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Un llamado a la cordura

Carolina Castellanos
12 de julio, 2019

¿Cuántas papeletas con anomalías se requieren para declarar un fraude? ¿Serán mil, diez mil, el 20%, el 40% o más de la mitad?  No tengo la respuesta, pues el fraude no está tipificado en la ley electoral. No habiendo una normativa sobre esto, la respuesta es totalmente subjetiva.  De igual forma debemos preguntarnos cuál porcentaje de las anomalías deben favorecer a un candidato para justificar la declaración de fraude. Tampoco tengo la respuesta a esto.  El uso del software “hecho en casa”, las modificaciones a la ley electoral, entre otras cosas, conducen a pensar que todo este desorden (¿o fraude?) se viene gestando desde hace varios años.

Sin embargo, la desconfianza generada por la ineptitud de los magistrados (con minúsculas, a propósito), ha hecho irrelevante el que tengamos respuestas a las preguntas anteriores. Adicionalmente a su pésima forma de comunicar sus mensajes, no hemos visto una actitud frontal y firme para aclarar tantos reclamos hechos de forma directa en las manifestaciones de los sábados y por medio de las redes sociales.  Sumado a esto, el día de ayer el TSE oficializó los resultados de la elección de diputados. Esto contraviene el ofrecimiento de revisar todas las actas, aun cuando dijeron que los resultados de esto no serían vinculantes (¿para qué se haría la revisión, entonces?)

Con este desolador panorama, nos encontramos en una disyuntiva: ¿se continúa con las exigencias de repetir la primera vuelta electoral, de pedir la renuncia de los magistrados y de continuar revisando las actas?  Más importante aún, ¿cómo tener una garantía que la segunda vuelta electoral será transparente?

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Tampoco tengo las respuestas; me parece que son decisiones individuales de cada uno de nosotros.  Puedo parecer pesimista, y de pronto lo soy, pero no veo a los magistrados renunciar a sus cargos.  Ya hay un proceso legal en curso para esto, por parte del Licenciado Ricardo Sagastume. Deseo que prospere. Sea este proceso u otros que conduzcan al mismo objetivo, como el iniciado por Guatemala Inmortal, los magistrados saben que tendrán que enfrentar la justicia una vez pierdan su inmunidad. Querrán esperar el mayor tiempo posible, deseando que todo termine y que estas denuncias y querellas no prosperen.

No veo la repetición de la primera vuelta electoral.  Muchos dicen que avalarla es aceptar el fraude y, por ende, hay que seguir luchando para que se repita.  No puedo más que expresar mi respeto hacia esas personas por mantener su lucha. Lo que no acepto es que digan que, quienes aceptamos que se dé la segunda vuelta electoral el 11 de agosto, estamos avalando el fraude. En mi caso personal, no es así.  Mi “pesimismo” (¿o realidad?) me conduce a aceptar la segunda vuelta y a exigir transparencia, mientras continúan las acciones legales.

Hay otras posturas en este enredo (causado por el TSE).  Una de ellas es que el presidente electo en la segunda vuelta carecerá de legitimidad pues lo habría sido en un proceso no legítimo, resultado de un proceso fraudulento. ¿Nos estamos disparando en el pie deslegitimando al próximo gobernante?

Otra postura es que, al hablar de fraude, exigir la repetición de la primera vuelta electoral y/o anticipar que la segunda vuelta electoral será fraudulenta, desmotivará a muchos a ir a votar.  He escuchado (y leído en redes) que así será. También he visto (y leído) lo contrario. Yo no me desanimo; iré a votar en la segunda vuelta, pase lo que pase. Si se repite la primera, también iré a votar y luego en la nueva segunda vuelta. 

El enemigo a vencer es uno: se llama socialismo, o sea, la UNE.  Ya tiene 54 diputados. No le demos todo el poder permitiendo que gane la presidencia.  Más importante aún, no permitamos esa forma de gobierno pues perderemos nuestra libertad, empezando por la que tenemos para expresarnos. Con tantos diputados electos, y otros que se unirían por conveniencia, lograrían aprobar cualquier aberración, empezando por eternizarse en el poder al permitir la reelección.  Esto ya sucedió en Venezuela, Nicaragua y Bolivia, entre otros. Los gobiernos populistas, como sería el de la UNE, son expertos en acabar con el desarrollo, la prosperidad, la libre competencia, las empresas, etc. Con lo que no acaban sino, por el contrario, aumentan, ¡es la corrupción!  Pase lo que pase, nos toca defender nuestra vida, nuestra propiedad y nuestra libertad.  Eso se logrará solo si luchamos contra el enemigo. Sea cuando sea, ¡a votar se ha dicho!

