Durante una casi ya asfixiada y muy corta campañaelectoral en Guatemala, me permito hacer un pequeño aporte heterodoxo pero almismo tiempo desinteresado.
Hay puntosde vistas de particular importancia que siempre he querido ver debatidos anivel nacional y que rara vez lo han sido públicamente. Haciendo uso de miderecho humano, que no político, a la libre expresión, me permito hoyexcepcionalmente someter al escrutinio público algunas ideas no muy populares entrelos aficionados a todo lo colectivo:
- Que se privaticeel subsuelo del entero país.
Para algunos, pienso, esto les podríasonar a blasfemia social; para mí, en cambio, el equivalente a un espléndidosalto liberador. Porque lo que predomina hoy en nuestras repúblicasiberoamericanas al respecto lo creo más bien un atraso propio de nuestro simplismopolítico. Me explico:
Ese monopolio del subsuelo por el Estado loentiendo como un anacronismo que heredaron nuestros forjadores de repúblicasindependientes al sur y al oeste del rio Misisipi hasta el estrecho deMagallanes, resultante de la codicia imperial de los Habsburgos de los siglosXVI y XVII. Pues les interesaba sobremanera a aquellos poderosos colonialistas deentonces la plata y el oro del subsuelo americano, como también hubo de ocurrirmás tarde, en plena Belle Époque, con los colonialistas belgas del África bajoLeopoldo II, hambrientos no menos de la enorme riqueza que de pronto supuso lainvención del caucho para las fértiles selvas del río Congo. O como habíaocurrido también ya en el siglo XVIII con los ingleses y su conocido monopolio forzadodel té cosechado en la India y en Ceylán.
Pero los efectos sociales de esosgigantescos saqueos colonialistas no pudieron ser a la larga peores: la esclavitudde sus pobladores, los despojos crueles y arbitrarios en masa, tortura ymutilaciones hasta de menores de edad y violaciones en proporciones dantescas alos derechos humanos de todo nativo.
Algo semejante pero en proporciones menos extremasy odiosas, hubo de ocurrir entre nosotros durante los primeros tres siglos dela colonización ibérica en América, resultado de las enfermedades y epidemiasque nos trajeron los conquistadores y para lo que las poblaciones indígenas denuestro tiempo no estaban en lo absoluto preparadas. Todo esto, también, almismo tiempo, la raíz de nuestro subdesarrollo en el continente al que se hadado en llamar más recientemente “el continente de la esperanza”.
Y así cada una de nuestras oligarquías nacionalestambién se ha beneficiado ávidamente por turnos de ese antojo imperial sobre elsubsuelo. Más aún, hasta entre ellos creo reconocer esos pseudo revolucionariosdel “socialismo del siglo XXI”. Por ejemplo, ese que al momento presentedevasta a Venezuela, o el mismo que ya había arruinado a la próspera Cuba mediosiglo antes.
De ahí se sigue que lo más apropiado seríaque cada gobierno dependa exclusivamente de los aportes de sus contribuyentes,y no al revés: que los ciudadanos dependan por entero de los aportes del gobierno.
Porque la común premisa de todos estosúltimos es aquel mismo del Mussolini nacional socialista: “Todo dentro del Estado; nadafuera del Estado”, la perfecta receta para toda dictadura totalitariadel siglo XX.
Y de tal manera no se ha dado despotismo algunoa lo largo de la historia de nuestra América latina que no se haya erigido sin sudominio exclusivo del subsuelo, en particular en aquellas áreas semidesérticaspoco propicias a la agricultura como en el Perú, Chile, Bolivia o el norte de México,incluida también toda esa franja que fue hispana hasta 1836: California, Texas,Arizona y Nuevo México.
Y así todos nuestros gobiernos civiles omilitares se han aprovechado del monopolio del subsuelo: del níquel cubano, delcobre chileno, del oro del Perú, de la plata y el estaño bolivianos, delpetróleo venezolano, del carbón brasileño o del hierro argentino. Todo ello, elverdadero tesoro escondido de tantos dictadores militares o de tantos déspotasciviles, ya fueren conceptualizados ideológicamente de la “derecha” o de la “izquierda”.Ese es precisamente el modelo que creo nos urge sobremanera romper parasiempre.
Porque el resultado inevitable es que losgobernantes, a través del control del subsuelo, se independizan de losimpuestos de sus contribuyentes apoyados en la riquezas mucho mayores delsubsuelo que ellos han tenido la astucia de monopolizar.
2. Tampoco creo que jamás se deberían aprobar porel Congreso presupuestos anuales deficitarios, salvo en las muy rarasocasiones de catástrofes naturales muy cuantiosas. Porque con tal déficit secontribuye decisivamente al incremento de la deuda externa per cápita de cada nación-Estado,que a su turno termina por tornarse en una deuda impagable y en una amenazapermanente de extorsión por parte de cualquier acreedor poderoso. O como lo supoformular entre nosotros en una ocasión Juan José Arévalo: “Me rehúso a recibir ayudaeconómica del extranjero porque con una mano la recibo y con la otra entregonuestra soberanía”.
