La estereotipó Jean-François Revel hace medio siglo y le han dado surenacimiento ciertos países del Caribe, en este momento también Guatemala.
Porque de nuevo resbalamos en ella por obray gracia de la Corte de menos tiene de Constitucional. Ahora en Guatemala meparece que retrocedemos más de medio siglo al estilo autoritario de JacoboArbenz Guzmán y de su Decreto 900.
Peor aún, nos creo de vuelta a la Edad dePiedra del castrismo o del nacional socialismo, si se quiere.
La noche autocrática ha regresado, elamanecer democrático es engullido por las ráfagas heladas de un inviernoinesperado y prematuro. Haremos dentro de unos tres meses una obligadagenuflexión hipócrita ante unaselecciones amañadas.
¿Y todo por qué? Por la misma renovadaofensiva totalitaria que nos llega una vez más desde Rusia, China, la ONU y hastade ciertos niños malcriados de la vida pública en los Estados Unidos, ToddRobinson, en el caso nuestro, a la cabeza. Mientras cubren el espacio hasta laspróximas elecciones –en solo dos años– en los Estados Unidos.
En Guatemala esto ha sido adornado, esosí, con unos magistrados de corbata Pierre Cardin encabezados por otramagistrada de tacones altos de dama y supuestamente todos de intelecto universitariomade in USAC.
En otras palabras, así traduzco nuestroregreso al más plebeyo sentido de animales políticos en la secuela de laexclusión de Zury Ríos Sosa de su incuestionable derecho humano a elegir y a serelecta así como del grosero manoseo del entero proceso electoral previo a laselecciones, que dejan de ser válidas por tanto.
Y si por arte de magia Guatemala regresaraen este instante a la civilización jurídica que acabamos de tirar por la borda,Gloria Porras, Francisco de Mata Vela y Bonerge Mejía serían los primeros en ingresarpor lo mínimo en prisión de muchos años. Aunque para suerte de ellos, todavíapermanezcamos hundidos hasta el cuello en el lodo del subdesarrollo jurídico.
Así veo esta nueva recaída en la“tentación totalitaria” de esos infelices y de sus acólitos.
La “tentación totalitaria” regresa a todolo humano, y no solo en Guatemala, confinada a los “motivos del lobo”, como noslo advirtiera Rubén Darío.
Pero continúasiendo injustificable el que a estas alturas nos dejemos atrapar por ella, niante Dios ni mucho menos ante cualquier humano. Porque tales leguleyos acaban dedeshacer, y pero aun, impunemente, el entero tejido de la democracia representativaen Guatemala que al precio de avances esperanzadores unas veces y de retrocesosmuy humillantes otras se ha construido a partir de la Revolución liberal de1871.
Todo un siglo y medio de esfuerzos, delecciones, al precio de lágrimas y hasta de sangre, tirados estúpidamente albote de la basura por un puñado de demasiados ambiciosos desalmados, nativos yextranjeros.
¿Quién o quiénes se los han autorizado?…
Adiósa la espera de algún día próximo de vivir en un pleno Estado de Derecho.
Nuestros hijos, nuestros nietos, nuestrosbisnietos condenados, por un puñado de analfabetas ignorantes en absoluto de loque entraña todo derecho constitucional moderno, a convivir en perpetuidad consemejantes trogloditas.
Elecciones desde este momento deimpugnable validez constitucional.
La tentación totalitaria sobrevive así,por lo tanto, en nuestro plano colectivo como la vertiente tiránica de nuestra estrechesde mira. Y así resulta al final lo más opuesto a toda pretensión civilizada, esdecir, aquella de la tolerancia sabiamente recíproca y respetuosa.
Tales saltos hacia atrás no son, porsupuesto, exclusivos a nuestra Guatemala de hoy. Hagamos algo de memoria:
Neróno Herodes, por ejemplo, encarnaron en su momento dentro del glorioso marco dela República Romana las personificaciones supremas de esa reincidencia hacia lomás salvaje y primitivo que entraña toda “tentación totalitaria”.
Y sus equivalentes contemporáneos pudiéramossugerir que también lo fueron un Stalin, un Hitler, un Mao o un Fidel Castro…
Pero aunsin llegar a tales extremos, esa “tentación totalitaria” se nos disfraza como unahidra de mil de cabezas que busca seducirnos en nuestra abulia diaria, o sea, tantoen la intimidad de nuestros hogares como en la sociedad abierta del trabajo yde la vida social.
Soy testigo presencial, y para nada meenorgullece.
O si se quiere, también la “tentación totalitaria”, a los ojos del devotohasta podría ser interpretada como la expresión última de una recaída en elpecado original, porque en la medida en que no nos mantengamos alerta a surespecto se impondrá reiteradamente en nuestras conciencias una y otra vez.
