Expuse en mi artículo anterior que el egoísmo racionalconsiste en adecuar uno su conducta, con el fin del provecho propio, a ladirección de la razón. Consiste en identificar racionalmente lo que realmentees de interés propio, a corto y largo plazo. Es diferente del egoísmoirracional, es decir, que no sigue el razonamiento lógico y objetivo, sino quese guía por pasiones, sentimientos o caprichos, por lo que el agente noadvierte las consecuencias futuras, provocando daños a otros y a sí mismo. Aeste último, Aristóteles llama egoísmo vulgar.
Es importante no confundir al egoísmo, que es ladeterminación del propósito o fin de la acción como preocuparse del interéspropio, con el medio, que es la acción para alcanzar dicho fin. El término‘egoísmo’ significa sólo: preocuparse del interés propio. El término ‘egoísmoracional’ expresa un concepto que el concepto ‘egoísmo’ por sí solo no refleja.El término ‘egoísmo racional’ indica, con la primera palabra, que el fin ético espreocuparse del propio interés personal, y con la segunda, que el medio paraconseguir dicho fin es la virtud de la racionalidad o razonamiento correcto. Sedistingue así al egoísmo racional de otros egoísmos éticos, como del egoísmo contractualista, del egoísmoutilitarista, del egoísmo anarquista, del egoísmo bionómico, y del egoísmo hedonista.
La crítica que hacen los defensores del egoísmo racional alas otras teorías normativas egoístas, no es al fin que persiguen, sino a losmedios y valores que eligen para alcanzar dicho fin:
“Existe una diferencia moral fundamental entre elhombre que halla su interés personal en la producción y aquel que lo encuentraen el robo. La maldad de un ladrón noconsiste en el hecho de que persigue su interés personal, sino en lo que élconsidera que es su interés personal; no en el hecho de que persigue susvalores, sino en qué es lo que elige como valor; no en el hecho que deseavivir, sino en el hecho de que desea vivir en un nivel subhumano.”
[Ayn Rand. La Virtud del Egoísmo.(Buenos Aires: Grito Sagrado, 2006), 12.]
El egoísmo contractualista, de Thomas Hobbes y de nuestrocontemporáneo David Guthier, no impone obligaciones no aceptadas, por lo que unapersona sólo se obliga a lo que ha aceptado hacer. Insisten loscontactualistas, que al reconocer que la naturaleza humana es egoísta, susistema es realista, es decir, acepta que el gran motivador de las accioneshumanas es el interés propio. La razón de ser moral, es decir, cumplir con elcontrato, es porque así conseguirá uno lo que quiere. La base para la moralestá en la motivación del interés propio, que identifica que es mejor vivirbajo reglas morales que en un mundo amoral de libertad para hacer cualquiercosa. Pero el problema de esta doctrina es que lo que acuerden en el contratolos que se adhieren a este sistema moral puede muy bien ser arbitrario. ¿Cómoestablecen que es bueno y que es malo? Además el contactualismo, al tratar conobligaciones entre personas, sólo da un aspecto social de la moral. Omite porcompleto la conducta referente a cuidarse a sí mismo. A lo sumo elcontractualismo sería un fundamento incompleto para algunos elementos morales.El egoísta contractualista puede hacer lo que quiera siempre y cuando no violeel contrato. Esto quiere decir que en su esfera privada el medio para alcanzarsu propósito puede muy bien ser su capricho arbitrario y no el razonamientosensato, por lo que las consecuencias de sus decisiones pueden muy bien serleperjudicial. Por ejemplo, un individuo puede, en su casa, fumar todo lo quequiera en tanto no lo haga en los espacios públicos. El hecho de que el fumarsea perjudicial para él, que deteriore su salud, no es un asunto que haconsiderado. Fuma por el placer que le da el cigarrillo. Lo que considera es noviolar el contrato con los demás. Otro ejemplo, puede que en consenso con otrosadultos, un matrimonio decida embarcarse en conductas sexuales promiscuas, quepor estar todos los participantes de acuerdo, sería aceptable. Sin embargo, talconducta, como se ha observado en numerosos casos, perjudica eventualmente surelación matrimonial, llevándola a la disrupción. Esto sucede porque el mediopara buscar lo que es de interés propio es seguir los deseos arbitrarios entanto no violen el contrato con los demás.