3. Encima, creo que se debería suprimir de unavez por todas el oneroso impuesto sobre la renta, introducido entrenosotros bajo el gobierno de Peralta Azurdia y por presiones del Departamentode Estado de los Estados Unidos, y que en verdad solo aporta escasamente un 18%para el gasto público, pero que desalienta en proporciones mucho mayores las inversionesprivadas generadoras de más empleo y riqueza para todos los guatemaltecos.
4.Estimular la creación por parte de padresde familia de centros educativos privados de los niveles desde el preescolar hastael posuniversitario. Porque está vistoque solo en el sector privado los padres de familia pueden retener una vozdeterminante, y no los burócratas del Estado o esos sindicalistas corruptos yharaganes hambrientos de poder político y de incrementos salariales. Al fin yal cabo, a los padres de familia habría de reconocérseles la prioridad de lasdecisiones últimas sobre la educación de sus propios hijos.
5.Suprimir los aranceles y abrir de par enpar las puertas a la libre competencia del mercado internacional, aunque todos nuestrosdemás socios comerciales no lo hagan.Ya sé que ante esta propuesta pondrán el grito en el cielo todos los quehistóricamente se han parapetado tras las aduanas para poder lucrar al menoresfuerzo y con el menor número de competidores posibles. La raíz de esapropensión proteccionista tan execrable como oligárquica.
6.Llevar a cabo las reformas a laConstitución propuestas en el 2009 con el apoyo por escrito de setenta y tresmil ciudadanos y que el pleno del Congreso, en abierta violación a la Constituciónvigente, se negó a discutir.
Ellas incluían, entre otras muchaspropuestas sensatas, la de la revocatoria de cualquier funcionario público,incluido hasta el Presidente de la República, tras dos años en el ejercicio desus funciones, y un sistema bicameral constituido por un Senado y una Cámara Legislativa.El Senado principalmente tendría la responsabilidad de oficializar normas delDerecho Privado, así como la designación de magistrados para las Cortes y elnombramiento de nuestros representantes en el exterior. En tanto que la Cámarade diputados se ocuparía preeminentemente de las normas de Derecho Públicoincluidas las de la aprobación exclusiva del Presupuesto Nacional.
Pero se me acabó por hoy el espacio. Todavíauna exhortación última: Sapere Aude, “atrévete a saber”…
Continuará
Durante una casi ya asfixiada y muy corta campañaelectoral en Guatemala, me permito hacer un pequeño aporte heterodoxo pero almismo tiempo desinteresado.
Hay puntosde vistas de particular importancia que siempre he querido ver debatidos anivel nacional y que rara vez lo han sido públicamente. Haciendo uso de miderecho humano, que no político, a la libre expresión, me permito hoyexcepcionalmente someter al escrutinio público algunas ideas no muy populares entrelos aficionados a todo lo colectivo:
- Que se privaticeel subsuelo del entero país.
Para algunos, pienso, esto les podríasonar a blasfemia social; para mí, en cambio, el equivalente a un espléndidosalto liberador. Porque lo que predomina hoy en nuestras repúblicasiberoamericanas al respecto lo creo más bien un atraso propio de nuestro simplismopolítico. Me explico:
Ese monopolio del subsuelo por el Estado loentiendo como un anacronismo que heredaron nuestros forjadores de repúblicasindependientes al sur y al oeste del rio Misisipi hasta el estrecho deMagallanes, resultante de la codicia imperial de los Habsburgos de los siglosXVI y XVII. Pues les interesaba sobremanera a aquellos poderosos colonialistas deentonces la plata y el oro del subsuelo americano, como también hubo de ocurrirmás tarde, en plena Belle Époque, con los colonialistas belgas del África bajoLeopoldo II, hambrientos no menos de la enorme riqueza que de pronto supuso lainvención del caucho para las fértiles selvas del río Congo. O como habíaocurrido también ya en el siglo XVIII con los ingleses y su conocido monopolio forzadodel té cosechado en la India y en Ceylán.
Pero los efectos sociales de esosgigantescos saqueos colonialistas no pudieron ser a la larga peores: la esclavitudde sus pobladores, los despojos crueles y arbitrarios en masa, tortura ymutilaciones hasta de menores de edad y violaciones en proporciones dantescas alos derechos humanos de todo nativo.
Algo semejante pero en proporciones menos extremasy odiosas, hubo de ocurrir entre nosotros durante los primeros tres siglos dela colonización ibérica en América, resultado de las enfermedades y epidemiasque nos trajeron los conquistadores y para lo que las poblaciones indígenas denuestro tiempo no estaban en lo absoluto preparadas. Todo esto, también, almismo tiempo, la raíz de nuestro subdesarrollo en el continente al que se hadado en llamar más recientemente “el continente de la esperanza”.