Y lomismo valga para otros pueblos incautos en el plano internacional: como unNuevo Orden fachista o como la Internacional Socialista, o el Foro de Sao Pauloo hasta ese mismísimo amasijo planetario del día de hoy que conocemos como la Organizaciónde las Naciones Unidas.
Y así, de tal manera podríamos conceptuara cada uno de los integrantes de la Corte de Constitucionalidad, o a losmagistrados del Tribunal Supremo Electoral, o al Registrador de Ciudadanos.
Por esta misma razón se ha dicho tambiénque el diablo se oculta en los pequeños detalles de las abultadas maquinariasburocráticas de cualquier tipo.
Todo esto me viene melancólicamente a lamemoria al tropezarme casi a diario con noticias aparentemente baladíes comoesas de las reglamentaciones minuciosas de los debates públicos emanadas delTribunal Supremo Electoral o de las resoluciones dictatoriales de los mismostres magistrados que en los últimos tres años se han constituidos en mayoría enla Corte de Constitucionalidad.
¿Hasta cuándo entenderemos el Estado deDerecho, que gira esencialmente en torno a la dignidad infinita de cadapersonahumana? ¿Y acaso también constitucionalmente no disponemos de otrosPoderes soberanos como el Ejecutivo o el Legislativo? ¿Dónde están?…
En la práctica, todo ello se ha traducidoal ignominioso hecho que solo aquí, en Guatemala, tan solo tres sujetos quehacen mayoría en la Corte de Constitucionalidad se hallan atrevido ilegalmentea decidir por todos.
Y para el que opine lo contrario, hipotéticamentecondenarlos a una cárcel legal, pero sin juicio previo ni proceso judicial antejuez competente.
¿Cómo lo veríamos todos desde ahí?
Que disfruten el próximo evento electoralcuyos resultados ya anticiparon por su obra y gracia Gloria Porras, Franciscode Mata Vela y Bonerge Mejía así como de sus secuaces de Semilla, la UNE y de ciertosextranjeros que vegetan sin producir muy lejos de esta tierra pero que decidensobre ella y sus habitantes todos, en realidad, aprendices de tiranuelos quehan sucumbido abiertamente a la “tentación totalitaria”.
¡Feliz agitación electorera…!
La estereotipó Jean-François Revel hace medio siglo y le han dado surenacimiento ciertos países del Caribe, en este momento también Guatemala.
Porque de nuevo resbalamos en ella por obray gracia de la Corte de menos tiene de Constitucional. Ahora en Guatemala meparece que retrocedemos más de medio siglo al estilo autoritario de JacoboArbenz Guzmán y de su Decreto 900.
Peor aún, nos creo de vuelta a la Edad dePiedra del castrismo o del nacional socialismo, si se quiere.
La noche autocrática ha regresado, elamanecer democrático es engullido por las ráfagas heladas de un inviernoinesperado y prematuro. Haremos dentro de unos tres meses una obligadagenuflexión hipócrita ante unaselecciones amañadas.
¿Y todo por qué? Por la misma renovadaofensiva totalitaria que nos llega una vez más desde Rusia, China, la ONU y hastade ciertos niños malcriados de la vida pública en los Estados Unidos, ToddRobinson, en el caso nuestro, a la cabeza. Mientras cubren el espacio hasta laspróximas elecciones –en solo dos años– en los Estados Unidos.
En Guatemala esto ha sido adornado, esosí, con unos magistrados de corbata Pierre Cardin encabezados por otramagistrada de tacones altos de dama y supuestamente todos de intelecto universitariomade in USAC.
En otras palabras, así traduzco nuestroregreso al más plebeyo sentido de animales políticos en la secuela de laexclusión de Zury Ríos Sosa de su incuestionable derecho humano a elegir y a serelecta así como del grosero manoseo del entero proceso electoral previo a laselecciones, que dejan de ser válidas por tanto.
Y si por arte de magia Guatemala regresaraen este instante a la civilización jurídica que acabamos de tirar por la borda,Gloria Porras, Francisco de Mata Vela y Bonerge Mejía serían los primeros en ingresarpor lo mínimo en prisión de muchos años. Aunque para suerte de ellos, todavíapermanezcamos hundidos hasta el cuello en el lodo del subdesarrollo jurídico.
Así veo esta nueva recaída en la“tentación totalitaria” de esos infelices y de sus acólitos.
La “tentación totalitaria” regresa a todolo humano, y no solo en Guatemala, confinada a los “motivos del lobo”, como noslo advirtiera Rubén Darío.