El egoísmo utilitarista de Jeremy Bentham y John Stuart Millbusca satisfacer sus fines por medio de lo que el individuo considera útil. Lautilidad no alude a las propiedades químicas o físicas de las cosas paraproducir específicos efectos, sino que a la idoneidad para promover elbienestar o suprimir el malestar del hombre según él lo entiende en cadamomento y ocasión. Según Bentham el fin de todo hombre, determinado por sunaturaleza, es buscar el placer y evitar el dolor. Por lo tanto, el Principiode Utilidad consiste en tomar como punto de partida, en todo proceso derazonamiento ordenado, el cálculo o estimación comparativa de dolores yplaceres, y en no permitir ningún otro incentivo. Pero, ¿cómo se establece quealgo es bueno o malo por el placer que ocasiona? ¿Qué si lo que me produceplacer es fumar? ¿Es bueno? ¿Es de más valor el placer que me produce que elsufrimiento futuro que me causará el enfisema? Y si lo que me produce placer escomer, ¿es bueno comer toda la comida chatarra que se me antoje? ¿Es de másvalor el placer que me produce que el dolor que me produce la obesidad y elconsecuente infarto? ¿Y que de un deportista, que por considerar que lafelicidad consiste en vencer en una determinada competencia, opta por administrarsedrogas estimulantes para aumentar su rendimiento, sin importarle lasconsecuencias perjudiciales para su salud? Si el individuo es presa de suspasiones, difícilmente evaluará bien su costo de oportunidad. Aquí, nuevamente,el medio para buscar alcanzar lo que el individuo considera es su interéspropio, es seguir sus anhelos arbitrarios, es valorar lo que ya valora emocionalmente,sin hacer una revisión bien razonada.
El egoísmo anarquista de Max Stirner consiste en hacer loque uno quiera, en satisfacer uno sus caprichos, sin importar si viola losderechos de otros. Es un egoísmo implacable que no acepta ningún tipo de normaso reglas sociales, ni leyes naturales, que obstaculicen la supuesta libertaddel individuo. Si el individuo dispone de la fuerza y del poder para hacer loque quiera, debe hacerlo:
“Para mí tu eres nada sino mi comida, aun cuando yo también seadevorado y usado por ti. Tenemos sólouna relación entre nosotros, la de usabilidad, de utilidad, de uso.”
[Max Stirner. The Ego and Its Own]
Ejemplos de egoístas anarquistas los encontramos en JulioCesar, Napoleón y Bernie Madoff. Elmedio del egoísmo anarquista, entonces, es regirse por caprichos arbitrariosjustificados por la probabilidad de salirse con la suya.
El egoísmo bionómico de David Seabury, basado en lo que éldenomina la Ley Básica del Ser, considera que el criterio de lo bueno o malo sedetermina por el hecho de si la acción lo hace a uno sentir incomodo o no. Esotra variante, aunque psicológica, del egoísmo hedonista.
El egoísmo hedonista considera que el estándar de valormoral, el criterio a usar para determinar lo bueno y lo malo, lo virtuoso y lovicioso, la acción correcta en cualquier situación, es el placer o dolor queesta causa. Según Callicles, el sofista, lo que hace que la vida merezcavivirse es sólo el placer –el placer sensual de la comida, la bebida y el sexo.Según él, el hombre debe buscar tener lo más posible de cada uno de estosplaceres, concebidos como asuntos separados a disfrutar. La vieja idea de‘moderación’, dice, es sólo para los tontos y débiles. El hombre fuerte debeactuar según un egoísmo implacable para buscar lo que le sea ventajoso. Elmedio del egoísmo hedonista es, entonces, la satisfacción de los propioscaprichos. El análisis que hace Leonard Peikoff del hedonismo se aplica a todosestos egoísmos éticos irracionales:
“Los hedonistas difieren sobre muchas cuestiones, tales como: ¿Deberíauno perseguir el placer a corto o a largo plazo? ¿Debería uno perseguir su propio placeregoísta (hedonismo egoísta) –o “el mayor placer de la gran mayoría” (elUtilitarismo de Bentham y Mill)? Pero la doctrina del placer como el estándarético es el fundamento que los une a todos.
