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América Latina y el mito de la causa perdida

Redacción República
25 de abril, 2019

Para los historiadores de la Guerra Civil americana la“Causa Perdida” es un movimiento ideológico que fantasea la causa Confederadacomo lucha heroica contra grandísimas dificultades. La doctrina de la CausaPerdida destaca supuestas virtudes del Sur antes de la guerra y retrata esaGuerra Civil como una honorable lucha en defensa del modo de vida sureño.

Más controversialmente, la ideología de la Causa Perdidaencubre los horrores de la esclavitud describiéndolos más compasivos quecrueles, y argumentando que la esclavitud enseño cristiandad y valorescivilizados. Ignora los defectos de la Confederación y justifica su derrota porla masiva superioridad de la maquinaria industrial Yankee.

El credo de la Causa Perdida reclama también que laReconstrucción tras la Guerra Civil fue una maniobra de los políticos norteños,manipuladores financieros y oportunistas, para socavar el modo de vida sureño.

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Naturalmente, existe una historia más honesta y acertadade la Guerra Civil que considera un mito la ideología de la Causa Perdida. Sinembargo, hay que conceder que las ideas e iconografía de la Causa Perdida hanpenetrado la conciencia americana. Gran debate se produjo recientemente, literalmenteen la plaza pública, con el movimiento para retirar los monumentosconfederados. Lo que demuestra que es muy difícil extirpar el mito de la CausaPerdida de la historia americana.

Similarmente, muchos países latinoamericanos desarrollaronsu propia narrativa de su Causa Perdida, donde “el imperialismo Yankee”, y nosus propios fracasos, es responsable del subdesarrollo económicolatinoamericano. Por ejemplo, una versión latinoamericana de ese mito es laTeoría de la Dependencia, que proclama que los recursos fluyen, de maneraexplotadora, de una “periferia” de naciones pobres subdesarrolladas a un“núcleo” de naciones ricas.

Criterio central de la Teoría de la Dependencia es quelos estados del núcleo devienen ricos empobreciendo naciones periféricas. Enesta fantasía, como en la historia de la Reconstrucción del sur americanobasada en la Causa Perdida, el desarrollo latinoamericano fue víctima de laavaricia de corporaciones norteñas. Ese cuento ignora la historialatinoamericana de fracasos de políticas públicas, estatismo, corrupción endémicay otros males. Y, como en la clásica Causa Perdida, idealiza las virtudes de lacultura hispanoamericana.

El Índice 2017 de Percepción de Corrupción, elaborado porTransparencia Internacional, revela que los sectores públicos en la mayoría delos países latinoamericanos son altamente corruptos y avanzan poco luchandocontra la corrupción. El Índice califica 180 países por niveles de corrupciónpercibida en sus sectores públicos, usando una escala desde “muy limpios” a“altamente corruptos”.

En Latinoamérica solamente Uruguay y Chile calificancerca de “muy limpios” con posiciones mundiales número 23 y 24 respectivamente.(Como referencia, EEUU clasifica número 16). Prácticamente todos los demáspaíses latinoamericanos califican hacia el extremo de “altamente corruptos”,como Nicaragua # 151, Haití # 157 o Venezuela # 169.

La corrupción latinoamericana, parcialmente, es resultadodel sector gubernamental excesivamente grande y la intrusión del gobierno en laeconomía. El corolario son demasiados funcionarios gubernamentalesinterfiriendo en la vida de las personas y en su sustento. Esta es la clase decorrupción -donde predominan sobornos y lucrativos contactos gubernamentales-que socava la confianza no solamente en el gobierno sino también en la propianaturaleza humana. En la mentalidad pública,  la ineficiencia gubernamental y la corrupciónno son culpables del subdesarrollo económico de la región: la culpa es del“imperialismo Yankee”. Como su versión estadounidense, la fabula latinoamericanade la Causa Perdida ha penetrado la conciencia pública.

Lamentablemente, el mito prevaleciente impide aLatinoamérica buscar en su sociedad métodos para frenar la corrupción eincrementar la responsabilidad gubernamental. En el reino de lo posible, un enfoque sería reducir la separación entregobierno y pueblo. Estructuralmente esto significaría un tipo de gobiernogenuinamente federalista donde el poder económico se confiere más a losgobiernos locales y departamentales que a todopoderosos gobiernos nacionales.

El federalismo no inmuniza gobiernos contra lacorrupción. Pero, manejando pequeñas sumas de dinero, y estando más cerca delpueblo, el federalismo desincentiva conductas corruptas e incentiva efectividadgubernamental. Y más importante, el federalismo y su concomitanteresponsabilidad personal, quebranta la mitología de la Causa Perdida.