Un llamado a la cordura

Carolina Castellanos
12 de julio, 2019

¿Cuántas papeletas con anomalías se requieren para declarar un fraude? ¿Serán mil, diez mil, el 20%, el 40% o más de la mitad?  No tengo la respuesta, pues el fraude no está tipificado en la ley electoral. No habiendo una normativa sobre esto, la respuesta es totalmente subjetiva.  De igual forma debemos preguntarnos cuál porcentaje de las anomalías deben favorecer a un candidato para justificar la declaración de fraude. Tampoco tengo la respuesta a esto.  El uso del software “hecho en casa”, las modificaciones a la ley electoral, entre otras cosas, conducen a pensar que todo este desorden (¿o fraude?) se viene gestando desde hace varios años.

Sin embargo, la desconfianza generada por la ineptitud de los magistrados (con minúsculas, a propósito), ha hecho irrelevante el que tengamos respuestas a las preguntas anteriores. Adicionalmente a su pésima forma de comunicar sus mensajes, no hemos visto una actitud frontal y firme para aclarar tantos reclamos hechos de forma directa en las manifestaciones de los sábados y por medio de las redes sociales.  Sumado a esto, el día de ayer el TSE oficializó los resultados de la elección de diputados. Esto contraviene el ofrecimiento de revisar todas las actas, aun cuando dijeron que los resultados de esto no serían vinculantes (¿para qué se haría la revisión, entonces?)

Con este desolador panorama, nos encontramos en una disyuntiva: ¿se continúa con las exigencias de repetir la primera vuelta electoral, de pedir la renuncia de los magistrados y de continuar revisando las actas?  Más importante aún, ¿cómo tener una garantía que la segunda vuelta electoral será transparente?

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Tampoco tengo las respuestas; me parece que son decisiones individuales de cada uno de nosotros.  Puedo parecer pesimista, y de pronto lo soy, pero no veo a los magistrados renunciar a sus cargos.  Ya hay un proceso legal en curso para esto, por parte del Licenciado Ricardo Sagastume. Deseo que prospere. Sea este proceso u otros que conduzcan al mismo objetivo, como el iniciado por Guatemala Inmortal, los magistrados saben que tendrán que enfrentar la justicia una vez pierdan su inmunidad. Querrán esperar el mayor tiempo posible, deseando que todo termine y que estas denuncias y querellas no prosperen.

No veo la repetición de la primera vuelta electoral.  Muchos dicen que avalarla es aceptar el fraude y, por ende, hay que seguir luchando para que se repita.  No puedo más que expresar mi respeto hacia esas personas por mantener su lucha. Lo que no acepto es que digan que, quienes aceptamos que se dé la segunda vuelta electoral el 11 de agosto, estamos avalando el fraude. En mi caso personal, no es así.  Mi “pesimismo” (¿o realidad?) me conduce a aceptar la segunda vuelta y a exigir transparencia, mientras continúan las acciones legales.

Hay otras posturas en este enredo (causado por el TSE).  Una de ellas es que el presidente electo en la segunda vuelta carecerá de legitimidad pues lo habría sido en un proceso no legítimo, resultado de un proceso fraudulento. ¿Nos estamos disparando en el pie deslegitimando al próximo gobernante?

Otra postura es que, al hablar de fraude, exigir la repetición de la primera vuelta electoral y/o anticipar que la segunda vuelta electoral será fraudulenta, desmotivará a muchos a ir a votar.  He escuchado (y leído en redes) que así será. También he visto (y leído) lo contrario. Yo no me desanimo; iré a votar en la segunda vuelta, pase lo que pase. Si se repite la primera, también iré a votar y luego en la nueva segunda vuelta. 

El enemigo a vencer es uno: se llama socialismo, o sea, la UNE.  Ya tiene 54 diputados. No le demos todo el poder permitiendo que gane la presidencia.  Más importante aún, no permitamos esa forma de gobierno pues perderemos nuestra libertad, empezando por la que tenemos para expresarnos. Con tantos diputados electos, y otros que se unirían por conveniencia, lograrían aprobar cualquier aberración, empezando por eternizarse en el poder al permitir la reelección.  Esto ya sucedió en Venezuela, Nicaragua y Bolivia, entre otros. Los gobiernos populistas, como sería el de la UNE, son expertos en acabar con el desarrollo, la prosperidad, la libre competencia, las empresas, etc. Con lo que no acaban sino, por el contrario, aumentan, ¡es la corrupción!  Pase lo que pase, nos toca defender nuestra vida, nuestra propiedad y nuestra libertad.  Eso se logrará solo si luchamos contra el enemigo. Sea cuando sea, ¡a votar se ha dicho!

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