La sensación de placer, sin embargo, como cualquier respuestaemocional, no es un primario psicológico; es una consecuencia, un efecto, dejuicios de valor formados previamente. Decir, por tanto, que los hombresdeberían determinar sus valores por el estándar de lo que les da placer, esdecir: Los hombres deberían determinar sus valores por el estándar de lo quesea que ya valoran. Esto significa que el hedonismo es una moralidad circular ysin contenido que no puede definir valores ni virtudes y que debe contar concualesquiera valores que cualquier hombre haya adquirido al azar.”
[LeonardPeikoff. The Objectivist Newsletter. Vol. 1 No. 2 (New York, Objectivist Inc. 1962)]
Lo malo de estas éticas egoístas irracionales, no es el finpropuesto –el bienestar propio del agente– sino que el medio elegido, que porser acción inadecuada no produce el fruto esperado. El fin no siempre justificalos medios.
Tampoco hay que confundir el fin o propósito con la eficaciao resultado del medio. Hay quienes critican a Rand por fumar, dado que estehábito le provocó daños serios a sus pulmones y eventualmente la muerte. Estacrítica olvida que el humano al deliberar se puede equivocar, pues no esinfalible. Si la acción resulta inadecuada al fin propuesto y no surte los efectosesperados, no por ello dejará de ser racional, pues se trata de un razonamientodefectuoso y por tanto de un esfuerzo ineficaz por conseguir cierto objetivo.La generación de Rand no sabía de las consecuencias desastrosas que produce elhábito de fumar. Una vez Rand supo, por la evidencia que le fue presentada delo dañino que era fumar, abandonó, sin más, el hábito. Lamentablemente ya eratarde. Pero no puede acusársele, por ese error, de no ser verdaderamenteegoísta racional, ni mucho menos, de ser egoísta irracional. El principió querigió su conducta siempre fue el egoísmo racional.
Continuará.
Expuse en mi artículo anterior que el egoísmo racionalconsiste en adecuar uno su conducta, con el fin del provecho propio, a ladirección de la razón. Consiste en identificar racionalmente lo que realmentees de interés propio, a corto y largo plazo. Es diferente del egoísmoirracional, es decir, que no sigue el razonamiento lógico y objetivo, sino quese guía por pasiones, sentimientos o caprichos, por lo que el agente noadvierte las consecuencias futuras, provocando daños a otros y a sí mismo. Aeste último, Aristóteles llama egoísmo vulgar.
Es importante no confundir al egoísmo, que es ladeterminación del propósito o fin de la acción como preocuparse del interéspropio, con el medio, que es la acción para alcanzar dicho fin. El término‘egoísmo’ significa sólo: preocuparse del interés propio. El término ‘egoísmoracional’ expresa un concepto que el concepto ‘egoísmo’ por sí solo no refleja.El término ‘egoísmo racional’ indica, con la primera palabra, que el fin ético espreocuparse del propio interés personal, y con la segunda, que el medio paraconseguir dicho fin es la virtud de la racionalidad o razonamiento correcto. Sedistingue así al egoísmo racional de otros egoísmos éticos, como del egoísmo contractualista, del egoísmoutilitarista, del egoísmo anarquista, del egoísmo bionómico, y del egoísmo hedonista.
La crítica que hacen los defensores del egoísmo racional alas otras teorías normativas egoístas, no es al fin que persiguen, sino a losmedios y valores que eligen para alcanzar dicho fin:
“Existe una diferencia moral fundamental entre elhombre que halla su interés personal en la producción y aquel que lo encuentraen el robo. La maldad de un ladrón noconsiste en el hecho de que persigue su interés personal, sino en lo que élconsidera que es su interés personal; no en el hecho de que persigue susvalores, sino en qué es lo que elige como valor; no en el hecho que deseavivir, sino en el hecho de que desea vivir en un nivel subhumano.”
[Ayn Rand. La Virtud del Egoísmo.(Buenos Aires: Grito Sagrado, 2006), 12.]
