí, la decisión es clara. ¿Lo es para usted?