Y así cada una de nuestras oligarquías nacionalestambién se ha beneficiado ávidamente por turnos de ese antojo imperial sobre elsubsuelo. Más aún, hasta entre ellos creo reconocer esos pseudo revolucionariosdel “socialismo del siglo XXI”. Por ejemplo, ese que al momento presentedevasta a Venezuela, o el mismo que ya había arruinado a la próspera Cuba mediosiglo antes.
De ahí se sigue que lo más apropiado seríaque cada gobierno dependa exclusivamente de los aportes de sus contribuyentes,y no al revés: que los ciudadanos dependan por entero de los aportes del gobierno.
Porque la común premisa de todos estosúltimos es aquel mismo del Mussolini nacional socialista: “Todo dentro del Estado; nadafuera del Estado”, la perfecta receta para toda dictadura totalitariadel siglo XX.
Y de tal manera no se ha dado despotismo algunoa lo largo de la historia de nuestra América latina que no se haya erigido sin sudominio exclusivo del subsuelo, en particular en aquellas áreas semidesérticaspoco propicias a la agricultura como en el Perú, Chile, Bolivia o el norte de México,incluida también toda esa franja que fue hispana hasta 1836: California, Texas,Arizona y Nuevo México.
Y así todos nuestros gobiernos civiles omilitares se han aprovechado del monopolio del subsuelo: del níquel cubano, delcobre chileno, del oro del Perú, de la plata y el estaño bolivianos, delpetróleo venezolano, del carbón brasileño o del hierro argentino. Todo ello, elverdadero tesoro escondido de tantos dictadores militares o de tantos déspotasciviles, ya fueren conceptualizados ideológicamente de la “derecha” o de la “izquierda”.Ese es precisamente el modelo que creo nos urge sobremanera romper parasiempre.
Porque el resultado inevitable es que losgobernantes, a través del control del subsuelo, se independizan de losimpuestos de sus contribuyentes apoyados en la riquezas mucho mayores delsubsuelo que ellos han tenido la astucia de monopolizar.
2. Tampoco creo que jamás se deberían aprobar porel Congreso presupuestos anuales deficitarios, salvo en las muy rarasocasiones de catástrofes naturales muy cuantiosas. Porque con tal déficit secontribuye decisivamente al incremento de la deuda externa per cápita de cada nación-Estado,que a su turno termina por tornarse en una deuda impagable y en una amenazapermanente de extorsión por parte de cualquier acreedor poderoso. O como lo supoformular entre nosotros en una ocasión Juan José Arévalo: “Me rehúso a recibir ayudaeconómica del extranjero porque con una mano la recibo y con la otra entregonuestra soberanía”.
3. Encima, creo que se debería suprimir de unavez por todas el oneroso impuesto sobre la renta, introducido entrenosotros bajo el gobierno de Peralta Azurdia y por presiones del Departamentode Estado de los Estados Unidos, y que en verdad solo aporta escasamente un 18%para el gasto público, pero que desalienta en proporciones mucho mayores las inversionesprivadas generadoras de más empleo y riqueza para todos los guatemaltecos.
4.Estimular la creación por parte de padresde familia de centros educativos privados de los niveles desde el preescolar hastael posuniversitario. Porque está vistoque solo en el sector privado los padres de familia pueden retener una vozdeterminante, y no los burócratas del Estado o esos sindicalistas corruptos yharaganes hambrientos de poder político y de incrementos salariales. Al fin yal cabo, a los padres de familia habría de reconocérseles la prioridad de lasdecisiones últimas sobre la educación de sus propios hijos.
5.Suprimir los aranceles y abrir de par enpar las puertas a la libre competencia del mercado internacional, aunque todos nuestrosdemás socios comerciales no lo hagan.Ya sé que ante esta propuesta pondrán el grito en el cielo todos los quehistóricamente se han parapetado tras las aduanas para poder lucrar al menoresfuerzo y con el menor número de competidores posibles. La raíz de esapropensión proteccionista tan execrable como oligárquica.
6.Llevar a cabo las reformas a laConstitución propuestas en el 2009 con el apoyo por escrito de setenta y tresmil ciudadanos y que el pleno del Congreso, en abierta violación a la Constituciónvigente, se negó a discutir.
Ellas incluían, entre otras muchaspropuestas sensatas, la de la revocatoria de cualquier funcionario público,incluido hasta el Presidente de la República, tras dos años en el ejercicio desus funciones, y un sistema bicameral constituido por un Senado y una Cámara Legislativa.El Senado principalmente tendría la responsabilidad de oficializar normas delDerecho Privado, así como la designación de magistrados para las Cortes y elnombramiento de nuestros representantes en el exterior. En tanto que la Cámarade diputados se ocuparía preeminentemente de las normas de Derecho Públicoincluidas las de la aprobación exclusiva del Presupuesto Nacional.
Pero se me acabó por hoy el espacio. Todavíauna exhortación última: Sapere Aude, “atrévete a saber”…
Continuará