El egoísmo contractualista, de Thomas Hobbes y de nuestrocontemporáneo David Guthier, no impone obligaciones no aceptadas, por lo que unapersona sólo se obliga a lo que ha aceptado hacer. Insisten loscontactualistas, que al reconocer que la naturaleza humana es egoísta, susistema es realista, es decir, acepta que el gran motivador de las accioneshumanas es el interés propio. La razón de ser moral, es decir, cumplir con elcontrato, es porque así conseguirá uno lo que quiere. La base para la moralestá en la motivación del interés propio, que identifica que es mejor vivirbajo reglas morales que en un mundo amoral de libertad para hacer cualquiercosa. Pero el problema de esta doctrina es que lo que acuerden en el contratolos que se adhieren a este sistema moral puede muy bien ser arbitrario. ¿Cómoestablecen que es bueno y que es malo? Además el contactualismo, al tratar conobligaciones entre personas, sólo da un aspecto social de la moral. Omite porcompleto la conducta referente a cuidarse a sí mismo. A lo sumo elcontractualismo sería un fundamento incompleto para algunos elementos morales.El egoísta contractualista puede hacer lo que quiera siempre y cuando no violeel contrato. Esto quiere decir que en su esfera privada el medio para alcanzarsu propósito puede muy bien ser su capricho arbitrario y no el razonamientosensato, por lo que las consecuencias de sus decisiones pueden muy bien serleperjudicial. Por ejemplo, un individuo puede, en su casa, fumar todo lo quequiera en tanto no lo haga en los espacios públicos. El hecho de que el fumarsea perjudicial para él, que deteriore su salud, no es un asunto que haconsiderado. Fuma por el placer que le da el cigarrillo. Lo que considera es noviolar el contrato con los demás. Otro ejemplo, puede que en consenso con otrosadultos, un matrimonio decida embarcarse en conductas sexuales promiscuas, quepor estar todos los participantes de acuerdo, sería aceptable. Sin embargo, talconducta, como se ha observado en numerosos casos, perjudica eventualmente surelación matrimonial, llevándola a la disrupción. Esto sucede porque el mediopara buscar lo que es de interés propio es seguir los deseos arbitrarios entanto no violen el contrato con los demás.
El egoísmo utilitarista de Jeremy Bentham y John Stuart Millbusca satisfacer sus fines por medio de lo que el individuo considera útil. Lautilidad no alude a las propiedades químicas o físicas de las cosas paraproducir específicos efectos, sino que a la idoneidad para promover elbienestar o suprimir el malestar del hombre según él lo entiende en cadamomento y ocasión. Según Bentham el fin de todo hombre, determinado por sunaturaleza, es buscar el placer y evitar el dolor. Por lo tanto, el Principiode Utilidad consiste en tomar como punto de partida, en todo proceso derazonamiento ordenado, el cálculo o estimación comparativa de dolores yplaceres, y en no permitir ningún otro incentivo. Pero, ¿cómo se establece quealgo es bueno o malo por el placer que ocasiona? ¿Qué si lo que me produceplacer es fumar? ¿Es bueno? ¿Es de más valor el placer que me produce que elsufrimiento futuro que me causará el enfisema? Y si lo que me produce placer escomer, ¿es bueno comer toda la comida chatarra que se me antoje? ¿Es de másvalor el placer que me produce que el dolor que me produce la obesidad y elconsecuente infarto? ¿Y que de un deportista, que por considerar que lafelicidad consiste en vencer en una determinada competencia, opta por administrarsedrogas estimulantes para aumentar su rendimiento, sin importarle lasconsecuencias perjudiciales para su salud? Si el individuo es presa de suspasiones, difícilmente evaluará bien su costo de oportunidad. Aquí, nuevamente,el medio para buscar alcanzar lo que el individuo considera es su interéspropio, es seguir sus anhelos arbitrarios, es valorar lo que ya valora emocionalmente,sin hacer una revisión bien razonada.