El ultimo libro del Dr. Azel es “Libertad para novatos”

América Latina y el mito de la causa perdida

Redacción República
25 de abril, 2019

Para los historiadores de la Guerra Civil americana la“Causa Perdida” es un movimiento ideológico que fantasea la causa Confederadacomo lucha heroica contra grandísimas dificultades. La doctrina de la CausaPerdida destaca supuestas virtudes del Sur antes de la guerra y retrata esaGuerra Civil como una honorable lucha en defensa del modo de vida sureño.

Más controversialmente, la ideología de la Causa Perdidaencubre los horrores de la esclavitud describiéndolos más compasivos quecrueles, y argumentando que la esclavitud enseño cristiandad y valorescivilizados. Ignora los defectos de la Confederación y justifica su derrota porla masiva superioridad de la maquinaria industrial Yankee.

El credo de la Causa Perdida reclama también que laReconstrucción tras la Guerra Civil fue una maniobra de los políticos norteños,manipuladores financieros y oportunistas, para socavar el modo de vida sureño.

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Naturalmente, existe una historia más honesta y acertadade la Guerra Civil que considera un mito la ideología de la Causa Perdida. Sinembargo, hay que conceder que las ideas e iconografía de la Causa Perdida hanpenetrado la conciencia americana. Gran debate se produjo recientemente, literalmenteen la plaza pública, con el movimiento para retirar los monumentosconfederados. Lo que demuestra que es muy difícil extirpar el mito de la CausaPerdida de la historia americana.

Similarmente, muchos países latinoamericanos desarrollaronsu propia narrativa de su Causa Perdida, donde “el imperialismo Yankee”, y nosus propios fracasos, es responsable del subdesarrollo económicolatinoamericano. Por ejemplo, una versión latinoamericana de ese mito es laTeoría de la Dependencia, que proclama que los recursos fluyen, de maneraexplotadora, de una “periferia” de naciones pobres subdesarrolladas a un“núcleo” de naciones ricas.

Criterio central de la Teoría de la Dependencia es quelos estados del núcleo devienen ricos empobreciendo naciones periféricas. Enesta fantasía, como en la historia de la Reconstrucción del sur americanobasada en la Causa Perdida, el desarrollo latinoamericano fue víctima de laavaricia de corporaciones norteñas. Ese cuento ignora la historialatinoamericana de fracasos de políticas públicas, estatismo, corrupción endémicay otros males. Y, como en la clásica Causa Perdida, idealiza las virtudes de lacultura hispanoamericana.

El Índice 2017 de Percepción de Corrupción, elaborado porTransparencia Internacional, revela que los sectores públicos en la mayoría delos países latinoamericanos son altamente corruptos y avanzan poco luchandocontra la corrupción. El Índice califica 180 países por niveles de corrupciónpercibida en sus sectores públicos, usando una escala desde “muy limpios” a“altamente corruptos”.

En Latinoamérica solamente Uruguay y Chile calificancerca de “muy limpios” con posiciones mundiales número 23 y 24 respectivamente.(Como referencia, EEUU clasifica número 16). Prácticamente todos los demáspaíses latinoamericanos califican hacia el extremo de “altamente corruptos”,como Nicaragua # 151, Haití # 157 o Venezuela # 169.

La corrupción latinoamericana, parcialmente, es resultadodel sector gubernamental excesivamente grande y la intrusión del gobierno en laeconomía. El corolario son demasiados funcionarios gubernamentalesinterfiriendo en la vida de las personas y en su sustento. Esta es la clase decorrupción -donde predominan sobornos y lucrativos contactos gubernamentales-que socava la confianza no solamente en el gobierno sino también en la propianaturaleza humana. En la mentalidad pública,  la ineficiencia gubernamental y la corrupciónno son culpables del subdesarrollo económico de la región: la culpa es del“imperialismo Yankee”. Como su versión estadounidense, la fabula latinoamericanade la Causa Perdida ha penetrado la conciencia pública.

Lamentablemente, el mito prevaleciente impide aLatinoamérica buscar en su sociedad métodos para frenar la corrupción eincrementar la responsabilidad gubernamental. En el reino de lo posible, un enfoque sería reducir la separación entregobierno y pueblo. Estructuralmente esto significaría un tipo de gobiernogenuinamente federalista donde el poder económico se confiere más a losgobiernos locales y departamentales que a todopoderosos gobiernos nacionales.

El federalismo no inmuniza gobiernos contra lacorrupción. Pero, manejando pequeñas sumas de dinero, y estando más cerca delpueblo, el federalismo desincentiva conductas corruptas e incentiva efectividadgubernamental. Y más importante, el federalismo y su concomitanteresponsabilidad personal, quebranta la mitología de la Causa Perdida.

El ultimo libro del Dr. Azel es “Libertad para novatos”

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