Pero continúasiendo injustificable el que a estas alturas nos dejemos atrapar por ella, niante Dios ni mucho menos ante cualquier humano. Porque tales leguleyos acaban dedeshacer, y pero aun, impunemente, el entero tejido de la democracia representativaen Guatemala que al precio de avances esperanzadores unas veces y de retrocesosmuy humillantes otras se ha construido a partir de la Revolución liberal de1871.
Todo un siglo y medio de esfuerzos, delecciones, al precio de lágrimas y hasta de sangre, tirados estúpidamente albote de la basura por un puñado de demasiados ambiciosos desalmados, nativos yextranjeros.
¿Quién o quiénes se los han autorizado?…
Adiósa la espera de algún día próximo de vivir en un pleno Estado de Derecho.
Nuestros hijos, nuestros nietos, nuestrosbisnietos condenados, por un puñado de analfabetas ignorantes en absoluto de loque entraña todo derecho constitucional moderno, a convivir en perpetuidad consemejantes trogloditas.
Elecciones desde este momento deimpugnable validez constitucional.
La tentación totalitaria sobrevive así,por lo tanto, en nuestro plano colectivo como la vertiente tiránica de nuestra estrechesde mira. Y así resulta al final lo más opuesto a toda pretensión civilizada, esdecir, aquella de la tolerancia sabiamente recíproca y respetuosa.
Tales saltos hacia atrás no son, porsupuesto, exclusivos a nuestra Guatemala de hoy. Hagamos algo de memoria:
Neróno Herodes, por ejemplo, encarnaron en su momento dentro del glorioso marco dela República Romana las personificaciones supremas de esa reincidencia hacia lomás salvaje y primitivo que entraña toda “tentación totalitaria”.
Y sus equivalentes contemporáneos pudiéramossugerir que también lo fueron un Stalin, un Hitler, un Mao o un Fidel Castro…
Pero aunsin llegar a tales extremos, esa “tentación totalitaria” se nos disfraza como unahidra de mil de cabezas que busca seducirnos en nuestra abulia diaria, o sea, tantoen la intimidad de nuestros hogares como en la sociedad abierta del trabajo yde la vida social.
Soy testigo presencial, y para nada meenorgullece.
O si se quiere, también la “tentación totalitaria”, a los ojos del devotohasta podría ser interpretada como la expresión última de una recaída en elpecado original, porque en la medida en que no nos mantengamos alerta a surespecto se impondrá reiteradamente en nuestras conciencias una y otra vez.
Y lomismo valga para otros pueblos incautos en el plano internacional: como unNuevo Orden fachista o como la Internacional Socialista, o el Foro de Sao Pauloo hasta ese mismísimo amasijo planetario del día de hoy que conocemos como la Organizaciónde las Naciones Unidas.
Y así, de tal manera podríamos conceptuara cada uno de los integrantes de la Corte de Constitucionalidad, o a losmagistrados del Tribunal Supremo Electoral, o al Registrador de Ciudadanos.
Por esta misma razón se ha dicho tambiénque el diablo se oculta en los pequeños detalles de las abultadas maquinariasburocráticas de cualquier tipo.
Todo esto me viene melancólicamente a lamemoria al tropezarme casi a diario con noticias aparentemente baladíes comoesas de las reglamentaciones minuciosas de los debates públicos emanadas delTribunal Supremo Electoral o de las resoluciones dictatoriales de los mismostres magistrados que en los últimos tres años se han constituidos en mayoría enla Corte de Constitucionalidad.
¿Hasta cuándo entenderemos el Estado deDerecho, que gira esencialmente en torno a la dignidad infinita de cadapersonahumana? ¿Y acaso también constitucionalmente no disponemos de otrosPoderes soberanos como el Ejecutivo o el Legislativo? ¿Dónde están?…
En la práctica, todo ello se ha traducidoal ignominioso hecho que solo aquí, en Guatemala, tan solo tres sujetos quehacen mayoría en la Corte de Constitucionalidad se hallan atrevido ilegalmentea decidir por todos.
Y para el que opine lo contrario, hipotéticamentecondenarlos a una cárcel legal, pero sin juicio previo ni proceso judicial antejuez competente.
¿Cómo lo veríamos todos desde ahí?
Que disfruten el próximo evento electoralcuyos resultados ya anticiparon por su obra y gracia Gloria Porras, Franciscode Mata Vela y Bonerge Mejía así como de sus secuaces de Semilla, la UNE y de ciertosextranjeros que vegetan sin producir muy lejos de esta tierra pero que decidensobre ella y sus habitantes todos, en realidad, aprendices de tiranuelos quehan sucumbido abiertamente a la “tentación totalitaria”.
¡Feliz agitación electorera…!