El egoísmo anarquista de Max Stirner consiste en hacer loque uno quiera, en satisfacer uno sus caprichos, sin importar si viola losderechos de otros. Es un egoísmo implacable que no acepta ningún tipo de normaso reglas sociales, ni leyes naturales, que obstaculicen la supuesta libertaddel individuo. Si el individuo dispone de la fuerza y del poder para hacer loque quiera, debe hacerlo:
“Para mí tu eres nada sino mi comida, aun cuando yo también seadevorado y usado por ti. Tenemos sólouna relación entre nosotros, la de usabilidad, de utilidad, de uso.”
[Max Stirner. The Ego and Its Own]
Ejemplos de egoístas anarquistas los encontramos en JulioCesar, Napoleón y Bernie Madoff. Elmedio del egoísmo anarquista, entonces, es regirse por caprichos arbitrariosjustificados por la probabilidad de salirse con la suya.
El egoísmo bionómico de David Seabury, basado en lo que éldenomina la Ley Básica del Ser, considera que el criterio de lo bueno o malo sedetermina por el hecho de si la acción lo hace a uno sentir incomodo o no. Esotra variante, aunque psicológica, del egoísmo hedonista.
El egoísmo hedonista considera que el estándar de valormoral, el criterio a usar para determinar lo bueno y lo malo, lo virtuoso y lovicioso, la acción correcta en cualquier situación, es el placer o dolor queesta causa. Según Callicles, el sofista, lo que hace que la vida merezcavivirse es sólo el placer –el placer sensual de la comida, la bebida y el sexo.Según él, el hombre debe buscar tener lo más posible de cada uno de estosplaceres, concebidos como asuntos separados a disfrutar. La vieja idea de‘moderación’, dice, es sólo para los tontos y débiles. El hombre fuerte debeactuar según un egoísmo implacable para buscar lo que le sea ventajoso. Elmedio del egoísmo hedonista es, entonces, la satisfacción de los propioscaprichos. El análisis que hace Leonard Peikoff del hedonismo se aplica a todosestos egoísmos éticos irracionales:
“Los hedonistas difieren sobre muchas cuestiones, tales como: ¿Deberíauno perseguir el placer a corto o a largo plazo? ¿Debería uno perseguir su propio placeregoísta (hedonismo egoísta) –o “el mayor placer de la gran mayoría” (elUtilitarismo de Bentham y Mill)? Pero la doctrina del placer como el estándarético es el fundamento que los une a todos.
La sensación de placer, sin embargo, como cualquier respuestaemocional, no es un primario psicológico; es una consecuencia, un efecto, dejuicios de valor formados previamente. Decir, por tanto, que los hombresdeberían determinar sus valores por el estándar de lo que les da placer, esdecir: Los hombres deberían determinar sus valores por el estándar de lo quesea que ya valoran. Esto significa que el hedonismo es una moralidad circular ysin contenido que no puede definir valores ni virtudes y que debe contar concualesquiera valores que cualquier hombre haya adquirido al azar.”
[LeonardPeikoff. The Objectivist Newsletter. Vol. 1 No. 2 (New York, Objectivist Inc. 1962)]
Lo malo de estas éticas egoístas irracionales, no es el finpropuesto –el bienestar propio del agente– sino que el medio elegido, que porser acción inadecuada no produce el fruto esperado. El fin no siempre justificalos medios.
Tampoco hay que confundir el fin o propósito con la eficaciao resultado del medio. Hay quienes critican a Rand por fumar, dado que estehábito le provocó daños serios a sus pulmones y eventualmente la muerte. Estacrítica olvida que el humano al deliberar se puede equivocar, pues no esinfalible. Si la acción resulta inadecuada al fin propuesto y no surte los efectosesperados, no por ello dejará de ser racional, pues se trata de un razonamientodefectuoso y por tanto de un esfuerzo ineficaz por conseguir cierto objetivo.La generación de Rand no sabía de las consecuencias desastrosas que produce elhábito de fumar. Una vez Rand supo, por la evidencia que le fue presentada delo dañino que era fumar, abandonó, sin más, el hábito. Lamentablemente ya eratarde. Pero no puede acusársele, por ese error, de no ser verdaderamenteegoísta racional, ni mucho menos, de ser egoísta irracional. El principió querigió su conducta siempre fue el egoísmo racional.
Continuará.